Buscar Poemas con Audacia


  ·En el buscador de poemas puedes encontrar entre más de doce mil poemas todos aquellos que contienen las palabras de búsqueda. Los poemas forman parte de la antología poética de los 344 poetas más importantes en lengua Española de todos los tiempo. Puedes elegir entre dos tipos de búsqueda:
  ·Buscar entre todos los poemas los que contienen las palabras de la búsqueda.
  ·Buscar sólo los poemas cortos -aquellos que tienen 8 versos o menos- que coinciden con el criterio de búsqueda.

Se han encontrado 14 poemas con la palabra audacia

Si lo prefieres puedes ver sólo los poemas cortos, aquellos que tienen ocho versos o menos aquí

Emilio Bobadilla

El aviador

-- de Emilio Bobadilla --

Inventaste una máquina ligera
imitando del pájaro las alas;
con tu capricho sólo por frontera,
por el espacio a tu placer resbalas.

Admiro tu industriosa diligencia,
tu audacia y tu desprecio de la muerte.
Todo lo vence al cabo la paciencia
y el curso cambia de la misma suerte.

Minúsculo sin duda el universo
aparece a tus ojos cuando subes.
Eres del metafísico el reverso,

cuyo pensar por los espacios rueda:
tu cuerpo se remonta hasta las nubes,
pero en tierra tu espíritu se queda.

Poema El aviador de Emilio Bobadilla con fondo de libro

Rafael Obligado

laetitia

-- de Rafael Obligado --

Con tu sonrisa embelleces
y haces tus quince lucir;
te lo habrán dicho mil veces:
blanco pimpollo pareces
que comienza a entreabrir.

Sobre tu seno palpitan
no sé qué lumbres dudosas;
cuando tus formas se agitan,
a respirarlas incitan
como un manojo de rosas.

En tu infantil hermosura,
llena de vivos sonrojos,
hay tal hechizo y frescura,
que hasta la luz es más pura
en el cristal de tus ojos.

Cuando caminas, tu traje
hace susurro de espumas;
y, por rendirte homenaje,
de tu sombrero en las plumas
canta la brisa salvaje.

Los que te miran pasar
con esa audacia triunfante
y esa sonrisa sin par,
juran, al ver tu semblante,
que tú no sabes llorar.

Juran verdad. ¡Pues mejor!
¡fuera pesares y engaños,
y no contraiga el dolor
esos dos labios en flor
donde sonríen quince años!

Poema laetitia de Rafael Obligado con fondo de libro

José Ángel Buesa

poema de la espera

-- de José Ángel Buesa --

Yo sé que tú eres de otro. Y, a pesar de eso, espero.
Y espero sonriente, porque yo sé que un día,
como en amor el último vale más que el primero,
tú tendrás que ser mía.
Yo sé que tú eres de otro, pero eso no me importa,
porque nada es de nadie, si hay alguien que lo ansía,
y mi amor es tan largo, y la vida es tan corta,
que tendrás que ser mía.
Yo sé que tú eres de otro pero la sed se sacia
solamente, en el fondo de la copa vacía;
y, como la paciencia puede más que la audacia,
tú tendrás que ser mía.
Por eso, en lo profundo de mis sueños despiertos,
yo seguiré esperando, porque sé que algúndía
buscarás el refugio de mis brazos abiertos,
y tendrás que ser mía.

Poema poema de la espera de José Ángel Buesa con fondo de libro

Salvador Díaz Mirón

¡audacia!

-- de Salvador Díaz Mirón --

Basta de timidez. La gloria esquiva
al que por miedo elude la pelea
y con suspiros lánguidos rastrea,
acogido a la sombra de la oliva.

Sólo una tempestad brusca y altiva
encumbra la pasión y la marea,
¡y en empinados vórtices pasea
el abismo de abajo en el de arriba!

¡oh rebelde¡ ¡conquista la presea;
goza de la hermosura inebriativa
y horror a los demás tu dicha sea!

arrostra por la gracia la diatriba,
¡y en empinados vórtices pasea
el abismo de abajo en el de arriba!



Vicente García de la Huerta

Al oráculo de Manzanares

-- de Vicente García de la Huerta --

Vierte sus abundancias Amaltea
sobre el suelo español, Ceres ufana
las trojes llena y la codicia insana
del labrador, por ávido que sea.

Vuela la paz, y en tanto que recrea
a Europa su ocio, la nación hispana
en castigar la audacia Mauritania
su celo ejerce y su valor emplea.

Los astros que faltaban a la esfera
y robó el cielo al carpetano suelo
resarce hoy Luisa a la región ibera

en uno y otro cándido gemelo.
¡Oh, qué felicidad si estable fuera!
¡Pues qué! ¿No basta un géminis al cielo?



Miguel Unamuno

Sueno final

-- de Miguel Unamuno --

Alzame al Padre en tus brazos, Madre de Gracia
y ponme en los de El para que en ellos duerma
el alma que de un dormir está ya enferma,
su fe, con los insomnios de la duda, lacia.

Haz que me dé, á su amado, sueño que no sacias
y á su calor se funda mi alma como esperma,
pues tan sólo en el sueño, á su calor se merma
de este vano vivir la diabólica audacia.



Miguel Ángel Corral

A mi amigo . el distinguido poeta Fernando Velarde

-- de Miguel Ángel Corral --

Grandioso te alzas en la eterna roca
donde rebrama el huracán rugiente,
y absorto miras en tu afán valiente
de los volcanes la tartárea boca.

En los arranques de tu audacia loca
te lanzas como el águila impaciente,
y, en medio de relámpagos, tu frente
ya los confines del abismo toca.

Sigue el instinto de tu ardor fecundo,
desdeña el polvo del mezquino suelo,
y arrebatado en éxtasis profundo

cruza la hermosa inmensidad del cielo,
y del oscuro porvenir del mundo
osado rasga el misterioso velo.



Nicolás Fernández de Moratín

Atrevimiento amoroso

-- de Nicolás Fernández de Moratín --

Amor, tú que me diste los osados
intentos y la mano dirigiste
y en el cándido seno la pusiste
de Dorisa, en parajes no tocados;

si miras tantos rayos, fulminados
de sus divinos ojos contra un triste,
dame el alivio, pues el daño hiciste
o acaben ya mi vida y mis cuidados.

Apiádese mi bien; dile que muero
del intenso dolor que me atormenta;
que si es tímido amor, no es verdadero;

que no es la audacia en el cariño afrenta
ni merece castigo tan severo
un infeliz, que ser dichoso intenta.



Juan Pablo Forner

Epitafio (Forner)

-- de Juan Pablo Forner --

Aquí yace Jazmín, gozque mezquino,
que sólo al mundo vino
para abrigarse en la caliente falda
de madama Crisalda,
tomar chocolatito,
bizcochos y confites,
el pobre animalito,
desazonar visitas y convites,
alzando la patita
para orinar las capas y las medias
con audacia maldita,
ladrar rabiosamente
al yente y al viniente,
ir en coche a paseos y comedias
y ser martirio eterno de criados,
por él o despedidos o injuriados
con furor infernal y grito horrendo.

Si inútil fue y aborrecible bicho,
y petulante y puerco y disoluto,
culpas no fueron suyas, era bruto;
educóle el capricho
de delicia soez con estupendo
horror de la razón; naturaleza
no le inspiró tan bárbara torpeza.
Los que en la tierra al Hacedor retratan,
sus hechuras divinas desbaratan,
corrompen y adulteran.
Los vicios de Jazmín, de su ama eran.



Julio Herrera Reissig

rendición

-- de Julio Herrera Reissig --

Evidenciaban en moderna gracia
tu fina adolescencia de capullo,
el corpiño y la falda con orgullo
ceñidos a tu esbelta aristocracia.

Henchíase tu alma de la audacia
de la naturaleza y del murmullo
erótico del mar, y era un arrullo
el vago encanto de tu idiosincracia...

Lució la tarde, ufana de tu moño,
ojeras lilas, en toilette de otoño...
Ante el crespo neptuno de la fuente,

en el cielo y tu faz brotaron rosas
mientras, como dos palmas fervorosas,
rindiéronse tus manos, dulcemente...



Evaristo Carriego

A doña Sylla Silva de Más y Pi

-- de Evaristo Carriego --

Si de estas cuerdas mías, de tonos más que rudos,
le resultasen ásperos sus rendidos saludos,
y quieres blandos ritmos de credos idealistas,
aguarda delicados poetas modernistas
que alabarán en oro tus posibles desdenes,
coronando de antorchas tus olímpicas sienes,
devotos de la blanca lis de tu aristocracia,
con que ilustro los rojos claveles de mi audacia;
o espera, seductora, decadentes orfebres
que graben tus blasones en sus creadoras fiebres:
yo, trabajo el acero de temples soberanos:
los sonantes cristales se rompen en mis manos.

Palmera brasileña, que al caminante herido
ofrendaras tus dátiles de Pasión y de Olvido,



Evaristo Carriego

El clavel

-- de Evaristo Carriego --

Fué al surgir de una duda insinuativa
cuando hirió tu severa aristocracia,
como un símbolo rojo de mi audacia,
un clavel que tu mano no cultiva.

Quizás hubo una frase sugestiva,
o viera una intención tu perspicacia,
pues tu serenidad llena de gracia
fingió una rebelión despreciativa...

Y, así, en tu vanidad, por la impaciente
condena de un orgullo intransigente,
mi rojo heraldo de amatorios credos

mereció, por su símbolo atrevido,
como un apóstol o como un bandido
la guillotina de tus nobles dedos.



Evaristo Carriego

Si de estas cuerdas mías

-- de Evaristo Carriego --

A Doña Sylla da Silva

Si de estas cuerdas mías, de tonos más que rudos,
te resultan en ásperos sus rendidos saludos,
y quieres blandos ritmos de credos idealistas,
aguarda delicados poetas modernistas

que alabarán en oro tus posibles desdenes,
coronando de antorchas tus olímpicas sienes,
devotos de la blanca lis de tu aristocracia,
con que ilustro los rojos claveles de mi audacia,

o espera, seductora, decadentes orfebres
que graben tus blasones en sus creadoras fiebres:
trabajo el acero de temples soberanos:
los sonantes cristales se rompen en mis manos.



Clemente Althaus

Imitado del quichua

-- de Clemente Althaus --

No más respondas incierto,
y pues que tus padres crudos
se oponen a nuestros nudos,
huye conmigo al desierto.
¡Eres hombre y del temor
te dejas así vencer!
Yo no temo, y soy mujer,
que audacia me da el amor.
A la hora en que el sol más arde
yo tenderé mis cabellos,
toldo formando con ellos
que de sus rayos te guarde.
Cuando el cansancio prolijo
mover no te deje el pie,
yo en brazos te llevaré,
cual madre amorosa al hijo.
Si sed te abrasa encendida,
yo lloraré tanto y tanto,
que pueda mi triste llanto
darte copiosa bebida;
y serán los ojos míos
dos inagotables fuentes,
donde tus labios ardientes
beban del dolor los ríos.
Y, si te empieza a acosar
del hambre el fiero aguijón,
mi arrancado corazón
te ofreceré por manjar.



© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba