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-- de Manuel del Palacio --
Pequé, Señor, mas no porque he pecado
De vuestra alta clemencia me despido,
Que cuanto más hubiere delinquido
Os tengo á perdonar más empeñado.
Si verme pecador os ha indignado
Cedereis al mirarme arrepentido;
La misma culpa con que os he ofendido
Os tiene á la indulgencia preparado.
Cuando vuelve al redil de sus amores
Una oveja perdida y recobrada,
En júbilo se inundan los pastores;
Yo soy, Señor, oveja descarriada;
Mirad, Pastor divino, mis dolores,
Y recobradme al fin de la jornada.
Poema "Al borde de la tumba" de Manuel del Palacio
-- de Manuel del Palacio --
Pequé, Señor, mas no porque he pecado
De vuestra alta clemencia me despido,
Que cuanto más hubiere delinquido
Os tengo á perdonar más empeñado.
Si verme pecador os ha indignado
Cederéis al mirarme arrepentido;
La misma culpa con que os he ofendido
Os tiene á la indulgencia preparado.
Cuando vuelve al redil de sus amores
Una oveja perdida y recobrada,
En júbilo se inundan los pastores;
Yo soy, Señor, oveja descarriada;
Mirad, Pastor divino, mis dolores,
Y recobradme al fin de la jornada.
Poema "Al borde de la tumba (Melodías íntimas)" de Manuel del Palacio
-- de Josefina Pla --
Esa sombra
la veréis alargarse cada vez como un agua vertida
sin remedio
como un manto cayendo despacio de sus hombros
como si fuese él mismo arrepentido que quisiera
volver sobre sus pasos
-reptil de limpia muerte sin cadáver-
la veréis ahilar su arroyo
sobre un suelo
por siempre horizontal a la aventura
y será también la única10
que dormirá con él reconciliada
con la sombra total
de que se desgajó
enemiga de todos los espejos un día.
Poema "invención de la muerte" de Josefina Pla
-- de Enrique Álvarez Henao --
Época fue de grandes redenciones:
El mundo de dolor estaba henchido
y en Gólgota, en sombras convertido,
se hallaban en sus cruces tres ladrones.
A un lado, en espantosas contorsiones,
se encontraba un ratero empedernido;
en el otro, un ladrón arrepentido,
y en medio el robador de corazones.
De luto se cubrió la vasta esfera;
Gestas, el malo, se retuerce y gime;
Dimas, el bueno, su dolor espera.
Y el otro, el de la luenga cabellera,
que sufre, que perdona y que redime,
se robó al fin la humanidad entera.
Poema "Los tres ladrones" de Enrique Álvarez Henao
-- de Pedro Antonio de Alarcón --
No más, no más en piélagos de vino
sepultaré, insensato, mis dolores,
velando con quiméricos vapores
de la razón el resplandor divino.
No más, hurtando el rostro a mi destino,
pediré a la locura sus favores,
ni, ceñido de pámpanos y flores,
dormiré de la muerte en el camino.
Arrepentido estoy de haber hollado,
vate indigno, con planta entorpecida,
el laurel inmortal y el áurea ropa...
¡Néctar fatal!, licor envenenado,
acepta, al recibir mi despedida,
el brindis postrimer... ¡Llenad mi copa!
Poema "Adiós al vino" de Pedro Antonio de Alarcón
-- de Rafael María Baralt --
Cuando al morir Jesús, en su cimiento
retiembla el orbe, y con fragor y susto
se abren las tumbas, soñoliento, adusto,
Adán en pie se pone al caso atento.
Mira absorto en redor, mira al portento,
e inquiere con afán quien es el justo
que en medio a chusma vil, sublime, augusto,
así se ofrece en sacrificio cruento.
Sábelo, en fin, y al punto la rugosa
frente, y el rostro, y los cabellos canos,
con rudo brazo arrepentido hiere.
Y mostrando la Cruz, dice a la esposa:
«Yo recibí la muerte de tus manos,
y Él por tu culpa y por mi culpa muere.»
Poema "Adán en la redención" de Rafael María Baralt
-- de Juan de Arguijo --
Otras dos veces del furioso noto
Probé las iras en el mar turbado,
Y no volver jamás á tal estado,
Arrepentido, prometí y devoto.
De la deshecha jarcia y leño roto
Dí los despojos al altar sagrado,
Y apenas pisé el puerto deseado,
Cuando olvidé el peligro y rompí el voto;
Y ahora, que continua y fiera lucha,
Mar y vientos se esfuerzan en mi daño,
Y sus enojos aplacar porfía,
Mis sordas voces sin piedad escucha
El justo cielo. ¡Oh inútil desengaño,
Cuán tarde llegas al remedio mío!
Poema "La recaida" de Juan de Arguijo
-- de Félix María Samaniego --
Confesándose un soldado
dijo muy arrepentido:
-Acúsome que he jodido
un barril de bacalao.
El fraile, muy admirado,
le preguntó: -¿Cómo ha sido?
-Porque el barril he robado,
en la plaza le he vendido,
del dinero que me han dado
varias veces he jodido,
aunque no con gran exceso.
-Toma, toma, dijo el padre,
según eso,
si se ajustan cuentas mías,
también habré yo jodido
más de cuatrocientas misas.
Poema "La confesión (Samaniego)" de Félix María Samaniego
-- de Garcilaso de la Vega --
Sospechas, que en mi triste fantasía
puestas, hacéis la guerra a mi sentido,
volviendo y revolviendo el afligido
pecho, con dura mano noche y día;
ya se acabó la resistencia mía
y la fuerza del alma; ya rendido
vencer de vos me dejo, arrepentido
de haberos contrastado en tal porfía.
Llevadme a aquel lugar tan espantable,
que, por no ver mi muerte allí esculpida,
cerrados hasta aquí tuve los ojos.
Las armas pongo ya, que concedida
no es tan larga defensa al miserable;
colgad en vuestro carro mis despojos.
Poema "SONETO XXX" de Garcilaso de la Vega
-- de Garcilaso de la Vega --
Sospechas, que, en mi triste fantasía
puestas, hacéis la guerra a mi sentido,
volviendo y revolviendo el afligido
pecho con dura mano, noche y día;
ya se acabó la resistencia mía
y la fuerza del alma; ya rendido,
vencer de vos me dejo, arrepentido
de haberos contrastado en tal porfía.
Llevadme a aquel lugar tan espantable
que, por no ver mi muerte allí esculpida,
cerrados hasta aquí tuve los ojos.
Las armas pongo ya, que concedida
no es tan larga defensa al miserable;
colgad en vuestro carro mis despojos.
Poema "Sospechas que en mi triste fantasía" de Garcilaso de la Vega
-- de Antonio Ros de Olano --
¡Santa Naturaleza!... Yo que un día,
prefiriendo mi daño a mi ventura,
dejé estos campos de feraz verdura
por la ciudad donde el placer hastía.
Vuelvo a ti arrepentido, amada mía,
como quien de los brazos de la impura
vil publicana se desprende y jura
seguir el bien por la desierta vía.
¿Qué vale cuanto adorna y finge el arte,
si árboles, flores, pájaros y fuentes
en ti la eterna juventud reparte,
Y son tus pechos los alzados montes,
tu perfumado aliento los ambientes,
y tus ojos los anchos horizontes?
Poema "En la soledad" de Antonio Ros de Olano
-- de Juan Gelman --
Hace frío en esta zona del país
donde tu cuerpo no está y hace falta
el calor de tu cuerpo y no vivo
dolorido o arrepentido o triste sino
solo nomás
hemos aprendido a tenernos
hemos aprendido a perdernos
¿por qué hace tanto frío mi dios?
no comprendo qué pasa los cosmonautas
rajan la noche por encima de aquí
y nosotros
que no hemos salido al espacio
que no hemos salido a tocar las estrellas
que ni siquiera hemos salido de esta casa
temblamos como locos crepitábamos
como cegados por el sol
desnudos puros sin hablar como bestias
o mundos
girando en la paciencia universal
Poema "hace frío en esta zona del país..." de Juan Gelman
-- de Juan Meléndez Valdés --
Quédese de tu templo ya colgados
vistiendo sus paredes mis despojos
ya basta Amor de engaños y de enojos
no quiero más tu guerra y tus cuidados.
Dos años te he seguido mal gastados
que inútilmente lloran hoy mis ojos;
flores pensé coger y halleme abrojos
vuelvo atrás de mis pasos mal andados.
Tuya es, oh Amor, la culpa (y yo la pena
llevo de te servir arrepentido)
que halagas blando y te descubres fiero.
Mas, ay, romper no puedo la cadena;
¡Oh tirano cruel que al que has rendido
guardas toda la vida prisionero!
Poema "Quédese de tu templo ya colgados" de Juan Meléndez Valdés
-- de Evaristo Carriego --
Pues, aquí estoy, señores. Pues... Yo soy Andresillo,
¿no recuerdan ustedes? Yo soy aquel chiquillo
a quien el gran Quijote librara cierto día
— porque ahí encajaba bien su caballería —
de la nube de palos, que mi amo, furioso,
sobre mí descargaba ferozmente donoso.
Al pobre señor loco le hice una ruin ofensa,
maldiciendo, más tarde, su gallarda defensa,
dejándole mohino, cabizbajo y corrido —.
(Sé que fuí un mentecato). Después, arrepentido,
al correr de los años, comprendiendo la humana
obra que yo pagase con acción tan villana,
deseoso de la gracia del noble caballero,
sobre su incierto rumbo interrogué al ventero
y el muy bellaco, riendo, me relató su muerte...
(Desde entonces empieza lo malo de mi suerte.)
Poema "La apostosía de Andresillo" de Evaristo Carriego
-- de Baltasar del Alcázar --
Cansado estoy de haber sin Ti vivido,
que todo cansa en tan dañosa ausencia.
Mas, ¿qué derecho tengo a tu clemencia,
si me falta el dolor de arrepentido?
Pero, Señor, en pecho tan rendido
algo descubrirás de suficiencia
que te obligue a curar como dolencia
mi obstinación y yerro cometido.
Tuya es mi conversión y Tú la quieres;
tuya es, Señor, la traza y tuyo el medio
de conocerme yo y de conocerte.
Aplícale a mi mal, por quien Tú eres,
aquel eficasísimo remedio
compuesto de tu sangre, vida y muerte.
Poema "A Cristo" de Baltasar del Alcázar