Buscar Poemas con Bienes


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Se han encontrado 43 poemas con la palabra bienes

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Amado Nervo

¡oh cristo!

-- de Amado Nervo --

«ya no hay un dolor humano que no sea mi dolor;
ya ningunos ojos lloran, ya ningún alma se angustia
sin que yo me angustie y llore;
ya mi corazón es lámpara fiel de todas las vigilias,
¡oh cristo!
»en vano busco en los hondos escondrijos de mi ser
para encontrar algún odio: nadie puede herirme ya
sino de piedad y amor. Todos son yo, yo soy todos,
¡oh cristo!
»¡qué importan males o bienes! para mí todosson bienes.
El rosal no tiene espinas: para mí sólo da rosas.
¿Rosas de pasión? ¡qué importa! rosas deceleste esencia,
purpúreas como la sangre que vertiste por nosotros,
¡oh cristo!»

Poema ¡oh cristo! de Amado Nervo con fondo de libro

Jorge Manrique

¡Oh, mundo! Pues que nos matas...

-- de Jorge Manrique --

I

¡Oh, mundo! Pues que nos matas,
fuera la vida que diste
toda vida;
mas según acá nos tratas,
lo mejor y menos triste
es la partida
de tu vida, tan cubierta
de tristezas, y dolores
muy poblada;
de los bienes tan desierta,
de placeres y dulzores
despojada.

II

Es tu comienzo lloroso,
tu salida siempre amarga
y nunca buena,
lo de en medio trabajoso,
y a quien das vida más larga
le das pena.

Así los bienes -muriendo
y con sudor- se procuran
y los das;
los males vienen corriendo;
después de venidos, duran
mucho más.

FIN DE LA OBRA COMPLETA

Poema ¡Oh, mundo! Pues que nos matas... de Jorge Manrique con fondo de libro

José Ángel Buesa

ah, si, ya abrí mi casa

-- de José Ángel Buesa --

Ah, sí, ya abrí mi casa
para todo el que llega, para todo el que pasa.
Sobran salud y pan, y, sin embargo,
hay algo en esta miel con sabor amargo.
Y desdeño mis bienes,
estos bienes ganados con sangre y con lamentos,
y envidio el hombre sucio que despide los trenes
viendo crecer sus hijos alegremente hambrientos.

Poema ah, si, ya abrí mi casa de José Ángel Buesa con fondo de libro

Juan de Arguijo

Las estaciones (Arguijo)

-- de Juan de Arguijo --

Vierte alegre la copia en que atesora
Bienes la primavera, da colores
Al campo y esperanza á los pastores
Del premi ode su fe la bella Flora;

Pasa ligero el sol adonde mora
El cancro abrasador, que en sus ardores
Destruye campos y marchita flores,
Y el orbe de su lustre descolora;

Sigue el húmedo otoño, cuya puerta
Adornar Baco de sus dones quiere;
Luego el invierno en su rigor se extrema.

¡Oh variedad comun, mudanza cierta!
¿Quién habrá que en sus males no te espere?
Quién habrá que en sus bienes no te tema?



Adelardo López de Ayala

Insulto

-- de Adelardo López de Ayala --

Yo perdonara la traición artera,
huésped eterno de tu pecho ingrato,
si alguna vez en tu amoroso trato
me hubieses dicho una verdad siquiera.

¿Yo perdonarte, infame?... ¡Cuando adquiera
todos los bienes que te di insensato,
el ardor de mi cándido arrebato,
el noble arranque de mi edad primera!

¡Pido al cielo que, en cambio de tu calma,
te dé mi pena, y que tu pecho herido
llore con sangre la perdida palma!...

Mas ¡ay! en vano la venganza pido;
que estos males se sienten en el alma,
¡y tú, perversa, nunca la has tenido!



Amado Nervo

bendición a francia

-- de Amado Nervo --

¡bendita seas, francia, porque me diste amor!
en tu parís inmenso y cordial, encontré
para mi cuerpo abrigo, para mi alma fulgor,
para mis ideales el ambiente mejor
...¡Y, además, una dulce francesa que adoré!
por esa mujer noble, tuyo es, francia querida,
mi reconocimiento; pues que, merced a ella,
tuve todos los bienes: ¡el gusto por la vida,
la intimidad celeste, la ternura escondida,
y la luz de la lámpara y la luz de la estrella!
yo no sé qué demiurgo la substrajo a mi anhelo
tras una amputación repentina y crüel,
y ya tú sola, francia, puedes darme consuelo:
con un refugio amigo para llorar mi duelo,
tu maternal regazo para verter mi hiel,
la sombra de algún árbol en tu florido suelo
...¡Y acaso, en tus colmenas, una gota de miel!



Ana Francisca Abarca de Bolea

Romance a una fuente

-- de Ana Francisca Abarca de Bolea --

Fuente que en círculo breve
presumes de gran caudal,
si tus principios observas
no te precipitarás.

Considera que,mendiga
en diverso mineral,con anhelos de grandiosa
te nos quieres ostentar.

Rica de bienes ajenos
todos nos dicen que estás,
que usurpas cual poderoso
a los pobres el caudal.

De ambiciosa te calumnian,
mas tú te puedes quejar,
pues a veces no te agradecemos
el gran gusto que nos das

Recién nacida se ofrece
a clausura tu humildad;
no son acciones de niña,
aunque sean en agraz.

Parecímonos los dos;
mas en proseguir está
la fineza,fuente amiga;
no des pasos hacia atrás.

Dicen que envidias te quieren
de esta huerta desterrar,
que hasta en raudales ofende
lo claro de la verdad.



Lope de Vega

Cuando pensé que mi tormento esquivo

-- de Lope de Vega --

Cuando pensé que mi tormento esquivo
hiciera fin, comienza mi tormento,
y allí donde pensé tener contento,
allí sin él, desesperado vivo.

Donde enviaba por el verde olivo,
me trujo sangre el triste pensamiento;
los bienes que pensé gozar de asiento
huyeron más que el aire fugitivo.

Cuitado yo, que la enemiga mía,
ya de tibieza en hielo se deshace,
ya de mi fuego se consume y arde.

Yo he de morir, y ya se acerca el día:
que el mal en mi salud su curso hace,
y, cuando llega el bien, es poco y tarde.



Lope de Vega

Liñan, el pecho noble sólo estima

-- de Lope de Vega --

Liñán, el pecho noble sólo estima
bienes que el alma tiene por nobleza;
que, como vos decís, torpe riqueza
esté muy lejos de comprar su estima.

¿A cuál cobarde ingenio desanima
segura, honesta y liberal pobreza;
ni cual, por ver pintada la corteza,
quiere que otro señor su cuello oprima?

No ha menester fortuna el virtüoso;
la virtud no se da ni se recibe,
ni en naufragio se pierde, ni es impropia.

¡Mal haya quien adula al poderoso,
aunque fortuna humilde le derribe,
pues la verdad es premio de sí propia!



Lope de Vega

Tú, que epitafios a los vivos haces

-- de Lope de Vega --

Tú, que epitafios a los vivos haces,
y en tu imaginación muertos los tienes;
¿qué exequias para ti, qué honras previenes?
Pero si no las tienes, no las traces.

Todos yacen por ti. Tú, ¿por quién yaces?
¿Qué funesto ciprés das a tus sienes?
¿Qué mal dirás de ti? Porque los bienes
vendrán aun a ti mismo pertinaces.

No es bien que vivos como muertos trates,
y aun muertos con libelos descubiertos:
no es tanta tu virtud que lo presuma.

Pues que no los heredas, no los mates:
que abrir las sepulturas a los muertos
más es del azadón que de la pluma.



Amor, déjame; Amor, queden perdidos

-- de Luis Carrillo y Sotomayor --

Amor, déjame; Amor, queden perdidos
tantos días en ti, por ti gastados;
queden, queden suspiros empleados,
bienes, Amor, por tuyos, ya queridos.

Mis ojos ya los dejo consumidos
y en sus lágrimas propias anegados;
mis sentidos, ¡oh Amor!, de ti usurpados
queden por tus injurias más sentidos.

Deja que sólo el pecho, cual rendido,
desnudo salga de tu esquivo fuego;
perdido quede, Amor, ya lo perdido:

¡Muévate (no podrá), cruel, mi ruego!
Más yo sé que te hubiera enternecido
si me vieras, Amor, ¡mas eres ciego!



Góngora

A un sueño

-- de Góngora --

Varia imaginación que, en mil intentos,
a pesar gastas de tu triste amor
la dulce munición del blando sueño,
alimentando vanos pensamientos,

pues traes los espíritus despiertos
sólo a representarme el grave ceño
del rostro dulcemente zahareño
(gloriosa suspensión de mis tormentos),

el sueño (autor de representaciones),
en su teatro, sobre el viento armado,
sombras suele vestir de bulto hermoso.

Síguelo; mostraráte el rostro amado,
y engañarán un rato tus pasiones
dos bienes, que serán dormir y cuello.



Manuel del Palacio

Despedida

-- de Manuel del Palacio --

Cual deja el ruiseñor la enamorada
Doncella de quien fué cautivo un día,
Trocando por el valle en que vivía
Tiernos halagos y prisión dorada:

Tal dejo yo vuestra amistad preciada,
Dulce consuelo de la pena mia,
Mi libertad buscando y mi alegría,
Únicos bienes de mi edad cansada.

Pronto entre brumas al perder el puerto
Soñaré con el puerto suspirado
De las iras del mar término incierto:

¡Voy á partir! Los que me habeis amado
Recibid estas lágrimas que vierto;
¡No tiene más que dar el desterrado!



Jorge Manrique

coplas por la muerte de su padre 10

-- de Jorge Manrique --

Los estados y riqueza
que nos dejan a deshora,
¿quién lo duda?
no les pidamos firmeza,
pues son de una señora
que se muda.
Que bienes son de fortuna
que revuelven con su rueda
presurosa,
la cual no puede ser una
ni estar estable ni queda
en una cosa.
↑ A deshora: fuera de tiempo
↑ veloz



Jorge Manrique

esparza yo callé males sufriendo

-- de Jorge Manrique --

Yo callé males sufriendo,
y sufrí penas callando;
padecí no mereciendo,
y merecí padeciendo
los bienes que no demando:
si el esfuerzo que he tenido
para callar y sufrir,
tuviera para decir,
no sintiera mi vivir
los dolores que ha sentido.



Jorge Manrique

Esparza: Yo callé males sufriendo

-- de Jorge Manrique --

Yo callé males sufriendo,
y sufrí penas callando;
padecí no mereciendo,
y merecí padeciendo
los bienes que no demando:
si el esfuerzo que he tenido
para callar y sufrir,
tuviera para decir,
no sintiera mi vivir
los dolores que ha sentido.



Pablo Neruda

soneto lxxxviii cien sonetos de amor (1959) noche

-- de Pablo Neruda --

El mes de marzo vuelve con su luz escondida
y se deslizan peces inmensos por el cielo,
vago vapor terrestre progresa sigiloso,
una por una caen al silencio las cosas.
Por suerte en esta crisis de atmósfera errabunda
reuniste las vidas del mar con las del fuego,
el movimiento gris de la nave de invierno,
la forma que el amor imprimió a la guitarra.
Oh amor, rosa mojada por sirenas y espumas,
fuego que baila y sube la invisible escalera
y despierta en el túnel del insomnio a la sangre
para que se consuman las olas en el cielo,
olvide el mar sus bienes y leones
y caiga el mundo adentro de las redes oscuras.



José Ángel Buesa

símil de árbol

-- de José Ángel Buesa --

Árbol ya largamente florecido,
con el tronco tatuado de iniciales,
lo dejaron en pie los vendavales,
sin una hoja, ni una flor, ni un nido,
igual que un corazón envejecido
que aún palpita, sin bienes y sin males,
lleno de sal, como los litorales,
con fatiga de amor y sed de olvido.
Pero en el árbol se detuvo un día,
para cantar, un pájaro viajero,
y el tronco aquel sintió que florecía...
Como florece un corazón huraño,
para después sentir que le hace daño
la flor tardía de su amor postrero.



Garcilaso de la Vega

SONETO X

-- de Garcilaso de la Vega --

¡Oh dulces prendas, por mí mal halladas,
dulces y alegres cuando Dios quería,
Juntas estáis en la memoria mía,
y con ella en mi muerte conjuradas!

¿Quién me dijera, cuando las pasadas
horas que en tanto bien por vos me vía,
que me habiáis de ser en algún día
con tan grave dolor representadas?

Pues en una hora junto me llevastes
todo el bien que por términos me distes,
lleváme junto el mal que me dejastes;

si no, sospecharé que me pusistes
en tantos bienes, porque deseastes
verme morir entre memorias tristes.



Garcilaso de la Vega

Oh dulces prendas, por mí mal halladas

-- de Garcilaso de la Vega --

¡Oh dulces prendas, por mi mal halladas,
dulces y alegres cuando Dios quería!
Juntas estáis en la memoria mía,
y con ella en mi muerte conjuradas.

¿Quién me dijera, cuando en las pasadas
horas en tanto bien por vos me vía,
que me habíades de ser en algún día
con tan grave dolor representadas?

Pues en una hora junto me llevastes
todo el bien que por términos me distes,
llevadme junto el mal que me dejastes.

Sino, sospecharé que me pusistes
en tantos bienes, porque deseastes
verme morir entre memorias tristes.



Gutierre de Cetina

ya me vi de pavor puesto tan alto

-- de Gutierre de Cetina --

De los bienes de amor tan regalado,
tan cerca de gozar, tan bien tratado,
que no temiera de fortuna el salto.
Mas, ¡ay, mísero yo!, ¿de qué me exalto,
si ahora de mi bien tan desdeñado,
tan fuera de pavor, tan agraviado
me veo, sin porqué tan pobre y falto?
ventura, ¿para qué, para qué han sido
juntos tantos regalos y favores?
¿para qué tanto bien? ¿para perdello?
mis altas esperanzas, ¿dó se han ido?
mas, ¡ay! que es ley de amor en los amores
que quien muda de fe, muera por ello.



Gutierre de Cetina

para ver si sus ojos eran cuales

-- de Gutierre de Cetina --

La fama entre pastores extendía,
en una fuente los miraba un día
dórida, y dice así, viéndolos tales:
«ojos, cuya beldad entre mortales
hace inmortal la hermosura mía,
¿cuáles bienes el mundo perdería
que a los males que dais fuesen iguales?
»tenía, antes de os ver, por atrevidos,
por locos temerarios los pastores
que se osaban llamar vuestros vencidos;
»mas hora viendo en vos tantos primores,
por más locos los tengo y perdidos
los que os vieron si no mueren de amores».



Gutierre de Cetina

al príncipe de ascoli X

-- de Gutierre de Cetina --

Si está en opinión, lavinio caro,
del más dulce pastor, del más sabroso,
si por mil buenas partes glorioso
te ha hecho el cielo señalado y claro,
¿por qué de tu cantar único y raro,
del estilo tan alto y tan famoso,
de las pinturas de tu mal rabioso,
pues tan honrosas son, eres avaro?
ya que el mundo escuchar no te meresce,
¿no miras que no es bien entre los bienes
si no se comunica y se reparte?
ni en leyes de amistad se compadesce,
pues das a todo el mundo lo que tienes,
que de tanta virtud no nos des parte.



Hernando de Acuña

A la soledad (Acuña)

-- de Hernando de Acuña --

Pues se conforma nuestra compañía,
no dejes, soledad, de acompañarme,
que al punto que vinieses a faltarme
muy mayor soledad padecería.

Tú haces ocupar mi fantasía
sólo en el bien que basta a contentarme,
y no es parte sin ti, para alegrarme
con todo su placer, el alegría.

Contigo partiré, si no me dejas,
los altos bienes de mi pensamiento,
que me escapan de manos de la muerte;

y no te daré parte de mis quejas,
ni del cuidado, ni del tormento,
ni dártela osaré por no perderte.



Hernando de Acuña

Tan hijos naturales de Fortuna

-- de Hernando de Acuña --

Tan hijos naturales de Fortuna
son la desigualdad y el desconcierto,
que jamás permitió llegase a puerto
virtud muy rara ni bondad ninguna;

y si ésta ha de temer en parte alguna
de mostrar disfavor tan descubierto,
que en vos lo temerá tengo por cierto,
aunque siempre a lo bueno es importuna.

Las virtudes en voz son principales
y, a su despecho, vemos que han sacado
de su poder y mando vuestra suerte.

Lo menos son los bienes temporales,
pues la desigualdad de todo estado
al fin viene a igualarse con la muerte.



Idea Vilariño

los orientales

-- de Idea Vilariño --

De todas partes vienen,
sangre y coraje,
para salvar su suelo
los orientales;
vienen de las cuchillas,
con lanza y sable,
entre las hierbas brotan
los orientales.

Salen de los poblados,
del monte salen,
en cada esquina esperan
los orientales.

Porque dejaron sus vidas,
sus amigos y sus bienes,
porque es más querida
la libertad que no tienen,
porque es ajena la tierra
y la libertad ajena
y porque siempre los pueblos
saben romper sus cadenas.

Eran diez, eran veinte,
eran cincuenta,
eran mil, eran miles,
ya no se cuentan.

Rebeldes y valientes
se van marchando,
las cosas que más quieren
abandonando.

Como un viento que arrasa
van arrasando,
como un agua que limpia
vienen limpiando.

Porque dejaron sus vidas...



Teófilo V. Méndez Ramos

Mira tu alma

-- de Teófilo V. Méndez Ramos --

No te tortures; mira
el mundo insospechado que posees
dentro del alma. Peregrino, admira
lo que llevas en ti, y no desees

Los bienes transitorios. Cada instante
que pasan te hará ver todo el tesoro
encerrado en tu espíritu... E ignorante
apagas sed de dicha con el oro.

¿Crucificaron tu alma?, la sonrisa
pronta fluya a tus labios; La tortura
es fuego sacrosanto; ¿Ya? ¡Divisa,
como tu alma al dolor se transfigura!.



Mariano Melgar

¡Ay, amor! Dulce veneno

-- de Mariano Melgar --

¡Ay, amor!, dulce veneno,
ay, tema de mi delirio,
solicitado martirio
y de todos males lleno.

¡Ay, amor! lleno de insultos,
centro de angustias mortales,
donde los bienes son males
y los placeres tumultos.

¡Ay, amor! ladrón casero
de la quietud más estable.
¡Ay, amor, falso y mudable!
¡Ay, que por causa muero!

¡Ay, amor! glorioso infierno
y de infernales injurias,
león de celosas furias,
disfrazado de cordero.

¡Ay, amor!, pero ¿qué digo,
que conociendo quién eres,
abandonando placeres.
Soy yo quien a ti te sigo?



Mario Benedetti

homenaje

-- de Mario Benedetti --

A nicolás guillén,
en sus ochenta
más allá de los males y los bienes
tu mejor aventura cotidiana
es lidiar con la vida lisa y llana
que lograste y afinas y mantienes
la noche se ha quedado sin rehenes
y entra el sol por tu verso y tu ventana
tengo dijiste en dimensión cubana
dijiste tengo y por supuesto tienes
pueblo que te oye bajo tantos cielos
porque has hallado simplemente el modo
de cantar nada menos que a los más
con tus ochenta y con tus dos abuelos
y tu muchacho corazón ya todo
lo tienes juan contodo nicolás



Medardo Ángel Silva

A flor de labios

-- de Medardo Ángel Silva --

Mi musa: toda ingenua, por ser joven,
se yergue melodiosa sobre un plinto.
Gusta de los jazmines que la arroben
y de los novilunios de jacintos.

Tiene los cisnes del Ensueño, bienes
azules de los cielos y las nubes;
un jardín otoñal para Jiménez,
y para Nervo un coro de querubes.

Y ama el éxtasis: palabras y martirios,
las letanías, el celeste coro;
tiene para María blancos lirios,
y para Pedro, las trompetas de oro!



Meira Delmar

de paso

-- de Meira Delmar --

No es el tiempo
el que pasa.
Eres tú
que te alejas
apresuradamente
hacia la sombra,
y vas dejando caer,
como el que se despoja
de sus bienes,
todo aquello que amaste,
las horas
que te hicieron la dicha,
amigos
en quienes hubo un día
refugio tu tristeza,
sueños
inacabados.
Al final, casi
vacías las manos,
te preguntas
en qué momento
se te fue la vida,
se te sigue yendo,
como u hilo de agua
entre los dedos.
!--Img



Miguel de Cervantes

Ovillejos

-- de Miguel de Cervantes --

¿Quién menoscaba mis bienes?
¡Desdenes!
Y ¿quién aumenta mis duelos?
¡Los celos!
Y ¿quién prueba mi paciencia?
¡Ausencia!

De este modo en mi dolencia
ningún remedio se alcanza,
pues me matan la esperanza,
desdenes, celos y ausencia.

¿Quién me causa este dolor?
¡Amor!
Y ¿quién mi gloria repuna?
¡Fortuna!
Y ¿quién consiente mi duelo?
¡El cielo!

De este modo yo recelo
morir deste mal extraño,
pues se aúnan en mi daño
amor, fortuna y el cielo.

¿Quién mejorará mi suerte?
¡La muerte!
Y el bien de amor, ¿quién le alcanza?
¡Mudanza!
Y sus males, ¿quién los cura?
¡Locura!

Dese modo no es cordura
querer curar la pasión,
cuando los remedios son
muerte, mudanza y locura.



Juan Ruiz Arcipreste de Hita

libro de buen amor 8

-- de Juan Ruiz Arcipreste de Hita --

Así fuer que un tiempo una dueña me priso,
de su amor non fuy en ese tiempo repiso,
siempre avía d'ella buena fabla e buen riso,
nunca ál fiso por mí, ni creo que faser quiso.
Era dueña en todo, e de dueñas señora,
non podía estar solo con ella una hora,
mucho de omen se guardan allí do ella mora;
más mucho que non guardan los jodíos la tora.
Sabe toda noblesa de oro e de seda,
complida de muchos bienes anda mansa e leda,
es de buenas costumbres, sosegada, e queda,
non se podría vençer por pintada moneda.
Enviel' esta cantiga que es deyuso puesta
con la mi mensagera, que tenía empuesta;
dise verdad la fabla, que la dueña compuesta,
si non quier'el mandado, non da buena respuesta.
Dixo la dueña cuerda a la mi mensagera:
«yo veo otras muchas creer a ti, parlera,
»et fállanse ende mal: castigo en su manera,
»bien como la raposa en agena mollera.»
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índice de la obra
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Fernando de Herrera

De la luz en que espira amor herido

-- de Fernando de Herrera --

De la luz en que espira amor herido
al corazón altivo y desdeñoso
paso, rompiendo el rayo glorioso
la sombra, en que dormía, del olvido.

Doliome entonces mucho haber perdido
un punto y vi, en mi mal dolor dudoso,
gloria cierta, afán breve, bien dichoso,
y el deseo en sus votos ya vencido.

De hoy más amo y adoro cuantos daños,
celoso de mi suerte, Amor procura,
bienes viendo exhalar sus ojos bellos.

Eternos corran mis felices años,
y a mi alma abrasada en llama pura
siempre enlace la red de sus cabellos.



Fernando de Herrera

Tal alto esforzó el vuelo mi esperanza

-- de Fernando de Herrera --

Tal alto esforzó el vuelo mi esperanza,
que mereció perderse en su osadía;
yo bien lo sospechaba y le temía
de su atrevida empresa la venganza.

No me escuchó, y siguió con confianza
que huyó con los bienes que tenía;
y conmigo en tal cuita y agonía
se adolece y lamenta en la mudanza.

Para aliviar la culpa en tanto daño,
de Faetón el rayo le recuerdo,
y de su intento ufano la memoria;

que solo ya me sirvo del engaño,
en mi mal, y en mi error, penando pierdo
sin razón, las promesas de mi gloria.



Francisco de Quevedo

a la mar

-- de Francisco de Quevedo --

La voluntad de dios por grillos tienes,
y escrita en la arena, ley te humilla;
y por besarla llegas a la orilla,
mar obediente, a fuerza de vaivenes.
En tu soberbia misma te detienes,
que humilde eres bastante a resistilla;
a ti misma tu cárcel maravilla,
rica, por nuestro mal, de nuestros bienes.
¿Quién dio al pino y la haya atrevimiento
de ocupar a los peces su morada,
y al lino de estorbar el paso al viento?
sin duda el verte presa, encarcelada,
la codicia del oro macilento,
ira de dios al hombre encaminada.
Esta obra se encuentra en dominio público.
Esto es aplicable en todo el mundo debido a que su autor falleció hace
más de 100 años. La traducción de la obra puede no estar en dominio
público.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 63

-- de Francisco de Quevedo --

Si dios eres, amor, ¿cuál es tu cielo?
si señor, ¿de qué renta y de qué estados?
¿adónde están tus siervos y criados?
¿dónde tienes tu asiento en este suelo?
si te disfraza nuestro mortal velo,
¿cuáles son tus desiertos y apartados?
si rico, ¿do tus bienes vinculados?
¿cómo te veo desnudo al sol y al yelo?
¿sabes que me parece, amor, de aquesto?
que el pintarte con alas y vendado,
es que de ti el pintor y el mundo juega.
Y yo también, pues sólo el rostro honesto
de mi lisis así te ha acobardado,
que pareces, amor, gallina ciega.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 94

-- de Francisco de Quevedo --

Dícele a judas el pastor cordero
cuando le vende: «¿a qué viniste, amigo?
del regalo de hijo, a mi castigo;
de oveja humilde y simple, a lobo fiero;
»de apóstol de mi ley, a carnicero;
de rico de mis bienes, a mendigo;
del cayado a la horca, sin mi abrigo;
de discípulo, a ingrato despensero.
»Véndete, y no te vendas, y mi muerte
sea rescate también a tus traiciones:
no siento mi prisión, sino perderte.
»El corcel que a tu cuello le dispones,
judas, ponle a mis pies con lazo fuerte:
perdónate, y a mí no me perdones.»



José Martí

tienes el don...

-- de José Martí --

Tienes el don, tienes el verso, tienes
todo el valor de ti, tienes la altiva
resolución que arrostra y que cautiva
y llama las coronas a las sienes.
Tienes la fuga, el verbo, los desdenes
divinos de quien es, y el habla viva
de quien cruza la tierra cielo arriba
y ni adula al feliz, ni aguarda bienes.
¡Pero no tengo el impudor odioso
de enseñar mis entrañas derretidas
en estuche de verso recamado!
viva mi nombre oscuro y en reposo
si he de comprar las palmas perseguidas
sacando al viento mi dolor sagrado.



Baltasar del Alcázar

Job (Epigrama)

-- de Baltasar del Alcázar --

A Job el diablo tentó
con tanta solicitud,
que los bienes, la salud
y los hijos le quitó.
Más no pudiendo vencer
su virtud, por inquietarle,
trató de desesperarle
y le dejó... La mujer.



Clemente Althaus

A la Tierra

-- de Clemente Althaus --

Amor y Guerra

El estrago asolador
y los males de la Guerra
reparas, mísera Tierra
con los bienes del Amor.
Y aunque aquélla de matar
nunca se cansa, a porfía
hijos del amor te cría
que llenen aquel lugar.
Que por eso quiso Dios
en el éter colocarte
entre Venus y entre Marte,
partícipe de los dos.



Clemente Althaus

Al Perú

-- de Clemente Althaus --

No tanto el rico abono te insolente
que hoy tan famosa te hace cual ya el oro,
que no es eterno, oh patria, tal tesoro
y su fin aceleras imprudente.

De haberlo poseído vanamente
te ha de quedar entonces el desdoro,
y la miseria y el inútil lloro
del que en hora tardía se arrepiente.

Que, aunque mil fuentes de riqueza tienes,
todas por ésta tu confianza olvida,
con que justo será que luego penes:

Teme que cuenta el Creador te pida
de tantos raros malogrados bienes
de que indigna la tierra te apellida.



Ramón María del Valle Inclán

rosa de llamas

-- de Ramón María del Valle Inclán --

Ráfagas de ocaso, dunas escampadas.
La luz y la sombra gladiando en el monte:
tragedia de rojas espadas
y alados mancebos, sobre el horizonte.

La culebra de un sendero tenebroso,
la sombra lejana de uno que camina,
en medio del yermo el perro rabioso,
terrible el gañido de su sed canina.

¡Venteaban los canes de la duna ascética
la sombra sombría del que va sin bienes,
alma en combate, la expresión frenética,
un ramo de venas saltante en las sienes!

lóbrega su estrella le alumbra el sendero
con un torbellino de acciones y ciencias:
las torvas blasfemias por pan justiciero,
y las utopías de nuevas conciencias.

Ráfagas de ocaso, dunas escampadas,
la luz y la sombra gladiando en el monte:
mítica tragedia de rojas espadas
y alados mancebos, sobre el horizonte.



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Ariiba