Buscar Poemas con Afloja


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Se han encontrado 10 poemas con la palabra afloja

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Góngora

Ya no más, ceguezuelo hermano,

-- de Góngora --

Ya no más, ceguezuelo hermano,
Ya no más.

Baste lo flechado, Amor,
Más munición no se pierda;
Afloja al arco la cuerda
Y la causa a mi dolor;
Que en mi pecho tu rigor
Escriben las plumas juntas,
Y en las espaldas las puntas
Dicen que muerto me has.

Ya no más, ceguezuelo hermano,
Ya no más.

Para el que a sombras de un robre
Sus rústicos años gasta,
El segundo tiro basta,
Cuando el primero no sobre;
Basta para un zagal pobre
La punta de un alfiler;
Para Bras no es menester
Lo que para Fierabrás.

Ya no más, ceguezuelo hermano,
Ya no más.

Tan asaeteado estoy,
Que me pueden defender
Las que me tiraste ayer
De las que me tiras hoy;
Si ya tu aljaba no soy,
Bien a mal tus armas echas,
Pues a ti te faltan flechas
Y a mí donde quepan más.

Ya no más, ceguezuelo hermano,
Ya no más.

Poema Ya no más, ceguezuelo hermano, de Góngora con fondo de libro

Gutierre de Cetina

como al que grave mal tiene doliente

-- de Gutierre de Cetina --

Después de haber con la paciencia larga
faltado la virtud, que el mal se alarga,
la rabia y el dolor hace impaciente;
y como cuando afloja el accidente,
la lengua el pesar la culpa carga,
la conciencia se duele, el alma amarga,
y de cuanto ha hablado se arrepiente.
Así en la furia yo de aquel tormento
que me causáis, me quejo y me maldigo,
y ruego a dios que cual me veis os vea.
Después me reconozco y arrepiento,
mas no puedo hacer, por más que digo,
que lo que dije ya, dicho no sea.

Poema como al que grave mal tiene doliente de Gutierre de Cetina con fondo de libro

Gutierre de Cetina

a don luis de cotes, obispo de empurias

-- de Gutierre de Cetina --

Ando siempre, señor, de pena en pena,
de llanto en llanto y de uno en otro fuego;
ni por andar ni por tener sosiego
dolor afloja o mi fortuna es buena.
El alma de años ya y de daños llena,
que ciega nuestros apetitos ciego
debría volver de tan dañoso juego
a vida más tranquila y más serena.
Si el alma misma es causa de su daño,
¿por qué la causa? y si la fuerza el hado,
el arbitrio ¿qué es del?, ¿qué libre tiene?
pues yo no sé entender mal tan extraño,
suplícoos me digáis de este pecado
quién es primera causa o dónde viene.

Poema a don luis de cotes, obispo de empurias de Gutierre de Cetina con fondo de libro

Miguel Unamuno

Al amor de la lumbre

-- de Miguel Unamuno --

Dulcissime vanus Homems

Al amor de la lumbre cuya llama
como una cresta de la mar ondea.
Se oye fuera la lluvia que gotea
sobre los chopos. Previsora el ama

supo ordenar se me temple la cama
con sahumerio. En tanto la Odisea
montes y valles de mi pecho orea
de sus ficciones con la rica trama

preparándome el sueño. Del castaño
que más de cien generaciones de hoja
criara y vio morir, cabe el escaño

abrasándose el tronco con su roja
brasa me reconforta. ¡Dulce engaño
la ballesta de mi inquietud afloja!



Miguel Unamuno

A Mercurio cristiano

-- de Miguel Unamuno --

Oh cristiano Mercurio, de ti impetro
una patria feliz, pues de ti Marte
dependiendo su espada ha de ofrendarte;
ese que empuñas, formidable cetro

el de lira y afloja sutil metro
rige á la tierra; sobre tu baluarte
brilla la cruz en el áureo estandarte
de esa tu religión de pacto retro.



Miguel Unamuno

El lirio negro

-- de Miguel Unamuno --

El negro lirio del jardín monástico,
aquel que conocía tu congoja,
rinde su copa pues ya no la moja
ni de tu frente el sudor escolástico

ni el llanto de tus ojos eclesiástico,
desde que vistes esa capa roja
bajo la cual picado se te afloja
aquel cordón que hiciste tan elástico.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 42

-- de Francisco de Quevedo --

A fuego y sangre, fiero pensamiento,
has contra mí la guerra pregonado,
y con verme rendido y acabado,
no quieres hacer tregua de un momento.
¿Qué has de ganar en este vencimiento,
sino infamia de haberle procurado
contra quien vive tan desconfiado
del ajeno favor y propio aliento?
la cuerda del dolor afloja un poco;
déjame respirar, duro enemigo,
y goza del placer de atormentarme.
Multiplica mi daño poco a poco,
y el airado rigor templa conmigo,
pues que te has de acabar con acabarme.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 33

-- de Francisco de Quevedo --

Aguarda, riguroso pensamiento,
no pierdas el respeto a cuyo eres.
Imagen, sol o sombra, ¿qué me quieres?
déjame sosegar en mi aposento.
Divina tirsis, abrasarme siento:
sé blanda como hermosa entre mujeres;
mira que ausente, como estás, me hieres;
afloja ya las cuerdas al tormento.
Hablándote a mí solas me anochece:
contigo anda cansada el alma mía;
contigo razonando me amanece.
Tú la noche me ocupas y tú el día:
sin ti todo me aflige y entristece,
y en ti mi mismo mal me da alegría.



Francisco de Quevedo

Soneto amoroso (Aguarda, riguroso pensamiento)

-- de Francisco de Quevedo --

Aguarda, riguroso pensamiento,
no pierdas el respeto a cuyo eres.
Imagen, sol o sombra, ¿qué me quieres?
Déjame sosegar en mi aposento.

Divina Tirsis, abrasarme siento;
sé blanda como hermosa entre mujeres;
mira que ausente como estás me hieres;
afloja ya las cuerdas al tormento.

Hablándote a mis solas me anochece;
contigo anda cansada el alma mía;
contigo razonando me amanece.

Tú la noche me ocupas y tú el día;
sin ti todo me aflige y entristece
y en ti mi mismo mal me da alegría.



Claudio Rodríguez

don de la ebriedad i

-- de Claudio Rodríguez --

i
siempre la claridad viene del cielo;
es un don: no se halla entre las cosas
sino muy por encima, y las ocupa
haciendo de ello vida y labor propias.
Así amanece el día; así la noche
cierra el gran aposento de sus sombras.
Y esto es un don. ¿Quién hace menos creados
cada vez a los seres? ¿qué alta bóveda
los contiene en su amor? ¡si ya nos llega
y es pronto aún, ya llega a la redonda
a la manera de los vuelos tuyos
y se cierne, y se aleja y, aún remota,
nada hay tan claro como sus impulsos!
oh, claridad sedienta de una forma,
de una materia para deslumbrarla
quemándose a sí misma al cumplir su obra.
Como yo, como todo lo que espera.
Si tú la luz te la has llevado toda,
¿cómo voy a esperar nada del alba?
y, sin embargo esto es un don, mi boca
espera, y mi alma espera, y tú me esperas,
ebria persecución, claridad sola
mortal como el abrazo de las hoces,
pero abrazo hasta el fin que nunca afloja.



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