Buscar Poemas con Ceniciento


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Se han encontrado 5 poemas con la palabra ceniciento

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Abraham Valdelomar

La danza de las horas

-- de Abraham Valdelomar --

Hoy, que está la mañana fresca, azul y lozana;
hoy, que parece un niño juguetón la mañana,
y el sol parece como que quisiera subir
corriendo por las nubes, en la extensión lejana,
hoy quisiera reír...

Hoy, que la tarde está dorada y encendida;
en que cantan los campos una canción de vida,
bajo el cóncavo cielo que se copia en el mar,
hoy, la Muerte parece que estuviera dormida,
hoy quisiera besar...

Hoy, que la Luna tiene un color ceniciento;
hoy, que me dice cosas tan ambiguas el viento,
a cuyo paso eriza su cabellera el mar;
hoy, que las horas tienen un sonido más lento,
hoy quisiera llorar...

Hoy, que la noche tiene una trágica duda,
en que vaga en la sombra una pregunta muda;
en que se siente que algo siniestro va a venir,
que se baña en el pecho la Tristeza desnuda,
hoy quisiera morir...

Poema La danza de las horas de Abraham Valdelomar con fondo de libro

Angel González

me falta una palabra, una palabra

-- de Angel González --

Sólo.
Un niño pide pan; yo pido menos.
Una palabra dadme, una sencilla
palabra que haga juego
con...
Qué torpes
mujeres sucias me interrumpen
con su lento
llorar...
Comprended: cualquiera de vosotros,
olvidada en sus bolsos, en su cuerpo,
puede tener esa palabra.
Cruza más gente rota, llegan miles
de muertos.
La necesito: ¿no veis
que sufro?
casi la tenía ya y vino ese hombre
ceniciento.
Ahora...
¡Una vez más!
así no puedo.

Poema me falta una palabra, una palabra de Angel González con fondo de libro

Antonio Machado

A un viejo y distinguido señor

-- de Antonio Machado --

Te he visto, por el parque ceniciento
que los poetas aman
para llorar, como una noble sombra
vagar, envuelto en tu levita larga.
El talante cortés, ha tantos años
compuesto de una fiesta en la antesala,
¡qué bien tus pobres huesos
ceremoniosos guardan!
Yo te he visto, aspirando distraído,
con el aliento que la tierra exhala
-hoy, tibia tarde en que las mustias hojas
húmedo viento arranca-
del eucalipto verde
el frescor de las hojas perfumadas.
Y te he visto llevar la seca mano
a la perla que brilla en tu corbata.

Poema A un viejo y distinguido señor de Antonio Machado con fondo de libro

Marilina Rébora

la nobecita

-- de Marilina Rébora --

La nubecita
llévame nubecita a lo alto contigo
y cúbreme amorosa con tu cendal de gasa;
que tu orla de tul me sirva, leve abrigo,
para que no me falte el amor de la casa.
Llévame tú que eres, de mis ansias testigo,
ceniciento vigía, fino polvo de brasa,
incansable viajera detrás de mi postigo;
llévame pero pronto, que tu momento pasa.
No me llames poeta; sea a la hermana rosa,
encendida de fuego, áureo halo de oro;
o a la blanca, a la blanca de perfiles de hielo
que entre albos pompones, toda nieve reposa.
No me llames poeta que tus anhelos lloro,
que soy como el amor fugaz sombra en el cielo.



Mario Benedetti

ahora en cambio

-- de Mario Benedetti --

Hubiera entregado el dios que no poseo,
hubiera aprendido tres o cuatro signos,
y así desalentado,
así fiel, ceniciento,
invariable como un recuerdo atroz,
me hubiera respondido,
me hubiera transformado en ademanes
me hubiera convencido como todos,
refugiado en el hambre universal,
salvado para siempre y para nada.
Ahora en cambio estoy un poco solo,
de veras un poco solo y solo.
Mi tristeza es un vaso de oraciones
que se derraman sobre el césped
y desde el césped nace dios
y está también un poco solo,
de veras un poco solo y solo.
Mas yo le ayudo a conocer las aves
y en toda su extensión la herejía vegetal,
los corazones de sus alegres huérfanos,
la tierra que es la palma de su mano.



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