Buscar Poemas con Ahuyentar


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Se han encontrado 4 poemas con la palabra ahuyentar

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Líber Falco

El abismo

-- de Líber Falco --

Estoy debajo de mis sueños.
Ya ni estrellas ni pájaros nocturnos
levantarán mi canto.

Puente de plata y oro es el amor.

Amada, tú eras el único asidero
pero yo he mirado al abismo
donde ondula (libre de nosotros)
el limo de mis sueños y tus sueños.

Desde entonces ah!
qué solo estoy en la tierra.
Y tú, qué sola.
No lo sabes y disuelves tus lágrimas en risas.
Desde entonces,
cuando apoyo mi frente
en el tibio regazo de tu seno,
algo quiero olvidar que no conozco todavía.
Y crece mi ternura para ahuyentar el miedo.

Lejana erra mi alma
y en sus flancos llueve la tristeza.
Deja que te llore y que me llore allá...

Poema El abismo de Líber Falco con fondo de libro

Gustavo Adolfo Bécquer

rima lxiii

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

Como enjambre de abejas irritadas,
de un obscuro rincón de la memoria
salen a perseguirnos los recuerdos
de las pasadas horas.
Yo los quiero ahuyentar. ¡Esfuerzo tan inútil!
me rodean, me acosan,
y unos tras otros a clavarme vienen
el agudo aguijón que el alma encona.

Poema rima lxiii de Gustavo Adolfo Bécquer con fondo de libro

Juan Nicasio Gallego

En los campos de Vergara

-- de Juan Nicasio Gallego --

¿Qué inusitada aclamación festiva
convierte el gozo de mi patria en duelo?
¿Por qué de mar a mar con raudo vuelo
suena sin fin centuplicado el viva?

La Paz, sí: ¿no la veis, de fresca oliva
la sien ordena, descender del cielo,
en su diestra agitar cándido velo,
y ahuyentar la Discordia vengativa?

¡Oh momento feliz! Su horrible tea
de la nación magnánima española
maldita siempre y execrada sea;

y anuncie el blanco lino que hoy tremola
y en que la cifra de Isabel campea,
un grito, un pensamiento, un alma sola.

Poema En los campos de Vergara de Juan Nicasio Gallego con fondo de libro

Julio Herrera Reissig

La casa de Dios

-- de Julio Herrera Reissig --

Flamante con sus gafas sin muchos retintines,
ataca a sus enfermos el médico cazurro:
al bien forrado —es lógico— lo cura con latines,
y en cuanto al pobre —rápido— receta desde el burro...

Como antes, la acequia comenta en parlanchines
borbollones el mismo confidencial susurro;
la orquesta del Casino, de un arpa y tres flautines,
descerraja una polca contra el coro baturro.

El pueblo ronca viejas credenciales de gloria:
bastiones y acueductos con sus barbas de historia,
una escuela sin bancos y un hospicio en la cumbre,

criptas y humilladeros con medrosos retablos...
Y en los mismos dinteles, bajo un fanal sin lumbre,
una gran cruz de fierro para ahuyentar los diablos.



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