Buscar Poemas con Brillar


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Se han encontrado 30 poemas con la palabra brillar

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Rubén Darío

Pegaso

-- de Rubén Darío --

Cuando iba yo a montar ese caballo rudo
y tembloroso, dije: «La vida es pura y bella».
Entre sus cejas vivas vi brillar una estrella.
El cielo estaba azul y yo estaba desnudo.

Sobre mi frente Apolo hizo brillar su escudo
y de Belerofonte logré seguir la huella.

Poema Pegaso de Rubén Darío con fondo de libro

Amado Nervo

perlas negras - ves el sol, apagando su luz pura

-- de Amado Nervo --

¿ves el sol, apagando su luz pura
en las ondas del piélago ambarino?
así hundió sus fulgores mi ventura
para no renacer en mi camino.
Mira la luna: desgarrando el velo
de las tinieblas, a brillar empieza.
Así se levantó sobre mi cielo
el astro funeral de la tristeza.
¿Ves el faro en la peña carcomida
qu'el mar inquieto con su espuma alfombra?
así radia la fe sobre mi vida,
solitaria, purísima, escondida:
¡como el rostro de un ángel en la sombra!

Poema perlas negras - ves el sol, apagando su luz pura de Amado Nervo con fondo de libro

Amado Nervo

madrigal

-- de Amado Nervo --

Por tus ojos verdes yo me perdería,
sirena de aquellas que ulises, sagaz,
amaba y temía.
Por tus ojos verdes yo me perdería.
Por tus ojos verdes en lo que, fugaz,
brillar suele, a veces, la melancolía;
por tus ojos verdes tan llenos de paz,
misteriosos como la esperanza mía;
por tus ojos verdes, conjuro eficaz,
yo me salvaría.

Poema madrigal de Amado Nervo con fondo de libro

Amado Nervo

éxtasis

-- de Amado Nervo --

Cada rosa gentil ayer nacida,
cada aurora que apunta entre sonrojos,
dejan mi alma en el éxtasis sumida...
¡Nunca se cansan de mirar mis ojos
el perpetuo milagro de la vida!
años ha que contemplo las estrellas
en las diáfanas noches españolas
y las encuentro cada vez mas bellas.
Años ha que en el mar, conmigo a solas,
de las olas escucho las querellas,
y aun me pasma el prodigio de las olas!
cada vez hallo la naturaleza
más sobrenatural, más pura y santa,
para mí, en rededor, todo es belleza;
y con la misma plenitud me encanta
la boca de la madre cuando reza
que la boca del niño cuando canta.
Quiero ser inmortal, con sed intensa,
porque es maravilloso el panorama
con que nos brinda la creación inmensa;
porque cada lucero me reclama,
diciéndome, al brillar: «aquí se piensa,
también aquí se lucha, aquí se ama».



Amado Nervo

nihil novum...

-- de Amado Nervo --

¡cuántos, pues, habrán amado
como mi alma triste amó...
Y cuántos habrán llorado
como yo!
¡cuántos habrán padecido
lo que padecí,
y cuántos habrán perdido
lo que perdí!
canté con el mismo canto,
lloro con el mismo llanto
de los demás,
y esta angustia y este tedio
ya los tendrán sin remedio
los que caminan detrás.
Mi libro sólo es, en suma,
gotícula entre la bruma,
molécula en el crisol
del común sufrir, renuevo
del gran dolor: ¡nada nuevo
bajo el sol!
mas tiene cada berilo
su manera de brillar,
y cada llanto su estilo
peculiar.



Amado Nervo

Éxtasis (Nervo)

-- de Amado Nervo --

Cada rosa gentil ayer nacida,
cada aurora que apunta entre sonrojos,
dejan mi alma en el éxtasis sumida
nunca se cansan de mirar mis ojos
el perpetuo milagro de la vida!

Años ha que contemplo las estrellas
en las diáfanas noches españolas
y las encuentro cada vez mas bellas.
Años ha que en el mar conmigo a solas,
y aun me pasma el prodigio de las olas!

Cada vez hallo la naturaleza
más sobrenatural, más pura y santa,
Para mí, en rededor, todo es belleza:
y con la misma plenitud me encanta
la boca de la madre cuando reza
que la boca del niño cuando canta.

Quiero ser inmortal con sed intensa,
porque es maravilloso el panorama
con que nos brinda la creación inmensa;
porque cada lucero me reclama,
diciéndome al brillar: "Aquí se piensa,
también aquí se lucha, aquí se ama."



Julián Romea

Una lágrima (Romea)

-- de Julián Romea --

¡Oh, cuán hermosa y llena de dulzura
Brillar te miro, lágrima querida,
Del párpado entreabierto suspendida,
Blanda, elocuente, cristalina y pura!

¡Mucha pena ¿verdad? mucha amargura
Guardaba allá en sus senos escondida
Al despedirte el alma dolorida,
Hija de su cariño y su ternura!!

Adios, prenda de paz y de consuelo;
Estrella que benéfica aparece
A templar los dolores de este suelo;

Vuela con esa brisa que te mece,
Y deshecha en vapor vuélvete al cielo.
Que este mundo sin fe no te merece.



Manuel del Palacio

La flor de mi esperanza

-- de Manuel del Palacio --

Yo vi en una mañana
Serena y deliciosa,
Brillar en la pradera fresca rosa
Espléndida y galana.
Sus hojas de colores
Al albo Sol hería,
Era la reina de las otras flores,
Era la flor de la esperanza mía.

Las amorosas brisas la mecieron
Llenando de perfume su capullo,
Vida y color la dieron,
Yo lozana la ví del prado orgullo;
Mis ayes de quebranto
Sólo ella cariñosa comprendía,
¡Cuántas veces mi llanto
Regó la flor de la esperanza mia!

Yo la conté mis sueños,
La historia le expliqué de mis amores,
Ella feliz rió de mis ensueños,
Y lloró desgraciada mis dolores.



Rafael Obligado

Canción infantil

-- de Rafael Obligado --

Es la mañana; lirios y rosas
mueve la brisa primaveral,
y en los jardines las mariposas
vuelan y pasan, vienen y van.

Una niñita madrugadora
va a juntar flores para mamá,
y es tan hermosa que hasta la aurora
vierte sobre ella más claridad.

Tras cada mata de clavelinas,
de pensamientos y de arrayán,
gira su traje de muselina,
su sombrerito, su delantal.

Llena sus manos de lindas flores,
y cuando en ellas no caben más,
con su tesoro de mil colores
vuelve a los brazos de su mamá.

Mientras se aleja, como dos rosas
sus dos mejillas se ven brillar,
y la persiguen las mariposas
que en los jardines vienen y van.



Pablo Neruda

soneto xxxvi cien sonetos de amor (1959) mediodía

-- de Pablo Neruda --

Corazón mío, reina del apio y de la artesa:
pequeña leoparda del hilo y la cebolla:
me gusta ver brillar tu imperio diminuto,
las armas de la cera, del vino, del aceite,
del ajo, de la tierra por tus manos abierta
de la sustancia azul encendida en tus manos,
de la transmigración del sueño a la ensalada,
del reptil enrollado en la manguera.
Tú con tu podadora levantando el perfume,
tú, con la dirección del jabón en la espuma,
tú, subiendo mis locas escalas y escaleras,
tú, manejando el síntoma de mi caligrafía
y encontrando en la arena del cuaderno
las letras extraviadas que buscaban tu boca.



José María Eguren

peregrín cazador de figuras

-- de José María Eguren --

En el mirador de la fantasía,
al brillar del perfume
tembloroso de armonía;

en la noche que llamas consume;
cuando duerme el ánade implume,

los órficos insectos se abruman
y luciérnagas fuman;
cuando lucen los silfos galones, entorcho
y vuelan mariposas de corcho
o los rubios vampiros cecean,
o las firmes jorobas campean;
por la noche de los matices,
de ojos muertos y largas narices;
en el mirador distante,
por las llanuras;

peregrín cazador de figuras
con ojos de diamante
mira desde las ciegas alturas.



Juan Bautista Aguirre

A una rosa (Aguirre)

-- de Juan Bautista Aguirre --

En catre de esmeraldas nace altiva
la bella rosa, vanidad de Flora,
y cuanto en perlas le bebió a la aurora
cobra en rubís del sol la luz altiva.

De nacarado incendio es llama viva
que al prado ilustra en fe de que la adora;
la luz la enciende, el sol sus hojas dora
con bello nácar de que al fin la priva.

Rosas, escarmentad: no presurosas
anheléis a este ardor, que si autoriza,
aniquila también el sol, ¡oh rosas!

Naced y vivir lentas; no en la prisa
os confundáis, floridas mariposas,
que es anhelar arder, buscar ceniza.

II

De púrpura vestida ha madrugado
con presunción de sol la rosa bella,
siendo sólo una luz, purpúrea huella
del matutino pie de astro nevado.

Más y más se enrojece con cuidado
de brillar más que la encendió su estrella,
y esto la eclipsa, sin ser ya centella
que golfo de la luz inundó al prado.

¿No te bastaba, oh rosa, tu hermosura?
Pague eclipsada, pues, tu gentileza
el mendigarle al sol la llama pura;

y escarmienta la humana en tu belleza,
que si el nativo resplandor se apura,
la que luz deslumbró para en pavesa.



Gustavo Adolfo Bécquer

rima xcvi

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

Lejos y entre los árboles
de la intrincada selva,
¿no ves algo que brilla
y llora? es una estrella.
Ya se la ve más próxima,
como a través de un tul
de una ermita en el pórtico
brillar. Es una luz.
De la carrera rápida
el término está aquí.
Desilusión. No es lámpara ni estrella
la luz que hemos seguido: es un candil.



Gustavo Adolfo Bécquer

rima lxi

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

Al ver mis horas de fiebre
e insomnio lentas pasar,
a la orilla de mi lecho,
¿quién se sentará?
cuando la trémula mano
tienda próximo a expirar
buscando una mano amiga,
¿quién la estrechará?
cuando la muerte vidríe
de mis ojos el cristal,
mis párpados aún abiertos,
¿quién los cerrará?
cuando la campana suene
(si suena en mi funeral),
una oración al oírla,
¿quién murmurará?
cuando mis pálidos restos
oprima la tierra ya,
sobre la olvidada fosa.
¿Quién vendar a llorar?
¿quién en fin al otro día,
cuando el sol vuelva a brillar,
de que pasé por el mundo,
¿quién se acordará?



Gustavo Adolfo Bécquer

rima lxix

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

Al brillar un relámpago nacemos
y aún dura su fulgor cuando morimos;
¡tan corto es el vivir!
la gloria y el amor tras que corremos
sombras de un sueño son que perseguimos:
¡despertar es morir!



Gustavo Adolfo Bécquer

rima lxvii

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

¡qué hermoso es ver el día
coronado de fuego levantarse,
y a su beso de lumbre
brillar las olas y encenderse el aire!
¡qué hermoso es tras la lluvia
del triste otoño en la azulada tarde,
de las húmedas flores
el perfume beber hasta saciarse!
¡qué hermoso es cuando en copos
la blanca nieve silenciosa cae,
de las inquietas llamas
ver las rojizas lenguas agitarse!
¡qué hermoso es cuando hay sueño
dormir bien... Y roncar como un sochantre...
Y comer... Y engordar... Y qué desgracia
que esto solo no baste!



Gustavo Adolfo Bécquer

rima xxv

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

Cuando en la noche te envuelven
las alas de tul del sueño
y tus tendidas pestañas
semejan arcos de ébano,
por escuchar los latidos
de tu corazón inquieto
y reclinar tu dormida
cabeza sobre mi pecho,
diera, alma mía,
cuanto poseo,
la luz, el aire
y el pensamiento!
cuando se clavan tus ojos
en un invisible objeto
y tus labios ilumina
de una sonrisa el reflejo,
por leer sobre tu frente
el callado pensamiento
que pasa como la nube
del mar sobre el ancho espejo,
diera, alma mía,
cuanto deseo,
la fama, el oro,
la gloria, el genio!
cuando enmudece tu lengua
y se apresura tu aliento
y tus mejillas se encienden
y entornas tus ojos negros,
por ver entre sus pestañas
brillar con húmedo fuego
la ardiente chispa que brota
del volcán de los deseos,
diera, alma mía,
por cuanto espero,
la fe, el espíritu,
la tierra, el cielo.



Angel María Dacarrete

A ti (Dacarrete)

-- de Angel María Dacarrete --

Triste, en la noche solitaria y fria
Entre sueños te llamo;
Triste, al brillar el trabajoso dia
Le digo que te amo!

Tu seno implora mi abrasada frente
Que abaten los enojos;
Por tí preguntan con afan doliente
A cuanto ven mis ojos!



Antonio Machado

Parergon

-- de Antonio Machado --

Los ojos
I
Cuando murió su amada
pensó en hacerse viejo
en la mansión cerrada,
solo, con su memoria y el espejo
donde ella se miraba un claro día.
Como el oro en el arca del avaro,
pensó que no guardaría
todo un ayer en el espejo claro.
Ya el tiempo para él no correría.
II
Mas, pasado el primer aniversario,
¿Cómo eran —preguntó—, pardos o negros,
sus ojos? ¿Glaucos?... ¿Grises?
¿Cómo eran, ¡Santo Dios!, que no recuerdo?...
III
Salió a la calle un día
de primavera, y paseó en silencio
su doble luto, el corazón cerrado...
De una ventana en el sombrío hueco
vio unos ojos brillar. Bajó los suyos
y siguió su camino... ¡Como ésos!



Rosalía de Castro

Los robles (Rosalía de Castro)

-- de Rosalía de Castro --

LOS ROBLES

I

Allá en tiempos que fueron, y el alma
Han llenado de santos recuerdos,
De mi tierra, en los campos hermosos,
La riqueza del pobre era el fuego;
Que al brillar, de la choza en el fondo,
Calentaba los rígidos miembros
Por el frío y el hambre ateridos,
Del niño y del viejo.

De la hoguera sentados en torno,
En sus brazos la madre arrullaba
Al infante robusto;
Daba vuelta, afanosa la anciana
En sus dedos nudosos, al huso,
Y al alegre fulgor de la llama,
Ya la joven la harina cernía,
O ya desgranaba
Con su mano callosa y pequeña,
Del maíz las mazorcas doradas.



Juan Nicasio Gallego

A la Sra. Duquesa de Frías en sus días

-- de Juan Nicasio Gallego --

Cuando improvisa mi prisión oscura
tornó en vergel tu planta bienhechora,
y vio asombrada la naciente aurora
en tus ojos su luz brillar más pura;

no bastando mi pecho a tal ventura,
las gracias viendo do el espanto mora,
así al perderte prorrumpí, señora,
bañado el rostro en llanto de ternura.

«¡Ángel celeste, hechizo y ornamento
del mundo, vete en paz, y el cielo pío
sin fin te colme del placer que siento!»

Este fue, dulce amiga, el voto mío:
hoy le renueva el alma y el acento,
y en pobres versos a tus pies le envío.



Julio Flórez

xx

-- de Julio Flórez --

Una montaña de oro
vi en horizonte lejano;
corrí tras ella...: Mi mano
tendí, y era aquel tesoro
un arrebol de verano.
En una noche muy bella,
brillar en la lejanía
del espacio, vi una estrella;
corrí afanoso tras ella
y hallé sólo.. Una bujía.
Vi arder en tu corazón,
por mí, como roja pira
la llama de la pasión;
mas ¡ay! todo fue ilusión:
oro, estrella, amor... Mentira.
Julio flórez



Francisco Sosa Escalante

A la noche (Sosa Escalante)

-- de Francisco Sosa Escalante --

Cubriste ya la tierra con tu velo
¡Oh noche de mi mal consoladora!
Tu calma y tu silencio el alma adora
Pues tregua ofrecen á mi triste duelo.

Radiante cruza el azulado cielo,
Seguido de su corte encantadora
El astro del amor, miéntras la aurora
Vuelve á lucir y á renovar mi anhelo.

Ah! si tus horas prolongar pudiera,
¡Cuán dichoso y feliz me sentiría!
¡Qué dulce el curso de mi vida fuera!

Odio la luz del esplendente día
Porque al brillar en la celeste esfera
El sol alumbra la tristeza mia.



Francisco Sosa Escalante

A....

-- de Francisco Sosa Escalante --

De mis ensueños el arcángel fuiste
Al entreabrirse las primeras flores
De la dulce ilusión de los amores
Allí en la aurora de mi vida triste.

Estrella de consuelo, apareciste
En la noche fatal de mis dolores,
Y de tu hermosa luz con los fulgores
Mis horas negras disipar supiste.

De belleza y virtud doble corona
Miro lucir en tu serena frente
Que tus bondades al brillar pregona.

Por eso el alma con pasion ferviente
Las dichas que te debe galardona
Y noble orgullo al adorarte siente.



Francisco Sosa Escalante

La calumnia (Sosa Escalante)

-- de Francisco Sosa Escalante --

Unióse con la infame Cobardía,
De Envidia el hijo hipócrita, el Despecho,
Y pronto aquella en su asqueroso lecho
A Calumnia dió á luz; nació otra Arpía.

Sus padres mismos al brillar el dia
Se horripilaron al mirar que el pecho
Del fruto de su union, de sierpes hecho
En el Averno oscuro parecía.

Al sentirse en el mundo abandonada
Pidió á Curiosidad la necia, abrigo,
Y encontróse feliz en su morada.

Halló en el torpe Maldecir testigo,
De los Rencores viles se vió armada
Y en cada Criminal tuvo un amigo.



Francisco Villaespesa

celos

-- de Francisco Villaespesa --

Al saber la verdad de tu perjurio
loco de celos, penetré en tu cuarto...
Dormías inocente como un ángel,
con los rubios cabellos destrenzados
enlazadas las manos sobre el pecho
y entreabiertos los labios...
Me aproximé a tu lecho, y de repente
oprimí tu garganta entre mis manos...
Despertaste... Miráronme tus ojos...
¡Y quedé deslumbrado,
igual que un ciego que de pronto viese
brillar del sol los luminosos rayos!
¡y en vez de estrangularte, con mis besos
volví a cerrar el oro de tus párpados!



Carolina Coronado

soneto

-- de Carolina Coronado --

¿mi vida, carolina, escribir quieres?
deja por dios tan peregrina idea
que podrás sólo hacer que el mundo vea
en vez de lo que soy lo que tú eres.
Digno de ti será lo que escribieres
a tu alma harás brillar en tu tarea,
mas nunca harás que el juicio exacto sea
de cómo yo he cumplido mis deberes.
Mi vida por ti escrita, amiga mía,
un poema completo sólo fuera
hijo del corazón y fantasía,
donde con gran vergüenza yo me viera
cual debiera haber sido o ser debía
y no cual soy o he sido en mi carrera.



Clemente Althaus

Al Rímac

-- de Clemente Althaus --

I

En muda calma la ciudad reposa:
y yo, de codos en tu vasto puente,
miro brillar tu rápida corriente,
que al mar se precipita bulliciosa,
hoy del placer la taza deleitosa
bebió de Lima la festiva gente,
y yo la del dolor, que eternamente
de hiel amarga para mí rebosa.
Y ahora, Rímac, tu raudal sonoro
su sueño arrulla bajo puro cielo,
azul dosel con lentejuelas de oro:
¡y yo tan solo, con perenne duelo,
de la ciudad en la alegría lloro,
de la ciudad en el reposo velo!

II
¡Cuánto crecieron con el llanto mío
Arno y Betis y Támesis y Sena,
testigos todos de mi larga pena
y de mi insano amor y desvarío!
Y hoy también a tus ondas, patrio río,
mezclan mis ojos su encendida vena;
que en la tierra natal como en la ajena,
tenaz me sigue mi recuerdo impío.
Y en vano busco junto a ti reposo,
y el alivio del mal que me atormenta
al refrigerio de tus ondas pido:
¡Ah! sólo del Leteo silencioso
beber puedo en el agua soñolienta
la paz profunda der eterno olvido.



Rubén Bonifaz Nuño

haz que yo pueda ser, amor, la escala...

-- de Rubén Bonifaz Nuño --

Haz que yo pueda ser, amor, la escala
en que sus pies se apoyan, el torrente
de luz para su sed, o, suavemente,
el cauce en que su vida se resbala.

Sólo soy un espejo para el ala
de un ángel dividido, que así siente
que le soy necesario, y dulcemente
a mi dolor su claridad iguala.

Y eso es todo, amor: sólo un reflejo.
No escala, luz ni cauce, en que pudiera
subir, brillar, o transcurrir ligera.

Únicamente el sueño de un espejo
mudo a veces, y opaco, en donde anida
la imagen solitaria de su vida.



Rubén Darío

cantos de vida y esperanza x

-- de Rubén Darío --

Un gran vuelo de cuervos mancha el azul celeste.
Un soplo milenario trae amagos de peste.
Se asesinan los hombres en el extremo este.
¿Ha nacido el apocalíptico anticristo?
se han sabido presagios y prodigios se han visto
y parece inminente el retorno del cristo.
La tierra está preñada de dolor tan profundo
que el soñador, imperial meditabundo,
sufre con las angustias del corazón del mundo.
Verdugos de ideales afligieron la tierra,
en un pozo de sombra la humanidad se encierra
con los rudos molosos del odio y de la guerra.
¡Oh, señor jesucristo!, ¿por qué tardas, qué esperas
para tender tu mano de luz sobre las fieras
y hacer brillar al sol tus divinas banderas?
surge de pronto y vierte la esencia de la vida
sobre tanta alma loca, triste o empedernida
que, amante de tinieblas, tu dulce aurora olvida.
Ven, señor, para hacer la gloria de ti mismo,
ven con temblor de estrellas y horror de cataclismo,
ven a traer amor y paz sobre el abismo.
Y tu caballo blanco, que miró el visionario,
pase. Y suene el divino clarín extraordinario.
Mi corazón será brasa de tu incensario.
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