Buscar Poemas con Auras


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Se han encontrado 20 poemas con la palabra auras

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Alfonso Reyes

¡a cuernavaca!

-- de Alfonso Reyes --

A cuernavaca voy, dulce retiro,
cuando, por veleidad o desaliento,
cedo al afán de interrumpir el cuento
y dar a mi relato algún respiro.
A cuernavaca voy, que sólo aspiro
a disfrutar sus auras un momento:
pausa de libertad y esparcimiento
a la breve distancia de un suspiro.
Ni campo ni ciudad, cima ni hondura;
beata soledad, quietud que aplaca
o mansa compañía sin hartura.
Tibieza vegetal donde se hamaca
el ser en filosófica mesura...
¡A cuernavaca voy, a cuernavaca!

ii
no sé si con mi ánimo lo inspiro
o si el reposo se me da de intento.
Sea realidad o fingimiento,
¿a qué me lo pregunto, a qué deliro?
básteme ya saber, dulce retiro
que solazas mis sienes con tu aliento:
pausa de libertad y esparcimiento
a la breve distancia de un suspiro.
El sosiego y la luz el alma apura
como vino cordial; trina la urraca
y el laurel. De los pájaros murmura;
vuela una nube; un astro se destaca,
y el tiempo mismo se suspende y dura...
¡A cuernavaca voy, a cuernavaca!

Poema ¡a cuernavaca! de Alfonso Reyes con fondo de libro

Manuel del Palacio

La recompensa

-- de Manuel del Palacio --

Hay en el valle que mi Laura habita
Un rincón entre arbustos escondido,
Donde tienen las tórtolas su nido
Y las auras se dan amante cita.

Levántase en su centro una casita,
Cuyo tejado, por el sol herido,
Brilla con el matiz de oro bruñido
Como torre de arábiga mezquita.

Cerca de esa mansión tan hechicera
Se abre en el bosque pabellón esbelto
Vestido de jazmin y enredadera.

Allí fué donde impávido y resuelto
Pinté á Laura mi afán de tal manera...
Que me dio un bofetón de cuello vuelto.

Poema La recompensa de Manuel del Palacio con fondo de libro

Manuel José Othón

angelus domini

-- de Manuel José Othón --

Sobre el tranquilo lago, occiduo el dia,
flota impalpable y misteriosa bruma
y a lo lejos vaguísima se esfuma
profundamente azul, la serranía.

Del cielo en la cerúlea lejanía
desfallece la luz. Tiembla la espuma
sobre las ondas de zafir, y ahúma
la chimenea gris de la alquería.

Suenan los cantos del labriego; cava
la tarda yunta el surco postrimero.
Los últimos reflejos de luz flava

en el límite brillan del potrero
y, a media voz, la golondrina acaba
su gárrulo trinar, bajo el alero.

Ii

ondulante y azul, trémulo y vago,
el ángel de la noche se avecina,
del crepúsculo envuelto en la neblina
y en los vapores gráciles del lago.

Del septentrión al murmurante halago
los pliegues de su túnica divina
se extienden sobre el valle y la colina,
para librarlos del nocturno estrago.

Su voz tristezas y consuelo vierte.
Humedecen sus ojos de zafiro
auras de vida y ráfagas de muerte.

Levanta el vuelo en silencioso giro
y, al llegar a la altura, se convierte
en oración, y lágrima, y suspiro.

Poema angelus domini de Manuel José Othón con fondo de libro

José María Eguren

los muertos

-- de José María Eguren --

Los nevados muertos,
bajo triste cielo,
van por la avenida
doliente que nunca termina.

Van con mustias formas
entre las auras silenciosas,
y de la muerte dan el frío
a sauces y lirios.

Lentos brillan blancos
por el camino desolado.
Y añoran las fiestas del día
y los amores de la vida.

Al caminar los muertos una
esperanza buscan:
y miran sólo la guadaña,
la triste sombra ensimismada.

En yerma noche de las brumas
y en el penar y la pavura,
van los lejanos caminantes
por la avenida interminable.



José Tomás de Cuellar

El 15 de septiembre

-- de José Tomás de Cuellar --

Coronada de rosas y jazmines,
Arrullada por auras sonadoras,
En medio de recónditos jardines
Que guardan por do quier aves canoras;
Perdiéndose á lo lejos sus confines
Del Oceano en las ondas bramadoras,
América felice é inocente
Muelle doblega la morena frente.

Era un tiempo de paz; serena, pura,
La faz del indio descuidado enseña
Sello de libertad y de ventura;
No conoce opresor, ni se domeña,
Ni bebe en sus placeres la amargura:



José Tomás de Cuellar

Impresiones de invierno

-- de José Tomás de Cuellar --

SILENCIO...! Soledad...! En torno mío
No susurran las auras bullidoras;
Prensa mi corazón infortunado
El invencible hastío.
Ya estoy aquí cansado,
Al pié del tronco de la añosa encina,
Trayendo á la memoria
De mis placeres la fugaz historia.
Ya estoy aquí solícito buscando,
Si no el placer, el que perdí sosiego:
Ya cansaron mi oído



Juan Abel Echeverría

El árbol (Echeverría)

-- de Juan Abel Echeverría --

Árbol de flores vestido,
de cantoras aves solio,
auras bullendo en la copa,
al pie cantando el arroyo.

Le ornó el alba con diamantes,
el mediodía con oro,
la tarde le dio su estrella,
la noche amor y reposo.

Cubriose el suelo de luto,
retumbaron truenos roncos.
¡Brilló la lumbre del rayo
y el árbol humeó en despojos!

¡Ay, mitad del alma mía!
¡Ay, mitad que ausente lloro!
¡Lástima de la llanura,
quedó el malherido tronco!



Vital Aza

La murmuradora

-- de Vital Aza --

LA MURMURADORA

BALADA

Murmura el aura en el jardín frondoso
las flores al besar,
y murmura el arroyo cristalino
los campos al surcar.

La lira del poeta enamorado
diz que murmura amor,
y en el bosque también murmura amores
canoro ruiseñor...

Pues si auras y arroyos, liras y aves
murmuran sin cesar,
y en su murmuración, ¡pérfidos hombres!
placer soléis hallar,
¿por qué también, nosotras las mujeres,
no hemos de murmurar?



Angel María Dacarrete

La flor seca

-- de Angel María Dacarrete --

Adorno de la túnica del prado
Fueron ayer tus azuladas hojas,
Te mecieron los besos de las auras,
Lloró en tu cáliz de placer la aurora!

Rayo fecundo de la luz del cielo
Acarició tu púdica corola
Y, al süave calor extremecida,
Bañó tu seno generoso aroma.

¡Hoy en lijera tumba sepultadas
Yacen secas y pálidas tus hojas!
¿Por qué del tallo te arrancó una mano
Cruel contigo, para mí piadosa?

¡Cruel! ¡Ah, no! Si me guardó en su seno,
Si mi olor aspiró su dulce boca,
Si ella misma formó mi sepultura,
¿Qué flor ha sido como yo dichosa?



Antonio Machado

Y estas palabras inconexas

-- de Antonio Machado --

¡Oh, sola gracia de la amarga tierra,
rosal de aroma, fuente del camino!
Auras... ¡Amor! Bien haya primavera;
bien haya abril florido,
y el solo amado enjambre de mis sueños,
que labra miel al corazón sombrío.
Y en una triste noche me aguijaba
la pavorosa espuela de mis pasos...
Sentirse caminar sobre la tierra
cosa es que lleva al corazón espanto.
Y es que la tierra ha muerto... Está en la luna
el alma de la tierra
y en los luceros claros.



Manuel Reina

En Mayo

-- de Manuel Reina --

¡Ven al prado de lirios y claveles,
mi bello y dulce bien! El campo llena
de perfumes la atmósfera serena
y el mes de mayo irradia en los vergeles.

¡Ven! Entre los rosales y laureles
flauta invisible melodiosa suena.
¡Ven! Que en la orilla del Genil amena
el amor es panal de ricas mieles.

¡Ven, mi alma! Las auras su frescura
nos ofrecen; las aves su armonía
y recóndito nido la espesura.

¡Mas no, no vengas, adorada mía;
que el inmenso raudal de mi amargura
tu corazón feliz destrozaría.



Julio Zaldumbide Gangotena

Yo vi esa triste nube el firmamento

-- de Julio Zaldumbide Gangotena --

Yo vi esa triste nube el firmamento
apacible cruzar en claro día,
brillante de arrebol y de alegría
cual de mi dicha el rápido momento.

En medio del celeste pavimento
que en purísima luz resplandecía,
en las auras del cielo se mecía,
como en sueño de amor el pensamiento.

Mas, ay, que huyó su brillo y hermosura
al estallar el trueno en la alta cumbre,
y ahora la miro en tempestad oscura,

en centellas arder de roja lumbre:
imagen triste de mi cruel Señora,
¡antes tan dulce, y tan airada ahora!



José Asunción Silva

Crisálidas

-- de José Asunción Silva --

Cuando enferma la niña todavía
salió cierta mañana
y recorrió, con inseguro paso
la vecina montaña,
trajo, entre un ramo de silvestres flores
oculta una crisálida,
que en su aposento colocó, muy cerca
de la camita blanca...
.................................................................
Unos días después, en el momento
en que ella expiraba,
y todos la veían, con los ojos
nublados por las lágrimas,
en el instante en que murió, sentimos
leve rumor de alas
y vimos escapar, tender al vuelo
por la antigua ventana
que da sobre el jardín, una pequeña
mariposa dorada...
.................................................................
La prisión, ya vacía, del insecto
busqué con vista rápida;
al verla vi de la difunta niña
la frente mustia y pálida,
y pensé ¿si al dejar su cárcel triste
la mariposa alada,
la luz encuentra y el espacio inmenso,
y las campestres auras,
al dejar la prisión que las encierra
qué encontrarán las almas?



José de Diego

de mi vida

-- de José de Diego --

Prendido lo vi cuando estaba el carpintero
el nido trabajando con su agudo puñal
y era un ronco y constante picotear de acero
en el tronco astillante de la palma real.

Mecientes de las auras el soplo matinal
o en tierra ya las fibras del profundo agujero,
se las iba llevando en ci pico un jilguero
que en la copa tejiera su pequeño nidal.

Mi vida es como el árbol erguido y altanero;
devora sus entrañas un feroz carpintero,
alegra su ramaje un lírico jilguero.

Es el árbol del bien y es el árbol del mal;
el dolor sus reliquias ofrece al ideal
y resuena en la cumbre el cántico triunfal.



José Gautier Benítez

como tú quieras

-- de José Gautier Benítez --

Bajo el sol tropical de las antillas
marchítase la flor;
como ella palidecen tus mejillas
al fuego del amor.

Mas la pálida rosa, vida mía,
la reina es del pensil,
y la besan, temblando de alegría,
las auras del abril.

Sé, en buen hora, la rosa que fragante
al aura da su olor,
y yo seré... La brisa susurrante,
la brisa del amor.



José Martí

cuba nos une...

-- de José Martí --

Cuba nos une en extranjero suelo,
auras de cuba nuestro amor desea:
cuba es tu corazón, cuba es mi cielo,
cuba en tu libro mi palabra sea.



Bartolomé de Argensola

Por verte, Inés, ¿qué avaras celosías

-- de Bartolomé de Argensola --

Por verte, Inés, ¿qué avaras celosías
no asaltaré? ¿Qué puertas, qué canceles,
aunque los arme de candados fieles
tu madre y de arcabuces las espías?

Pero el seguirte en las mañanas frías
de abril, cuando mostrarte al campo sueles,
bien que con los jardines y claveles
de tu rostro a la Aurora desafías,

eso no, amiga, no; que aunque en los prados
plácido iguala el mes las yerbas secas,
porque igualmente les aviva el seno,

con las risueñas auras, que en jaquecas
sordas convierte al húmedo sereno,
hace los cimenterios corcovados.



Carolina Coronado

a emilio dormido

-- de Carolina Coronado --

¡cuál brilla su alba frente
de angélica pureza!...
¡Cuál vierte su mejilla
el candor infantil!
exhalan el aliento
sus labios bulliciosos
más dulce que las auras
del aromado abril.
Entre rosado velo
de púrpura y de flores
protege su descanso
el ángel de la paz.
Y vaga cariñoso
en torno de su cuna
y halaga blandamente
su adormecida faz.
Y coronó su lecho
de blancas azucenas,
y coronó su frente
de rosas y azahar.
Silencio... Que no turbe
ninguna voz humana
su plácido sosiego,
su blando dormitar.



Clemente Althaus

Éxtasis (Althaus)

-- de Clemente Althaus --

Sobre el vasto universo adormecido
brilla en silencio la serena luna;
duerme la mar cual plácida laguna,
y suspenden las auras su gemido.

Todo calla en redor: ningún rüido
de la naturaleza, voz ninguna
de los dormidos hombres importuna,
en tanta paz, el solitario oído.

Y en la profunda misteriosa calma
de la tierra, del aire y océano,
el oído interior levanta el alma;

y poseída de ferviente anhelo,
oír espera algún rumor lejano
de la inefable música del cielo.



Ramón López Velarde

En el reinado de la primavera

-- de Ramón López Velarde --

Josefa de los santos

(17 de marzo de 1880 - 7 de mayo de 1917)

Amada, es primavera.
Fuensanta, es que florece
La eclesiástica unción de la cuaresma.

Hay un alivio dulce
En las almas enfermas,
Porque abril con sus auras les va dando
La sensación de la convalecencia.

Se viste el cielo del mejor azul
Y de rosas la tierra,
Y yo me visto con tu amor... ¡Oh gloria
De estar enamorado, enamorado,
Ebrio de amor a ti, novia perpetua,
Enloquecidamente enamorado,
Como quince años, cual pasión primera!

Y con la dicha de palomas que huyen
Del convento en que estaban prisioneras
Y se ven lejos, bajo la promesa
Azul del firmamento
Y sobre la florida de la tierra,
Así vuelan a verte en otros climas
¡oh santa, amadísima, oh enferma!
Estos versos de infancia que brotaron
Bajo el imperio de la Primavera.



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