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Se han encontrado 7 poemas con la palabra admirable

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Lope de Vega

¡Qué bien se echa de ver, divino Diego

-- de Lope de Vega --

¡Qué bien se echa de ver, divino Diego,
que en Alcalá estudiastes teología,
pues tan divina Cátedra se os fía,
desde a donde enseñáis letras de fuego!
¿Mas cómo sois tan sabio, si sois lego,
pues dos maestros disputando un día,
de tantos argumentos la porfía
controvertida resolvistes luego?
Teólogo salistes admirable
de un libro, cuyas hojas milagrosas
hacen que un alma en todas ciencias hable.
Y entre las que sabéis maravillosas,
mirad si sois filósofo notable,
pues hacéis entender que el pan es rosas.

Poema ¡Qué bien se echa de ver, divino Diego de Lope de Vega con fondo de libro

Gustavo Adolfo Bécquer

rima xl

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

Su mano entre mis manos,
sus ojos en mis ojos,
la amorosa cabeza
apoyada en mi hombro,
¡dios sabe cuántas veces,
con paso perezoso,
hemos vagado juntos
bajo los altos olmos
que de su casa prestan
misterio y sombra al pórtico!
y ayer... Un año apenas,
pasando como un soplo
con qué exquisita gracia
con qué admirable aplomo,
me dijo al presentarnos
un amigo oficioso:
“creo que alguna parte
he visto a usted” ¡ah, bobos
que sois de los salones
comadres de buen tono,
y andáis por allí a caza
de galantes embrollos.
¡Qué historía habéis perdido!
¡qué manjar tan sabroso!
para ser devorado
“soto voce” en un corro,
detrás de abanico
de plumas de oro!
¡discreta y casta luna,
copudos y altos olmos,
paredes de su casa,
umbrales de su pórtico,
callad, y que en secreto
no salga con vosotros!
callad; que por mi parte
lo he vivido todo:
y ella..., Ella..., ¡No hay máscara
semejante a su rostro!

Poema rima xl de Gustavo Adolfo Bécquer con fondo de libro

Manuel Machado

El caballero de la mano en el pecho

-- de Manuel Machado --

Este desconocido es un cristiano
de serio porte y negra vestidura,
donde brilla no más la empuñadura,
de su admirable estoque toledano.

Severa faz de palidez de lirio
surge de la golilla escarolada,
por la luz interior, iluminada,
de un macilento y religioso cirio.

Aunque sólo de Dios temores sabe,
porque el vitando hervor no le apasione
del mundano placer perecedero,

en un gesto piadoso, y noble, y grave,
la mano abierta sobre el pecho pone,
como una disciplina, el caballero.

Poema El caballero de la mano en el pecho de Manuel Machado con fondo de libro

Manuel Reina

Cantar (Reina)

-- de Manuel Reina --

Magnífica es la riqueza;
la libertad, admirable;
la salud, mucho mejor;
y mejor que ésta, mi madre.



Miguel Hernández

8

-- de Miguel Hernández --

8
por tu pie, la blancura más bailable,
donde cesa en diez partes tu hermosura,
una paloma sube a tu cintura,
baja a la tierra un nardo interminable.
Con tu pie vas poniendo lo admirable
del nácar en ridícula estrechura,
y donde va tu pie va la blancura,
perro sembrado de jazmín calzable.
A tu pie, tan espuma como playa,
arena y mar me arrimo y desarrimo
y al redil de su planta entrar procuro.
Entro y dejo que el alma se me vaya
por la voz amorosa del racimo:
pisa mi corazón que ya es maduro.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 45

-- de Francisco de Quevedo --

Espíritu gentil, rara belleza,
valor inmenso, afable cortesía,
dirección admirable, y gallardía
la mayor que se vio, y de más firmeza.
Cendrada lengua, angélica presteza,
desdén esquivo, suma bizarría,
como a vos a ninguna, silvia mía,
jamás lo quiso dar naturaleza.
Sólo el que no ha sabido conoceros
podrá vivir, señora, sin amaros,
y mayor desventura no es posible.
Mas yo, que merecí gozar de veros,
y hallo tanta gloria en contemplaros,
dejaros de adorar es imposible.



José Martí

noche de mayo

-- de José Martí --

Noche de mayo 1
con un astro la tierra se ilumina;
con el perfume de una flor se llenan
las ámbitos inmensos. Como vaga,
misteriosa envoltura, una luz tenue
naturaleza encubre,y una imagen
misma del linde en que se acaba brota
entre el humano batallar. ¡Silencio!
en el color, oscuridad! ¡enciende
el sol al pueblo bullicioso y brilla
la blanca luz de luna!en los ojos
la imagen va,porque si fuera buscan
del vaso herido la admirable esencia,
en haz de aromas a los ojos surge:
y si al peso del párpado obedecen,
¡como flor que al plegar las alas pliega
consigo su perfume, en el solemne
templo interior como lamento triste
la pálida figura se levanta!
divino oficio! el universo entero,
su forma sin perder, cobra la forma
de la mujer amada, y el esposo
ausente, el cielo póstumo adivina
por el casto dolor purificado.
José martí



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