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Se han encontrado 42 poemas con la palabra altivo

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Alfonsina Storni

Piedra miserable

-- de Alfonsina Storni --

Oh, piedra dura, miserable piedra,
Yo te golpeo, te golpeo en vano,
Y es inútil la fuerza de mi mano,
Oh piedra dura, miserable piedra.

Pero haces bien, oh miserable piedra,
Deja que tiente un golpe sobrehumano,
Deja golpear, deja golpear mi mano,
Oh piedra dura, miserable piedra.

No me des nada, miserable piedra,
Guarda un silencio altivo y soberano,
No te ablandes jamás entre mi mano;
Oh piedra dura, miserable piedra.

Con tu impiedad, oh miserable piedra,
Recobro alientos y el deseo gano,
No te dejes caer sobre mi mano,
Mezquina, estulta, miserable piedra.

Si un día torpe, miserable piedra,
Te venciera la fuerza del verano
Y cayeras a gotas en mi mano
Yo te odiaría, miserable piedra...

Poema Piedra miserable de Alfonsina Storni con fondo de libro

Amós de Escalante

Con ruda saña el padecer se encona

-- de Amós de Escalante --

Con ruda saña el padecer se encona
en el doliente pecho que fallece,
y mi lozana juventud parece,
marchita y deshojada su corona.

En vano altivo el corazón blasona
de ilusorio valor, su angustia crece
y el porvenir incierto se oscurece
y la esperanza amiga me abandona.

Si el alma mía decretaba el cielo
que en prematura ancianidad perdiera
su ardiente fuego y generoso brío,

que como planta de infecundo suelo
su triste amor sin florecer muriera,
¡por qué me hiciste amar, por qué, Dios mío!

Poema Con ruda saña el padecer se encona de Amós de Escalante con fondo de libro

Leandro Fernández de Moratín

soneto. el rey d. sebastián

-- de Leandro Fernández de Moratín --

el rey d. Sebastián
cede al temor el luso fugitivo,
y el rey cercado de enemiga gente,
desnuda ya la coronada frente,
resiste y lidia con esfuerzo altivo.
Los que le quieren prisionero y vivo
(aunque solo morir matando intente)
discordes en su cólera insolente,
sangre derraman por el gran cautivo.
Amor, que visto el mal partió derecho
con treinta lanzas de gomeles bravos,
para estorbar el bélicoso trance:
«qué importa», dijo (y le atraviesa el pecho)
«un hombre más al número de esclavos?
muera... Toca añadir: siga el alcance».

Poema soneto. el rey d. sebastián de Leandro Fernández de Moratín con fondo de libro

Lope de Vega

Sulca del mar de Amor las rubias onda

-- de Lope de Vega --

Sulca del mar de Amor las rubias onda;
barco de Barcelona y por los bellos
lazos navega altivo, aunque por ellos,
tal vez te muestres y tal vez te escondas.

Ya no flechas, Amor, doradas ondas
teje de sus espléndidos cabellos;
tú con los dientes no le quites dellos,
para que a tanta dicha correspondas.

Desenvuelve los rizos con decoro,
los paralelos de mi sol desata,
boj o colmillo de elefante moro,

y en tanto que, esparcidos, los dilata,
forma por la madeja sendas de oro,
antes que el tiempo los convierta en plata.



Lope de Vega

Desmayarse, atreverse, estar furioso

-- de Lope de Vega --

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor: quien lo probó lo sabe.



¡Con qué ligeros pasos vas corriendo!

-- de Luis Carrillo y Sotomayor --

¡Con qué ligeros pasos vas corriendo!
¡Oh cómo te me ausentas, tiempo vano!
¡Ay, de mi bien, y de mi ser tirano,
cómo tu altivo brazo voy siguiendo!

Detenerte pensé, pasaste huyendo;
seguíte, y ausentástete liviano;
gastéte a ti en buscarte, ¡oh inhumano!:
mientras más te busqué, te fui perdiendo.

Ya conozco tu furia, ya, humillado,
de tu guadaña pueblo los despojos;
¡oh amargo desengaño no admitido!

Ciego viví, y al fin, desengañado,
hecho Argos de mi mal con tristes ojos
huir te veo, y veo te he perdido.



Luis Muñoz Rivera

turba multa

-- de Luis Muñoz Rivera --

Bajo los anchos pliegues de una bandera
invicta en arapiles y en ceriñola
una turba se ampara tosca y logrera,
hija degenerada de la altanera
raza española.

Gente que audaz persigue lucro mezquino
que en altos ideales su afán escuda;
que siembra odios eternos en su camino
que de climas remotos hambrienta vino
pobre y desnuda,

y hoy que sus ricas tiendas aquí levanta
del colono pretende mofarse impía;
contemplar en el tajo nuestra garganta
y hacer que en nuestra tierra fije su planta
la tiranía.

Esos no representan al pueblo hispano
noble, viril, altivo, franco y sincero,
convertido, a esta margen del océano,
en montón de burócratas, rudo, inhumano
torpe y artero.

Montón a que los parias rinden tributo;
que en éxitos menguados te pavoneas;
que de tu negra infamia logras el fruto
en días tempestuosos de sangre y luto!
¡maldito seas!



Luis Muñoz Rivera

judas

-- de Luis Muñoz Rivera --

Eras inquieto, altivo, belicoso,
batallador, resuelto;
a duda, el hondo mal de nuestro
siglo turbaba tu cerebro.

Se desbordaba en ímpetus rebeldes
tu carácter soberbio,
como del etna se desborda el cráter
en láminas de fuego.

De patrio ardor henchido, no tenía
tu corazón entero,
para el dolor latidos miserables,
ni fibras para el miedo.

Brillaba fulgurante en tus pupilas
la chispa del talento;
alma de tempestad, frente de apóstol
y músculos de hierro.

Y te vendiste... La calumnia infame
manchó tus labios trémulos;
fue un pobre resto de vergüenza ¡el último¡
a sacudir tus nervios;

lo que tienes del afrecha en la sangre
se sublevó violento;
todo lo que hubo en ti de grande
rodó con brusco estrépito

y en tu obra gozaron los verdugos;
y, de tu hazaña en premio,
a tus pies arrojaron la moneda;
a tu rostro el desprecio.

....

Si no apuraste ya, con firme pulso,
el porno de veneno;
si respiras aún, traidor... ¿Qué hiciste
de los treinta dineros?



Ignacio María de Acosta

Consejos a Fileno

-- de Ignacio María de Acosta --

Lloras Fileno? y de Dorina ausente
doblas la cuita que tu pecho aqueja
porqué a los ruegos vislumbrar no deja
un solo rayo que tu amor aliente...?

Quiéres que débil, a tu ardor presente
su altivo pecho a tu primera queja
cuando el que pide, el desamor semeja
atras volviendo la cobarde frente...?

Calma ese llanto: los pesares calma
y ese temor que por tu mal mantiene
turbada la razón, sin fuerza el alma.

Vuelve a Dorila y tu pasión previene,
pide, insta, ruega, y te dará la palma
que lleva siempre el que constancia tiene.



Adonis

-- de Ignacio Valdés y Machuca --

Rinde, bruto, a mis fuerzas invencibles
ese coraje altivo que te alienta;
rinde el furor indómito que animas,
rinde la vigorosa resistencia:

si asombro eres del monte y de los hombres,
yo lo soy de los campos y las fieras;
ese orgullo valiente, esa pujanza
humillaré a mi brío y a mi fuerza:

de mi ardor serás luego, infeliz bruto,
la miserable víctima funesta;
mas, ¡ay cielos divinos!, ya no puedo

resistir al destino pues decreta
que en los brazos de un bruto se divida
el estambre vital de mi existencia.



Joaquín Nicolás Aramburu

La mañana en el sitio

-- de Joaquín Nicolás Aramburu --

Ya la primera luz de la mañana
baña el altivo monte y la colina
y, cual níveo celaje, la neblina
se reconcentra y flota en la sabana.

Por el techo, de verde palma cana,
se filtra el humo azul de la cocina;
pica, con sus polluelos, la gallina
el maíz que un muchacho le desgrana.

Relincha el potro; zumba la colmena
que sale en pos del néctar de las flores;
cerca del surco, de impaciencia llena,

la yunta está de toros bramadores
y el guajiro a la puerta de la choza,
bebiendo a sorbos el café, se goza.



Julián del Casal

a un dictador

-- de Julián del Casal --

Noble y altivo, generoso y bueno
apareciste en tu nativa tierra,
como sobre la nieve de alta sierra
de claro día el resplandor sereno.
Torpe ambición emponzoñó tu seno
y, en el bridón siniestro de la guerra,
trocaste el suelo que tu polvo encierra
en abismo de llanto, sangre y cieno.
Mas si hoy execra tu memoria el hombre,
no del futuro en la extensión remota
tus manes han de ser escarnecidos;
porque tuviste, paladín sin nombre,
en la hora cruel de la derrota,
el supremo valor de los vencidos.



Rafael María Baralt

A una señorita con motivo de haber entrado en religión

-- de Rafael María Baralt --

En la cándida frente el sacro velo
muestras como señal de la victoria
que sobre el mundo y su falaz memoria
consiguió tu virtud, hija del cielo.

Así burlaste mi amoroso anhelo
palma inmortal labrándote de gloria;
cuando, ausente de ti, será mi historia
llamarte en vano y sin cesar con duelo.

¡Espíritu feliz! de la clausura
del cuerpo desatado, alegre, altivo,
libre de tu prisión miras la altura;

Mientras con mi pasión el alma enclavo
en este oscuro suelo, donde vivo
del ya imposible amor mísero esclavo.



Gaspar María de Nava Álvarez

A un deseo vano

-- de Gaspar María de Nava Álvarez --

Oh deseo insensato, tu osadía
¡cuán justamente queda castigada!
Caminaste con ala arrebatada
adonde el bien a tu ansia se ofrecía.

Hallaste en vez de fuego, nieve fría,
mármol en vez de fuego, y rodeada
de agudas puntas, de impiedad amada
la rosa, que tan dulce parecía.

No quiera imposibles. No con vuelo
altivo al Cielo registrar presumas
ni el carro gobernar del Sol dorado.

Que destrozados yacen en el suelo
Ícaro, ya desnudo de sus plumas,
Faetón por el rayo ya abrasado.



Gaspar María de Nava Álvarez

A una mujer entrada ya en edad

-- de Gaspar María de Nava Álvarez --

Esa cabeza erguida y orgullosa,
ese ademán altivo y lengua vana
eran muy buenos en la edad lozana
cuando el jazmín reinaba con la rosa.

Ahora amarillez, ruga enojosa
invaden tu belleza soberana
y en tus ralos cabellos ya la cana
ejercen su potencia rigurosa.

¡Mira cómo dejaron tu semblante
las voraces viruelas! ¡cuál los dientes
negrean por los males y los años!

Mírate en el espejo un solo instante
y dime si tus modos insolentes
me harán fuerza con tantos desengaños.



Gustavo Adolfo Bécquer

rima xli

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

Tú eras el huracán y yo la alta
torre que desafía su poder:
¡tenías que estrellarte o que abatirme!
¡no pudo ser!
tú eras el océano y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén:
¡tenías que romperte o que arrancarme! ...
¡No pudo ser!
hermosa tú, yo altivo; acostumbrados
el uno a arrollar, el otro a no ceder:
la senda estrecha, inevitable el choque ...
¡No pudo ser!



Gutierre de Cetina

pincel divino, venturosa mano,

-- de Gutierre de Cetina --

Perfecta habilidad única y rara;
concepto altivo do la envidia avara
si te piensa enmendar, presume en vano.
Delicado matiz que el ser humano
nos muestra cual el cielo lo mostrara;
beldad cuya beldad se ve tan clara
que al ojo engaña el arte soberano.
Artífice ingenioso, ¿qué sentiste
cuando tan cuerdamente contemplabas
el subjeto que muestran tus colores?
dime, si como yo la vi, la viste,
el pincel y la tabla en que pintabas,
y tú, ¿cómo no ardéis, cual yo, de amores?



Gutierre de Cetina

alma del alma mía, ardor más vivo

-- de Gutierre de Cetina --

Extremo de beldad única y rara,
ejemplo de valor por quien tan cara
la vida me es, de que antes era esquivo.
Fuera el decir cómo el concepto altivo
¡oh mi musa crüel!, menos avara
viérades, si en el mundo se os mostrara
cuanto de vos dentro del alma escribo.
Mas, ¿qué puedo hacer si amor me inspira?:
cantar vuestro valor alto y divino
al son desta vulgar, rústica lira.
No saber más mis versos de un camino:
esto me dicta aquél que a amar me tira,
por pensada elección, no por destino.



Gutierre de Cetina

de error en error, de daño en daño

-- de Gutierre de Cetina --

De una desdicha en otra desventura,
de un desvío en otra gran locura,
de un viejo engaño en otro viejo engaño,
de un grave mal en otro mal extraño,
de una necesidad a otra yactura,
me ha traído el amor y mi ventura
a que huya mi propio desengaño.
Conozco que me ofende el pensamiento,
y sólo de pensar me pasmo y vivo;
en él hallo el descanso y el tormento.
¡Oh nuevo padecer extraño, esquivo,
que nacen de una causa el mal que siento
y el bien que me hace ir soberbio, altivo!



La ingratitud

-- de El Solitario --

La blanca rosa que embalsama el viento,
inclinando su corola divina,
tributo paga al agua cristalina
que fértil le regó su verde asiento.

Trisca en la jaula el colorín contento,
y en armónico son gozoso trina,
si así agradar más fácil imagina
al que le presta pródiga el sustento.

Premia al besar la cándida paloma
el ardor cariñoso de su amante,
y el altivo desdén a su afán doma:

Mas tú a mi amor más dura que diamante
desoyes de mi labio el tierno idioma,
siempre esquivando mi pasión constante.



Vicente García de la Huerta

Ponderación justa de un amor verdadero

-- de Vicente García de la Huerta --

Arde mi corazón, y su violento
incendio por las venas se derrama,
siendo pábulo noble de esta llama
amor, que en mis entrañas alimento.

Ardiente exhalación es cada aliento,
que el aire vago a su contacto inflama,
si es que más propiamente no se llama
bostezo del volcán de mi tormento.

Este es, Lisi, mi amor voraz y altivo,
a quien es imposible hallar segundo,
milagro que obro en mí naturaleza;

superior al amor más excesivo,
mayor que cuanto en sí comprende el mundo;
sólo, Lisi, inferior a tu belleza.



Vicente García de la Huerta

Soneto segundo del caballero

-- de Vicente García de la Huerta --

Ponderarte el ardor, que violento
por mi abrasado pecho se derrama,
no es empeñarte, Fili, en que a su llama
ni tus desprecios sirvan de alimento.

Sin esperanzas mi pasión aliento,
que con los imposibles más se inflama;
advierte, Fili, bien si nadie llama
en el mundo ambición lo que es tormento.

Y aunque mi amor confieso que es altivo,
pues blasona en la tierra sin segundo,
por milagro de la naturaleza,

ser tu esclavo es blasón más excesivo;
mira, mi bien, si quien te diera el mundo
pensará esclavizar a tu belleza.



Vicente García de la Huerta

Soneto tercero del caballero

-- de Vicente García de la Huerta --

Bien sé que en vano mi dolor violento
lanza suspiros, lágrima derrama,
y que no resta a mi amorosa llama
más que sola mi pena, otro alimento.

Bien conozco el empleo a que me aliento,
y cuán en vano el corazón se inflama,
mas a un amor que heroico se llama,
ni aterra lo imposible ni el tormento.

Y si fuera mi amor menos altivo
por tu desdén, bien mío, sin segundo
desdijera de mí naturaleza;

que aunque parezca término excesivo,
solas tres cosas grandes tiene el mundo:
mi soberbia, mi amor, y tu belleza.



Andrés Bello

Mis deseos (Bello)

-- de Andrés Bello --

Sabes, rubia, ¿qué gracia solicito
cuando de ofrenda cubro los altares?
No ricos muebles, no soberbios lares,
ni una mesa que adule al apetito.

De Aragua a las orillas un distrito
que me tribute fáciles manjares,
do vecino a mis rústicos hogares
entre peñascos corra un arroyito.

Para acogerme en el calor estivo,
que tenga un arboleda también quiero,
do crezca junto al sauce el coco altivo.

¡Felice yo si en este albergue muero,
y al exhalar mi aliento fugitivo,
sello en tus labios el adiós postrero!



Antonio Ros de Olano

Progresión

-- de Antonio Ros de Olano --

Del fértil seno de la madre España
nace el altivo Tajo en breve cuna;
y, creciendo con rápida fortuna,
ceden los pinos a su adulta saña.

Si rompe cerros, si florestas baña,
río es el Tajo; su corriente es una,
sea en la vega, anchísima laguna,
sea sierpe que enrosca la montaña.

Miradle de Aranjuez en los vergeles,
vedle desde la cántara extremeña;
contempladle al llegar al Océano...

Y así del alma, en cálidos rieles,
la idea brota, y rauda se despeña,
río caudal del pensamiento humano.



Miguel Unamuno

La gran rehusa

-- de Miguel Unamuno --

Al abrigo fatal de la cogulla
con que te encubres el altivo ceño
se incuba libre el ambicioso ensueño
que soledad con su silencio arrulla.

Del mundo huyendo la inocente bulla,
vuela adusto tu espíritu aguileño
en torno no del sacrosanto leño
que con su yugo al corazón magulla



Juan Meléndez Valdés

A don Gaspar de Jovellanos

-- de Juan Meléndez Valdés --

Las blandas quejas de mi dulce lira,
mil lágrimas suspiros y dolores
me agrada renovar, pues sus rigores
piadoso el cielo por mi bien retira.

El dichoso zagal que tierno admira
su linda zagaleja entre las flores,
y de su llama goza y sus favores,
alegre cante lo que amor le inspira.

Yo lloré solo de mi Fili airada
el altivo desdén con triste canto,
que el eco lleve al mayoral Jovino;

alternando con cítara dorada,
ya en blando verso o dolorido llanto,
las dulces ansias de un amor divino.



Juan Nicasio Gallego

Al hijo del Duque de Frías

-- de Juan Nicasio Gallego --

Precioso niño, si al templar mi pena
basta el recuerdo de tan fausto día,
y al cielo llega la plegaria mía
en vez de lira al son de mi cadena;

dará benigno a tu niñez serena,
delicias de tu casa y su alegría,
más que soñado néctar o ambrosía
de salud y placer la copa llena.

Tu brazo un tiempo blandirá brioso
de tu padre el acero, cuando altivo
batas la ijada al alazán fogoso.

Docto cual él serás y ardiente y vivo;
cual tu madre gentil, discreto, hermoso;
cual ambos bueno, amable, compasivo.



Fernando de Herrera

De la luz en que espira amor herido

-- de Fernando de Herrera --

De la luz en que espira amor herido
al corazón altivo y desdeñoso
paso, rompiendo el rayo glorioso
la sombra, en que dormía, del olvido.

Doliome entonces mucho haber perdido
un punto y vi, en mi mal dolor dudoso,
gloria cierta, afán breve, bien dichoso,
y el deseo en sus votos ya vencido.

De hoy más amo y adoro cuantos daños,
celoso de mi suerte, Amor procura,
bienes viendo exhalar sus ojos bellos.

Eternos corran mis felices años,
y a mi alma abrasada en llama pura
siempre enlace la red de sus cabellos.



Fernando de Herrera

Las hebras que cogía en lazos de oro

-- de Fernando de Herrera --

Las hebras que cogía en lazos de oro
con arte vuestra blanca y tierna mano,
miraba, y el semblante altivo y llano
y la florida luz que amando adoro.

Creía en vos del sacro excelso coro
que el esplendor se unía soberano;
porque en sombra, aunque bella, y traje humano
no vio tal bien el orbe y tal tesoro.

Cuando rompiste leda el dulce espanto,
que de vos parte ausente y solo apena,
preguntando: «¿Qué fuerza me arrebata?»

Yo, que temo partirme, suelto en llanto,
digo: «Pienso que a muerte me condena
del cruel vuestro amor la saña ingrata».



Fernando de Herrera

Quién osa desnudar la bella frente

-- de Fernando de Herrera --

¿Quién osa desnudar la bella frente
del puro resplandor y luz del cielo?
¿Quién niega el ornamento y gloria al suelo
de las crespas lazadas de oro ardiente?

El impío Febo este dolor consiente
con sacrílega envidia y mortal celo,
después que ve cubrir de oscuro velo
las llamas de sus hebras reluciente.

Con dura mano lleva los despojos
y quiere mejorar cuanto perdía,
y altivo, de sus trenzas se corona,

porque ya vean los mortales ojos
siempre con viva luz un claro día
en sus sagrados cercos y corona.



Bella es mi ninfa, si los lazos de oro

-- de Francisco de la Torre --

Bella es mi ninfa, si los lazos de oro
al apacible viento desordena;
bella, si de sus ojos enajena
el altivo desdén que siempre lloro.

Bella, si con la luz que sola adoro
la tempestad del viento y mar serena;
bella, si la dureza de mi pena
vuelve las gracias del celeste coro.

Bella si mansa, bella si terrible;
bella si cruda, bella esquiva, y bella
si vuelve grave aquella luz del cielo,

cuya beldad humana y apacible
ni se puede saber lo que es sin vella
ni vista entenderá lo que es el suelo.



Francisco Sosa Escalante

Coanacoch

-- de Francisco Sosa Escalante --

¡Oh rey alcohuacano sin ventura,
Del infame Ixtlixochitl prisionero!
¿Por qué en las horas del combate fiero
Así te respetó la muerte dura?

Tu noble cuerpo, de infernal tortura
Libre quedara entónce hasta el postrero
Instante del vivir, y altivo, entero,
Defendieras la patria con bravura.

Heróicos hechos de eternal memoria
Hubieran señalado tu camino,
El libro enriqueciendo de tu historia!

No así lo quiso tu fatal destino;
Mas nada amengua tu brillante gloria
Y eterno luce tu blasón divino.



Francisco Sosa Escalante

Cuitlahuac

-- de Francisco Sosa Escalante --

Brilla en su frente la imperial corona
Cuando de Anáhuac el sagrado suelo
Profana Hernán Cortés, y allí en el cielo
La tempestad sus nubes amontona.

Noble y altivo su valor pregona,
Funda en la muerte su mejor anhelo,
Y al ver que Anahuac entre sangre y duelo
Con horrendo fragor se desmorona,

Lanza sus huestes á la lid; resiste
Al hierro y al corcel del castellano
Que con empuje formidable embiste ....

¡Victoria! su denuedo sobrehumano
Grabó en la historia con la Noche Triste
La fama del heróico mexicano.



Francisco Sosa Escalante

La mañana (Sosa Escalante)

-- de Francisco Sosa Escalante --

Del sol la luz esplendorosa baña
Del monte altivo la argentada nieve;
La rubia espiga del trigal se mueve
Los vientos al llegar de la montaña;

El ágil labrador de su cabaña
Al campo sale tras descanso breve
Que no ha turbado torcedor aleve:
Pues que nada ambiciona y nada extraña;

La verde grama que tapiza el suelo
Ostenta, con orgullo, del rocío
Las blancas perlas que lloró la noche;

Se eleva el ave hasta el azul del cielo,
Gozoso corre murmurando el río
Y la rosa gentil abre su broche.



José Martí

águila blanca

-- de José Martí --

Águila blanca
de pie, cada mañana,
junto a mi áspero lecho está el verdugo.
Brilla el sol, nace el mundo, el aire ahuyenta
del cráneo la malicia,
y mi águila infeliz, mi águila blanca
que cada noche en mi alma se renueva,
al alba universal las alas tiende
y, camino del sol, emprende el vuelo.
.............................................................
.............................................................
.............................................................(1)
Y en vez del claro vuelo al sol altivo
por entre pies ensangrentada y rota,
de un grano en busca el águila rastrea.
Oh noche, sol del triste, amable seno
donde su fuerza el corazón revive
perdura, apaga el sol, toma la forma
de mujer, libre y pura, a que yo pueda
ungir tus pies, y con mis besos locos
ceñir tu frente y calentar tus manos.
Librame, eterna noche, del verdugo,
o dale a que me dé con la primera
alba una limpia y redentora espada.
Que con qué la has de hacer? con luz de estrellas!



José Martí

¡dolor! ¡dolor! eterna vida mía

-- de José Martí --

¡dolor! ¡dolor! eterna vida mía,
ser de mi ser, sin cuyo aliento muero!
* * *
goce en buen hora espíritu mezquino
al son del baile animador, y prenda
su alma en las flores que el flotante lino
de mujeres bellísimas engasta:
goce en buen hora, y su cerebro encienda
en la rojiza lumbre de la incasta
hoguera del deseo:
yo, embriagado de mis penas, me devoro,
y mis miserias lloro,
y buitre de mí mismo me levanto,
y me hiero y me curo con mi canto,
buitre a la vez que altivo prometeo.



José Martí

¡bien vengas, mar!...

-- de José Martí --

¡bien vengas, mar! de pie sobre la roca
te espero altivo: si mi barca toca
tu ola voraz, ni tiemblo, ni me aflijo:
alas tengo y huiré: las de mi hijo!
josé martí



Baltasar del Alcázar

La mujer celosa

-- de Baltasar del Alcázar --

Ningún hombre se llame desdichado
aunque le siga el hado ejecutivo,
supuesto que en Argel viva cautivo,
o al remo en las galeras condenado.

Ni el propio loco por furioso atado,
ni el que perdido llora estado altivo,
ni el que a deshonra trujo el tiempo esquivo,
o la necesidad a humilde estado.

Sufrir cualquiera pena es fácil cosa,
que ninguna atormenta tan de veras
que no la venza el sufrimiento un tanto.

Mas el que tiene la mujer celosa,
ese tiene desdicha, Argel, galeras,
locura, perdición, deshonra y llanto.



Carolina Coronado

última réplica a otra contestación a la anterior

-- de Carolina Coronado --

¡extremada bizarría!
¡rendimiento cortesano!
¡bondad la del castellano
consumadísima es,
pues con una dama altiva
mueve altivo una querella,
por que logre el triunfo ella
de que se rinda a sus pies!
a quien vencido se aclama
con tan noble gallardía,
no tiene la musa mía
nada, señor, que añadir;
si no es que a vos mucho estima
el sacrificio costoso
del empeño generoso
que os obliga a desistir.
Tal hazaña en vos excede
a una cumplida victoria,
que a veces está la gloria
más que en triunfar, en ceder;
triunfo alcanzáis en rendiros
con galán comedimiento,
mayor que el merecimiento
que lograrais en vencer.
Básteos, señor, esto y dejo
que desdeñados garzones
formen grandes coaliciones
en sus odios contra mí,
pues el odio es tan amargo
para el alma que lo siente,
que odiándome injustamente
la pena llevan en sí.



Clemente Althaus

A mi alma

-- de Clemente Althaus --

Alma que en cadenas graves
vives triste o infeliz,
y ya en tu prisión no cabes,
como el ave, de las aves
coronada emperatriz,
que, aprisionada, no deja
su altivo instinto rëal,
y aletëando forceja
por romper la dura reja
de su cárcel de metal:
de tu triste hermano, a quien
casi moribundo han puesto
tu inquietud y tu desdén,
piedad generosa ten,
ni quieras romper tan presto
la misteriosa lazada
con que la mano de Dios,
al enviarte desterrada
a esta doliente morada,
un ser formó de los dos.
Calma ese encendido anhelo,
sufre esa angustia mortal;
de Dios aguarda el consuelo
de desplegar libre vuelo
a la patria celestial.



Ramón María del Valle Inclán

rosa de bronce

-- de Ramón María del Valle Inclán --

La casa profané con mi lascivia,
la sangre derramé. Fui el hijo pródigo.
Encendida pantera de la libia
se alzó mi corazón. Mi orgullo, código.

El mundo atravesé como un atlante
cargado con las odres del pecado,
y con la vida puesta en cada instante
hice rodar la vida como un dado.

Altivo en el dolor, siempre secreta
tuve mi pena. La encendida furia
de eros me pasó con su saeta,
y mi melancolía fue lujuria.

Llevé sobre los ojos una venda,
dando sangre una herida en el costado,
y en los hombros la capa de leyenda
con que va a sus concilios el malvado.

Y quise despertar las negras ayes
que duermen en el fondo del abismo,
y sobre el mar, en zozobrantes naves,
ser bello como un rojo cataclismo.

De sangriento laurel alcé una rama,
con el iris del tigre en la pupila,
y dio, doncel, mi corazón su llama
con el estrago bárbaro de atila.

Fui luzbeliano. En la contraria suerte
dictó el orgullo su sonrisa al labio,
miré la vida hermana de la muerte
y tuve al sonreír arte de sabio.



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Ariiba