Buscar Poemas con Alegra


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Se han encontrado 28 poemas con la palabra alegra

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Gutierre de Cetina

como al pastor que en la ardiente hora estiva

-- de Gutierre de Cetina --

La verde sombra, el fresco aire agrada,
y como a la sedienta su manada
alegra alguna fuente de agua viva,
»así a mi árbol do se note o escriba
mi nombre en la corteza delicada
alegra, y ruego a amor que sea guardada
la planta porque el nombre eterno viva.
»Ni menos se deshace el hielo mío,
vandalio, ante tu ardor, cual suele nieve
a la esfera del sol ser derretida».
Así decía dórida en el río
mirando su beldad, y el viento leve
llevó la voz que apenas fue entendida.

Poema como al pastor que en la ardiente hora estiva de Gutierre de Cetina con fondo de libro

Abraham Valdelomar

Corazón, ponte en pie...

-- de Abraham Valdelomar --

¡Corazón, ponte en pie! Cierra tu herida.
Seca tu llanto, alegra tu mansión,
olvida tu dolor, tu pena olvida,
cubre de flores, tu sutil guarida
y hoy que la Primavera te convida,
¡Corazón, ponte en pie, cierra tu herida
toma el tricornio y canta, Corazón!

No invoques a la musa, hoy que te implora
tu propio dueño una sutil canción,
para cantar un cielo que se adora,
para decirle a un pueblo que se llora,
cuando llega esta hora
de la separación,
para triste decir
¡tú eres la única musa, Corazón!

Poema Corazón, ponte en pie... de Abraham Valdelomar con fondo de libro

Alfonsina Storni

Luna de marzo sobre el mar

-- de Alfonsina Storni --

Pequeña,
recién nacido polluelo,
tibia de vellón dorado,
no, no corras.

De tu pequeñez amarilla,
desteñida sobre el mar,
se alegra la carne
azul del cielo.

Te lastimas, marchando
detrás de una estrella,
entre bosques de nubes albas,
y no miras mi cuerpo
parado sobre un buque
negro,
que busca
la raya negra de la tierra.

Poema Luna de marzo sobre el mar de Alfonsina Storni con fondo de libro

Amado Nervo

A Kempis

-- de Amado Nervo --

Ha muchos años que busco el yermo,
ha muchos años que vivo triste,
ha muchos años que estoy enfermo,
¡y es por el libro que tú escribiste!

¡Oh Kempis, antes de leerte amaba
la luz, las vegas, el mar Océano;
mas tú dijiste que todo acaba,
que todo muere, que todo es vano!

Antes, llevado de mis antojos,
besé los labios que al beso invitan,
las rubias trenzas, los grandes ojos,
¡sin acordarme que se marchitan!

Mas como afirman doctores graves,
que tú, maestro, citas y nombras,
que el hombre pasa como las naves,
como las nubes, como las sombras...,

Huyo de todo terreno lazo,
ningún cariño mi mente alegra,
y con tu libro bajo del brazo
voy recorriendo la noche negra...

¡Oh Kempis, Kempis, asceta yermo,
pálido asceta, qué mal me hiciste!
¡Ha muchos años que estoy enfermo,
y es por el libro que tú escribiste!



Lope de Vega

Mientras el Austro rompe el pardo lino

-- de Lope de Vega --

Mientras el Austro rompe el pardo lino
y Scila suele dar voces dispares,
juntando al cielo los distintos mares,
es Bóreas santo y Júpiter divino.

No llora, antes se alegra el peregrino
sobre la lumbre de los patrios lares;
no llanto, plata ofrece a los altares
el que del indio Gange a Cádiz vino.

Gracias a Dios que la paloma escucho,
pues de oliva tu frente coronada,
podrás poner en paz tus elementos.

Reales esperanzas tardan mucho,
de la virtud al premio hay gran jornada.
Mejor es no llevar merecimientos.



Manuel de Zequeira

A la brisa

-- de Manuel de Zequeira --

Rompe en oriente sus prisiones Eolo,
Tiende sus alas, y con blando aliento
Bate en la concha del neptúneo carro
Lleno de Pompa.

Siguen su rumbo los tritones, siguen
Cándidas ninfas sus etéreos pasos
Liras templando de cristal sonoro
Dulces sirenas.

Bajo sus alas el campeón ibero
Llega a regiones peregrinas donde
Guarda su gloria y su memoria el ancho
Valle de Otumba.

Sobre tapices de esmeralda Ceres
Dulces placeres con Pomona parte
Cuando reparte la risueña brisa
Gratos aromas.

Puesto a la sombra del abeto, entonces
Oigo los mirtos y laureles santos
Cómo conversan con el aire, y cómo
Flora se anima.

La ave de Venus con amante pico
Llama al consorte de su nido ausente,
Dando al ambiente el parabién, y dando
Tiernos arrullos.

Todo se mueve con festivo enlace,
Driades y Faunos en sus verdes templos
Danzan los unos, y los otros tocan
Rudos silbatos.

Cuando tú soplas oh sagrada brisa,
Todo revive con tu aliento, y cuando
Vienes se alegra la fecunda en oro
Tórrida zona.



Jaime Sabines

el peatón

-- de Jaime Sabines --

El peatón
se dice, se rumora, afirman en los salones, en las fiestas, alguien o algunosenterados, que jaime sabines es un gran poeta. O cuando menos un buen poeta.O un poeta decente, valioso. O simplemente, pero realmente, un poeta.
Le llega la noticia a jaime y éste se alegra: ¡quémaravilla! ¡soy un poeta! ¡soy un poeta importante!¡soy un gran poeta!
convencido, sale a la calle, o llega a la casa, convencido. Pero enla calle nadie, y en la casa menos: nadie se da cuenta de que es un poeta.¿Por qué los poetas no tienen una estrella en la frente, oun resplandor visible, o un rayo que les salga de las orejas?
¡dios mío!, dice jaime. Tengo que ser papá o marido,o trabajar en la fábrica como otro cualquiera, o andar, como cualquiera,de peatón.
¡Eso es!, dice jaime. No soy un poeta: soy un peatón.
Y esta vez se queda echado en la cama con una alegría dulcey tranquila.



Jaime Sabines

la cojita está embarazada

-- de Jaime Sabines --

La cojita está embarazada.
Se mueve trabajosamente,
pero qué dulce mirada
mira de frente.

Se le agrandaron los ojos
como si su niño
también le creciera en ellos
pequeño y limpio
a veces se queda viendo
quién sabe que cosas
que sus ojos blancos
se le vuelven rosas.

Anda entre toda la gente
trabajosamente.
No puede disimular,
pero, a punto de llorar,
la cojita, de repente,
se mira el vientre
y ríe. Y ríe la gente.

La cojita embarazada
ahorita está en sus balcón
y yo creo que se alegra
cantándose una canción:
cojita del pie derecho
y también del corazón .



César Vallejo

Trilce: LXVIII

-- de César Vallejo --

Estamos a catorce de Julio.
Son las cinco de la tarde. Llueve en toda
una tercera esquina de papel secante.
Y llueve más de abajo ay para arriba.

Dos lagunas las manos avanzan
de diez en fondo,
desde un martes cenagoso que ha seis días
está en los lagrimales helado.

Se ha degollado una semana
con las más agudas caídas; hase hecho
todo lo que puede hacer miserable genial
en gran taberna sin rieles. Ahora estamos
bien, con esta lluvia que nos lava
y nos alegra y nos hace gracia suave.

Hemos a peso bruto caminado, y, de un solo
desafío,
blanqueó nuestra pureza de animales.
Y preguntamos por el eterno amor,
por el encuentro absoluto,
por cuanto pasa de aquí para allá.
Y respondimos desde dónde los míos no son los tuyos
desde qué hora el bordón, al ser portado,
sustenta y no es sustentado. (Neto.)

Y era negro, colgado en un rincón,
sin proferir ni jota, mi paletó,
a
t
o
d
a
s
t
A



César Vallejo

estamos a catorce de julio

-- de César Vallejo --

lxviii
estamos a catorce de julio.
Son las cinco de la tarde. Llueve en toda
una tercera esquina de papel secante.
Y llueve más de abajo ay para arriba.
Dos lagunas las manos avanzan
de diez en fondo,
desde un martes cenagoso que ha seis días
está en los lagrimales helado.
Se ha degollado una semana
con las más agudas caídas; hase hecho
todo lo que puede hacer miserable genial
en gran taberna sin rieles. Ahora estamos
bien, con esta lluvia que nos lava
y nos alegra y nos hace gracia suave.
Hemos a peso bruto caminado, y, de un solo
desafío,
blanqueó nuestra pureza de animales.
Y preguntamos por el eterno amor,
por el encuentro absoluto,
por cuanto pasa de aquí para allá.
Y respondimos desde dónde los míos no son los tuyos
desde qué hora el bordón, al ser portado,
sustenta y no es sustentado. (Neto.)
Y era negro, colgado en un rincón,
sin proferir ni jota, mi paletó,
a
t
o
d
a
s
t
a



Dulce María Loynaz

tierra cansada

-- de Dulce María Loynaz --

La tierra se va cansando,
la rosa no huele a rosa.
La tierra se va cansando
de entibiar semillas rotas,
y el cansando de la tierra
sube en la flor que deshoja
el viento... Y allí, en el viento
se queda...

La mariposa
volará toda una tarde
para reunir una gota
de miel...

Ya no son las frutas
tan dulces como eran otras...
Las canas enjutas hacen
azúcar flojo... Y la poca
uva, vino que no alegra...
La rosa no huele a rosa.
La tierra se va cansando
de la raíz a las hojas,
la tierra se va cansando.
(Rosa, rosita de aromas...,
La de la virgen de mayo,
la de mi blanca corona...
¿Que viento la deshojo?)
¡me duele el alma de sola!...

(La virgen se qued6 arriba
toda cubierta de rosas...)

¡No me esperes si me esperas,
rosa mas linda que todas!...

La tierra se va cansando...
El corazón quiere sombra...



Rafael Obligado

Basta y sobra

-- de Rafael Obligado --

¿Tú piensas que te quiero por hermosa,
Por tu dulce mirar,
Por tus mejillas de color de rosa?
Sí, por eso y por buena, nada más.

¿Que entregada á la música y las flores,
No aprendes á danzar?
Pues me alegra que lo ignores;
Yo te quiero por buena, nada más.

¿Que tu ignorancia raya en lo sublime,
De Atila y Gengis-Khan?
¡Qué muchacha tan ciega!... Pero, dime:
¿Si lo supieras, te querría más?

Bien se están con su ciencia los doctores:
La tuya es el hogar;
Los niños y la música y las flores,
Bastan y sobra para amarte más.



José Ángel Buesa

poema de una calle

-- de José Ángel Buesa --

Amo esta calle, y amo sus tristes casas
en las que se entristecen cumpleaños y bodas,
porque esta calle triste, se alegra cuando pasas
tú, mujer preferida entre todas.
Amo esta calle acaso porque en ella subsiste
no sé qué somnolencia de arrabal provinciano.
Pero a veces la odio, porque aunque siempre es triste
me parece más triste cuando te espero en vano.
Y yo bien sé que esta calle nunca podrá ser bella
con sus fachadas sucias y sus portales viejos.
Pero sé que es distinta cuando pasas por ella
y te miro pasar... Desde lejos.
Por eso amo esta calle de soledad y hastío
que ensancha sus aceras para alejar las casas.
Mientras te espera en vano mi corazón vacío,
¡que es una calle triste por donde nunca pasas!



Juan de Arguijo

Fabio y Licori, ramera

-- de Juan de Arguijo --

De la astuta Licori á los umbrales
Te vió saliendo el sol, ¡oh Fabio amigo!
Creció en su luz el dia, y fué testigo
De tu lamento y quejas desiguales.

Oyó tambien el Héspero tus males,
La blanca luna se dolió contigo;
Mas el ingrato dueño, tu enemigo,
Ni aun de corta piedad mostro señales.

¿Cuál otro galardon en tal porfia,
Inútil yedra de su puerta, esperas?
¿Hasta cuándo tu propio engaño adoras?

Huye la fiera Circe y cruel arpía,
Que alegra en ver que por su causa mueras,
Riendo está lo mismo que tú lloras.



Gustavo Adolfo Bécquer

rima iv

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

No digáis que agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira:
podrá no haber poetas; pero siempre
habrá poesía.
Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas;
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista;
mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías;
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!
mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista;
mientras la humanidad siempre avanzando,
no sepa a do camina;
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!
mientras sintamos que se alegra el alma
sin que los labios rían;
mientras se llore sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan;
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!
mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran;
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira;
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas;
mientras exista una mujer hermosa,
¡habrá poesía!



Gutierre de Cetina

si tras de tanto mal me está guardado

-- de Gutierre de Cetina --

Algún bien, de que estoy tan fuera agora,
aún espero por vos cantar, señora,
con estilo más alto que he llorado.
Entonces será el bien más estimado
por no haber del jamás sabido un hora,
cual madre que por muerto el hijo llora
se alegra en verlo vivo así tornado.
Entonces contaré de la tormenta,
seguro de zozobras en el puerto,
y placeráme la pasada afrenta.
Desterraré el dolor que sin concierto
me suele fatigar, do nunca sienta
nueva, ni sepa del si es vivo o muerto.



Gutierre de Cetina

mientra con gran terror por cada parte

-- de Gutierre de Cetina --

De roma ardían las moradas bellas,
mientra que con el humo a las estrellas
subía el clamor del gran pueblo de marte,
alegre está nerón, subido en parte
do viendo el fuego, oía las querellas,
mirando entre las llamas cuáles de ellas
eran mayores, do su furia harte.
Así del alma mía la que gobierna
mi vida, mira el fuego, escucha el llanto
y tiene el mayor mal por mayor juego;
y, a guisa de nerón, se alegra tanto
cuanto más viendo en mí durar el fuego
piensa hacer su crueldad eterna.



Salvador Díaz Mirón

el fantasma

-- de Salvador Díaz Mirón --

Blancas y finas, y en el manto apenas
visibles, y con aire de azucenas,
las manos -que no rompen mis cadenas.

Azules y con oro enarenados,
como las noches limpias de nublados,
los ojos - que contemplan mis pecados.

Como albo pecho de paloma el cuello;
y como crin de sol barba y cabello;
y como plata el pie descalzo y bello.

Dulce y triste la faz; la veste zarca...
Asi, del mal sobre la inmensa charca,
jesús vino a mi unción, como a la barca.

Y abrillantó a mi espíritu la cumbre
con fugaz cuanto rica certidumbre,
como con tintas de refleja lumbre.

Y suele retornar; y me reintegra
la fe que salva y la ilusión que alegra;-
y un relámpago enciende mi alma negra.

Cárcel de veracruz. El 14 de diciembre
de 1893



Salvador Díaz Mirón

Ojos verdes

-- de Salvador Díaz Mirón --

Ojos que nunca me veis,
por recelo o por decoro,
ojos de esmeralda y oro,
fuerza es que me contempléis;
quiero que me consoléis
hermosos ojos que adoro;
¡estoy triste y os imploro
puesta en tierra la rodilla!
¡Piedad para el que se humilla,
ojos de esmeralda y oro!

Ojos en que reverbera
la estrella crepuscular,
ojos verdes como el mar,
como el mar por la ribera,
ojos de lumbre hechicera
que ignoráis lo que es llorar,
¡glorificad mi penar!
¡No me desoléis así!
¡Tened compasión de mí!
¡Ojos verdes como el mar!

Ojos cuyo amor anhelo
porque alegra cuanto alcanza,
ojos color de esperanza,
con lejanías de cielo:
ojos que a través del velo
radian bienaventuranza,
mi alma a vosotros se lanza
en alas de la embriaguez,
miradme una sola vez,
ojos color de esperanza.

Cese ya vuestro desvío,
ojos que me dais congojas;
ojos con aspecto de hojas
empapadas de rocío.
Húmedo esplendor de río
que por esquivo me enojas.
Luz que la del sol sonrojas
y cuyos toques son besos,
derrámate en mí por esos
ojos con aspecto de hojas.



Sor Juana Inés de la Cruz

Envía una rosa a la virreina

-- de Sor Juana Inés de la Cruz --

Ésa, que alegra y ufana
de carmín fragante esmero,
del tiempo al ardor primero,
se encendió llama de grama;
preludio de la mañana
del rosicler más ufano
es primicia del verano,
Lisi divina, que en fe
de que la debió a tu pie
la sacrifica tu mano.



Miguel Unamuno

El arte

-- de Miguel Unamuno --

Al sol y de los vientos al socaire
sin sacudirse moscas, con la legra
más tajante que lengua de una suegra
afeita perros muertos el pelaire.

Rapa con tino y singular donaire
y así se gana la comuña negra,
y mientras rapa su trabajo alegra
cantando sus trabajos al desgaire.



Miguel Unamuno

Ofertorio (RSL)

-- de Miguel Unamuno --

No de Apenino en la riente falda,
de Archanda nuestra la que alegra el boche
recojí este verano á troche y moche
frescas rosas en campo de esmeralda.

Como piadoso el sol ahí no escalda
los montes otorgóme este derroche
de sonetos; los cierro con el broche
de este ofertorio y te los doy, guirnalda.



Julio Flórez

Al lector

-- de Julio Flórez --

Poem

Hay una gruta, misteriosa y negra, donde resbala bajo mustias frondas, un raudal silencioso que ni alegra ni fecunda: ¡qué amargas son sus ondas!

Con qué impudor bajo esa gruta helada mil flores abren su aterido broche ¡Nunca al beso de luz de la alborada! ¡Siempre al ósculo negro de la noche!

Esa gruta es mi alma; y esa fuente muda y letal, mi corrosivo llanto; y esas flores, los versos que en mi mente brotan al choque de fatal quebranto.

Cierto es que hay ámbar y color y almíbar en muchas de esas flores mas te advierto, que estas esconden repugnante acíbar, olor de cirio, y palidez de muerto.



Fernando de Herrera

Con el puro sereno en campo abierto

-- de Fernando de Herrera --

Con el puro sereno en campo abierto
vuela mi alado carro, y fresco llega.
El viento arando el golfo; la paz niega
cielo airado, aire adverso, flujo incierto.

Desampara huyendo el mar desierto;
mas el miedo y horror lo aflige y ciega;
noto cruel, que su furor despliega,
las velas rompe, impide entrar el puerto.

Cuando ríe una luz en occidente
que alegra el orbe etéreo, y desfallece
el soplo austrino y cesa el ponto oscuro,

la prora vuelvo, y lejos tardamente
la tierra sola en puntas aparece,
y nunca al puerto arribo que procuro.



Francisco Villaespesa

por tierras de sol y sangre ii

-- de Francisco Villaespesa --

ii
en férreas contracciones de serpiente
ondula el tren por la campiña verde;
cruza en nervioso trepidar un puente
y en la sombra de un gran túnel se pierde.
Surge a la gloria de la luz dorada
de la tarde, silbando, entre el ramaje,
y de nuevo se alegra la mirada
con la fresca belleza del paisaje.
En un bosque fragante de naranja
chispean los cristales de una granja,
cuyo blancor refléjase en la ría...
Se pierde nuestro sueño en la floresta...
Ella, y una casita como ésta...
¡Bien poco era, señor, lo que pedía!



José de Diego

de mi vida

-- de José de Diego --

Prendido lo vi cuando estaba el carpintero
el nido trabajando con su agudo puñal
y era un ronco y constante picotear de acero
en el tronco astillante de la palma real.

Mecientes de las auras el soplo matinal
o en tierra ya las fibras del profundo agujero,
se las iba llevando en ci pico un jilguero
que en la copa tejiera su pequeño nidal.

Mi vida es como el árbol erguido y altanero;
devora sus entrañas un feroz carpintero,
alegra su ramaje un lírico jilguero.

Es el árbol del bien y es el árbol del mal;
el dolor sus reliquias ofrece al ideal
y resuena en la cumbre el cántico triunfal.



José Martí

¡hala, hala!

-- de José Martí --

hala, hala
¡da vueltas a la noria, arrastra el ala!
rosa que alegra el aire al sol que asoma
de aires te deja ¡estúpida conseja!
y ven en la olla negra a echar tu aroma.
Alma, que dulcemente te consumes,
y en esta muerte ves sabrosa suerte,
¡almas abajo,abajo los perfumes!

la vida es un molino:
hay que ganar el pan y hacer el vino.
Ya sé que vas sangrando y malherida,
y a cada gota de tu sangre brota
una cruz de jacinto florecida.
Ya sé que a cada noche alzas el vuelo
a las estrellas y que bajas de ellas
con un dolor tan grande corno el cielo.
Morir es un deleite:
pero un tirano nos echó a la vida,
y a la terrible lámpara encendida,
¡alma infeliz! hay que nutrir de aceite.
¡Hala, alma, hala!
¡da vueltas a la noria, arrastra el ala!



Roque Dalton García

el gran despecho

-- de Roque Dalton García --

País mío no existes
sólo eres una mala silueta mía
una palabra que le creí al enemigo
antes creía que solamente eras muy chico
que no alcanzabas a tener de una vez
norte y sur
pero ahora sé que no existes
y que además parece que nadie te necesita
no se oye hablar a ninguna madre de ti
ello me alegra
porque prueba que me inventé un país
aunque me deba entonces a los manicomios
soy pues un diosecillo a tu costa
(quiero decir: por expatriado yo
tú eres ex-patria)



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Ariiba