Buscar Poemas con Adormecido


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Se han encontrado 9 poemas con la palabra adormecido

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Olegario Víctor Andrade

El orto

-- de Olegario Víctor Andrade --

(imitación de Longfellow)

Surgió del hondo mar adormecido
un viento vagabundo,
diciendo a las tinieblas: ¡Recogeos,
que ya despierta el mundo!

Pasó sobre los buques que veleros
rompen la onda sonora
gritándoles: ¡arriba, marineros,
que ya viene la aurora!

Se internó por la selva obscura y fría
poblada de visiones,
¡despertad! — murmurando, — ¡viene el día
germinador de frutos y pasiones!

A los añosos troncos de ancha copa
y gigantesca talla:
"De verdes hojas desplegad al aire
el pendón de batalla!"

Al ave que dormita en la espesura
el ala entumecida:
"Batid el vuelo, que se acerca el alba,
el ave de la vida!"

Al gallo vigilante de la choza
perdida en la llanura:
"Cantad, cantad que avanza el enemigo
de la tiniebla obscura!"

A la espiga del campo doblegada
al peso de su grano:
"La aurora, vuestra hermana, se levanta
tras el monte lejano!"

Al viejo campanario de la aldea
con lengua de metal: "Cantad el día"
y a los muertos del triste cementerio:
"Dormid, dormid, no es tiempo todavía!"

Poema El orto de Olegario Víctor Andrade con fondo de libro

Garcilaso de la Vega

SONETO XXXIV

-- de Garcilaso de la Vega --

Gracias al cielo doy que ya del cuello
del todo el grave yugo ha desasido,
y que del viento el mar embravecido
veré desde lo alto sin temello;

veré colgada de un sutil cabello
la vida del amante embebecido
en su error, en engaño adormecido,
sordo a las voces que le avisan dello.

Alegrárame el mal de los mortales,
y yo en aquesto no tan inhumano
seré contra mi ser cuanto parece:

alegraréme , como hace el sano,
no de ver a los otros en los males,
sino de ver que dellos él carece.

Poema SONETO XXXIV de Garcilaso de la Vega con fondo de libro

Garcilaso de la Vega

Gracias al cielo doy que ya del cuello

-- de Garcilaso de la Vega --

Gracias al cielo doy que ya del cuello
del todo el grave yugo he sacudido,
y que del viento el mar embravecido
veré desde lo alto sin temello;

Veré colgada de un sutil cabello
la vida del amante embebecido
en su error, y en su engaño adormecido,
sordo a las voces que le avisan dello.

Alegraráme el mal de los mortales;
mas no es mi corazón tan inhumano
en aquesta opinión como parece,

porque yo huelgo, como huelga el sano,
no de ver a los otros en aquellos males,
sino de ver que dellos él carece.

Poema Gracias al cielo doy que ya del cuello de Garcilaso de la Vega con fondo de libro

Manuel Reina

La Diana

-- de Manuel Reina --

(DE HEINE.)

Toca, toca el tambor y pierde el miedo,
y abraza a la preciosa cantinera;
éste es el gran sentido de los libros,
ésta es la ciencia.

¡Que tu tambor al mundo adormecido
de su sueño despierte!
¡Joven, toca con fuerza la diana!
¡Siempre adelante y a tambor batiente!

Ésta es de Hegel la profunda ciencia,
éste es el gran sentido de los libros.
Yo los he comprendido a maravilla;
soy buen tambor y aprovechado chico.



Francisco de Quevedo

parnaso español 41

-- de Francisco de Quevedo --

Más escarmientos dan al ponto fiero
(si atiendes) la bonanza y el olvido,
que el peligro y naufragio prevenido
y el enojo del euro más severo.
Ansí, cuando, cortés y lisonjero,
noto tus velas mueva adormecido,
y sirva, por tus gavias extendido,
de líquido y sonoro marinero,
entonces, ¡oh mirtilo!, desvelados
en la milicia de la calma ociosa,
tus sentidos irán y tus cuidados.
Menos dulce es la paz que peligrosa;
no salgas, no, a recibir los hados;
tarda, con advertencia peligrosa.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 7

-- de Francisco de Quevedo --

Pues eres sol, aprende a ser ausente
del sol, que aprende en ti luz y alegría;
¿no viste ayer agonizar el día
y apagar en el mar el oro ardiente?
luego se ennegreció, mustio y doliente,
el aire adormecido en sombra fría;
luego la noche, en cuanta luz ardía,
tantos consuelos encendió el oriente.
Naces, aminta, a silvio del ocaso
en que me dejas sepultado y ciego;
sígote oscuro con dudoso paso.
Concédele a mi noche y a mi ruego,
del fuego de tu sol, en que me abraso,
estrellas, desperdicios de tu fuego.



Francisco Villaespesa

el reloj

-- de Francisco Villaespesa --

Tardes de paz... Monotonía
de lluvia en las vidrieras...
Se extingue el humo gris del día...
¿En dónde están mis primaveras?

la lluvia es una fantasía,
de misteriosas encajeras...
Tú, que tejiste mi alegría,
¿tras qué cristal mi vuelta esperas...?

Lentas deslízanse en la alfombra
las tocas negras de la sombra;
viuda que no falta a la cita...

Igual que un pecho adormecido
el reloj tímido palpita...
¡Oh juventud! ¿dónde te has ido...?



José Martí

a un clasicista que habló de suicidarse

-- de José Martí --

A un anciano abatido
avive el buen cristiano
el seso adormecido,
ponga al hierro mortífero la mano,
mas no a la sien insano,
sino a tierra, en arado convertido.
Mírese por el suelo
el vasto cráneo roto,
tinto en su sangre el pudoroso velo
de sus hijas, y al soto
el cuerpo echado, el alma opaca al cielo.
Y mire al reluciente
señor, de ira vestido,
y de luz de relámpagos, la frente
nublar de oro encendido
y cielo abajo echar al impaciente.
Y corno desraigado
roble del alto erebo
mírese por los vientos arrastrado
y deshecho, y de nuevo
por prófugo a la vida condenado.
Pues ¿cómo en el remanso
sabroso de la muerte
derecho igual al plácido descanso
tendrán el alma fuerte
y la cobarde, el réprobo y el manso?



Clemente Althaus

Éxtasis (Althaus)

-- de Clemente Althaus --

Sobre el vasto universo adormecido
brilla en silencio la serena luna;
duerme la mar cual plácida laguna,
y suspenden las auras su gemido.

Todo calla en redor: ningún rüido
de la naturaleza, voz ninguna
de los dormidos hombres importuna,
en tanta paz, el solitario oído.

Y en la profunda misteriosa calma
de la tierra, del aire y océano,
el oído interior levanta el alma;

y poseída de ferviente anhelo,
oír espera algún rumor lejano
de la inefable música del cielo.



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