Buscar Poemas con Aprisa


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Se han encontrado 16 poemas con la palabra aprisa

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Amado Nervo

La puerta

-- de Amado Nervo --

Por esa puerta huyo, diciendo: "¡Nunca!"
Por esa puerta ha de volver un día...
Al cerrar esa puerta, dejo trunca
la hebra de oro de la esperanza mía.
Por esa puerta ha de volver un día.

Cada vez que el impulso de la brisa,
como una mano débil, indecisa,
levemente sacude la vidriera
palpita mas aprisa, mas aprisa
mi corazón cobarde que la espera.

Desde mi mesa de trabajo veo
la puerta con que sueñan mis antojos,
y acecha agazapado mi deseo
en el trémulo fondo de sus ojos.

¿Por cuánto tiempo, solitario, esquivo
he de aguardar con la mirada incierta
a que Dios me devuelva compasivo
a la mujer que huyó por esa puerta?

¿Cuándo habrán de temblar esos cristales
empujados por sus manos ducales
y, con su beso ha de llegarme ella
cual me llega en las noches invernales
el ósculo piadoso de una estrella?

¡Oh, Señor!, ya la Pálida esta alerta:
¡oh, Señor!, ¡cae la tarde ya en mi vía
y se congela mi esperanza yerta!
¡Oh, Señor!, ¡haz que se abra al fin la puerta
y entre por ella la adorada mía!
¡Por esa puerta ha de volver un día!

Poema La puerta de Amado Nervo con fondo de libro

Rosalía de Castro

¡Ea!, aprisa subamos de la vida

-- de Rosalía de Castro --

¡Ea!, ¡aprisa subamos de la vida
La cada vez más empinada cuesta!
Empújame dolor, y hálleme luego
En su cima fantástica y desierta.

No, ni amante, ni amigo,
Allí podrá seguirme;
¡Avancemos!... ¡Yo ansio de la muerte
La soledad terrible!

Mas ¿para qué subir?; fatiga inútil
Cuando es la vida fatigosa llama,
Y podemos, ¡poder desventurado!,
Con un soplo levísimo apagarla.

Ruge a mis pies el mar, ¡soberbia tumba!
La onda encrespada estréllase imponente

Poema ¡Ea!, aprisa subamos de la vida de Rosalía de Castro con fondo de libro

Lope de Vega

Poned la limpia mesa a Cristo, y coma

-- de Lope de Vega --

Poned la limpia mesa a Cristo, y coma,
espíritus divinos, del cordero,
de cuyo sacrificio verdadero
el humo sube en oloroso aroma.
Color de rosa en las parrillas toma;
sazón le ha dado amor, servidle entero;
vuele a mejor Arabia y hemisfero
deste fénix la cándida paloma.
Está sin corazón, asóse presto,
y que le vuelvan de otro lado avisa,
para llevar mejor el fuego impreso.
Ángeles, si la mesa se habéis puesto,
decidle que la carne coma aprisa,
que el más cristiano Rey espera un hueso.

Poema Poned la limpia mesa a Cristo, y coma de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Mi bien nacido de mis propios males

-- de Lope de Vega --

Mi bien nacido de mis propios males,
retrato celestial de mi Belisa,
que en mudas voces y con dulce risa,
mi destierro y consuelo hiciste iguales;
segunda vez de mis entrañas sales,
mas pues tu blanco pie los cielos pisa,
¿por qué el de un hombre en tierra tan aprisa
quebranta tus estrellas celestiales?
Ciego, llorando, niña de mis ojos,
sobre esta piedra cantaré, que es mina
donde el que pasa al indio en propio suelo,
hallé más presto el oro en tus despojos,
las perlas, el coral, la plata fina.
Mas, ¡ay!, que es ángel y llevólo al cielo.



Luis Palés Matos

media noche

-- de Luis Palés Matos --

Este silencio lleno de morfina
goza un mareo de profundidades,
donde el alma poética se inclina
atisbando soñadas claridades;

y se pierde en la sed, de una divina
procesión de simbólicas beldades:
novia blanca, y azul, y cristalina,
novia llena de espiritualidades.

Las doce de la noche. Muy aprisa
pasa el arco invisible de la brisa
sobre el cordaje rudo de la fronda;

y el soñador bohemio, bajo una
borrachera, vacua ante la luna
que le clava su hostia pura y honda.



Manuel del Palacio

Enviando un retrato

-- de Manuel del Palacio --

¡Ahi va! Tal tiene escrito en la baraja
El caballo de copas, segun creo,
Que hace ya mucho tiempo no le veo
Con gran satisfacción para mi caja.

Ahí va la que me pides pobre albaja,
Copia con que respondo á tu deseo,
Y cuyo original bastante feo
Por ponerse á tus órdenes trabaja.

No la contemples con desden ni risa
Si vulgar se te antoja la figura
Y la frente borrada é indecisa.

Imágen cierta de la edad madura,
Claro te dice que se van aprisa
La juventud, el pelo y la hermosura.



Jaime Sabines

primera parte. xii

-- de Jaime Sabines --

Xii
morir es retirarse, hacerse a un lado,
ocultarse un momento, estarse quieto,
pasar el aire de una orilla a nado
y estar en todas partes en secreto.
Morir es olvidar, ser olvidado,
refugiarse desnudo en el discreto
calor de dios, y en su cerrado
puño, crecer igual que un feto.
Morir es encenderse bocabajo
hacia el humo y el hueso y la caliza
y hacerse tierra y tierra con trabajo.
Apagarse es morir, lento y aprisa
tomar la eternidad como a destajo
y repartir el alma en la ceniza.



Jorge Manrique

coplas por la muerte de su padre 11

-- de Jorge Manrique --

Pero digo que acompañen
y lleguen hasta la huesa
con su dueño:
por eso nos engañen,
pues se va la vida apriesa
como sueño;
y los deleites de acá
son, en que nos deleitamos,
temporales,
y los tormentos de allá,
que por ellos esperamos,
eternales.
↑ Sepultura
aprisa
↑ placeres



Dulce María Loynaz

la sonrisa

-- de Dulce María Loynaz --

Viendo allí todavía la sonrisa
de aquel cristo tan pálido yo estaba:

y era apenas sonrisa la imprecisa
medialuna que el labio dibujaba,
la albura melancólica y sumisa
de los dientes, que un poco se dejaba
ver la boca entreabierta...

La camisa
de brocado violeta le tiraba
de los frágiles hombros.

(Plata lisa
y oro rizado en el altar...)

Flotaba
en el silencio el eco de una risa,
de un murmullo que el aire no acababa
de llevar, mientras lánguida y remisa
la gente entre los bancos desfilaba.
Hacía ya algún tiempo que la misa
había terminado y aun volaba
leve el incienso; el soplo de la brisa
deshojaba las rosas y apagaba
los cirios...

La gran puerta de cornisa
barroca lentamente se cerraba
como un plegar de alas...

Indecisa,
sobre la faz del cristo agonizaba
la luz... Despacio, luego más aprisa,
se puso todo obscuro... No quedaba
más que el cristo sonriendo en la repisa.

Y cuando el cristo se borró... Yo estaba
viendo allí todavía la sonrisa.



Juan de Tassis y Peralta

después, amor, que mis cansados años

-- de Juan de Tassis y Peralta --

Dieron materia a lástima y a risa,
cuando debiera ser cosa precisa
el costoso escarmiento en tus engaños;
y de los verdaderos desengaños
el padre volador también me avisa,
que aunque todo lo muda tan aprisa,
su costumbre común niega a mis daños;
cuando ya las razones y el instinto
pudieran de mí mismo defenderme
y por causa fundada en escarmiento;
en otro peligroso laberinto
me pone amor, y ayudan a perderme
memoria, voluntad y entendimiento.



Juan Meléndez Valdés

a dorila oda vi

-- de Juan Meléndez Valdés --

¡cómo se van las horas,
y tras ellas los días,
y los floridos años
de nuestra frágil vida!
la vejez luego viene,
del amor enemiga,
y entre fúnebres sombras
la muerte se avecina,
que, escuálida y temblando,
fea, informe, amarilla,
nos aterra, y apaga
nuestros fuegos y dichas.
El cuerpo se entorpece,
los ayes nos fatigan,
nos huyen los placeres
y deja la alegría.
Si esto, pues, nos aguarda,
¿para qué, mi dorila,
son los floridos años
de nuestra frágil vida?
para juegos y bailes
y cantares y risas
nos los dieron los cielos,
las gracias los destinan.
Ven, ¡ay!, ¿qué te detienes?
ven, ven, paloma mía,
debajo de estas parras
do lene el viento aspira;
y entre brindis süaves
y mimosas delicias
de la niñez gocemos,
pues vuela tan aprisa.



Juan Meléndez Valdés

A Dorila: Oda VI

-- de Juan Meléndez Valdés --

¡Cómo se van las horas,
y tras ellas los días,
y los floridos años
de nuestra frágil vida!

La vejez luego viene,
del amor enemiga,
y entre fúnebres sombras
la muerte se avecina,

que, escuálida y temblando,
fea, informe, amarilla,
nos aterra, y apaga
nuestros fuegos y dichas.

El cuerpo se entorpece,
los ayes nos fatigan,
nos huyen los placeres
y deja la alegría.

Si esto, pues, nos aguarda,
¿para qué, mi Dorila,
son los floridos años
de nuestra frágil vida?

Para juegos y bailes
y cantares y risas
nos los dieron los cielos,
las Gracias los destinan.

Ven, ¡ay!, ¿qué te detienes?
Ven, ven, paloma mía,
debajo de estas parras
do lene el viento aspira;

y entre brindis süaves
y mimosas delicias
de la niñez gocemos,
pues vuela tan aprisa.



Juan Ramón Jiménez

qué alegría este tirar

-- de Juan Ramón Jiménez --

De mi freno, cada instante;
este volver a poner
el pie en el lugar cercano,
(casi otro, casi el mismo),
de donde aprisa se iba;
este hacer la seña leve,
segundamente, inmortal!



Esteban Manuel de Villegas

De la lira

-- de Esteban Manuel de Villegas --

Quiero cantar de Cadmo,
quiero cantar de Atridas:
mas ¡ay! que de amor solo
sólo canta mi lira.
Renuevo el instrumento,
las cuerdas mudo aprisa;
pero si yo de Alcides,
ella de amor suspira.
Pues, héroes valientes,
quedaos desde este día,
porque ya de amor solo
sólo canta mi lira.



Clemente Althaus

Risa y lágrimas

-- de Clemente Althaus --

Como, al rayar primaveral aurora
derramando levísimo rocío,
el cielo juntamente ríe y llora;
así la que gobierna mi albedrío
que, triste por mi ausencia,
perlas desperdiciaba cristalinas,
que rodaban copiosas
por sus tersas mejillas purpurinas,
émulas de las rosas;
al mirarme de súbito a su lado
volver enamorado,
si de placer reía,
lágrimas derramaba todavía,
de que mi amante corazón se engríe:
así en niño también se ve la risa
al llanto sucederse tan aprisa,
que llorando se ríe,
cuando su tierna madre y amorosa,
cuyo piadoso pecho no resiste
ver a la lumbre de sus ojos triste,
por que su llanto aquiete,
le acaricia extremosa,
y al fin le da el bellísimo juguete,
ocasión de su llanto,
que tanto ansiara y le pidiera tanto.



Ramón López Velarde

Domingos de provincia

-- de Ramón López Velarde --

En los claros domingos de mi pueblo es costumbre
Que en la plaza descubran las gentiles cabezas
Las mozas, y sus ojos reflejan dulcemente
Y la banda del kiosco toca lánguidas piezas.

Y al caer sobre el pueblo la noche ensoñadora,
Los amantes se miran con la mejor mirada
Y la orquesta en sus flautas y violín atesora
Mil sonidos románticos en la noche enfiestada.

Los días de guardar en los pueblos provincianos
Regalan al viandante gratos amaneceres
En que frescos rostros, el Lavalle en las manos,

Camino de la iglesia van las mozas aprisa;
Que en los días festivos, entre aquellas mujeres
No hay una cara hermosa que se quede sin misa.



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