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-- de Pedro Bonifacio Palacios --
Si con la masa doliente
de mi corazón herido
pudiese hacer un tejido
perfumado y transparente,
yo lo hiciera diligente,
y aunque hacerlo me matara,
para que usted fabricara
un abanico chinesco,
para echarse grato fresco,
para taparse la cara.
Mas como no puede ser
por más que yo lo quisiera,
mas como si yo pudiera
no habría usted de querer,
me contento con poner
después de rudos esfuerzos
estos versos tan perversos
en este abanico humilde,
para que al menos, Matilde,
se abanique con mis versos.
Poema "En un abanico" de Pedro Bonifacio Palacios
-- de Gerardo Diego --
Abanico
el vals llora en mi ojal
silencio
en mi hombro se ha posado el sueño
y es del mismo temblor que sus cabellos
Poema "abanico" de Gerardo Diego
-- de Evaristo Carriego --
Porque hoy has venido, lo mismo que ntes,
con tus adorables gracias exquisitas,
álguien ha llenado de rosas mi cuarto
como en los instantes de pasadas citas.
¿Te acuerdas?... Regreso de noches lejanas,
aun guardo, entre otras, aquella novela
con la que soñabas imitar, a ratos,
no sé si a Lucía, no sé si a Grazziela.
Y aquel abanico, que sentir parece
la inquieta, la tibia presión de tu mano;
aquel abanico ¿te acuerdas? Trasunto
de aquel apacible, distante verano...
Y aquellas memorias que escribiste un día!
— un libro risueño de celos y quejas. —
¡Rincón asoleado! Rincón pensativo
de cosas tan vagas, de cosas tan viejas!...
Poema "Después del olvido" de Evaristo Carriego
-- de Federico García Lorca --
La señorita
del abanico,
va por el puente
del fresco río.
Los caballeros
con sus levitas,
miran el puente
sin barandillas.
La señorita
del abanico
y los volantes
busca marido.
Los caballeros
están casados,
con altas rubias
de idioma blanco.
Los grillos cantan
por el Oeste.
(La señorita,
va por lo verde).
Los grillos cantan
bajo las flores.
(Los caballeros,
van por el Norte).
Poema "Canción china en Europa" de Federico García Lorca
-- de Alfonsina Storni --
Esfera negra el cielo
y disco negro el mar.
Abre en la costa, el faro,
su abanico solar.
¿A quién busca en la noche
que gira sin cesar?
Si en el pecho me busca
el corazón mortal.
Poema "Faro en la noche" de Alfonsina Storni
-- de Alfredo Espino --
La tarde despierta de su sueño, cuando
La alígera nube despunta cantando
Una nube de alasuna alegre nube
Que baja, que sube
Son ellos. Se alejan entre llano y cielo.
Son las esmeraldas de un collar en vuelo
Bulliciosamente
trazan una verde curva en el ambiente.
¿ Van a los palmares de ondeante abanico?
Ellos van a donde les apunta el pico
Se alejan, se alejanpero van tan juntos,
que más bien parecen renglones de puntos
Y en un llano caen, así como cuando
como cuando un árbol se está deshojando
Poema "Los pericos pasan" de Alfredo Espino
-- de Manuel del Palacio --
Este que siglos há fué Puerto Rico
Hoy debiera llamarse Puerto Pobre,
Pues quien oro en él busque ó plata ó cobre,
Seguro tiene soberano mico.
Comer mofongo ó educar un chico,
Morir de inercia aunque el esfuerzo sobre,
Ver siempre en calma el piélago salobre
Y no soltar jamás el abanico:
Tales son los placeres deliciosos
De este verjel de suegras y de suegros,
Do muchas tienen hijos y no esposos;
Do no cesan del guiro los allegros,
Y son los negros sucios y asquerosos...
¡Y lo mejor de todo son los negros!
Poema "Puerto Rico" de Manuel del Palacio
-- de Manuel Gutiérrez Nájera --
Pobre verso condenado
a mirar tus labios rojos
y en la lumbre de tus ojos
quererse siempre abrasar;
colibrí del que se aleja
el mirto que lo provoca,
y ve de cerca tu boca,
y no la puede besar.
Manuel gutiérrez nájera, 1884
Poema "en un abanico" de Manuel Gutiérrez Nájera
-- de Manuel Gutiérrez Nájera --
Pobre verso condenado
a mirar tus labios rojos
y en la lumbre de tus ojos
quererse siempre abrasar.
Colibrí del que se aleja
el mirto que lo provoca
y ve de cerca tu boca
y no la puede besar.
Poema "En un abanico (Manuel Gutiérrez Nájera)" de Manuel Gutiérrez Nájera
-- de Delmira Agustini --
Hace tiempo, algún alma ya borrada fue mía.
Se nutrió de mi sombra... Siempre que yo quería
el abanico de oro de su risa se abría,
o su llanto sangraba una corriente más;
alma que yo ondulaba, tal una cabellera
derramada en mis manos... Flor del fuego y la cera,
murió de una tristeza mía... Tan dúctil era,
tan fiel, que a veces dudo si pudo ser jamás...
Poema "Los relicarios dulces" de Delmira Agustini
-- de Julián del Casal --
Cuando la ardiente luz de la mañana
tiñó de rojo el nebuloso cielo,
quiso una alondra detener el vuelo
de mi alcoba sombría en la ventana.
Pero hallando cerrada la persiana
fracasó en el cristal su ardiente anhelo
y, herida por el golpe, cayó al suelo,
adiós diciendo a su quimera vana.
Así mi ensueño, pájaro canoro
de níveas plumas y rosado pico,
al querer en el mundo hallar cabida,
encontró de lo real los muros de oro
y deshecho, cual frágil abanico,
cayó entre el fango inmundo de la vida.
Poema "mi ensueño" de Julián del Casal
-- de Gerardo Diego --
Madrigal
a juan ramón jiménez
estabas en el agua
estabas que yo te vi
todas las ciudades
lloraban por ti
las ciudades desnudas
balando como bestias en manada
a tu paso
las palabras eran gestos
como estos que ahora te ofrezco
creían poseerte
porque sabían teclear en tu abanico
pero
no
tú
no estabas allí
estabas en el agua
que yo te vi
Poema "madrigal" de Gerardo Diego
-- de Gustavo Adolfo Bécquer --
Su mano entre mis manos,
sus ojos en mis ojos,
la amorosa cabeza
apoyada en mi hombro,
¡dios sabe cuántas veces,
con paso perezoso,
hemos vagado juntos
bajo los altos olmos
que de su casa prestan
misterio y sombra al pórtico!
y ayer... Un año apenas,
pasando como un soplo
con qué exquisita gracia
con qué admirable aplomo,
me dijo al presentarnos
un amigo oficioso:
“creo que alguna parte
he visto a usted” ¡ah, bobos
que sois de los salones
comadres de buen tono,
y andáis por allí a caza
de galantes embrollos.
¡Qué historía habéis perdido!
¡qué manjar tan sabroso!
para ser devorado
“soto voce” en un corro,
detrás de abanico
de plumas de oro!
¡discreta y casta luna,
copudos y altos olmos,
paredes de su casa,
umbrales de su pórtico,
callad, y que en secreto
no salga con vosotros!
callad; que por mi parte
lo he vivido todo:
y ella..., Ella..., ¡No hay máscara
semejante a su rostro!
Poema "rima xl" de Gustavo Adolfo Bécquer
-- de Salvador Rueda --
Desde la frente, que es lámpara lírica, desborda su acento
como un aceite de aroma y de gracia la ardiente poesía,
y a los ensalmos exhala cantando su fresca armonía,
vase llenando de luz inefable la esponja del viento.
Rozan los versos como alas ungidas de lírico ungüento
sobre las frentes, que se abren cual rosas de blanca alegría;
y un abanico de ritmos celestes el aire deslía,
cual si moviera sus plumas de magia de dios el aliento.
Vierte en el aire la lámpara noble sus sones divinos,
que goteantes de sílabas puras derraman sus trinos
desde el tazón del cerebro de lumbre que canta sonoro.
Y revolando las almas acuden de sed abrasadas
como palomas que beben rocío y ondulan bañadas
en el temblor de la fuente sube del verso de oro.
2
Poema "sonetos IX" de Salvador Rueda
-- de Vicente Huidobro --
Heme aquí al borde del espacio y lejos de las circunstancias
me voy tiernamente como una luz
hacia el camino de las apariencias
volveré a sentarme en las rodillas de mi padre
una hermosa primavera refrescada por el abanico de las alas
cuando los peces deshacen la cortina del mar
y el vacío se hincha por una mirada posible
volveré sobre las aguas del cielo
me gusta viajar como el barco del ojo
que va y viene en cada parpadeo
he tocado ya seis veces el umbral
del infinito que encierra el viento
nada en la vida
salvo un grito de antesala
nerviosas oceánicas qué desgracia nos persigue
en la urna de las flores impacientes
se encuentran las emociones en ritmo definido
Poema "18" de Vicente Huidobro
-- de Vicente Huidobro --
Heme aquí al borde del espacio y lejos de las circunstancias
Me voy tiernamente como una luz
Hacia el camino de las apariencias
Volveré a sentarme en las rodillas de mi padre
Una hermosa primavera refrescada por el abanico de las alas
Cuando los peces deshacen la cortina del mar
Y el vacío se hincha por una mirada posible
Volveré sobre las aguas del cielo
Me gusta viajar como el barco del ojo
Que va y viene en cada parpadeo
He tocado ya seis veces el umbral
Del infinito que encierra el viento
Nada en la vida
Salvo un grito de antesala
Nerviosas oceánicas qué desgracia nos persigue
En la urna de las flores impacientes
Se encuentran las emociones en ritmo definido
Poema "Heme aquí" de Vicente Huidobro
-- de Marcelino Menéndez y Pelayo --
Por el perfume de azahar difuso,
El naranjo escondido se revela;
El pebetero con olor profuso,
Denuncia los tesoros que en sí cela;
El alma donde Dios su huella impuso
A otra alma rige y en sus obras vela;
Si en sus obras hay luz, paz y hermosura,
Es porque emanan de otra luz más pura.
Poema "En el abanico de la mujer de Pereda" de Marcelino Menéndez y Pelayo
-- de Evaristo Carriego --
La góndola volvía. Frente a frente
estábamos, en esa inolvidada
vieja tarde de otoño, purpurada
por la sangre del sol en el poniente.
Y porque te mostrabas displicente
a tu mismo abandono abandonada,
se me antojó decir, sin decir nada,
lo que quiero ocultar inútilmente.
Callaste, y como al agitar el rico
blasonado marfil de tu abanico
hubo una muda negación sencilla
en la leve ironía de tu boca,
yo me quedé pensando en una loca
degollación de cisnes en la orilla.
Poema "Aquella vez en el lago" de Evaristo Carriego
-- de Federico García Lorca --
El campo
de olivos
se abre y se cierra
como un abanico.
Sobre el olivar
hay un cielo hundido
y una lluvia oscura
de luceros fríos.
Tiembla junco y penumbra
a la orilla del río.
Se riza el aire gris.
Los olivos,
están cargados
de gritos.
Una bandada
de pájaros cautivos,
que mueven sus larguísimas
colas en lo sombrío.
Poema "Paisaje" de Federico García Lorca
-- de Francisco Sosa Escalante --
Por más que seas de cariño ofrenda
Y admire tus primores soberanos,
De tu dueño gentil entre las manos
Rica te juzgo pero inútil prenda.
La que ha perdido del pudor la venda,
Necesita de tí, y alardes vanos
Ofrece de candor, miéntras livianos
Sus pensamientos hacen que se encienda.
No así la niña encantadora y pura
A quien mi canto brindo reverente
Y en cuyos ojos la pasion fulgura.
No así tu dueño, no; brilla en su frente
Diadema de virtud y de hermosura,
Como rayo de sol, resplandeciente.
Poema "En un abanico (Sosa Escalante)" de Francisco Sosa Escalante
-- de Francisco Villaespesa --
El cisne se acercó. Trémula leda
la mano hunde en la nieve del plumaje,
y se adormece el alma del paisaje
de un rojo crepúsculo de seda.
La onda azul, al morir, suspira queda;
gorjea un ruiseñor entre el ramaje,
y un toro, ebrio de amor, muge salvaje
en la sombra nupcial de la arboleda.
Tendió el cisne la curva de su cuello,
y con el ala cándido abanico,
acarició los senos y el cabello.
Leda dio un grito y se quedó extasiada...
Y el cisne levantó, rojo, su pico
como triunfal insignia ensangrentada.
Poema "los jardines de afrodita V" de Francisco Villaespesa
-- de Francisco Villaespesa --
Si yo fuese un orfebre florentino,
sobre el cristal de una esmeralda clara
con unción religiosa, cincelara
la línea audaz de tu perfil latino.
Y en el más puro oro, en el más fino,
después, como una lágrima engarzara
la verde gema, para que brillara
en medio de tu seno alabastrino.
Y si fuera pintor, ¡con qué cuidado,
con mi pincel, por el amor guiado,
diluiría en la cándida vitela
de un abanico tu sutil figura,
entre el rosa fragante y la frescura
de un florido paisaje de acuarela!
Poema "a rogelio buendía manzano. poeta joven III" de Francisco Villaespesa
-- de José Martí --
v
si ves un monte de espumas,
es mi verso lo que ves;
mi verso es un monte, y es
un abanico de plumas.
Mi verso es como un puñal
que por el puño echa flor:
mi verso es un surtidor
que da un agua de coral.
Mi verso es de un verde claro
y de un carmín encendido:
mi verso es un ciervo herido
que busca en el monte amparo.
Mi verso al valiente agrada:
mi verso, breve y sincero,
es del vigor del acero
con que se funde la espada.
Poema "si ves un monte de espumas," de José Martí
-- de Rubén Darío --
L olímpico cisne de nieve
Con el ágata rosa del pico
Lustra el ala eucarística y breve
que abre al sol como un casto abanico.
En la forma de un brazo de lira
Y del asa de un ánfora griega
Es su Cándido cuello, que inspira
Como prora ideal que navega.