Buscar Poemas con Alabanza


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Se han encontrado 20 poemas con la palabra alabanza

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Lope de Vega

la muerte para aquél será terrible

-- de Lope de Vega --

La muerte para aquél será terrible
con cuya vida acaba su memoria,
no para aquél cuya alabanza y gloria
con la muerte morir es imposible.
Sueño es la muerte y paso irremisible,
que en nuestra universal humana historia
pasó con felicísima vitoria
un hombre que fue dios incorruptible.
Nunca de suyo fue mala y culpable
la muerte a quien la vida no resiste;
al malo, aborrecible; al bueno, amable.
No la miseria en el morir consiste;
solo el camino es triste y miserable,
y si es vivir, la vida sola es triste.

Poema la muerte para aquél será terrible de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

El cabello tendido por el manto

-- de Lope de Vega --

El cabello tendido por el manto,
que humilde el sol para corona estima,
María llega a que en su prima imprima,
amor los brazos, que ella baña en llanto.
«Bendito el fruto de tu vientre santo»,
dice Isabel a su querida prima,
y ella responde: «Mi humildad sublima
Dios, que por ella me engrandece tanto».
El monte se conmueve a su alabanza,
y los pastores tan alegremente,
que reventaba por hablar un mudo.
Juan de contento salta, baila y danza,
que el maestro que entonces tiene enfrente,
es el más primo que tocar le pudo.

Poema El cabello tendido por el manto de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Hija del tiempo, que en el Siglo de oro

-- de Lope de Vega --

Hija del tiempo, que en siglo de oro
viviste hermosa y cándida en la tierra,
de donde la mentira te destierra
en esta fiera edad de hierro y lloro;

santa Verdad, dignísimo decoro
del mismo cielo, que tu sol encierra,
paz de nuestra mortal perpetua guerra
y de los hombres el mayor tesoro;

casta y desnuda virgen, que no pudo
vencer codicia, fuerza ni mudanza,
del sol de Dios ventana cristalina;

vida de la opinión, lengua del mundo.
Mas ¿qué puedo decir en tu alabanza
si eres el mismo Dios, Verdad divina?

Poema Hija del tiempo, que en el Siglo de oro de Lope de Vega con fondo de libro

Manuel González Prada

Adónde vas tan hermosa

-- de Manuel González Prada --

¿Adónde vas tan hermosa,
con beldad tan sobrehumana,
que pareces una diosa?

Por la campiña olorosa,
bajo el Sol de la mañana
¿Adónde vas tan hermosa?

Irradiación tan gloriosa
de tus pupilas emana
que pareces una diosa.

Con pie que vuela y no posa,
igualándote con Diana
¿Adónde vas tan hermosa?

Picaflor y mariposa
te repiten: -«Salve, hermana,
que pareces una diosa».

Todo ser y toda cosa
te preguntan: -«Soberana
¿Adónde vas tan hermosa?

Fuera alabanza injuriosa
llamarte reina o sultana,
que pareces una diosa.

Con esos labios de rosa,
con ese talle de liana
¿Adónde vas tan hermosa
que pareces una diosa?



Pablo Neruda

soneto xcviii cien sonetos de amor (1959) noche

-- de Pablo Neruda --

Y esta palabra, este papel escrito
por las mil manos de una sola mano,
no queda en ti, no sirve para sueños,
cae a la tierra: allí se continúa.
No importa que la luz o la alabanza
se derramen y salgan de la copa
si fueron un tenaz temblor del vino,
si se tiñó tu boca de amaranto.
No quiere más la sílaba tardía,
lo que trae y retrae el arrecife
de mis recuerdos, la irritada espuma,
no quiere más sino escribir tu nombre.
Y aunque lo calle mi sombrío amor
más tarde lo dirá la primavera.



José Ángel Buesa

soneto (de félix arvers)

-- de José Ángel Buesa --

Nadie conoce mi amor secreto:
no lo conoce ni quien lo inspira;
y es tan humilde que a nada aspira,
pues su constancia no tiene objeto.
Mi amor se escuda tras mi respeto;
respiro el aire que ella respira,
y ella me habla y ella me mira,
sin que descubra mi amor discreto.
Porque, entre el coro de la alabanza
que se prolonga sobre su huella,
mi amor suspira sin esperanza;
y tanto ignora mis sueños vanos,
que si estos versos van a sus manos,
tal vez pregunte: «¿quién será ella?»



Juan Cruz Varela

A don Martín Rodríguez

-- de Juan Cruz Varela --

No fue ilusoria, no, nuestra esperanza
cuando creímos, Rodríguez, que algún día,
de tu mano a la patria le vendría
la gloria, el honor y la alabanza.

Tú has roto, sí, la poderosa lanza
que la atroz Discordia embrazado había;
y tú de la ominosa, bárbara anarquía
alcanzaste la más feliz venganza.

De la paz augusta el símbolo sagrado,
la oliva y el laurel de la victoria,
tu prudencia y esfuerzo se han ganado.

Tu nombre en los anales de la historia
celebrado será; y en nuestros pechos
graba la gratitud tus nobles hechos.



Medardo Ángel Silva

Philosophia

-- de Medardo Ángel Silva --

Al borde de la vida sentémonos, ¡oh Mía!
y miremos correr las horas pasajeras;
¡dulce es el sol fugaz!, bendigamos el día
y confiemos en El que hizo las primaveras.

Comamos nuestro pan, bebamos nuestro vino
y reciba el Señor nuestra diaria alabanza:
podrá ser duro el golpe del adverso Destino
pero quedan las alas: ¡nos queda la Esperanza!

Dejemos el camino a los que tienen prisa;
a nosotros nos basta un beso, una sonrisa...
El tesoro mental pródigamente damos

y no guardamos nada porque nada tenemos...
Y menos nos inquieta el saber donde vamos
pues el Amor nos dice que juntos marcharemos...



Meira Delmar

mármol

-- de Meira Delmar --

Instalado en el aire de su excelsa belleza
el mancebo vigila el furor enemigo.
La tersa superficie del cuerpo nos revela
el salto de la sangre por las venas henchidas,
el inminente golpe de la piedra que el vuelo
emprenderá cortando el azul impasible.
Ahora calla la tierra. Nada
se mueve hoja o nube
en el dorado ámbito del día.
Lo rodea el silencio como al lirio el aroma:
no se atreve a tocarlo la alabanza.
!--Img



Meira Delmar

alabanza del día

-- de Meira Delmar --

Por ti la mariposa en el liviano
paisaje de la brisa detenida.
Y en cada mariposa, repetida,
la danza de colores del verano.
El cielo más azul y más cercano;
más alta la canción y más ardida
la frente de la rosa sostenida
en la palma dorada de tu mano.
Ordenas el azahar, la luz, el vuelo
de la alondra en el alba, y el desvelo
de los ángeles niños del rocío.
El tiempo te rodea, dulcemente.
Y pasas sin pasar, extrañamente,
lo mismo que la música de un río.
!--Img



Julio Arboleda

Infeliz del que busca

-- de Julio Arboleda --

El infeliz del que busca en la apariencia
la dicha y en la efímera alabanza,
y muda de opinión con la mudanza
de la versátil pública conciencia!

El presente es su sola providencia;
cede al soplo del viento que le lanza
al bien sin fe y al mal sin esperanza;
que en errar con el mundo está su ciencia.

¡Y feliz el varón independiente
que, libre de mundana servidumbre,
aspira entre dolor y pesadumbre

A la eterna verdad, no a la presente,
conociendo que el mundo y sus verdades
son sólo vanidad de vanidades!



Julio Flórez

Todo nos llega tarde

-- de Julio Flórez --

Poem

Todo nos llega tarde... ¡Hasta la muerte! Nunca se satisface ni alcanza la dulce posesión de una esperanza cuando el deseo acósanos más fuerte.

Todo puede llegar: pero se advierte que todo llega tarde: la bonanza, después de la tragedia: la alabanza cuando ya está la inspiración inerte.

La justicia nos muestra su balanza cuando su siglos en la Historia vierte el Tiempo mudo que en el orbe avanza;

Y la gloria, esa ninfa de la suerte, solo en las sepulturas danza. Todo nos llega tarde... ¡Hasta la muerte!



Fernando de Herrera

A Alfonso Ramírez de Arellano

-- de Fernando de Herrera --

Alfonso, vuestro noble y grave canto,
con quien de eternos giros la armonía
asuena, celebrar de la luz mía
debiera la belleza que honro y canto;

que yo la dura fuerza de mi llanto
muestro, y mal fiero y la ponzoña fría,
y el bien que a mi esperanza se desvía,
cuando en cuitoso son la voz levanto.

No que a mi nombre humilde diera gloria,
que ya osa alzar igual por vos la frente,
a quien ilustra el Arno, grato al cielo;

mas estimar si puedo esta memoria
verá el ilustre reino de Occidente
cuánto en vuestra alabanza ensalzo el vuelo.



Fernando de Herrera

Pues la flor do crecía mi esperanza

-- de Fernando de Herrera --

Pues la flor do crecía mi esperanza
quemó duro rigor de ingrato hielo,
y a mi ardiente deseo negó el cielo
de fortuna mejor más confianza,

do el sol con tibio rayo tarde alcanza,
y luenga sombra ofende el mustio suelo,
daré ausente, olvidado, sin consuelo,
a mi injusta osadía igual venganza.

Mas no sufre la fuerza que padezco
tan corta paga en tanto atrevimiento;
que en la ausencia el dolor es menos fiero.

Llega ya a estrecho tal, que no merezco
alabanza ni culpa en mi tormento;
tanto es grande mi mal, que desespero.



Francisco de Quevedo

parnaso español 28

-- de Francisco de Quevedo --

Séneca, el responder hoy de repente
a tu razonamiento prevenido,
gloria es de tu enseñanza que ha podido
formar mi lengua contra ti elocuente.
A lo que yo te debo aún no es decente
eso que de mi mano has recibido;
y, para lo que a mí me debo, ha sido
empezar a premiarte escasamente.
Quieres, a costa de la fama mía,
que alaben tu modestia y tu templanza,
y que acusen mi avara hidropesía.
El premio, pues, debido a mi enseñanza
goza, porque el volvérmele este día
y no admitirle yo, no sea alabanza.



Francisco de Quevedo

parnaso español 7

-- de Francisco de Quevedo --

Descortésmente y cauteloso el hado,
vuestro valor, ¡oh duque esclarecido!,
solícito envidioso y, atrevido,
logró apenas lo mal intencionado.
Por derribaros, de soberbia armado,
diligencia en que estrellas han perdido
la silla, el animal enfurecido
más alabanza os dio que os dio cuidado.
Poca le pareció su valentía
al toro, presunción de la ribera,
para desalentar vuestra osadía.
Vuestro caballo os duplicó la fiera;
mas en vos vencen arte y valentía,
juntas a la que os lleva y os espera.



Francisco de Quevedo

A Celestina

-- de Francisco de Quevedo --

Yace en esta tierra fría,
Digna de toda crianza,
La vieja cuya alabanza
Tantas plumas merecía.

No quiso en el cielo entrar
A gozar de las estrellas,
Por no estar entre doncellas
Que no pudiese manchar.



José Joaquín de Mora

Imitación de Lord Byron

-- de José Joaquín de Mora --

Luzbel creyó que el orbe de la tierra
su personal esmero requería;
sube y observa la demencia impía
que arma a los hombres en nefanda guerra.

Sangre a ríos inunda valle y sierra;
roba el cañón la claridad del día;
muere en los brazos de la madre pía
la prenda cara que su dicha encierra.

Y en tan atroz desorden y locura,
al homicida, al robador exalta
gloria falaz, con alabanza impura.

Luzbel de un brinco al horno averno salta;
«nuestra victoria (dice) está segura;
arriba, por ahora, no hago falta».



Clemente Althaus

La virgen María

-- de Clemente Althaus --

¿Qué digna lengua la alabanza entona
de la que, siendo madre, fue doncella?
La adora el ángel, y se mira en ella
cada divina liberal Persona.

Es diamante sin par de su corona
cada más pura rutilante estrella;
luna y sol su triunfante planta huella,
y es el arco Iris su listada zona.

Alégrate y espera, estirpe humana
que Ésta, del cielo reina poderosa,
de los nobles querubes soberana;

Esta, madre de Dios, de Dios esposa,
no ángel, nació mujer y nuestra hermana,
y en rogar por nosotros no reposa.



Clemente Althaus

A Dios (1 Althaus)

-- de Clemente Althaus --

Tal vez a celebrarte
me arrastra ardiente irresistible afecto:
mas, vanos numen y arte,
remeda mi imperfecto,
canto el zumbido de volante insecto.
En corto labio humano
mal el loor de tus grandezas cabe;
en Sión y a ti cercano,
el serafín te alabe;
mas ni él loarte dignamente sabe.
Loores y armonías
dignas de ti no tiene lo creado;
solo de ti podrías
en suficiente grado,
pues en él te conoces, ser loado.
Mas de tu crïatura,
que en destierro que alivia la esperanza,
de tu santa luz pura
tenue vislumbre alcanza,
sea humilde silencio la alabanza.



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