Buscar Poemas con Abro


  ·En el buscador de poemas puedes encontrar entre más de doce mil poemas todos aquellos que contienen las palabras de búsqueda. Los poemas forman parte de la antología poética de los 344 poetas más importantes en lengua Española de todos los tiempo. Puedes elegir entre dos tipos de búsqueda:
  ·Buscar entre todos los poemas los que contienen las palabras de la búsqueda.
  ·Buscar sólo los poemas cortos -aquellos que tienen 8 versos o menos- que coinciden con el criterio de búsqueda.

Se han encontrado 24 poemas con la palabra abro

Si lo prefieres puedes ver sólo los poemas cortos, aquellos que tienen ocho versos o menos aquí

Jorge Cuesta

aamor en.sombra

-- de Jorge Cuesta --

Abro de amor a ti mi sangre rota,
para invadirte sin saberte amada.
El íntimo sollozo es negra espada
que en la dureza de su luz se embota.

Al borde de mi sombra tu alma brota,
así mi linde está más amparada.
Y aunque la fuga es más precipitada
tu ausencia es cada vez menos remota.

Tu luz es lo que más me apesadumbra
y si enciendes mis ojos con tu vida
el corazón me dobla la penumbra.

Mi soledad tu nombre dilapida
a la sombra del aire que te encumbra
y apaga el lujo de tu voz vencida.

Poema aamor en.sombra de Jorge Cuesta con fondo de libro

Jorge Luis Borges

al vino

-- de Jorge Luis Borges --

En el bronce de homero resplandece tu nombre,
negro vino que alegras el corazón del hombre.
Siglos de siglos hace que vas de mano en mano
desde el ritón del griego al cuerno del germano.
En la aurora ya estabas. A las generaciones
les diste en el camino tu fuego y tus leones.
Junto a aquel otro río de noches y de días
corre el tuyo que aclaman amigos y alegrías,
vino que como un éufrates patriarcal y profundo
vas fluyendo a lo largo de la historia del mundo.
En tu cristal que vive nuestros ojos han visto
una roja metáfora de la sangre de cristo.
En las arrebatadas estrofas del sufí
eres la cimitarra, la rosa y el rubí.
Que otros en tu leteo beban un triste olvido;
yo busco en ti las fiestas del fervor compartido.
Sésamo con el cual antiguas noches abro
y en la dura tiniebla, dádiva y candelabro.
Vino del mutuo amor o la roja pelea,
alguna vez te llamaré. Que así sea.

Poema al vino de Jorge Luis Borges con fondo de libro

César Vallejo

Trilce: XVI

-- de César Vallejo --

Tengo fe en ser fuerte.
Dame, aire manco, dame ir
galoneándome de ceros a la izquierda.
Y tú, sueño, dame tu diamante implacable,
tu tiempo de deshora.

Tengo fe en ser fuerte.
Por allí avanza cóncava mujer,
cantidad incolora, cuya
gracia se cierra donde me abro.

Al aire, fray pasado. Cangrejos, zote!
Avístase la verde bandera presidencial,
arriando las seis banderas restantes,
todas las colgaduras de la vuelta.

Tengo fe en qué soy,
y en que he sido menos.

Ea! Buen primero!

Poema Trilce: XVI de César Vallejo con fondo de libro

César Vallejo

Trilce: XLII

-- de César Vallejo --

Esperaos. Ya os voy a narrar
todo. Esperaos sossiegue
este dolor de cabeza. Esperaos.

¿Dónde os habéis dejado vosotros
que no hacéis falta jamás?

Nadie hace falta! Muy bien.

Rosa, entra del último piso.
Estoy niño. Y otra vez rosa:
ni sabes a dónde voy.

¿Aspa la estrella de la muerte?
O son extrañas máquinas cosedoras
dentro del costado izquierdo.
Esperaos otro momento.

No nos ha visto nadie. Pura
búscate el talle.
¡A dónde se han saltado tus ojos!

Penetra reencarnada en los salones
de ponentino cristal. Suena
música exacta casi lástima.

Me siento mejor. Sin fiebre, y ferviente.
Primavera. Perú. Abro los ojos.
Ave! No salgas. Dios, como si sospechase
algún flujo sin reflujo ay.

Paletada facial, resbala el telón
cabe las conchas.
Acrisis. Tilia, acuéstate.



César Vallejo

esperaos. ya os voy a narrar

-- de César Vallejo --

xlii
esperaos. Ya os voy a narrar
todo. Esperaos sossiegue
este dolor de cabeza. Esperaos.
¿Dónde os habéis dejado vosotros
que no hacéis falta jamás?
nadie hace falta! muy bien.
Rosa, entra del último piso.
Estoy niño. Y otra vez rosa:
ni sabes a dónde voy.
¿Aspa la estrella de la muerte?
o son extrañas máquinas cosedoras
dentro del costado izquierdo.
Esperaos otro momento.
No nos ha visto nadie. Pura
búscate el talle.
¡A dónde se han saltado tus ojos!
penetra reencarnada en los salones
de ponentino cristal. Suena
música exacta casi lástima.
Me siento mejor. Sin fiebre, y ferviente.
Primavera. Perú. Abro los ojos.
Ave! no salgas. Dios, como si sospechase
algún flujo sin reflujo ay.
Paletada facial, resbala el telón
cabe las conchas.
Acrisis. Tilia, acuéstate.



César Vallejo

tengo fe en ser fuerte

-- de César Vallejo --

xvi
tengo fe en ser fuerte.
Dame, aire manco, dame ir
galoneándome de ceros a la izquierda.
Y tú, sueño, dame tu diamante implacable,
tu tiempo de deshora.
Tengo fe en ser fuerte.
Por allí avanza cóncava mujer,
cantidad incolora, cuya
gracia se cierra donde me abro.
Al aire, fray pasado. Cangrejos, zote!
avístase la verde bandera presidencial,
arriando las seis banderas restantes,
todas las colgaduras de la vuelta.
Tengo fe en que soy,
y en que he sido menos.
Ea! buen primero!



Delmira Agustini

Luz púrpura con tu retrato

-- de Delmira Agustini --

Yo no sé si mis ojos o mis manos
encendieron la vida en tu retrato;
nubes humanas, rayos sobrehumanos,
todo tu Yo de emperador innato.

¡Amanece a mis ojos, en mis manos!
Por eso, toda en llamas, yo desato
cabellos y alma para tu retrato,
y me abro en flor. Entonces, soberanos

de la sombra y la luz, tus ojos graves
dicen grandezas que yo sé y tú sabes.
Y te dejo morir. Queda en mis manos

una gran mancha lívida i sombría.
Y renaces en mí melancolía
formado de astros fríos y lejanos.



Delmira Agustini

Por tu musa

-- de Delmira Agustini --

Cuando derrama en los hombros puros
de tu musa la túnica de nieve,
yo concentro mis pétalos oscuros
y soy el lirio de alabastro leve.

Para tu musa en rosa, me abro en rosa;
mi corazón es miel, perfume y fuego,
y vivo y muero de una sed gloriosa:
tu sangre viva debe ser mi riego.

Cuando velada con un tul de luna
bebe calma y azur en la laguna,
yo soy el cisne que soñando vuela;

y si en luto magnífico la vistes
para vagar por los senderos tristes,
soy la luz o la sombra de una estela.



Diego de Torres Villarroel

cuenta los pasos de la vida

-- de Diego de Torres Villarroel --

De asquerosa materia fui formado,
en grillos de una culpa concebido,
condenado a morir sin ser nacido,
pues estoy no nacido y ya enterrado.
De la estrechez obscura libertado,
salgo informe terrón no conocido,
pues sólo de que aliento es un gemido
melancólico informe de mi estado.
Los ojos abro, y miro lo primero
que es la esfera también cárcel obscura;
sé que se ha de llegar el fin postrero.
Pues ¿adónde me guía mi locura,
si del ser al morir soy prisionero,
en el vientre, en el mundo y sepultura?



Emilio Bobadilla

Ah, la Historia

-- de Emilio Bobadilla --

¡La Historia...! Abro la Historia: delirante desfile
de crímenes, de intrigas, de relatos de guerras;
heroico al que de un golpe más hombres aniquile
y viole más mujeres y se robe más tierras.

Al que la paz propone o a la concordia induce,
cuatro tiros o al palo por traidor y cobarde;
honores, lauros, oro, al que a matar azuce
o en patriótica fiebre de latrocinios arde.

Retórica opulenta, tribunicios arranques,
sofismas y denuncias del odio y de la envidia
que en lagunas de púrpura convierten los estanques...

El déspota triunfante, vencido el inocente
y ambos al fin vencidos por la misma perfidia:
¡Robespierre asesino y Jesús impotente!



Octavio Paz

madrugada

-- de Octavio Paz --

Rápidas manos frías
retiran una a una
las vendas de la sombra
abro los ojos
todavía
estoy vivo
en el centro
de una herida todavía fresca



Pablo Neruda

me peina el viento los cabellos

-- de Pablo Neruda --

Me peina el viento los cabellos
como una mano maternal:
abro la puerta del recuerdo
y el pensamiento se me va.
Son otras voces las que llevo,
es de otros labios mi cantar:
hasta mi gruta de recuerdos
tiene una extraña claridad!
frutos de tierras extranjeras,
olas azules de otro mar,
amores de otros hombres, penas
que no me atrevo a recordar.
Y el viento, el viento que me peina
como una mano maternal!
mi verdad :se pierde en la noche:
no tengo noche ni verdad!
tendido en medio del camino
deben pisarme para andar.
Pasan por mí sus corazones
ebrios de vino y de soñar.
Yo soy un puente inmóvil entre
tu corazón y la eternidad.
Si me muriera de repente
no dejaría de cantar!



Salvador Díaz Mirón

Rimas (Salvador Díaz Mirón)

-- de Salvador Díaz Mirón --

Al ver mi honda aflicción por tus desvíos,
fijas en mi tu angelical mirada
y hundes tus dedos pálidos y fríos
en mi oscura melena alborotada.

¡Pero en vano, mujer! No me consuelas.
Estamos separados por un mundo.
¿Por qué, si eres la nieve, no me hielas?
¿Por qué, si soy el fuego, no te fundo?

Me aproximo... Y te tiñes de escarlata
y huyes... ¡Oh niña pudorosa y bella!
¡Sensitiva que tiembla y se recata
hasta de sospechar que pienso en ella!

Te llamo, abro los brazos... Y no vienes...
Inútilmente solicito y lloro.
¡Tú no alientas pasión! por eso tienes
ojos de cielo y cabellera de oro.

Tu mano espiritual y transparente,
cuando acaricia mi cabeza esclava,
es el copo glacial sobre el ardiente
volcán cubierto de ceniza y lava.

¡Tu mano espiritual y transparente
cuando acaricia mi cabeza esclava,
es el copo glacial sobre el ardiente
volcán cubierto de ceniza y lava.



Vicente Huidobro

noche

-- de Vicente Huidobro --

Sobre la nieve se oye resbalar la noche
la canción caía de los árboles
y tras la niebla daban voces

de una mirada encendí mi cigarro

cada vez que abro los labios
inundo de nubes el vacío

en el puerto
los mástiles están llenos de nidos
y el viento

gime entre las alas de los pájaros

las olas mecen el navío muerto

yo en la orilla silbando

miro la estrella que humea entre mis dedos



Vicente Huidobro

Noche (Huidobro)

-- de Vicente Huidobro --

Sobre la nieve se oye resbalar la noche.

La canción caía de los árboles,
y tras la niebla daban voces.

De una mirada encendí mi cigarro.

Cada vez que abro los labios
inundo de nubes el vacío.
En el puerto,
los mástiles están llenos de nidos,
y el viento
gime entre las alas de los pájaros.



Mario Benedetti

empero

-- de Mario Benedetti --

Cierro los ojos para disuadirme.
Ahora no es, no puede ser la muerte.
Está el escarabajo a tropezones,
mi sed de ti, la baja tarde inmóvil.
De veras está todo como antes:
el cielo tan inerme,
la misma soledad tan maciza,
la luz que se devora y no comprende.
Todo está como antes
de tu rostro sin nubes,
todo aguarda como antes la anunciada
estación en suspenso,
pero también estaba entonces este pánico
de no saber huir y no saber
alejarme del odio.
De veras todo está
destruido, indescifrable,
como verdad caída inesperadamente
del cielo o del olvido
y si alguien, algo, me golpea los párpados
es una lenta gota empecinada.
Ahora no es, no puede ser la muerte.
Abro los ojos para convencerme.



Julio Flórez

xv

-- de Julio Flórez --

Xv
en las tardes brumosas del invierno,
cuando el sol taciturno, paso a paso
va cayendo en las sombras del ocaso
como envuelto en las llamas de un infierno,
abro las mustias alas y me cierno
por la infinita bóveda al acaso,
falto de luz y de vigor escaso,
presa de las nostalgias de lo eterno.
Y subo, subo, y cuando el ojo mío
descubre entre los velos de la noche
mi supremo ideal, en el vacío
una mano brutal mis olas cierra
y caigo... Sin una ¡ay! sin un reproche,
sobre el fangal inmundo de la tierra.
Julio flórez



Julio Flórez

visión

-- de Julio Flórez --

¿eres un imposible? ¿una quimera?
¿un sueño hecho carne, hermosa y viva?
¿una explosión de luz? responde esquiva
maga en quien encarnó la primavera.
Tu frente es lirio, tu pupila hoguera,
tu boca flor en donde nadie liba
la miel que entre sus pétalos cautiva
al colibrí de la pasión espera.
¿Por qué sin tregua, por tu amor suspiro,
si no habré de alcanzar ese trofeo?
¿por qué llenas el aire que respiro?
en todas partes te halla mi deseo:
los ojos abro y por doquier te miro;
cierro los ojos y entre mí te veo.
Julio flórez



Julio Flórez

Cuando a la media noche...

-- de Julio Flórez --

Poem

Cuando a la media noche me despierta el medroso aullido de mi perro que, acaso mal dormido en el umbral oscuro de mi puerta, de los trasnochadores el rüido oye en la calle lóbrega y desierta, o El alerta del gallo que en las hondas tinieblas sumergido cela, ampara y vigila su serrallo, me incorporo en el lecho, me incorporo y medito en el daño espantoso que me has hecho! en el mal infinito que me causó tu amor¡amor maldito que arrancar no he logrado de mi pecho!

Y abro los ojos en la sombra entonces, mientras que a mis oídos llegan los melancólicos tañidos de los lejanos bronces.

Y evoco, soñoliento, los recuerdos queridos que llenaron de luz mi pensamiento: Recuerdos, ¡ay! de las difuntas horas en que bebí el fulgor de tus pupilas negras, pero brillantes como auroras!

¡Por qué os fuisteis tan presto, horas tranquilas! ¡Muertas encantadoras!



Julio Flórez

Visión (Julio Flórez)

-- de Julio Flórez --

Poem

¿Eres un imposible? ¿Una quimera? ¿Un sueño hecho carne, hermosa y viva? ¿Una explosión de luz? Responde esquiva maga en quien encarnó la primavera.

Tu frente es lirio, tu pupila hoguera, tu boca flor en donde nadie liba la miel que entre sus pétalos cautiva al colibrí de la pasión espera.

¿Por qué sin tregua, por tu amor suspiro, si no habré de alcanzar ese trofeo? ¿Por qué llenas el aire que respiro?

En todas partes te halla mi deseo: los ojos abro y por doquier te miro; cierro los ojos y entre mí te veo.



Francisco Villaespesa

por tierras de sol y sangre x. córdoba

-- de Francisco Villaespesa --

x. Córdoba
en el sopor circular dormita
el alma con sus épicas quimeras,
bajo los arcos de la gran mezquita
como un viejo bosque de palmeras.
De pronto, el fasto antiguo resucita
con pompas de orientales primaveras.
Resplandecen los muros y palpita
el aire en un desfile de banderas.
Fulge bajo las niveas vestiduras
el oro de las finas armaduras...
Abro los ojos, pálido, y contemplo
la faz de un viejo cristo ensangrentado,
simbolo de mi vidaabandonado
en la medrosa oscuridad del templo.



José Martí

dos patrias

-- de José Martí --

Dos patrias tengo yo: cuba y la noche.
¿O son una las dos? no bien retira
su majestad el sol, con largos velos
y un clavel en la mano, silenciosa
cuba cual viuda triste me aparece.
¡Yo sé cuál es ese clavel sangriento
que en la mano le tiembla! está vacío
mi pecho, destrozado está y vacío
en donde estaba el corazón. Ya es hora
de empezar a morir. La noche es buena
para decir adiós. La luz estorba
y la palabra humana. El universo
habla mejor que el hombre.
Cual bandera
que invita a batallar, la llama roja
de la vela flamea. Las ventanas
abro, ya estrecho en mí. Muda, rompiendo
las hojas del clavel, como una nube
que enturbia el cielo, cuba, viuda, pasa...



Blas de Otero

hombre ángel fieramente humano (1950)

-- de Blas de Otero --

Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,
al borde del abismo, estoy clamando
a dios. Y su silencio, retumbando,
ahoga mi voz en el vacío inerte.
Oh dios. Si he de morir, quiero tenerte
despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo
oirás mi voz. Oh dios. Estoy hablando
solo. Arañando sombras para verte.
Alzo la mano, y tú me la cercenas.
Abro los ojos: me los sajas vivos.
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.
Esto es ser hombre: horror a manos llenas.
Ser y no ser eternos, fugitivos.
¡Ángel con grandes alas de cadenas!



Rubén Bonifaz Nuño

a tu puerta llamé, no estabas...

-- de Rubén Bonifaz Nuño --

A tu puerta llamé. No estabas.
Aspas de viaje te arrancaron.
¿Quién volverá cuando regreses?
viento sin recuerdos, en la noche
se envuelve de inútiles presagios.

Dicen que la vida prosigue.
Entre nieves remotas, luces
que desconozco, abro los brazos
-lazarillos a ciegas-; busco.

Desde aquí, junto a la oreja sorda
amo en secreto, y enmudezco.
Dicen que la vida no perdona.
A tu puerta llego, y sin mirarte,
maravillado te contemplo.

¿Regresaste, vives, te escondiste?
frente a tu casa silenciosa
-pienso que estás-, no llamo. Espero.
Y pasa la vida, y se detiene.



© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba