Buscar Poemas con Amago


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Se han encontrado 7 poemas con la palabra amago

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Emilio Bobadilla

El valor de la vida

-- de Emilio Bobadilla --

Del frío y de la nieve con temor te resguardas
y al amago tan sólo de una fiebre benigna,
llamas de prisa al médico, cual si fuese maligna,
y arropado hasta el cuello, cama afligido guardas.

Si te roban o atentan a tu vida, castigan
a presidio o al palo al audaz delincuente,
y si cualquiera en público te grita o te desmiente
le mandas los padrinos y a batirse le obligan.

Aun en defensa propia matar a alguien te aterra.
En la guerra, al contrario, matar es un deporte:
no es lo mismo la vida en la paz que en la guerra.

Qué más da que te maten, que caigas prisionero,
o que un médico ignaro una pierna te corte...
En la paz eres alguien; en la guerra eres cero...

Poema El valor de la vida de Emilio Bobadilla con fondo de libro

Pedro Calderón de la Barca

Interpretación de José

-- de Pedro Calderón de la Barca --

Que el río jeroglífico haya sido
del tiempo -gran señor- prueba es bastante
que siempre corre y siempre va delante,
sin que nunca haya atrás retrocedido.

Luego es el tiempo, de quien ha nacido
en espigas y vacas, lo abundante;
y es el tiempo también el que inconstante
todo lo deja a nada reducido.

Siete fértiles años imagina
en espigas y vacas, cuyo halago
en otros siete estériles termina.

Y pues te avisa el golpe en el amago,
la abundancia prevén contra la ruina
y la felicidad contra el estrago.

Poema Interpretación de José de Pedro Calderón de la Barca con fondo de libro

Salvador Díaz Mirón

excelsior

-- de Salvador Díaz Mirón --

Conservo
de la injuria,
no la ignominia; pero si la marca.
¡Sentíme sin honor, cegué de furia,
y recogilo de sangrienta charca!
y
hórrido amago suena...
Así la racha en el desierto zumba,
¡cuando en crecientes vórtices de arena
corre a ceñir al árabe la bumba!
¡infames!
os agravia
que un alma superior aliente y vibre;
y en vuestro miedo, trastocado en rabia,
vejáis cautivo al que adularais libre.
Cruel
fortuna dispensa
favor al odio de que hacéis alardes.
Estoy preso, caído, sin defensa...
Podéis herir y escarnecer, ¡cobardes!
al
mal dolos procuren
fuerza y laurel que la razón no alcanza.
¡Aún se cantar; y en versos que perduren
publicaré a los siglos mi venganza!
sobre
la impura huella
del fraude, la verdad austera y sola
brilla, como el silencio de una estrella
por encima del ruido de una ola.
Cárcel
de veracruz, julio de 1892.

Poema excelsior de Salvador Díaz Mirón con fondo de libro

Salvador Díaz Mirón

Excelsior (Díaz)

-- de Salvador Díaz Mirón --

Conservo de la injuria,
no la ignominia; pero si la marca.
¡Sentíme sin honor, cegué de furia,
y recogilo de sangrienta charca!

Y hórrido amago suena...
Así la racha en el desierto zumba,
¡cuando en crecientes vórtices de arena
corre a ceñir al árabe la bumba!

¡Infames! Os agravia
que un alma superior aliente y vibre;
y en vuestro miedo, trastocado en rabia,
vejáis cautivo al que adularais libre.

Cruel fortuna dispensa
favor al odio de que hacéis alardes.
Estoy preso, caído, sin defensa...
Podéis herir y escarnecer, ¡cobardes!

Al mal dolos procuren
fuerza y laurel que la razón no alcanza.
¡Aún se cantar; y en versos que perduren
publicaré a los siglos mi venganza!

Sobre la impura huella
del fraude, la verdad austera y sola
brilla, como el silencio de una estrella
por encima del ruido de una ola.



El propósito desesperado

-- de El Solitario --

Si por robarte a mi pasión ardiente
tus deudos, descargando el fiero amago,
te arrebatasen con ardid aciago
de estos ojos que lloran por ti ausente;

aunque en un fuerte alcázar eminente
te encante por las artes de algún mago,
y que entorno te cerquen con un lago
de fuego hirviendo con voraz corriente;

O aunque te oculten en el hondo silo
del monte más oscuro y más distante;
por lograrte lanzárame tranquilo,

y hendiera un mar de lava fulminante,
o bajara en tu busca al negro asilo,
siempre que fueses a mi amor constante.



Sor Juana Inés de la Cruz

A una Rosa

-- de Sor Juana Inés de la Cruz --

Rosa divina, que en gentil cultura
Eres con tu fragante sutileza
Magisterio purpúreo en la belleza,
Enseñanza nevada a la hermosura.

Amago de la humana arquitectura,
Ejemplo de la vana gentileza,
En cuyo ser unió naturaleza
La cuna alegre y triste sepultura.

¡Cuán altiva en tu pompa, presumida
soberbia, el riesgo de morir desdeñas,
y luego desmayada y encogida.

De tu caduco ser das mustias señas!
Con que con docta muerte y necia vida,
Viviendo engañas y muriendo enseñas.



Ramón López Velarde

en el piélago veleidoso

-- de Ramón López Velarde --

En el piélago veleidoso
entré a la vasta veleidad del piélago
con humos de pirata...
Y me sentía ya un poco delfín
y veía la plata
de los flancos de la última sirena,
cuando mi devaneo
anacrónico viose reducido
a un amago humillante de mareo.
Mas no guardo rencor
a la inestable eternidad de espuma
y efímeros espejos.
Porque sobre ella fui como una suma
de nostalgias y arraigos, y sobre ella
me sentí, en alta mar,
más de viaje que nunca y más fincado
en la palma de aquella mano impar.



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