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-- de José Tomás de Cuellar --
Oh! dichosos mil veces! sí, dichosos
Los que podeis llorar: y ¡ay! sin ventura
De mí, que entre suspiros angustiosos
Ahogar me siento en infernal tortura.
ESPRONCEDA.
EN este corazón que vertió pródigo
Torrentes de ufanía,
Oue se sintió inundado
Por el néctar riquísimo y preciado
De la enaltada copa de ambrosía;
En este corazón feliz, risueño,
Poema "Canto fúnebre" de José Tomás de Cuellar
-- de Federico García Lorca --
Amigo,
levántate para que oigas aullar
al perro asirio.
Las tres ninfas del cáncer han estado bailando,
hijo mío.
Trajeron unas montañas de lacre rojo
y unas sábanas duras donde estaba el cáncer dormido.
El caballo tenía un ojo en el cuello
y la luna estaba en un cielo tan frío
que tuvo que desgarrarse su monte de Venus
y ahogar en sangre y ceniza los cementerios antiguos.
Amigo,
despierta, que los montes todavía no respiran
y las hierbas de mí corazón están en otro sitio.
No importa que estés lleno de agua de mar.
Yo amé mucho tiempo a un niño
que tenía una plumilla en la lengua
y vivimos cien años dentro de un cuchillo.
Despierta. Calla. Escucha. Incorpórate un poco.
El aullido
es una larga lengua morada que deja
hormigas de espanto y licor de lirios.
Ya vienen hacia la roca. ¡No alargues tus raíces!
Se acerca. Gime. No solloces en sueños, amigo.
¡Amigo!
Levántate para que oigas aullar
al perro asirio.
Poema "Paisaje con dos tumbas y un perro asirio" de Federico García Lorca
-- de Carolina Coronado --
Tú pensaste que el mar era tu cuna
y te adormiste en él tranquilamente,
no ha sido para ti poca fortuna
despertar en la gloria de repente.
¡Hija del alma! no hay vida ninguna
que no arrostre el furor de una corriente
y si nos ha de ahogar ¡ay! la del llanto,
la del mar es mejor... ¡No amarga tanto!
Poema "en un álbum poético para una niña que se ahogó en el mar" de Carolina Coronado