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-- de Jaime Torres Bodet --
Sí, cuanto más te imito, más advierto
que soy la tenue sombra proyectada
por un cuerpo en que está mi ser más muerto
que el tuyo en la ficción que lo anonada.
Sombra de tu cadáver inexperto,
sombra de tu alma aún poco habituada
a esa luz ulterior a la que he abierto
otra ventana en mí, sobre otra nada...
Con gestos, con palabras, con acciones,
creía perpetuarte y lo que hago
es lentamente, en todo, deshacerte.
Pues para la verdad que me propones
el único lenguaje sin estrago
es el silencio intacto de la muerte.
Poema "continuidad vi" de Jaime Torres Bodet
-- de Pedro Antonio de Alarcón --
Mendigo: tu blasfemia me estremece...
Deja que olvide a Dios el venturoso;
pero tu labio hambriento y asqueroso
con renovada fe bendiga y rece:
Todo, menos su Dios, le pertenece
al opulento, sano y poderoso,
y el pobre, enfermo, triste y haraposo,
de todo, excepto de su Dios, carece
Dios es al cabo el único enemigo
del vano, del audaz, del sibarita,
y la sola esperanza, el solo amigo
del que llora, padece y necesita...
¡Sin Dios, el universo se anonada!
¡Sin Dios, el rico es Dios, y el pobre nada!
Poema "En el muladar" de Pedro Antonio de Alarcón
-- de Gastón Fernando Deligne --
En la liana vistosa y empinada
funden los galaripsos su esbelteza,
como una aspiración que se anonada
-temblando de pasión- en la belleza.
Tejiéndose al imán de sus amores,
su follaje nervioso, se estremece;
y presume quizás, al echar flores,
que es el árbol amado el que florece.
Teclado son de vientos vagarosos
y cual la mirra de sagrado rito
en espiral remóntanse, ganosos
de holgar entre el planeta y lo infinito.
Poema "los galaripsos" de Gastón Fernando Deligne
-- de Vicenta Castro Cambón --
Señor, cuando a la busca de una oveja perdida
al camino te lanzas, el alma agradecida
se anonada y no acierta la palabra de amor.
Señor, yo sé que vienes en busca de mi hada
y a la puerta te aguardo de mi pobre morada;
más sólo sé decirte: ¡Heme a tus pies, Señor!
Poema "Caridad (Castro)" de Vicenta Castro Cambón