Buscar Poemas con Campesinos


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Se han encontrado 5 poemas con la palabra campesinos

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Delmira Agustini

Añoranza

-- de Delmira Agustini --

Íbamos en la tarde que caía
rápidamente sobre los caminos.
Su belleza, algo exótica, ponía
aspavientos en ojos campesinos.

-Gozaremos el libro- me decía
de tus epigramáticos y finos
versos. En el crepúsculo moría
un desfile de pájaros marinos...

Debajo de nosotros, la espesura
aprisionaba en forma de herradura
la población. Y de un charco amarillo

surgió la luna de color de argento,
y a lo lejos, con un recogimiento
sentimental, lloraba un caramillo...

Poema Añoranza de Delmira Agustini con fondo de libro

Teófilo V. Méndez Ramos

El ulular de las galgas

-- de Teófilo V. Méndez Ramos --

Nadie es autor de este poema mío, Wladimiro Mayakovski

El sol ha aterrizado más allá de los trigales dorados,
enviando a las montañas atestadas de altos vellones
una mirada sensual que se resuelve en el rubor del crepúsculo.
Abandonando la ciudad amorfa, hacia la choza cordial
Marchan los campesinos, entonando canciones sencillas.
Mujeres de rostro bronceado acarician a los hombres de piedra,
luego las caricias se tornan en floración de risas ingenuas.
Empieza la ascensión de la montaña. La marcha es lenta.
La hierba sagrada anestesia al cansancio
de diez horas de rudo trabajo con la espalda encorvada.
La gavilla de risas ingenuas se ha convertido en silencio,
las mujeres de rostro bronceado no acarician a los hombres de piedra;
así ganan la cima.
Hacen alto. Un extraño rumor les tamborilea en el oído,
trémulos de emoción auscultan tan extraño rumor;
y, admirados, descubren el ulular de las Galgas,
que, exaltadas vociferan en el soñoliento paisaje:
¡Tómanos en tus brazos y en ímpetu salvaje arrójanos a la ciudad!
Beethoven
La noche es una sinfonía de estrellas.

Poema El ulular de las galgas de Teófilo V. Méndez Ramos con fondo de libro

Julio Herrera Reissig

La siesta (Reissig)

-- de Julio Herrera Reissig --

No late más un único reloj: el campanario,
que cuenta los dichosos hastíos de la aldea,
el cual, al sol de enero, agriamente chispea,
con su aspecto remoto de viejo refractario...

A la puerta, sentado se duerme el boticario...
En la plaza yacente la gallina cloquea
y un tronco de ojaranzo arde en la chimenea,
junto a la cual el cura medita su breviario.

Todo es paz en la casa. Un cielo sin rigores,
bendice las faenas, reparte los sudores...
Madres, hermanas, tías, cantan lavando en rueda

las ropas que el domingo sufren los campesinos...
Y el asno vagabundo que ha entrado en la vereda
huye, soltando coces, de los perros vecinos.

Poema La siesta (Reissig) de Julio Herrera Reissig con fondo de libro

Julio Herrera Reissig

la sombra dolorosa

-- de Julio Herrera Reissig --

Gemían los rebaños. Los caminos
llenábanse de lúgubres cortejos;
una congoja de holocaustos viejos
ahogaba los silencios campesinos.

Bajo el misterio de los velos finos,
evocabas los símbolos perplejos,
hierática, perdiéndote a lo lejos
con tus húmedos ojos mortecinos.

Mientras unidos por un mal hermano,
me hablaban con suprema confidencia
los mudos apretones de tu mano,

manchó la soñadora transparencia
de la tarde infinita el tren lejano,
aullando de dolor hacia la ausencia.



Julio Herrera Reissig

la siesta

-- de Julio Herrera Reissig --

No late más un único reloj: el campanario,
que cuenta los dichosos hastíos de la aldea,
el cual, al sol de enero, agriamente chispea,
con su aspecto remoto de viejo refractario...

A la puerta, sentado se duerme el boticario...
En la plaza yacente la gallina cloquea
y un tronco de ojaranzo arde en la chimenea,
junto a la cual el cura medita su breviario.

Todo es paz en la casa. Un cielo sin rigores,
bendice las faenas, reparte los sudores...
Madres, hermanas, tías, cantan lavando en rueda

las ropas que el domingo sufren los campesinos...
Y el asno vagabundo que ha entrado en la vereda
huye, soltando coces, de los perros vecinos.



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