Buscar Poemas con Castidad


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Se han encontrado 12 poemas con la palabra castidad

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Julián del Casal

a la castidad

-- de Julián del Casal --

Yo no amo la mujer, porque en su seno
dura el amor lo que en la rama el fruto,
y mi alma vistió de eterno luto
y en mi cuerpo infiltró mortal veneno.
Ni con voz de ángel o lenguaje obsceno
logra en mí enardecer al torpe bruto,
que si le rinde varonil tributo
agoniza al instante de odio lleno.
¡Oh, blanca castidad! sé el ígneo faro
que guíe el paso de mi planta inquieta
a través del erial de las pasiones,
y otórgame, en mi horrendo desamparo,
con los dulces ensueños del poeta
la calma de los puros corazones.

Poema a la castidad de Julián del Casal con fondo de libro

Lope de Vega

Celebran viejo y nuevo Testamento

-- de Lope de Vega --

Celebran viejo y nuevo Testamento
dos capas: de Josef fue la primera,
que la dejó para correr ligera
su castidad a un loco pensamiento;
las del segundo con piadoso intento
fue de Martín, que con no darla entera
dio envidia a la que cubre la alta esfera,
y tiene al mismo sol por ornamento.
¿Cuál será de estas dos la más preciosa?.
Pero la de Martín será más bella,
aunque es la de Josef casta y hermosa.
Porque si cubre al mismo Dios con ella,
ya es capa de los cielos milagrosa,
y la mayor, pues que se encierra en ella.

Poema Celebran viejo y nuevo Testamento de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Yo soy la casta Dido celebrada

-- de Lope de Vega --

Yo soy la casta Dido celebrada,
y no la que Virgilio infama en vano,
porque jamás me vio Eneas Troyano,
ni a Libia descendió su Teucra armada.

No fue lascivo amor, fue casta espada
la que me hirió por Jarbas el tirano;
viví y matéme con mi propia mano,
mis muros levantados, y vengada.

Pues yo viví sin ofender las glorias
de mi fama y hazañas, ¿por qué inflamas
mi castidad, Virgilio, en versos tales?

Pero creed los que leéis historias
que no es mucho disfame humanas famas
quien se atreve a los dioses celestiales.

Poema Yo soy la casta Dido celebrada de Lope de Vega con fondo de libro

Luis Palés Matos

ensoñación

-- de Luis Palés Matos --

Por el cuadrado de una ventana de nuestra escuela
que de soslayo me ríe toda su claridad,
miro el paisaje chillón y viva, de un azul hondo
y una sencilla calma de infante diafanidad.

El cielo limpio, de vez en cuando, se mancha en una
de esas blancuras puras y llenas de santidad,
con que el celaje tiñendo el dombo del firmamento
risueña el éxtasis con su ternura de castidad.

Mientras discurre par la pizarra la geometría
le nacen alas de ibis al ave del alma mía,
y de la escuela me voy muy lejos, a una región

donde es más fresca la gran mejilla de la mañana,
y sollozando sobre las notas de la fontana,
me aguarda inquieta la dulce novia del corazón.



Manuel Acuña

Por eso

-- de Manuel Acuña --

Porque eres buena, inocente
como un sueño de doncella,
porque eres cándida y bella
como un nectario naciente.

Porque en tus ojos asoma
con un dulcísimo encanto,
todo lo hermoso y lo santo
del alma de una paloma.

Porque eres toda una esencia
de castidad y consuelo,
porque tu alma es todo un cielo
de ternura y de inocencia.

Porque al sol de tus virtudes
se mira en ti realizado
el ideal vago y soñado
de todas las juventudes;

por eso, niña hechicera,
te adoro en mi loco exceso;
por eso te amo, y por eso
te he dado mi vida entera.

Por eso a tu luz se inspira
la fe de mi amor sublime;
¡por eso solloza y gime
como un corazón mi lira!

Por eso cuando te evoca
mi afán en tus embelesos,
siento que un mundo de besos
palpita sobre mi boca.

Y por eso entre la calma
de mi existencia sombría,
mi amor no anhela más día
que el que una mi alma con tu alma.



César Vallejo

nervazón de angustia

-- de César Vallejo --

Nervazón de angustia
dulce hebrea, desclava mi tránsito de arcilla;
desclava mi tensión nerviosa y mi dolor...
Desclava, amada eterna, mi largo afán y los
dos clavos de mis alas y el clavo de mi amor!
regreso del desierto donde he caído mucho;
retira la cicuta y obséquiame tus vinos!:
espanta con un llanto de amor a mis sicarios,
cuyos gestos son férreas fieras de longinos!
desclávame mis clavos, oh nueva madre ,mía,
sinfonía de olivos, escancia tu llorar!
y has de esperar, sentada junto a mi carne muerta,
cuál cede la amenaza, y la alondra se va!
pasas..., Vuelves... Tus lutos trenzan mi gran cilicio
con gotas de curare, filos de humanidad,
la dignidad roquera que hay en tu castidad,
y el judithesco azogue de tu miel interior.
Son las ocho de la mañana de un crema brujo...
Hay frío... Un perro pasa royendo el hueso de otro
perro que fue... Y empieza a llorar en mis nervios
un fósforo que en cápsulas de silencio apaguél
y en mi alma hereje canta su dulce fiesta asiática
un dionisiaco hastío de café...!



César Vallejo

Nervazon de angustia

-- de César Vallejo --

Dulce hebrea, desclava mi tránsito de arcilla;
desclava mi tensión nerviosa y mi dolor....
Desclava, amada eterna, mi largo afán y los
dos clavos de mis alas y el clavo de mi amor!

Regreso del desierto donde he caído mucho;
retira la cicuta y obséquiame tus vinos:
espanta con un llanto de amor a mis sicarios,
cuyos gestos son férreas cegueras de Longinos!

Desclávame mis clavos ¡oh nueva madre mía!
¡Sinfonía de olivios, escancia tu llorar!
Y has de esperar, sentada junto a mi carne muerta,
cuál cede la amenaza, y la alondra se va!

Pasas... Vuelves... Tus lutos trenzan mi gran cilicio
con gotas de curare, filos de humanidad,
la dignidad roquera que hay en tu castidad,
y el judithesco azogue de tu miel interior.

Son las ocho de una mañana en crema brujo....
Hay frío....Un perro pasa royendo el hueso de otro
perro que fue....Y empieza a llorar en mis nervios
un fósforo que en cápsulas de silencio apagué!

Y en mi alma hereje canta su dulce fiesta asiática
un dionisiaco hastío de café....!



Pablo Neruda

oda para planchar

-- de Pablo Neruda --

La poesía es blanca:
sale del agua envuelta en gotas,
se arruga, y se amontona,
hay que extender la piel de este planeta,
hay que planchar el mar de su blancura
y van y van las manos,
se alisan las sagradas superficies
y así se hacen las cosas:
las manos hacen cada día el mundo,
se une el fuego al acero,
llegan el lino, el lienzo y el tocuyo
del combate de las lavanderías
y nace de la luz una paloma:
la castidad regresa de la espuma.



José Tomás de Cuellar

Visión celeste

-- de José Tomás de Cuellar --

¡QUÉ bella es! dulcísimos sus ojos,
Miradas de paloma...
La tez, como la aurora sonrosada
Que por Oriente asoma...
Como coral los labios, y la frente
Serena como el lago
Que no rizára nunca mansamente
De juguetonas brisas el halago...

Mórbido el seno, terso, alabastrino,
¡Nido de castidad, cuna tranquila
De la virtud; regazo
De adorable pudor! ¡Seno de angel
Sujeto al cielo por secreto lazo!

Desciende ya... Su luenga vestidura
Doblega ya las flores...



Julio Herrera Reissig

el sauce

-- de Julio Herrera Reissig --

A mitad de mi fausto galanteo,
su paraguas de sedas cautelosas
la noche desplegó, y un lagrimeo
de estrellas, hizo hablar todas las cosas...

Erraban las walkirias vaporosas
de la bruma, y en cósmico mareo
parecían bajar las nebulosas
al cercano redil del pastoreo...

En un abrazo de postrero arranque,
caímos en el ángulo del bote...
Y luego que llorando ante el estanque

tu invicta castidad se arrepentía,
¡el sauce, como un viejo sacerdote,
gravemente inclinado nos unía...



Francisco Villaespesa

pureza de jazmines

-- de Francisco Villaespesa --

¡jazminero, tan frágil y tan leve
que bastara con un soplo de aliento
para que disipases en el viento
tu intacta castidad de plata y nieve!...
Tu pureza me evoca aquella breve
mano de espumas y de encantamiento,
que ni siquiera con el pensamiento
mi corazón a acariciar se atreve.
Con su blancura a tu blancura iguala;
con tus piedades sus piedades glosas...
Como tú, tiene el corazón florido;
y, también como tú, también exhala
sobre el eterno ensueño de las cosas
un perfume de amor, luna y olvido.



Francisco Villaespesa

soneto

-- de Francisco Villaespesa --

Quedó en mis manos un jirón de encaje;
te escapaste de mí como una sombra,
mas al huir, se te enredó el ropaje
y rodaste de espaldas por la alfombra.
Te curvé bajo el yugo de mis brazos,
y de mis dientes la caricia ruda
rasgó cendales y deshizo lazos,
hasta dejar tu castidad desnuda.
Y allí, sobre la alfombra, entrelazados,
las sombras como hiedras agitadas,
nuestras bocas rampantes y lascivas.
Confundidos en un bárbaro grito,
resucitamos el antiguo mito
del amor, en las selvas primitivas.



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