Buscar Poemas con Clausura


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Se han encontrado 6 poemas con la palabra clausura

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Ana Francisca Abarca de Bolea

Romance a una fuente

-- de Ana Francisca Abarca de Bolea --

Fuente que en círculo breve
presumes de gran caudal,
si tus principios observas
no te precipitarás.

Considera que,mendiga
en diverso mineral,con anhelos de grandiosa
te nos quieres ostentar.

Rica de bienes ajenos
todos nos dicen que estás,
que usurpas cual poderoso
a los pobres el caudal.

De ambiciosa te calumnian,
mas tú te puedes quejar,
pues a veces no te agradecemos
el gran gusto que nos das

Recién nacida se ofrece
a clausura tu humildad;
no son acciones de niña,
aunque sean en agraz.

Parecímonos los dos;
mas en proseguir está
la fineza,fuente amiga;
no des pasos hacia atrás.

Dicen que envidias te quieren
de esta huerta desterrar,
que hasta en raudales ofende
lo claro de la verdad.

Poema Romance a una fuente de Ana Francisca Abarca de Bolea con fondo de libro

Olga Orozco

la realidad y el deseo

-- de Olga Orozco --

A luis cernuda
la realidad, sí, la realidad,
ese relámpago de lo invisible
que revela en nosotros la soledad de dios.
Es este cielo que huye.
Es este territorio engalanado por las burbujas de la muerte.
Es esta larga mesa a la deriva
donde los comensales persisten ataviados por el prestigio de no estar.
A cada cual su copa
para medir el vino que se acaba donde empieza la sed.
A cada cual su plato
para encerrar el hambre que se extingue sin saciarse jamás.
Y cada dos la división del pan:
el milagro al revés, la comunión tan sólo en loimposible.
Y en medio del amor,
entre uno y otro cuerpo la caída,
algo que se asemeja al latido sombrío de unas alas que vuelven desde la eternidad,
al pulso del adiós debajo de la tierra.
La realidad, sí, la realidad:
un sello de clausura sobre todas las puertas del deseo.

Poema la realidad y el deseo de Olga Orozco con fondo de libro

Rafael María Baralt

A una señorita con motivo de haber entrado en religión

-- de Rafael María Baralt --

En la cándida frente el sacro velo
muestras como señal de la victoria
que sobre el mundo y su falaz memoria
consiguió tu virtud, hija del cielo.

Así burlaste mi amoroso anhelo
palma inmortal labrándote de gloria;
cuando, ausente de ti, será mi historia
llamarte en vano y sin cesar con duelo.

¡Espíritu feliz! de la clausura
del cuerpo desatado, alegre, altivo,
libre de tu prisión miras la altura;

Mientras con mi pasión el alma enclavo
en este oscuro suelo, donde vivo
del ya imposible amor mísero esclavo.

Poema A una señorita con motivo de haber entrado en religión de Rafael María Baralt con fondo de libro

Vicente Aleixandre

juventud

-- de Vicente Aleixandre --

Estancia soleada:
¿adónde vas, mirada?
a estas paredes blancas,
clausura de esperanza.
Paredes, techo, suelo:
gajo prieto de tiempo.
Cerrado en él, mi cuerpo.
Mi cuerpo, vida, esbelto.
Se le caerán un día
límites. ¡Qué divina
desnudez! peregrina
luz. ¡Alegría, alegría!
pero estarán cerrados
los ojos. Derribados
paredones. Al raso,
luceros clausurados.



Mario Benedetti

la vida ese paréntesis

-- de Mario Benedetti --

Cuando el no ser queda en suspenso
se abre la vida ese paréntesis
con un vagido universal de hambre
somos hambrientos desde el vamos
y lo seremos hasta el vámonos
después de mucho descubrir
y brevemente amar y acostumbrarnos
a la fallida eternidad
la vida se clausura en vida
la vida ese paréntesis
también se cierra incurre
en un vagido universal
el último
y entonces sólo entonces
el no ser sigue para siempre



Ramón María del Valle Inclán

rosa de zoroastro

-- de Ramón María del Valle Inclán --

En el espejo mágico aparee
toda mi vida, y como cirio místico
aquel amor lejano aun estremece
con su luz el pleroma cabalístico.

Reza, alma triste, en sus devotas huellas,
los ecos de los muertos son sagrados,
como dicen que alumbran las estrellas,
alumbran los amores apagados.

Esta cera que enciende su lucero,
más luminoso cuanto más distante,
en el mágico circulo agorero
signa la eternidad de cada instante.

Suspende el grano en el reloj de arena,
y los enigmas de mi noche oscura alumbra
con su cirio de alma en pena,
del sellado cristal, en la clausura.

En el espejo vi la sombra mía negra,
sobre los pasos de la muerte,
y el ánima llorosa que vencía
con su oración el sino de mi suerte.

Aquel amor lejano, ahora vestido
de niebla sideral, su ardiente idea
abre como un arcángel, y el sentido
inmortal de la vida en mi alma atea.

Tiembla en un zodiaco, sollozante
con sollozo de luz. Y su reflejo
circunda con un halo al nigromante
espejo.



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