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Se han encontrado 18 poemas con la palabra alimento

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Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 99

-- de Francisco de Quevedo --

Arde lorenzo y goza en las parrillas;
el tirano en lorenzo arde y padece,
viendo que su valor constante crece,
cuanto crecen las llamas amarillas.
Las brasas multiplica en maravillas,
y el sol entre carbones amanece,
y en alimento a su verdugo ofrece
guisadas del martirio, sus costillas.
A cristo imita en darse en alimento
a su enemigo: esfuerzo soberano
y ardiente imitación del sacramento.
Mírale el cielo eternizar lo humano,
y viendo victorioso el vencimiento,
menos abrasa que arde vil tirano.

Poema las tres musas últimas castellanas 99 de Francisco de Quevedo con fondo de libro

Góngora

A Córdoba

-- de Góngora --

¡Oh excelso muro, oh torres coronadas
de honor, de majestad, de gallardía!
¡Oh gran rio, gran rey de Andalucia,
de arenas nobles, ya que no doradas!

¡Oh fértil llano, oh sierras levantadas,
que privilegia el cielo y dora el día!
¡Oh siempre gloriosa patria mía,
tanto por plumas cuanto por espadas!

Si entre aquella ruinas y despojos
que enriquece Genil y Darro baña
tu memoria no fue alimento mío,

¡nunca merezcan mis ausentes ojos
ver tus muros, tus torres y tu río,
tu llano y sierra, oh patria, oh flor de España!

Poema A Córdoba de Góngora con fondo de libro

Efraín Huerta

órdenes de amor III

-- de Efraín Huerta --

Una piedad sin sombra
de piedad es la vida. Sombra
de mi deseo, rosa de fuego.

Voy a tu lado, amor,
como un desconocido.

Y tú me das la dicha
y tú me das el pan,
la claridad del alba
y el frutal alimento,
dulce amor.

Poema órdenes de amor III de Efraín Huerta con fondo de libro

Pablo Neruda

entierro en el este

-- de Pablo Neruda --

Yo trabajo de noche, rodeado de ciudad,
de pescadores, de alfareros, de difuntos quemados
con azafrán y frutas, envueltos en muselina escarlata:
bajo mi balcón esos muertos terribles
pasan sonando cadenas y flautas de cobre,
estridentes y finas y lúgubres silban
entre el color de las pesadas flores envenenadas
y el grito de los cenicientos danzarines
y el creciente monótono de los tam-tam
y el humo de las maderas que arden y huelen.
Porque una vez doblado el camino, junto al turbio río,
sus corazones, detenidos o iniciando un mayor movimiento,
rodarán quemados, con la pierna y el pie hechos fuego,
y la trémula ceniza caerá sobre el agua,
flotará como ramo de flores calcinadas
o como extinto fuego dejado por tan poderosos viajeros
que hicieron arder algo sobre las negras aguas, y devoraron
un alimento desaparecido y un licor extremo.



Pablo Neruda

soneto liv cien sonetos de amor (1959) tarde

-- de Pablo Neruda --

Espléndida razón, demonio claro
del racimo absoluto, del recto mediodía,
aquí estamos al fin, sin soledad y solos,
lejos del desvarío de la ciudad salvaje.
Cuando la línea pura rodea su paloma
y el fuego condecora la paz con su alimento
tú y yo erigimos este celeste resultado!
razón y amor desnudos viven en esta casa.
Sueños furiosos, ríos de amarga certidumbre
decisiones más duras que el sueño de un martillo
cayeron en la doble copa de los amantes.
Hasta que en la balanza se elevaron, gemelos,
la razón y el amor como dos alas.
Así se construyó la transparencia.



José Tomás de Cuellar

El árbol (Cuéllar)

-- de José Tomás de Cuellar --

ME siento como el arbol: de la tierra
Brotó mi ser y por la tierra aliento;
Pido á la tierra goce y alimento,
Ella el pasado y el presente encierra.

Pero al rayo de luz que de la altura
Me da vida y ventura,
Y por el que otra vida he concebido,
Vida y ventura sin cesar le pido.



Gabriela Mistral

decálogo del artista

-- de Gabriela Mistral --

Ii.
No hay arte ateo. Aunque no ames al creador, lo afirmarás creandoa su semejanza.
Iii.
No darás la belleza como cebo para los sentidos, sino como elnatural alimento del alma.
Iv.
No te será pretexto para la lujuria ni para la vanidad, sinoejercicio divino.
V.
No la buscarás en las ferias ni llevarás tu obra a ellas,porque la belleza es virgen, y la que está en las ferias no es ella.
Vi.
Subirá de tu corazón a tu canto y te habrá purificadoa ti el primero.
Vii.
Tu belleza se llamará también misericordia, y consolaráel corazón de los hombres.
Viii.
Darás tu obra como se da un hijo: restando sangre de tu corazón.
Ix.
No te será la belleza opio adormecedor, sino vino generoso quete encienda para la acción, pues si dejas de ser hombre o mujer,dejarás de ser artista.
X.
De toda creación saldrás con vergüenza, porque fueinferior a tu sueño, e inferior a ese sueño maravilloso dedios, que es la naturaleza.



El sueño de la enredadera

-- de Vicenta Castro Cambón --

A Dolores Caeiro de Castro,

filialmente.

¡OH tierra que alimentas mis raíces!
alejarme de ti es mi vivo anhelo;
por eso, aunque muy débiles, mis ramas
suben y suben, cual buscando el cielo.

Varas enjutas que formáis mi zarzo,
aunque no alcance yo la ansiada altura
os ceñiré con fraternales brazos
y luciréis alegre vestidura.

Nadie en breve podré reconoceros
cubiertas por mis hojas y mis flores,
y a nuestra fresca sombra muchos seres
vendrán a refugiarse en los calores.

Y vendrán, confundiendo sus encantos,
picaflores y lindas mariposas
a buscar el sustento de su vida
en la miel de mis flores olorosas.

¡Cuán alegre seré la vida, entonces,
cuando pueda ofrecer mi seno amigo
a vivientes tan bellos e inocentes,
dulce alimento y protector abrigo!

¡Oh tierra que alimentas mis raíces!
alejarme de ti es mi vivo anhelo.
Elevarme, dar flores, muchas flores:
es esa mi misión y ese es mi cielo.

Y lo mismo que muere sin temores
el hombre que fué activo, honrado y bueno,
cumplida mi misión, oh madre tierra,
trocada en polvo volveré a tu seno.



Vicente García de la Huerta

Ponderación justa de un amor verdadero

-- de Vicente García de la Huerta --

Arde mi corazón, y su violento
incendio por las venas se derrama,
siendo pábulo noble de esta llama
amor, que en mis entrañas alimento.

Ardiente exhalación es cada aliento,
que el aire vago a su contacto inflama,
si es que más propiamente no se llama
bostezo del volcán de mi tormento.

Este es, Lisi, mi amor voraz y altivo,
a quien es imposible hallar segundo,
milagro que obro en mí naturaleza;

superior al amor más excesivo,
mayor que cuanto en sí comprende el mundo;
sólo, Lisi, inferior a tu belleza.



Vicente García de la Huerta

Soneto segundo del caballero

-- de Vicente García de la Huerta --

Ponderarte el ardor, que violento
por mi abrasado pecho se derrama,
no es empeñarte, Fili, en que a su llama
ni tus desprecios sirvan de alimento.

Sin esperanzas mi pasión aliento,
que con los imposibles más se inflama;
advierte, Fili, bien si nadie llama
en el mundo ambición lo que es tormento.

Y aunque mi amor confieso que es altivo,
pues blasona en la tierra sin segundo,
por milagro de la naturaleza,

ser tu esclavo es blasón más excesivo;
mira, mi bien, si quien te diera el mundo
pensará esclavizar a tu belleza.



Vicente García de la Huerta

Soneto tercero del caballero

-- de Vicente García de la Huerta --

Bien sé que en vano mi dolor violento
lanza suspiros, lágrima derrama,
y que no resta a mi amorosa llama
más que sola mi pena, otro alimento.

Bien conozco el empleo a que me aliento,
y cuán en vano el corazón se inflama,
mas a un amor que heroico se llama,
ni aterra lo imposible ni el tormento.

Y si fuera mi amor menos altivo
por tu desdén, bien mío, sin segundo
desdijera de mí naturaleza;

que aunque parezca término excesivo,
solas tres cosas grandes tiene el mundo:
mi soberbia, mi amor, y tu belleza.



Marilina Rébora

multiplicación de los panes

-- de Marilina Rébora --

Multiplicación de los panes
tan sólo cinco panes, tenemos, y dos peces
exclaman los discípulos mientras jesús observa,
son cinco mil las gentes, hasta más que otras veces.
No importa, que se sienten allí, sobre la hierba;
y ya panes y peces multiplica su arte.
Y son peces y panes lo que se distribuye
para que cada uno saboree su parte,
que el refrigerio al fin en saciedad concluye.
Después que se recogen con prontitud los restos,
en verdad, esparcidos, no parecían tanto;
llenos hasta los bordes se colman doce cestos
y al obrar diligentes al maestro recuerdan,
que cauto les ha dicho, previsor entretanto:
recoged los pedazos, cuidad que no se pierdan,
el pan de dios por siempre será alimento santo.
Juan 6, 6-15.



Rosalía de Castro

Camino blanco, viejo camino

-- de Rosalía de Castro --

Camino blanco, viejo camino,
Desigual, pedregoso y estrecho,
Donde el eco apacible resuena
Del arroyo que pasa bullendo,
Y en donde detiene su vuelo inconstante,
O el paso ligero,
De la fruta que brota en las zarzas
Buscando el sabroso y agreste alimento,
El gorrión adusto,
Los niños hambrientos,
Las cabras monteses
Y el perro sin dueño...
Blanca senda, camino olvidado,
¡Bullicioso y alegre otro tiempo!
Del que solo y a pie de la vida
Va andando su larga jornada, más bello
Y agradable a los ojos pareces
Cuanto más solitario y más yermo.
Que al cruzar por la ruta espaciosa
Donde lucen sus trenes soberbios
Los dichosos del mundo, descalzo,



Rosalía de Castro

Viéndome perseguido por la alondra

-- de Rosalía de Castro --

Viéndome perseguido por la alondra
Que en su rápido vuelo
Arrebatarme quiso en su piquillo
Para dar alimento a sus polluelos,

Yo, diminuto insecto de alas de oro,
Refugio hallé en el cáliz de una rosa,
Y allí viví dichoso desde el alba
Hasta la nueva aurora.

Mas aunque era tan fresca y perfumada
La rosa, como yo no encontró abrigo
Contra el viento, que alzándose en el bosque
Arrastróla en revuelto torbellino.

Y rodamos los dos en fango envueltos
Para ya nunca levantarse ella,
Y yo para llorar eternamente
Mi amor primero y mi ilusión postrera.



Esteban Echeverría

el desamor

-- de Esteban Echeverría --

Acongojada mi alma
día y noche delira,
el corazón suspira
por ilusorio bien;
mas las horas fugaces
pasan en raudo vuelo,
sin que ningún consuelo
a mi congoja den.

Entre mis venas corre
sutil, ardiente llama,
que sin cesar me inflama,
y llena de dolor.
Pero una voz secreta
me dice: ¡infortunada!
vivirás condenada
a eterno desamor.

Como muere la antorcha
escasa de alimento,
así morir me siento
en mi temprano albor:
ningún soplo benigno
da vigor a mi vida,
pues vivo sumergida
en triste desamor.

Como fatuo destello
que brilla y se evapora,
se disipó en su aurora
el astro de mi amor:
fuese con él mi dicha,
fuese con él mi calma;
quedóle sólo a mi alma
perpetuo desamor.

V



Francisco de Quevedo

repite la fragilidad de la vida

-- de Francisco de Quevedo --

«qué otra cosa es verdad sino pobreza
en esta vida frágil y liviana?
los dos embustes de la vida humana,
desde la cuna, son honra y riqueza.
El tiempo, que ni vuelve ni tropieza,
en horas fugitivas la devana;
y, en errado anhelar, siempre tirana,
la fortuna fatiga su flaqueza.
Vive muerte callada y divertida
la vida misma; la salud es guerra
de su proprio alimento combatida.
¡Oh, cuánto, inadvertido, el hombre yerra:
que en tierra teme que caerá la vida,
y no ve que, en viviendo, cayó en tierra!



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 13

-- de Francisco de Quevedo --

¿no ves, piramidal y sin sosiego,
en esta vela arder inquieta llama,
y cuán pequeño soplo la derrama
en cadáver de luz, en humo ciego?
¿no ves, sonoro y animoso, el fuego
arder voraz en una y otra rama,
a quien, ya poderoso, el soplo inflama
que a la centella dio la muerte luego?
así pequeño amor recién nacido
muere, alexi, con poca resistencia,
y le apaga una ausencia y un olvido;
mas si crece en las venas su dolencia,
vence con los que pudo ser vencido
y vuelve en alimento la violencia.



Clemente Althaus

A París

-- de Clemente Althaus --

Nada presta tu ruido a mi contento,
París, de gente y de placeres lleno:
¡Vasta y altiva capital! no cuento
ni un solo amigo en tu gigante seno.
Gozan en ti os ojos y la mente
con lo grandioso y opulento y vario:
mas siempre gime el corazón doliente,
en ti sin alimento y solitario.
Con tus fiestas y pompas y placeres
y vasta agitación que nunca calma,
Babel segunda a mis sentidos eres,
pero eres un desierto para mi alma.



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