Buscar Poemas con Aterido


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Se han encontrado 6 poemas con la palabra aterido

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Jaime Torres Bodet

octubre

-- de Jaime Torres Bodet --

Ya empiezas a dorar, octubre mío,
con las cimas del huerto, ésas distantes
del pensamiento a cuyas frondas fío
la sombra de mis últimos instantes.
Corazón y jardín tuvieron, antes,
cada cual a su modo, su albedrío;
pero deseos y hojas tan brillantes
necesitaban, para arder, tu frío.
Aterido el vergel, desierta el alma,
más luz entre los troncos que despojas
a cada instante, envejeciendo, veo.
Y en el cielo ulterior, de nuevo en calma,
cuando terminen de caer las hojas
miraré, al fin desnudo, mi deseo.

Poema octubre de Jaime Torres Bodet con fondo de libro

Vicente García de la Huerta

El verdadero amor

-- de Vicente García de la Huerta --

Antes al cielo faltarán estrellas,
al mar peligros, pájaros al viento,
al sol su resplandor y movimiento,
y al fuego abrasador vivas centellas.

Antes al campo producciones bellas,
al monte horror, al llano esparcimiento,
torpes envidias al merecimiento,
y al no admitido amor tristes querellas;

antes sus flores a la primavera,
ardores inclementes al estío,
al otoño abundancia lisonjera

y al aterido invierno hielo y frío,
que ceda un punto de su fe primera
cuanto menos que falte, el amor mío.

Poema El verdadero amor de Vicente García de la Huerta con fondo de libro

Vicente García de la Huerta

Explicación de la firmeza

-- de Vicente García de la Huerta --

Antes al cielo faltarán estrellas,
al mar peligros, pájaros al viento,
al sol su resplandor y movimiento,
y al fuego abrasador vivas centellas;

antes al campo producciones bellas,
al monte horror, al llano esparcimiento,
torpes envidia sal merecimiento,
y al no admitido amor tristes querellas;

antes sus flores a la primavera,
ardores inclementes al estío,
al otoño abundancia lisonjera,

y al aterido invierno hielo y frío,
que ceda un punto de su fe primera,
cuanto menos que falte el amor mío.

Poema Explicación de la firmeza de Vicente García de la Huerta con fondo de libro

Marilina Rébora

los santos...

-- de Marilina Rébora --

Los santos...
Quisiera saber, madre, de san marcos y el león;
de san roque y su perro, san francisco y las aves;
san huberto y el ciervo, san jorge y el dragón;
de san pedro y el gallo, con sus signos y claves.
De san martín de porres, que barriendo su alcoba
a las graciosas lauchas se prodigaba tierno
para que se durmieran tranquilas en la escoba,
de sí mismo olvidándose, aterido en invierno.
No me digas que no, ni te rías tampoco.
Háblame de los santos, di por qué se les reza;
quisiera parecérmeles, conocerlos un poco,
tener un corderito para mi compañía,
llevar, lo mismo que ellos, un nimbo en la cabeza
y estar en los altares contigo, madre, un día.



Julio Flórez

Al lector

-- de Julio Flórez --

Poem

Hay una gruta, misteriosa y negra, donde resbala bajo mustias frondas, un raudal silencioso que ni alegra ni fecunda: ¡qué amargas son sus ondas!

Con qué impudor bajo esa gruta helada mil flores abren su aterido broche ¡Nunca al beso de luz de la alborada! ¡Siempre al ósculo negro de la noche!

Esa gruta es mi alma; y esa fuente muda y letal, mi corrosivo llanto; y esas flores, los versos que en mi mente brotan al choque de fatal quebranto.

Cierto es que hay ámbar y color y almíbar en muchas de esas flores mas te advierto, que estas esconden repugnante acíbar, olor de cirio, y palidez de muerto.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 24

-- de Francisco de Quevedo --

Miro este monte que envejece enero,
y cana miro caducar con nieve
su cumbre que, aterido, oscuro y breve,
la mira el sol, que la pintó primero.
Veo que en muchas partes, lisonjero,
o regala sus hielos, o los bebe;
que, agradecido a su piedad, se mueve
el músico cristal libre y parlero.
Mas en los alpes de tu pecho airado,
no miro que tus ojos a los míos
regalen, siendo fuego, el hielo amado.
Mi propia llama multiplica fríos,
y en mis cenizas mismas ardo helado,
envidiando la dicha de estos ríos.



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