Buscar Poemas con Adoran


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Se han encontrado 5 poemas con la palabra adoran

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Rafael María Baralt

A Dios I

-- de Rafael María Baralt --

Perlas son de tu manto las estrellas;
tu corona los soles que al vacío
prendió tu mano, y de tu imperio pío
espada y cetro al par son las centellas.

Por el éter y el mar andas sin huellas;
y cuando el huracán suelta bravío
sus mil voces de un polo al otro frío,
con tu voz inmortal sus labios sellas.

Doquiera estás; doquier llevan tu nombre
mares, desiertos, bosques y palacios,
cielos y abismos, el animal, el hombre.

Aunque estrechos la mente y los espacios
te llevan, ¡oh Señor!, sin contenerte;
te adoran, ¡oh Señor!, sin conocerte.

Poema A Dios I de Rafael María Baralt con fondo de libro

Manuel María Flores

adiós

-- de Manuel María Flores --

Adiós para siempre, mitad de mi vida,
un alma tan sólo teníamos los dos;
mas hoy es preciso que esta alma divida
la amarga palabra del último adiós.

¿Por qué nos separan? ¿no saben acaso
que pasa la vida cual pasa la flor?
cruzamos el mundo como aves de paso...
Mañana la tumba, ¿por qué hoy el dolor?

¿la dicha secreta de dos que se adoran
enoja a los cielos, y es fuerza sufrir?
¿tan sólo son gratas las almas que lloran
al torvo destino?... ¿La ley es morir?...

¿Quién es el destino?... Te arroja a mis brazos,
en mi alma te imprime, te infunde en mi ser,
y bárbaro luego me arranca a pedazos
el alma y la vida contigo... ¿Por qué?

adiós... Es preciso. No llores... Y parte.
La dicha de vernos nos quitan no más;
pero un solo instante dejar de adorarte,
hacer que te olvide, ¿lo pueden? ¡jamas!

con lazos eternos nos hemos unido;
en vano el destino nos hiere a los dos...
¡Las almas que se aman no tienen olvido,
no tienen ausencia, no tiene adiós!

Poema adiós de Manuel María Flores con fondo de libro

Julio Herrera Reissig

el secreto

-- de Julio Herrera Reissig --

Se adoran. Timo atiende solícita al gobierno
de su casuca blanca. Bion, a sus pocas reses.
Y bajo la tutela de días sin reveses,
amor retoza y medra como un cabrito tierno.

Con casta dicha, timo, en el claustro materno,
siente latir un nuevo corazón de tres meses...
Y sueña, en sus oscuros arrobos montañeses,
que la penetra un rayo del dinamismo eterno.

Ante el amante, presa de ardores purpurinos,
se turba y el secreto tiembla en sus labios rojos:
huye, torna, sonríe, se oculta entre los pinos...

Bion calla, pero apenas descifra sus sonrojos
la estrecha, y en un beso pone el alma en sus ojos
donde laten los últimos ópalos vespertinos.

Poema el secreto de Julio Herrera Reissig con fondo de libro

Francisco Sosa Escalante

A Clementina (Sosa Escalante II)

-- de Francisco Sosa Escalante --

Y partes, golondrina emigradora,
Y por otra region á Anáhuac dejas?
Comprendes que te adoran, y te alejas
Sin ver que el alma por tu ausencia llora.

Mañana, cuando brille de la aurora
El sonrosado albor, junto á tus rejas
En vano tu cantor sus tristes quejas
A repetirte volverá, señora.

¡Cuánto es amargo del adios postrero
El eco triste que en el alma suena
En este del partir instante fiero!

¿Cómo la vida trascurrir serena
Veré, sin escuchar el hechicero
Arrullo de tu voz de encanto llena?



José Joaquín de Olmedo

Oración de la infancia

-- de José Joaquín de Olmedo --

Señor, tu nombre santo
celebra la voz mía
en armonioso canto,
cuando brilla la luz del nuevo día.

Tú mandaste a tu sol que disipara
las sombras de la noche, y obediente
por la inflamada esfera
emprende su magnífica carrera.

Vida, belleza, acción, todos los seres
recobran ya; la tierra se engalana
de flores, y presenta
una nueva creación cada mañana.

Señor, tu nombre santo
celebra la voz mía
en armonioso canto,
cuando brilla la luz del nuevo día.

El sol llena los cielos,
y del trono gobierna
los astros que su marcha
siguen cumpliendo con su ley eterna.

Así también, oh Dios, pues el Sol eres
verdadero del mundo, ocupa, enciende
todos los corazones,
y dirige a tu ley nuestras acciones.

Si te es grata la voz de la inocencia,
escúchanos, Señor, bajo tus alas
pon a los que te adoran
y tu luz, tu piedad, tu gracia imploran.

Señor, tu nombre santo
celebra la voz mía
en armonioso canto,
cuando brilla la luz del nuevo día.



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