Buscar Poemas con Anochece


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Se han encontrado 17 poemas con la palabra anochece

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Lope de Vega

Al sol que os mira, por miraros, miro

-- de Lope de Vega --

Al sol que os mira, por miraros miro,
que pienso que la luz de vos tomando,
en sus rayos la vuestra estoy mirando,
y luego de dos soles me retiro.

Águila soy, a salamandra aspiro;
este Dédalo Amor me está animando;
pero anochece y, como estoy llorando,
en el mar de mis lágrimas expiro.

Y como donde estoy sin vos, no es día,
pienso cuando anochece, que vos fuistes
por quien perdió los rayos que tenía.

Por quien si amaneció cuando le vistes,
dejándole de ver, noche sería
en el ocaso de mis ojos tristes.

Poema Al sol que os mira, por miraros, miro de Lope de Vega con fondo de libro

Ramón María del Valle Inclán

rosa vespertina

-- de Ramón María del Valle Inclán --

Anochece: en la aldea,
un gallo cacarea
mirando el amapol
del sol.

Vacas y recentales
pacen en los herbales,
y canta una mociña
albina.

El refajo de grana
de la niña aldeana
enciende al cristalino
lino.

En el fondo del prado
el heno agavillado,
entre llovizna y bruma
perfuma.

Por la verde hondonada,
la luz anaranjada
que la tarde deslíe,
ríe.

Y abre sobre la loma
su curva policroma,
el arco que ventura
augura.

Y toda azul, la hora,
tiene el alma que llora
y reza, de una santa
infanta.

Con el rumor de un vuelo
tiembla el azul del cielo,
y un lucero florece.
Anochece.

Poema rosa vespertina de Ramón María del Valle Inclán con fondo de libro

Amado Nervo

Sonetino

-- de Amado Nervo --

Alba en sonrojos
tu faz parece:
¡no abras los ojos,
porque anochece!

Cierra -si enojos
la luz te ofrece-
los labios rojos,
¡porque amanece!

Sombra en derroches,
luz: ¡sois bien mías!
Ojos oscuros:

¡muy buenas noches!
Labios maduros:
¡muy buenos días!

Poema Sonetino de Amado Nervo con fondo de libro

Luis Lloréns Torres

ojos negros

-- de Luis Lloréns Torres --

¡ojos tuyos! ojos negros, que el amor los enfurece.
Pupilas que se dilatan ante la azul inmensidad.
Astros donde la luz se ennegrece
para que haya estrellas en la claridad.

Viajeros en que el polvo de la vía láctea florece,
porque vienen jadeantes de la eternidad.
Cosmos en que a un tiempo amanece y anochece,
violadores de la física de la divinidad.

Cimas que la seda de los párpados cubre de nieblas.
Noches que son luz anegada en tinieblas.
Días que son tinieblas inundadas de luz.

Ojos que son clavos que en ti me sujetan como en una cruz.
Y ojos consonantes, que al mirarme han rimado
su más dulce y armonioso pareado.



César Vallejo

Dios(Cesar Vallejo)

-- de César Vallejo --

Siento a Dios que camina
tan en mí, con la tarde y con el mar.
Con él nos vamos juntos. Anochece.
Con él anochecemos, Orfandad...

Pero yo siento a Dios. Y hasta parece
que él me dicta no sé qué buen color.
Como un hospitalario, es bueno y triste;
mustia un dulce desdén de enamorado:
debe dolerle mucho el corazón.

Oh, Dios mío, recién a ti me llego
hoy que amo tanto en esta tarde; hoy
que en la falsa balanza de unos senos,
mido y lloro una frágil Creación.

Y tú, cuál llorarás..., Tú, enamorado
de tanto enorme seno girador...
Yo te consagro Dios, porque amas tanto;
porque jamás sonríes; porque siempre
debe dolerte mucho el corazón.



César Vallejo

dios

-- de César Vallejo --

Siento a dios que camina
tan en mí, con la tarde y con el mar.
Con él nos vamos juntos. Anochece.
Con él anochecemos, orfandad...
Pero yo siento a dios. Y hasta parece
que él me dicta no sé qué buen color.
Como un hospitalario, es bueno y triste;
mustia un dulce desdén de enamorado:
debe dolerle mucho el corazón.
Oh, dios mío, recién a ti me llego
hoy que amo tanto en esta tarde; hoy
que en la falsa balanza de unos senos,
mido y lloro una frágil creación.
Y tú, cuál llorarás..., Tú, enamorado
de tanto enorme seno girador...
Yo te consagro dios, porque amas tanto;
porque jamás sonríes; porque siempre.
Debe dolerte mucho el corazón.



César Vallejo

Dios (César Vallejo)

-- de César Vallejo --

Siento a Dios que camina
tan en mí, con la tarde y con el mar.
Con él nos vamos juntos. Anochece.
Con él anochecemos, Orfandad...

Pero yo siento a Dios. Y hasta parece
que él me dicta no sé qué buen color.
Como un hospitalario, es bueno y triste;
mustia un dulce desdén de enamorado:
debe dolerle mucho el corazón.

Oh, Dios mío, recién a ti me llego
hoy que amo tanto en esta tarde; hoy
que en la falsa balanza de unos senos,
mido y lloro una frágil Creación.

Y tú, cuál llorarás..., Tú, enamorado
de tanto enorme seno girador...
Yo te consagro Dios, porque amas tanto;
porque jamás sonríes; porque siempre
debe dolerte mucho el corazón.



José Ángel Buesa

canción de la lluvia

-- de José Ángel Buesa --

Acaso está lloviendo también en tu ventana;
acaso esté lloviendo calladamente, así.
Y mientras anochece de pronto la mañana,
yo sé que, aunque no quieras, vas a pensar en mí.
Y tendrá un sobresalto tu corazón tranquilo,
sintiendo que despierta tu ternura de ayer.
Y, si estabas cosiendo, se hará un nudo en el hilo,
y aún lloverá en tus ojos, al dejar de llover.



Gutierre de Cetina

padre me llama el sol del alegría

-- de Gutierre de Cetina --

A mí la vista del más entristece;
apenas alejándose anochece
cuando muero por ver venido el día.
Todo cuanto en la tierra el cielo cría
reposa con la noche, en mí parece
que con fuerza mayor a la par crece
también la obscuridad del alma mía.
Y si del que mal hace es deseada,
que no querría ver luz en todo el año,
¿por cuál razón a mí me desagrada?
que demás de tratar de día mi daño,
en la noche, al descanso aparejada,
soy más cierto ministro de mi engaño.



Julio Herrera Reissig

ebriedad

-- de Julio Herrera Reissig --

Apurando la cena de aceitunas y nueces,
luth y cloe se cambian una tersa caricia;
beben luego en el hoyo de la mano, tres veces,
el agua azul que el cielo dio a la estación propicia.

Del corpiño indiscreto, con ingenua malicia,
ella deja que alumbren púberas redondeces.
Y mientras luth en éxtasis gusta sus embriagueces,
cloe los bucles pálidos del amante acaricia.

Anochece. Una bruma violeta hace vagos
el aprisco y la torre, la montaña y los lagos...
Sofocados de dicha, de fragancias y trinos,

ella calla y apenas él suspírala: ¡oh cloe!
¡mas de pronto se abrazan al sentir que un oboe
interpreta fielmente sus silencios divinos!



Evaristo Carriego

El otoño, muchachos

-- de Evaristo Carriego --

El otoño, muchachos. Ha llegado
sin sentirlo siquiera,
lluvioso, melancólico, callado.
El familiar bullicio de la acera
tan alegre en las noches del verano
se va apagando a la oración. La gente
abandona las puertas más temprano.
Las abandona silenciosamente...
Tardecita de ojoño, el ciego entona
menos frecuente el aire que en la esquina
gemía el organillo... ¡Qué tristona
anda, desde hace días, la vecina!
¿La tendrá así algún nuevo desengaño?
Otoño melancólico y lluvioso,
¿qué dejarás, otoño, en casa este año?
¿qué hoja te llevarás? Tan silencioso
llegas que nos das miedo.
Sí, anochece
y te sentimos, en la paz casera,
entrar sin un rumor... ¡Cómo envejece
nuestra tía soltera!



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 33

-- de Francisco de Quevedo --

Aguarda, riguroso pensamiento,
no pierdas el respeto a cuyo eres.
Imagen, sol o sombra, ¿qué me quieres?
déjame sosegar en mi aposento.
Divina tirsis, abrasarme siento:
sé blanda como hermosa entre mujeres;
mira que ausente, como estás, me hieres;
afloja ya las cuerdas al tormento.
Hablándote a mí solas me anochece:
contigo anda cansada el alma mía;
contigo razonando me amanece.
Tú la noche me ocupas y tú el día:
sin ti todo me aflige y entristece,
y en ti mi mismo mal me da alegría.



Francisco de Quevedo

parnaso español 49

-- de Francisco de Quevedo --

A quien la buena dicha no enfurece,
ninguna desventura le quebranta;
camino, fabio, por la senda santa,
que no en despeñaderos permanece.
Huye el camino izquierdo, que florece
con el engaño de tu propia planta;
pues cuanto en curso alegre se adelanta,
tanto en mentidas lumbres te anochece.
Huye la multitud descaminada;
deja la culpa espléndida, y, seguro,
a virtud dará el fin de la jornada.
Y si al engaño, en la opulencia oscuro,
aplicas luz, harás que te persuada
que el oro es cárcel con blasón de muro.



Francisco de Quevedo

Soneto amoroso (Aguarda, riguroso pensamiento)

-- de Francisco de Quevedo --

Aguarda, riguroso pensamiento,
no pierdas el respeto a cuyo eres.
Imagen, sol o sombra, ¿qué me quieres?
Déjame sosegar en mi aposento.

Divina Tirsis, abrasarme siento;
sé blanda como hermosa entre mujeres;
mira que ausente como estás me hieres;
afloja ya las cuerdas al tormento.

Hablándote a mis solas me anochece;
contigo anda cansada el alma mía;
contigo razonando me amanece.

Tú la noche me ocupas y tú el día;
sin ti todo me aflige y entristece
y en ti mi mismo mal me da alegría.



Francisco Villaespesa

animae rerum

-- de Francisco Villaespesa --

Al mirar del paisaje la borrosa tristeza
y sentir de mi alma la sorda pena oscura,
pienso a veces si esta dolorosa amargura
surge de mí o del seno de la naturaleza.
Contemplando el paisaje lluvioso en esta hora
y sintiendo en mis ojos la humedad de mi llanto,
ya no sé, confundido de terror y de espanto,
si lloro su agonía o si él mis penas llora.
A medida que sobre los valles anochece,
todo se va borrando, todo desaparece
el labio, que recuerda, un dulce nombre nombra.
Y en medio de este oscuro silencio, de esta calma,
ya no sé si es la sombra quien invade mi alma
o si es que de mi alma va surgiendo la sombra.



Francisco Villaespesa

Ánima Rérum

-- de Francisco Villaespesa --

AL mirar del paisaje la borrosa tristeza
Y sentir de mi alma la sorda pena oscura,
Pienso, a veces, si esta dolorosa amargura
Surge de mí o del seno de la Naturaleza.

Contemplando el paisaje lluvioso en esta hora
Y sintiendo en los ojos la humedad de un llanto,
Yo no sé, confundido de terror y de espanto,
Si lloro su agonía o si él mis penas llora.

A medida que sobre los valles anochece
Todo se va borrando, todo desaparece...
El labio que recuerda, un dulce nombre nombra.

Y en medio de este oscuro silencio, de esta calma.
Yo no sé si es la sombra la que invade mi alma
O si es que de mi alma va surgiendo la sombra.



Carlos Pellicer

tema para un nocturno

-- de Carlos Pellicer --

Cuando hayan salido del reloj todas las hormigas
y se abra por fin la puerta de la soledad,
la muerte,
ya no me encontrará.
Me buscará entre los árboles, enloquecidos
por el silencio de una cosa tras otra.
No me hallará en la altiplanicie deshilada
sintiéndola en la fuente de una rosa.
Estoy partiendo el fruto del insomnio
con la mano acuchillada por el azar.
Y la casa está abierta de tal modo,
que la muerte ya no me encontrará.
Y ha de buscarme sobre los árboles y entre las nubes.
(¡Fruto y color la voz encenderá!)
y no puedo esperarla: tengo cita
con la vida, a las luces de un cantar.
Se oyen pasos ¿muy lejos?... Todavía
hay tiempo de escapar.
Para subir la noche sus luceros,
un hondo son de sombras cayó sobre el mar.
Ya la sangre contra el corazón se estrella.
Anochece tan claro que me puedo desnudar.
Así, cuando la muerte venga a buscarme,
mi ropa solamente encontrará.



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