Buscar Poemas con Adelfa


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Se han encontrado 7 poemas con la palabra adelfa

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Federico García Lorca

Remansillo

-- de Federico García Lorca --

Me miré en tus ojos
pensando en tu alma.

Adelfa blanca.

Me miré en tus ojos
pensando en tu boca.

Adelfa roja.

Me miré en tus ojos.
¡Pero estabas muerta!

Adelfa negra.

Poema Remansillo de Federico García Lorca con fondo de libro

Julián del Casal

flores

-- de Julián del Casal --

Mi corazón fue un vaso de alabastro
donde creció, fragante y solitaria,
bajo el fulgor purísimo de un astro
una azucena blanca: la plegaria.
Marchita ya esa flor de suave aroma,
cual virgen consumida por la anemia,
hoy en mi corazón su tallo asoma
una adelfa purpúrea: la blasfemia.

Poema flores de Julián del Casal con fondo de libro

Juan Antonio Pérez Bonalde

A un tirano

-- de Juan Antonio Pérez Bonalde --

¿Por qué la patria sumergida en llanto
por su preciosa libertad suspira?
¿Por qué infeliz, entre congojas, mira
roto en girones su estrellado manto?

¿Por qué en vez de ceñir el lauro santo,
ciñe la adelfa que tristeza inspira?
¿Por qué de gloria en su armoniosa lira
solo vibra la nota del quebranto?...

Es porque un día te confió su honra
la virgen Venezuelay su inocencia
de ignominia cubriste de deshonra!

¡Atrás, profanador! La frente impía
ve en el lodo á ocultar de tu conciencia,
y no avergüences más la patria mía

Poema A un tirano de Juan Antonio Pérez Bonalde con fondo de libro

Federico García Lorca

El paso de la siguiriya

-- de Federico García Lorca --

Entre mariposas negras
va una muchacha morena
junto a una blanca serpiente
de niebla.

Tierra de luz,
cielo de tierra.

Va encadenada al temblor
de un ritmo que nunca llega;
tiene el corazón de plata
y un puñal en la diestra.

¿Adónde vas, siguiriya,
con un ritmo sin cabeza?
¿Qué luna recogerá
tu dolor de cal y adelfa?

Tierra de luz,
cielo de tierra.



Blanca Andreu

yo te di huesos de palomas rojas

-- de Blanca Andreu --

Los muertos odian el número dos.
F. G. Lorca
yo te di huesos de palomas rojas
de palomas que alientan dentro de los rasguños
desdeñoso licor de herida
pequeño peldaño de muerte
atrapé las palomas que habitaban en la sangre alterada de los niños perversos
robé vuelos morados
vuelos de adelfa y alarido
vuelos de arteria y arañazo
espejos
fiestas
del jacinto del sur
yo te di huesos de palomas muy pequeñas
astrolabios de tierno esqueleto
guías luciérnagas y otras luces nerviosas
para que oyeras cómo el fósforo declama los viejos versos del número par
para anclarte a mi noche
para anclarte a mi noche con la cal delicada
yo te di huesos
anclas pequeñitas
para que te encallaras en la sal de las puertas
y dije las palabras que así existen
filtros de melibea
brujas líquidas
o la voz fuerte de rilke el poeta:
retenle
sí retenle.



Blanca Andreu

escucha, escúchame, nada de vidrios verdes o doscientos días

-- de Blanca Andreu --

Escucha, escúchame, nada de vidrios verdes o doscientos días de historia, o de libros
abiertos como heridas abiertas, o de lunas de jonia y cosas así,
sino sólo beber yedra mala, y zarzas, y erizadas anémonas parecidas a flores.
Escucha, dime, siempre fue de este modo,
algo falta y hay que ponerle un nombre,
creer en la poesía, y en la intolerancia de la poesía, y decir niña
o decir nube, adelfa,
sufrimiento,
decir desesperada vena sola, cosas así, casi reliquias, casi lejos.
Y no es únicamente por el órgano tiempo que cesa y no cesa, por lo crecido, para la sonriente,
para mi soledad hecha esquina, hecha torre, hecha leve notario, hecha párvula muerta,
sino porque no hay forma más violenta de alejarse.



Blanca Andreu

di que querías ser caballo esbelto, nombre

-- de Blanca Andreu --

¡eh gritó will la gente corre como
si ya hubiese llegado la tormenta!
¡llegó gritó jim, la tormenta somos
nosotros!
ray bradbury
di que querías ser caballo esbelto, nombre
de algún caballo mítico,
o acaso nombre de tristán, y oscuro.
Dilo, caballo griego, que querías ser estatua desde hace diez mil años,
di sur, y di paloma adelfa blanca,
que habrías querido ser en tales cosas,
morirte en su substancia, ser columna.
Di que demasiadas veces
astrolabios, estrellas, los nervios de los ángeles,
vinieron a hacer música para rilke el poeta,
no para tus rodillas o tu alma de muro.
Mientras la marihuana destila mares verdes,
habla en las recepciones con sus lágrimas verdes,
o le roba a la luz su luz más verde,
te desconoces, te desconoces.



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