Buscar Poemas con Casar


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Se han encontrado 8 poemas con la palabra casar

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Gabriela Mistral

la rata

-- de Gabriela Mistral --

Una rata corrió a un venado
y los venados al jaguar,
y los jaguares a los búfalos,
y los búfalos a la mar...
¡Pillen, pillen a los que se van!
¡pillen a la rata pillen al venado,
pillen a los búfalos y a la mar!
miren que la rata de la delantera
se lleva en las patas lana de bordar,
y con la lana bordo mi vestido,
y con el vestido me voy a casar.
¡Suban y pasen la llanada,
corran sin aliento, sigan sin parar.
Vuelen por la novia, y por el cortejo,
y por la carroza y el velo nupcial.

Poema la rata de Gabriela Mistral con fondo de libro

Anónimo

Quejas de doña Lambra

-- de Anónimo --

Yo me estaba en Barbadillo,
en esa mi heredad;
mal me quieren en Castilla
los que me habían de guardar;
los hijos de doña Sancha
mal amenazado me han,
que me cortarían las faldas
por vergonzoso lugar,
y cebarían sus halcones
dentro de mi palomar,
y me forzarían mis damas
casadas y por casar;
matáronme un cocinero
sofaldas de mi brial.
Si de esto no me vengáis,
yo mora me iré a tornar.
Allí habló don Rodrigo
(bien oiréis lo que dirá):
—Callades, la mi señora,
vos no digades atal;
de los infantes de Salas
yo vos pienso de vengar;
telilla les tengo urdida
bien se la cuido tramar,
que nacidos y por nacer,
de ello tengan que contar.

Poema Quejas de doña Lambra de Anónimo con fondo de libro

Anónimo

Romance del duque de Arjona

-- de Anónimo --

En Arjona estaba el duque
y el buen rey en Gibraltar,
envióle un mensajero
que le viniese a hablar.
Malaventurado el duque
vino luego sin tardar;
jornada de quince días
en ocho la fuera a andar.
Hallaba las mesas puestas
y aparejado el yantar,
y desque hubieron comido,
vanse a un jardín a holgar.
Andándose paseando,
el rey comenzó a hablar:
-De vos, el duque de Arjona,
grandes querellas me dan:
que forzades las mujeres
casadas y por casar,
que les bebíaides el vino
y les comíades el pan,
que les tomáis la cebada,
sin se la querer pagar.
-Quien os lo dijo, buen rey,
no os dijera la verdad.
-Llamaisme a mi camarero
de mi cámara real,
que me trajese unas cartas
que en mi barjuleta están.
Védeslas aquí, el duque,
no me lo podéis negar.
Preso, preso, caballeros,
preso de aquí lo llevad:
entregadlo al de Mendoza,
ese mi alcalde el leal.

Poema Romance del duque de Arjona de Anónimo con fondo de libro

Anónimo

Romance de Fontefrida

-- de Anónimo --

Fontefrida, Fontefrida

Fontefrida y con amor,

do todas las avecicas

van tomar consolación,

sino es la tortolica,

que está viuda y con dolor.

Por ahí fuera a pasar

el traidor del ruiseñor;

las palabras que le dice

llenas son de traición:

«Si tú quisieses, señora,

yo sería tu servidor.»

«Vete de ahí, enemigo,

malo, falso, engañador,

que ni poso en ramo verde

ni en ramo que tenga flor,

que si el agua hallo clara

turbia la bebiera yo;

que no quiero haber marido

porque hijos no haya, no;

no quiero placer con ellos

ni menos consolación.

¡Déjame triste, enemigo,

malo, falso, mal traidor;

que no quiero ser tu amiga

ni casar contigo, no!»



Anónimo

Romance de la buena hija

-- de Anónimo --

Paseábase el buen conde
todo lleno de pesar,
cuentas negras en sus manos
do suele siempre rezar,
palabras tristes diciendo,
palabras para llorar:
-Véoos, hija, crecida,
y en edad para casar;
el mayor dolor que siento
es no tener que os dar.
-Calledes, padre, calledes,
no debéis tener pesar,
que quien buena hija tiene
rico se debe llamar,
y el que mala la tenía
viva la puede enterrar,
pues amengua su linaje
que no debiera amenguar,
y yo, si no me casare,
en religión puedo entrar.



Juan Ruiz Arcipreste de Hita

libro de buen amor 52

-- de Juan Ruiz Arcipreste de Hita --

Lunes antes del alba començé mi camino,
fallé çerca el cornejo, do tajava un pino,
una serrana lerda, direvos que me avino,
coydos' casar conmigo como con su vesino.
Preguntome muchas cosas: coydos' que era pastor,
por oír de mal recabdo dexos' de su labor,
coydós' que me traía rodando en derredor.
Olvidose la fabla del buen consejador.
Que dise a su amigo, queriéndol' consejar:
non dexes lo ganado por lo que as de ganar:
si dexas lo que tienes por mintroso coydar,
non avrás lo que quieres, poderte has engañar.
De quanto que pasó fise un cantar serrano,
este de yuso escrito, que tienes so la mano:
façía tiempo muy fuerte, pero era verano,
pasé por la mañana el puerto por sosegar templano.
Lt;lt;lt;
índice de la obra
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Juan Ruiz Arcipreste de Hita

libro de buen amor 92

-- de Juan Ruiz Arcipreste de Hita --

Por olvidar la coyta, tristesa, et pesar
rogué a la mi vieja, que me quisiese casar:
fabló con una mora, non la quiso escuchar;
ella fiso buen seso, yo fis' mucho cantar.
Dixo trotaconventos a la mora por mí:
«ya amiga, ya amiga ¿quánto ha que non vos vi?
non es quien ver vos pueda ¿cómo sodes ansí?
salúdavos amor nuevo». Dixo la mora: «ysnedri.»
«Fija, mucho vos saluda uno, que es de alcalá,
envíavos una çidra con aqueste albalá,
el criador es convusco, que d'esto tal mucho ha,
tomaldo, fija señora.» Dixo la mora: «le alá.»
«Fija, si el criador vos dé pas con salud,
que non gelo desdeñedes, pues que más traer non pud',
aducho bueno vos adugo, fabladme a laúd,
non vaya de vos tan muda.» Dixo la mora: «asaút.»
Desque vido la vieja, que non recabda y,
dis': «quanto vos he dicho bien tanto me perdí,
pues que ál non me desides, quiérome ir de aquí.»
Cabeçeó la mora, díxole: «amxy, amxy.»
Lt;lt;lt;
índice de la obra
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Ramón López Velarde

Cuaresmal

-- de Ramón López Velarde --

Tu paz -¡oh paz de cada día!-
y mi dolor que es inmortal,
se han de casar, Amada mía,
en una noche cuaresmal.

Quizá en un Viernes de Dolores
cuando se anuncian ya las flores
y en el altar que huele a lirios
el casto pecho de María
sufre por los siete martirios;
mientras la luna, Amada mía,
deja caer sus tenues franjas
de luz de ensueño sideral
sobre las místicas naranjas
que, por el arte virginal
de las doncellas de la aldea,
lucen banderas de papel
e irisaciones de oropel
sobre la piel que amarillea.

Fuensanta: al amor aventurero
de cálidas mujeres, azafatas
súbitas de la carne, te prefiero
por la frescura de tus manos gratas.

Yo te convido, dulce Amada
a que te cases con mi pena
entre los vasos de cebada
la última noche de novena.

Te ha de cubrir la luna llena
con luz de túnica nupcial
y nos dará la Dolorosa
la bendición sacramental.

Y así podré llamarte esposa,
y haremos juntos la dichosa
ruta evangélica del bien
hasta la eterna gloria.
Amén.



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