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Se han encontrado 30 poemas con la palabra acabar

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Octavio Paz

acabar con todo

-- de Octavio Paz --

v
dame, llama invisible, espada fría,
tu persistente cólera,
para acabar con todo,
oh mundo seco,
oh mundo desangrado,
para acabar con todo.
Arde, sombrío, arde sin llamas,
apagado y ardiente,
ceniza y piedra viva,
desierto sin orillas.
Arde en el vasto cielo, laja y nube,
bajo la ciega luz que se desploma
entre estériles peñas.
Arde en la soledad que nos deshace,
tierra de piedra ardiente,
de raíces heladas y sedientas.
Arde, furor oculto,
ceniza que enloquece,
arde invisible, arde
como el mar impotente engendra nubes,
olas como el rencor y espumas pétreas.
Entre mis huesos delirantes, arde;
arde dentro del aire hueco,
horno invisible y puro;
arde como arde el tiempo,
como camina el tiempo entre la muerte,
con sus mismas pisadas y su aliento;
arde como la soledad que te devora,
arde en ti mismo, ardor sin llama,
soledad sin imagen, sed sin labios.
Para acabar con todo,
oh mundo seco,
para acabar con todo.

Poema acabar con todo de Octavio Paz con fondo de libro

Fernando de Herrera

Quién debe, sino yo, acabar el llanto

-- de Fernando de Herrera --

¿Quién debe, sino yo, acabar el llanto;
que de mis esperanzas derribado,
me veo en tal miseria y apartado
de aquella luz que ausente alabo y canto?

Mi alma no soporta pesar tanto,
y el nudo que la estrecha desatado,
ligera ira con vuelo acelerado,
sin descansar siguiendo su ardor santo.

Si esta indigna corteza la retarda,
y lenta engaña el gozo de su gloria,
corta, Amor, corta presto el flaco aliento;

que sólo el bien que en mi dolor me guarda,
por la vida que pierdo tal victoria
dará, que en precio exceda a mi tormento.

Poema Quién debe, sino yo, acabar el llanto de Fernando de Herrera con fondo de libro

Amado Nervo

por miedo

-- de Amado Nervo --

La dejé marcharse sola...
Y, sin embargo, tenía
para evitar mi agonía
la piedad de una pistola.
¿Por qué no morir? pensé.
¿Por qué no librarme desta
tortura? ¿ya qué me resta
despúés que ella se me fue?
pero el resabio cristiano
me insinuó con voces graves:
¡pobre necio, tú que sabes!
y paralizó mi mano.
Tuve miedo..., Es la verdad;
miedo, sí, de ya no verla,
miedo inmenso de perderla
por toda una eternidad.
Y preferí, no vivir,
que no es vida la presente,
sino acabar lentamente,
lentamente, de morir.

Poema por miedo de Amado Nervo con fondo de libro

Amado Nervo

Kalpa

-- de Amado Nervo --

-¿Queréis que todo esto vuelva a empezar?
-Sí -responden a coro.
Also Sprach Zarathustra

En todas las eternidades
que a nuestro mundo precedieron,
¿cómo negar que ya existieron
planetas con humanidades;

y hubo Homeros que describieron
las primeras heroicidades,
y hubo Shakespeares que ahondar supieron
del alma en las profundidades?

Serpiente que muerdes tu cola,
inflexible círculo, bola
negra, que giras sin cesar,

refrán monótono del mismo
canto, marea del abismo,
¿sois cuento de nunca acabar?...



Lope de Vega

Este sepulcro lagrimoso encierra

-- de Lope de Vega --

Este sepulcro lagrimoso encierra
un viejo en seso, aunque mancebo en años,
que por desengañar nuestros engaños,
el alma a Dios, el cuerpo dio a la tierra.

Su virtud, que del mundo se destierra,
ejemplo a propios y dolor a extraños,
dejó a sus padres miserables daños;
tanto del mundo la esperanza yerra.

Fue su nombre Agustín, su ingenio raro
y, como prenda que era ya del cielo,
fue milagroso en todo su discurso.

Pasó su resplandor como el sol claro,
de las estrellas imitando el vuelo
que alumbran más para acabar el curso.



Lope de Vega

Inmenso monte, cuya blanca nieve

-- de Lope de Vega --

Inmenso monte, cuya blanca nieve
te muestra antes de tiempo encanecido,
en ti quiero vivir, por ver si ha sido
fuego este amor, pues acabar se debe.

Pero si está en el alma, aunque más pruebe
hacer de nieve a su memoria olvido,
será trabajo eterno del sentido
y de mi largo error engaño breve.

Nieve por nieve al fin, puerto por puerto,
blancura y condición, Lucinda helada,
a mi fuego darán remedio cierto.

¡Oh duro puerto una mujer airada!
pero pásele yo quedando muerto,
que a quien cansa el vivir, la muerte agrada.



Lope de Vega

Pluma, las musas, de mi genio autoras

-- de Lope de Vega --

-Pluma, las musas, de mi genio autoras,
versos me piden hoy. -Alto; a escribillos!
-Yo solo escribiré, señor Burguillos,
estas que me dictó rimas sonoras.

-¿A Góngora me acota a tales horas?
Arrojaré tijeras y cuchillos,
pues en queriendo hacer versos sencillos
arrímese dos musas cantimploras.

Dejemos la campaña, el monte, el valle,
y alabemos señores. -No le entiendo.
¿Morir quiere de hambre? -Escriba y calle.

-A mi ganso me vuelvo en prosiguiendo,
que es desdicha, después de no premialle,
nacer volando y acabar mintiendo.



Luis Cañizal de la Fuente

el mirar de los ojos isósceles

-- de Luis Cañizal de la Fuente --

Se comprende lo que es la infelicidad de la vida humana viendo a schubert quitarse los espejuelos. La compasión que suscitan unos ojos miopes recién despojados de sus gafas. Empujan al suspiro. El suspiro empaña los espejuelos. Ante ese no ver absolutamente nada, los ojos se elevan al cielo, pacientes y súplices. Etcétera. ¡Y pensar que todo empezó con el gachoneo e insinuación de un minué!pero ya se vio que el siguiente paso iba a acabar en lágrimas:
...Cuando el suspiro de disnea
va cayendo en cadencia de minueto,
que te sientes morir la muerte chica
y nunca acabas de llegar al cielo.



Jorge Luis Borges

un lobo

-- de Jorge Luis Borges --

Furtivo y gris en la penumbra última,
va dejando sus rastros en la margen
de este río sin nombre que ha saciado
la sed de su garganta y cuyas aguas
no repiten estrellas. Esta noche,
el lobo es una sombra que está sola
y que busca a la hembra y siente frío.
Es el último lobo de inglaterra.
Odín y thor lo saben. En su alta
casa de piedra un rey ha decidido
acabar con los lobos. Ya forjado
ha sido el fuerte hierro de tu muerte.
Lobo sajón, has engendrado en vano.
No basta ser cruel. Eres el último.
Mil años pasarán y un hombre viejo
te soñará en américa. De nada
puede servirte ese futuro sueño.
Hoy te cercan los hombres que siguieron
por la selva los rastros que dejaste,
furtivo y gris en la penumbra última.



Jorge Manrique

coplas por la muerte de su padre 3

-- de Jorge Manrique --

Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.
↑ Principales



Diego Hurtado de Mendoza

Gracias te pide, amor; no las merece

-- de Diego Hurtado de Mendoza --

Gracias te pide, amor; no las merece
Quien las pide, ni tanto bien espera,
Sea limosna ó sea piedad siquiera,
Y sea á la ocasion que ahora se ofrece.

Cualquiera beneficio mengua ó crece
Con el lugar, el tiempo y la manera;
Pero la diferencia verdadera
Es dar y socorrer á quien padece.

Lo que una vez la fuerza ó la destreza
No pueden acabar, aquella mismo
Acaba una palabra descuidada.

Señora, considera tu grandeza
Y el tiempo; que ahora puedes con nonada
Levantarme del hondo del abismo.



Juan de Tassis y Peralta

amor no es voluntad, sino destino

-- de Juan de Tassis y Peralta --

De violenta pasión y fe con ella;
elección nos parece y es estrella
que sólo alumbra el propio desatino.
Milagro humano es símbolo divino,
ley que sus mismas leyes atropella,
ciega deidad, idólatra querella,
que da fin y no medio a su camino.
Sin esperanza, y casi sin deseo,
recatado del propio pensamiento,
en ansias vivas acabar me veo.
Persuasión eficaz de mi tormento,
que parezca locura y devaneo
lo que es amor, lo que es conocimiento.



Garcilaso de la Vega

SONETO I

-- de Garcilaso de la Vega --

Cuando me paro a contemplar mi estado
y a ver los pasos por dó me ha traído,
hallo, según por do anduve perdido,
que a mayor mal pudiera haber llegado;

mas cuando del camino estoy olvidado,
a tanto mal no sé por dó he venido:
sé que me acabo, y mas he yo sentido
ver acabar conmigo mi cuidado.

Yo acabaré, que me entregué sin arte
a quien sabrá perderme y acabarme,
si quisiere, y aun sabrá querello:

que pues mi voluntad puede matarme,
la suya, que no es tanto de mi parte,
pudiendo, ¿qué hará sino hacello?



Garcilaso de la Vega

Cuando me paro a contemplar mi estado (Garcilaso de la Vega)

-- de Garcilaso de la Vega --

Cuando me paro a contemplar mi estado
y a ver los pasos por do me han traído,
hallo, según por do anduve perdido,
que a mayor mal pudiera haber llegado;

mas cuando del camino estó olvidado,
a tanto mal no sé por do he venido;
sé que me acabo, y más he yo sentido
ver acabar conmigo mi cuidado.

Yo acabaré, que me entregué sin arte
a quien sabrá perderme y acabarme
si ella quisiere, y aun sabrá querello;

que pues mi voluntad puede matarme,
la suya, que no es tanto de mi parte,
pudiendo, ¿qué hará sino hacello?



Si os pesa de ser querida

-- de Gaspar Gil Polo --

Si os pesa de ser querida,
Yo no puedo no os querer,
Pesar habeis de tener
Mientras yo tuviere vida.

Sufrid que pueda quejarme,
Pues no sufro un tal tormento,
O cumplid vuestro contento
Con acabar de matarme.

Que segun sois descreida,
Y os ofende mi querer,
Pesar habeis de tener
Mientras yo tuviere vida.

Si pudiendo conosceros
Pudiera dejar de amaros,
Quisiera por no enojaros
Poder dejar de quereros;

Mas pues vos sereis querida
Mientras yo podré querer,
Pesar habeis de tener
Mientras yo tuviere vida.



Gutierre de Cetina

un año hizo ayer, ya es hoy pasado

-- de Gutierre de Cetina --

¡ay, dios!, ¿por qué lo traigo a la memoria?
que pudiera acabar la triste historia
que hora de nuevo amor ha comenzado.
Tal día como ayer pudo un cuidado
los despojos gozar de su victoria;
pude y no quise asegurar mi gloria
porque pensaba ser asegurado.
Pensé, digo, y fue justo que pensase
quien tales muestras vio, que eran, señora,
afectos, no ficción disimulada.
Tal fue un dar lugar que descansase
esta alma a quien llevar hacéis agora
menos honrosa carga y más pesada.



Hernando de Acuña

Galatea cruel, ¡qué pago has dado

-- de Hernando de Acuña --

Galatea cruel, ¡qué pago has dado,
qué amargo fin a cuanto te he querido,
que hubiera ya de lástima movido
un tigre, y a mí un mármol ablandado!

¡Oh duro golpe en pecho desarmado
y en sangre de quien nunca te ha ofendido,
si o es culpa ponerse así en olvido
y en ti poner la vida y el cuidado!

¡Oh ingratos ojos a los ojos míos!
¡Oh frente para mí nunca serena,
corazón sin amor, duro, inhumano!

¿Cuándo os acabaréis, de llanto ríos?
¿Cuándo no ha de acabar la mortal pena,
que no la sufre ya el sufrir humano?



Hernando de Acuña

Sin temer el camino voy contando

-- de Hernando de Acuña --

Sin temer el camino voy contando
los pasos por do a muerte voy derecho
y, con quien trabaja en su provecho,
me voy de paso en paso apresurando.

Vos, señora, y Amor vais estorbando
lo que procuro y, por mayor despecho,
mostráisme este descanso a poco trecho
y tenéisme suspenso, dilatando.

Pero si bien tamaño no merece
como acabar por vos la triste vida,
al menos esforzad el sufrimiento,

o consentí el remedio que se ofrece,
o moderad congoja tan crecida,
o mandad que no sienta el sentimiento.



Santiago Montobbio

memorial para mi único agravio

-- de Santiago Montobbio --

Memorial para mi único agravio
haber perdido la vida ya muy pronto,
y en cualquier esquina; haber sentido
cómo escapaba poco a poco
el agua de los ojos,
haber tenido tanto miedo y tanto frío
como para acabar siendo nada más
que miedo y frío. Haber tenido
sombra y garganta seca, haber
tenido o no haber tenido
y no haber sido nunca nada fuera de unos dedos,
no haber, no, no haber conseguido jamás salir
de esta ciudad oscura y siendo sólo
que de la derrota el heredero
únicamente arrepentirme por no haber compuesto,
cuando sobraba el tiempo, un poema que no tuviera
cristal en exceso, un poema sencillo y sin motivo
pero en el cual vaciara el agua su sentido
y que una vez enviado por el invisible correo de los huesos
pudieras para siempre ya tenerlo como olvidado amigo
o azulado perro que te diera
buenas noches con la irreprochable
puntualidad de las ausencias.



Juan Gelman

no quiero otra noticia sino vos...

-- de Juan Gelman --

No quiero otra noticia sino vos
cualquiera otra es migajita donde
se muere de hambre la memoriacava
para seguir buscándotese vuelve
loca de oscuridadfuega su perra
arde a pedazosmira tu mirar
ausenteespejo donde no me veo
azogás esta sombracrepitás
sudo de frío cuando creo oír
tehelado de amor yago en la mitad
mía de vosno acabo de acabar
es claramente entiendo que no entiendo



Juan Ramón Jiménez

mensajera de la estación total

-- de Juan Ramón Jiménez --

Todas las frutas eran de su cuerpo,
las flores todas, de su alma.
Y venía, y venía
entre las hojas verdes, rojas, cobres,
por los caminos todos
de cuyo fin con árboles desnudos
pasados en su fin a otro verdor,
ella había salido
y eran su casa llena natural.
¿Y a qué venía, a qué venía?
venía sólo a no acabar,
a perseguir en sí toda la luz,
a iluminar en sí toda la vida
con forma verdadera y suficiente.
Era lo elemental más apretado
en redondez esbelta y elejida:
agua y fuego con tierra y aire,
cinta ideal de suma gracia,
combinación y metamórfosis.
Espejo de iris májico de sí,
que viese lo de fuera desde fuera
y desde dentro lo de dentro;
la delicada y fuerte realidad
de la imajen completa.
Mensajera de la estación total,
todo se hacía vista en ella.
(Mensajera,
¡qué gloria ver para verse a sí mismo,
en sí mismo,
en uno mismo,
en una misma,
la gloria que proviene de nosotros!)
ella era esa gloria ¡y lo veía!
todo, volver a ella sola,
solo, salir toda de ella.
(Mensajera,
tú existías. Y lo sabía yo.)



Fernando de Herrera

Crece y alienta fiero en el nemeo

-- de Fernando de Herrera --

Crece y alienta fiero en el nemeo
león, y imprime su furor presente,
y en el orbe terrestre esfuerza ardiente
las llamas el dañoso Iperioneo.

Y cuando amor, ingrato a mi deseo,
descubre en su león más inclemente
los rayos, acabar indignamente
mi estéril esperanza triste veo.

Abrasa el corazón, do nunca el frío
tuvo lugar, ¡ay, oh dolor penoso,
a quien otro ninguno es semejante!

No puede amortiguar el llanto mío
este incendio; que el Betis espumoso
ni todo el grande Océano es bastante.



Fernando de Herrera

El Sátiro qu' el fuego vio primero

-- de Fernando de Herrera --

El Sátiro qu' el fuego vio primero,
de su vivo esplendor todo vencido,
llegó a tocallo; mas provó, encendido,
qu' era, cuanto hermoso, ardiente y fiero.

Yo, que la pura luz do ardiendo muero,
mísero vi, engañado y ofrecido
a mi dolor, en llanto convertido
acabar no pensé, como ya espero.

Belleza, y claridad antes no vista,
dieron principio al mal de mi deseo,
dura pena y afán a un rudo pecho.

Padesco el dulce engaño de la vista;
mas si me pierdo con el bien que veo,
¿cómo no estoy ceniza todo hecho?



Fernando de Herrera

Viví gran tiempo en confusión perdido

-- de Fernando de Herrera --

Viví gran tiempo en confusión perdido
y todo de mi mismo enajenado;
desesperé de bien, que en tal estado
perdí la mejor luz de mi sentido.

Mas cuando de mí tuve más olvido,
rompió los duros lazos al cuidado
de Amor el enemigo más honrado,
y ante mis pies lo derribó vencido.

Ahora que procuro mi provecho
puedo decir que vivo, pues soy mío,
libre, ajeno de Amor y de tus daños.

Pueda el desdén, Antonio, en vuestro pecho
acabar semejante desvarío
antes que prevalezcan sus engaños.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 42

-- de Francisco de Quevedo --

A fuego y sangre, fiero pensamiento,
has contra mí la guerra pregonado,
y con verme rendido y acabado,
no quieres hacer tregua de un momento.
¿Qué has de ganar en este vencimiento,
sino infamia de haberle procurado
contra quien vive tan desconfiado
del ajeno favor y propio aliento?
la cuerda del dolor afloja un poco;
déjame respirar, duro enemigo,
y goza del placer de atormentarme.
Multiplica mi daño poco a poco,
y el airado rigor templa conmigo,
pues que te has de acabar con acabarme.



Francisco Villaespesa

por tierras del sol y sangre v

-- de Francisco Villaespesa --

v
el alba ciñe las primeras rosas
espejo de la mar bruñido,
y agranda las pupilas ojerosas
la expectación de lo desconocido.
El sol disipa el matinal celaje,
y los brazos se tienden doloridos,
ansiosos de acabar nuestro viaje
entre otros brazos al amor tendidos.
¡Zarpamos otra vez! en la borrosa
tarde se esfuma hasta el lejano monte...
La playa se va a hundir... Ahora, ¡quién sabe
en qué isla desierta y fabulosa
sus ojos sondearán el horizonte
esperando el arribo de mi nave!



Blanca Andreu

duermo, pájaro vivo, pájaro de babilonia y pájaro vienés

-- de Blanca Andreu --

Duermo, pájaro vivo, pájaro de babilonia y pájaro vienés,
pájaro acunado en siena,
pájaro de las californias, duermo,
y la poesía huye de mí como de una frase acabada.
Duermo,
pájaro,
sábana,
palabra esdrújula,
para acabar con los venenos raros,
y así mira el espíritu de la avispa,
llora la plaga de mi cerebro y sus costumbres de ameba,
siente por mí el sabor de la impaciencia y di los tactos tristes que eran míos,
araña y roza, desde la niña antigua,
todo lo que soñé hasta la dicha de la muerte.



Cristóbal de Castillejo

a un hermafrodito

-- de Cristóbal de Castillejo --

Cuando mi madre cuitada
en el vientre me traía,
viéndose grave, pesada,
diz que a los dioses, penada,
consultó qué pariría.
Febo dixo: varón es.
Marte hembra, y neutro juno.
Yo, nasciendo, era después
hermafrodito, y de tres,
dixo verdad cada uno.

Preguntando el fin que habría
tras esto, dixo la diosa
que con armas moriría.
Marte dixo que sería
muerto de cruz espantosa.
Febo dixo: en agua espera
acabar su triste vida .
La suerte, en fin, de cualquiera
dellos en mí fué cumplida,
y por mi mal valedera.

En un árbol que hacía
sombra al agua me subió
la triste ventura mía,
do la espada que ceñía
abaxo se me cayó;
y yo, acaso desdichado,
también allí desbarré;
y cayendo así turbado,
sobre ella quedé colgado
de las ramas por el pie.

La cabeza encontinente
fué en el agua çapuzada,
y el cuerpo quedó pendiente,
quedando yo juntamente
mal herido de mi espada.
Y desta suerte pendiendo,
perdí la vida y la luz,
y al fin acabé sufriendo.
Hembra, macho y neutro siendo,
muerte de agua, hierro y cruz.



Rubén Darío

abrojo vi

-- de Rubén Darío --

Puso el poeta en sus versos
todas las perlas del mar,
todo el oro de las minas,
todo el marfil oriental;
los diamantes de golconda,
los tesoros de bagdad,
los joyeles y preseas
de los cofres de un nabad.
Pero como no tenía
por hacer versos ni un pan,
al acabar de escribirlos
murió de necesidad.



Rubén Darío

Abrojo VI (Rubén Darío)

-- de Rubén Darío --

Puso el poeta en sus versos
todas las perlas del mar,
todo el oro de las minas,
todo el marfil oriental;
los diamantes de Golconda,
los tesoros de Bagdad,
los joyeles y preseas
de los cofres de un Nabad.
Pero como no tenía
por hacer versos ni un pan,
al acabar de escribirlos
murió de necesidad.



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