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Se han encontrado 34 poemas con la palabra harto

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Miguel Unamuno

Inactual

-- de Miguel Unamuno --

He llegado harto pronto ó harto tarde
al mundo, en esta nuestra edad de hierro
en que rinden los hombres al becerro
de oro un mezquino corazón que arde

en turbia fiebre, un corazón cobarde
que se complace en su mortal encierro
y sigue á gozo el son del vil cencerro,
de triste servidumbre haciendo alarde.

Poema Inactual de Miguel Unamuno con fondo de libro

Leandro Fernández de Moratín

soneto. con motivo de haber hecho un pequeño sentimmiento la cúpula de s. pedro en el año 1810 cuando napoleón reunió el estado romano del reino de italia

-- de Leandro Fernández de Moratín --

Con motivo de haber hecho un pequeño sentimmiento la cúpula de s. Pedro en el año 1810 cuando napoleón reunió el estado romano del reino de italia
porque amenazas trágica ruina
¡oh! tiempo a la gran mole sacrosanta
que en bóvedas soberbias se levanta
honor de tibre, la ciudad latina
y cuanto existe a perecer camina
y todo el brazo tuyo lo quebranta
harto merece maravilla canta
huellas su destrucción menos vecina
caiga si cumple así precipitado
de pedro el trono el rayo de la guerra
rompa y trastorne llaves y corona
días no su tempo insigne ofenda agrado
y tú para consuelo de la tierra:
los monumentos del sudor perdona.

Poema soneto. con motivo de haber hecho un pequeño sentimmiento la  cúpula de s. pedro en el año 1810 cuando napoleón reunió el estado  romano del reino de italia de Leandro Fernández de Moratín con fondo de libro

Manuel de Zequeira

A la vida

-- de Manuel de Zequeira --

Vida, que sin cesar huyes de suerte
que no eres de algún bien merecedora,
¿Por qué quieres llevarme encantadora
con alegre esperanza hasta la muerte?

Si el tiempo que risueña te divierte
es el mismo al fin que te devora
¿Por qué te he de apreciar si a cada hora
se me acerca el momento de perderte?

¿Mas, que pierdo en perderte?; la vil parte
de la miseria humana, el cuerpo indigno
que debieras mas bien de él alejarte,

si a más vida, más males imagino
ya me puedes dejar, que yo en dejarte
harto que agradecer tengo al destino.

Poema A la vida de Manuel de Zequeira con fondo de libro

Jorge Luis Borges

arte poética

-- de Jorge Luis Borges --

Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.
Sentir que la vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche, que se llama sueño.
Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor y un símbolo,
ver en la muerte el sueño, en el ocaso
un triste oro, tal es la poesía
que es inmortal y pobre. La poesía
vuelve como la aurora y el ocaso.
A veces en las tardes una cara
nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.
Cuentan que ulises, harto de prodigios,
lloró de amor al divisar su itaca
verde y humilde. El arte es esa itaca
de verde eternidad, no de prodigios.
También es como el río interminable
que pasa y queda y es cristal de un mismo
heráclito inconstante, que es el mismo
y es otro, como el río interminable.



Jorge Manrique

coplas por la muerte de su padre 40

-- de Jorge Manrique --

Así, con tal entender,
todos sentidos humanos
conservados,
cercado de su mujer
y de sus hijos y hermanos
y criados,
dio el alma a quien se la dio
(en cual la dio en el cielo
en su gloria),
que aunque la vida perdió
dejónos harto consuelo
su memoria.
↑ Nos dejó



Diego Hurtado de Mendoza

Por tan difícil parte me han llevado

-- de Diego Hurtado de Mendoza --

Por tan difícil parte me han llevado
Los importunos años que he vivido,
Que aun bien el medio dellos no he cumplido,
Y mil veces el fin he deseado.

Y toda la esperanza por do he andado,
De un mal á otro mayor siempre he venido;
En fin, á tal extremo soy traido,
Que no puedo temer mas triste estado.

Ansí que, ya sin bien, sin confianza,
Estoy de aqueste mal, que ahora muero,
Podría ya muy bien hacer mudanza;

Mas tanto por la causa mi mal quiero,
Que siento que me estraga la esperanza,
Y estoy harto mejor si desespero.



Emilio Bobadilla

La fuente envenenada

-- de Emilio Bobadilla --

Cantaba en el silencio de la noche la fuente,
y en torno suyo, luego de acabada la lucha,
fraternizaban todos, bebiendo ávidamente,
a la luz de los astros, sin temor del escucha.

Y era aquel un refugio de efímero sosiego,
de paz un simulacro, pasajero armisticio;
campo mustio que anhela el benéfico riego,
beso puro que ansía harto de carne el vicio.

Y un día envenenaron la fuente —intermediaria
de frescura y silencio, entre uno y otro bando—
(¿era más cruel el hombre de la edad cuaternaria?)

y con ritmo, al estruendo de la metralla ajeno,
en la noche la fuente continuaba cantando,
sin saber que brindaba en su linfa veneno...!



Oliverio Girondo

destino

-- de Oliverio Girondo --

Destino
y para acá o allá
y desde aquí otra vez
y vuelta a ir de vuelta y sin aliento
y del principio o término del precipicio íntimo
hasta el extremo o medio o resurrecto resto de éste a aquelloo de lo opuesto
y rueda que te roe hasta el encuentro
y aquí tampoco está
y desde arriba abajo y desde abajo arriba ávido asqueado
por vivir entre huesos
o del perpetuo estéril desencuentro
a lo demás
de más
o al recomienzo espeso de cerdos contratiempos y destiempos
cuando no al burdo sino de algún complejo herniado en plenovuelo
cálido o helado
y vuelta y vuelta
a tanta terca tuerca
para entregarse entero o de tres cuartos
harto ya de mitades
y de cuartos
al entrevero exhausto de los lechos deshechos
o darse noche y día sin descanso contra todos los nervios delmisterio
del más allá
de acá
mientras se rota quedo ante el fugaz aspecto sempiterno de lo aparenteo lo supuesto
y vuelta y vuelta hundido hasta el pescuezo
con todos los sentidos sin sentido
en el sofocatedio
con uñas y con piensos y pellejo
y porque sí nomás



Oliverio Girondo

yolleo

-- de Oliverio Girondo --

Yolleo
eh vos
tatacombo
soy yo

no me oyes
tataconco
soy yo sin vos
sin voz
aquí yollando
con mi yo sólo solo que yolla y yolla y yolla
entre mis subyollitos tan nimios micropsíquicos
lo sé
lo sé y tanto
desde el yo mero mínimo al verme yo harto en todo
junto a mis ya muertos y revivos yoes siempre siempre yollando y yoyollandosiempre
por qué
si sos
por qué dí
eh vos
no me oyes
tatatodo
por qué tanto yollar
responde
y hasta cuándo



Juan Boscán

Si no os hubiera mirado

-- de Juan Boscán --

VILLANCICO II

Si no os hubiera mirado,
no penara,
pero tampoco os mirara.

Veros harto mal ha sido,
mas no veros peor fuera;
no quedara tan perdido,
pero mucho más perdiera.

¿Qué viera aquél que no os viera?
¿Cuál quedara,
señora, si no os mirara?



Juan de Tassis y Peralta

¡oh cuánto dice en su favor quien calla

-- de Juan de Tassis y Peralta --

Porque, de amor, sufrir es cierto indicio,
y el silencio, el más puro sacrificio
y adonde siempre amor mérito halla!
morir en su pasión, sin declaralla,
es de quien ama el verdadero oficio,
que un callado llorar por ejercicio
da más razón por sí no osando dalla.
Quien calla amando, sólo amando muere,
que el que acierta a decirse no es cuidado;
menos dice y más ama quien más quiere.
Porque si mi silencio no os ha hablado,
no sé deciros más que, si muriere,
harto os ha dicho lo que yo he callado.



Gustavo Adolfo Bécquer

rima lvii

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

Este armazón de huesos y pellejo
de pasear una cabeza loca
cansado se halla al fin, y no lo extraño;
pues, aunque es la verdad que no soy viejo,
de la parte de vida que me toca
en la vida del mundo, por mi daño
he hecho un uso tal, que juraría
que he condensado un siglo en cada día.
Así, aunque ahora muriera,
no podría decir que no he vivido;
que el sayo, al parecer nuevo por fuera,
conozco que por dentro ha envejecido.
Ha envejecido, sí, ¡pese a mi estrella!,
harto lo dice ya mi afán doliente;
que hay dolor que al pasar su horrible huella
graba en el corazón, si no en la frente.



Gutierre de Cetina

cubrir los bellos ojos

-- de Gutierre de Cetina --

Con la mano que ya me tiene muerto,
cautela fue por cierto;
que ansí doblar pensastes mis enojos.
Pero de tal cautela
harto mayor ha sido el bien que el daño,
que el resplandor extraño
del sol se puede ver mientras se cela.
Así que aunque pensastes
cubrir vuestra beldad, única, inmensa,
yo os perdono la ofensa,
pues, cubiertos, mejor verlos dejastes.



Gutierre de Cetina

luz de estos ojos tristes que solía

-- de Gutierre de Cetina --

Alegrarlos mirando alegremente,
vida por quien la mía ahora siente
harto más que el morir vuestra porfía,
¿por cual razón, ¡ay, bien del alma mía!
turbado por un súbito accidente
luego a mi verdad no se consiente?
¿cual injusta ocasión de mí os desvía?
si mi vivir, señora, os desagrada,
si dura mucho ya una buena suerte,
si privarme queréis del bien pasado,
no os me enojéis, no os me mostréis airada:
que como me quitasteis de la muerte,
me la podéis volver de vuestro grado.



Hernando de Acuña

La grave enfermedad que en Silvia vía

-- de Hernando de Acuña --

La grave enfermedad que en Silvia vía
lloraba triste su pastor Silvano,
cuando, mirando en la siniestra mano,
le vio un agudo hierro que tenía,

así diciendo: «De la furia mía
guárdese todo corazón humano».
¿Y qué hará con alegre gesto y sano
la que doliente y tal esto hacía?

Mostró que, pues peligro descubierto
tan claro desengaña al que le viere,
huyan todos la muerte conocida,

porque el daño mayor está encubierto,
que el triste que a quererla se atreviere
harto más aventura que la vida.



Salvador Díaz Mirón

Dedicatoria (Salvador Díaz Mirón)

-- de Salvador Díaz Mirón --

Cuanto en mí vierte luz y armonía
ha nacido a tus besos de miel;
yo soy bardo y tribuno, alma mía,
porque tú eres aliento y laurel.

Si he lanzado una piedra a los cielos,
si fui cruel, no me guardes rencor;
confesando que ha sido por celos,
harto digo que fue por amor.

No te aflijas si el nauta suspira
tanto nombre en las noches del mar;
si son muchos los astros que mira,
uno solo es la Estrella Polar.

La esperanza, luchando y venciendo,
me promete sin par galardón;
¡a ti vaya, sangrando y gimiendo,
este libro, que es un corazón!

Cuanto en mí vierte luz y armonía
ha nacido a tus besos de miel;
yo soy bardo y tribuno, alma mía,
porque tú eres aliento y laurel.



Contra Gallardo

-- de El Solitario --

Traga-infolios, engulle-librerías,
desvalija-papeles, mariscante,
pescador, ratonzuelo, mareante,
Barbarroja y Dragut de nuestros días.

Más vejete que el viejo Matatías,
murcia-murciando va el mundo adelante;
de bibliotecas es el coco andante,
capeador, incansable en correrías.

Harto de hormiguear a troche y moche
y de hundir lo que birla desde mozo
en su cueva, insondable como abismo,

en sueños se levanta a media noche,
coge sus libros y los echa al pozo,
y por garfiar, garfiña hasta sí mismo.



Anónimo

Romance de la duquesa de Berganza

-- de Anónimo --

Un lunes a las cuatro horas,
ya después de mediodía,
ese duque de Berganza
con la duquesa reñía;
lleno de muy grande enojo,
de aquesta suerte decía:
-Traidora sois, la duquesa,
traidora, fementida.
La duquesa muy turbada,
de esta suerte respondía:
-No soy yo traidora, el duque,
ni en mi linaje lo había,
nunca salieron traidores
de la casa do venía.
Yo me lo merezco, el duque,
en venirme de Castilla,
para estar en vuestra casa
en tan mala compañía.
El duque con grande enojo
la espada sacado había;
la duquesa con esfuerzo
en un punto a ella se asía.
-Suelta la espada, duquesa,
cata que te cortaría.
-No podéis cortar más, duque,
harto cortado me había.
Viéndose en este aprieto,
a grandes voces decía:
-Socorredme, caballeros,
los que truje de Castilla.
Quiso la desdicha suya
que ninguno parecía,
que todos son portugueses
cuantos en la sala había.



Marilina Rébora

ser contigo, señor...

-- de Marilina Rébora --

Ser contigo, señor...
He querido querer, señor, y no he podido,
tal vez habré pecado por débil o indecisa,
mas lo que sé de cierto es el deber cumplido
y que a tu ley por siempre me mantuve sumisa.
He querido morir, señor, pero he vivido;
harto pausadamente sin darme a loca prisa,
pensando en los que estaban y en los que habían partido,
como alguien que de todos los que quiere precisa.
Desde hoy en adelante, estar contigo quiero;
amando u olvidada, viviendo o en la muerte,
es mi única añoranza lo que a todo prefiero:
ser contigo, señor, y conservarme fuerte,
para que en el instante de mi postrer segundo
me lleves amoroso al verdadero mundo.



Mario Benedetti

futuro cada vez más jíbaro

-- de Mario Benedetti --

A medida que la distancia
entre el presente y el final se acortan
y el futuro se aclara y se enaniza
y se está un poco harto
de husmear en los residuos del pasado
uno valora y hasta mitifica
la fusión con el cuerpo del amor
y una que otra mirada que atravesó la niebla
aquellos que se aman o se amaron
saben que allí estaba la clave
la negación del acabóse
y por supuesto la vacuna
contra el maldito desamparo
en el futuro cada vez más jíbaro
no figuran feriados ni esperanzas
menos aún llegan explicaciones
de por qué cómo dónde cuándo
el borde lejos ya está cerca
el borde cerca es un despeñadero
hay que aprender a sentir vértigo
como si fuese sed o hambre



Mario Benedetti

igualdad

-- de Mario Benedetti --

En el viejo camposanto
hay sepulcros fanfarrones
criptas nichos panteones
todo en mármol sacrosanto
de harto lujo pero en cuanto
a desniveles sociales
en residencias finales
como éstas no hay secretos
y los pobres esqueletos
parecen todos iguales



Miguel Hernández

3

-- de Miguel Hernández --

3
guiando un tribunal de tiburones,
como con dos guadañas eclipsadas,
con dos cejas tiznadas y cortadas
de tiznar y cortar los corazones,
en el mío has entrado, y en él pones
una red de raíces irritadas,
que avariciosamente acaparadas
tiene en su territorio sus pasiones.
Sal de mi corazón, del que me has hecho
un girasol sumiso y amarillo
al dictamen solar que tu ojo envía:
un terrón para siempre insatisfecho,
un pez embotellado y un martillo
harto de golpear en la herrería.



Miguel Unamuno

El corazón del mundo

-- de Miguel Unamuno --

Reposa, corazón, que harto lidiaste
y reposando espéralo al reposo
postrero que no acaba; que te baste
lo ya vencido en este tormentoso

combatir, y curado del desgaste
en el descanso púrgate del poso
de aquella mala sangre que cobraste
en las arenas del ardiente coso.



Miguel Unamuno

Prematuro amor

-- de Miguel Unamuno --

Y dijo:

«Tiemblas? por qué, si aun no está maduro?
Cálmate, niña, te traeré el espejo
ó si no mírame, que en el reflejo
te verás de mi cara. Es el conjuro

de un amor todavía en el oscuro
rincón del nido. Cuando se haga viejo
verás que fué nuestro mejor consejo
dejarlo estar mientras era harto puro.



Juan Nicasio Gallego

Al autor del Anti-Quijote

-- de Juan Nicasio Gallego --

La voz sonora de un rocín gallego
que al Setabiense aclama noche y día
llegando al reino de la muerte fría
del buen Quijote perturbó el sosiego.

¡Hi de pu...!, Dijo el paladín manchego,
¿ese follón amengua mi valía?
¡Sús! ¡Alto! ¡A castigar su demasía!
Ensilla, Sancho, a Rocinante luego.

Señor, ¿a Rocinante? Si se enfada
mi rucio solo acallará sus voces,
dejándole tendido en la estacada.

Harto se echa de ver que no conoces,
Sancho amigo, su fuerza denodada:
capaz es de matarte el rucio a coces.



Julio Herrera Reissig

La escuela (Reissig)

-- de Julio Herrera Reissig --

Bajo su banderola pertinente, la escuela
bate con aleluyas de gorrión lugareño;
y chatos de modorra, endosados a un leño,
unos tristes jamelgos dicen de la clientela...

Desde el pupitre, rígido el preceptor recela
por el decoro unánime... Mas, estéril empeño,
amasando el «morrongo» cabecea su sueño,
lo que escurre conatos sordos de francachela.

Entona su didáctica de espesas digestiones,
a cada rato un riego enorme de oraciones...
Aunque, a decir lo justo, su ciencia es harto exigua;

la palmeta y la barba le hacen expeditivo...
Y entre la grey atónita, dómine equitativo,
rebaña su mirada llena de luz antigua.



Julio Herrera Reissig

la escuela

-- de Julio Herrera Reissig --

Bajo su banderola pertinente, la escuela
bate con aleluyas de gorrión lugareño;
y chatos de modorra, endosados a un leño,
unos tristes jamelgos dicen de la clientela...

Desde el pupitre, rígido el preceptor recela
por el decoro unánime... Mas, estéril empeño,
amasando el «morrongo» cabecea su sueño,
lo que escurre conatos sordos de francachela.

Entona su didáctica de espesas digestiones,
a cada rato un riego enorme de oraciones...
Aunque, a decir lo justo, su ciencia es harto exigua;

la palmeta y la barba le hacen expeditivo...
Y entre la grey atónita, dómine equitativo,
rebaña su mirada llena de luz antigua.



Julio Herrera Reissig

el labrador

-- de Julio Herrera Reissig --

Cual si pluguiese al diablo -vaya un decir- engorda
el granero vecino con la triple cosecha...
Y aunque él jura y zuequea, esta arcilla maltrecha
sigue siendo madrastra o que realmente es sorda...

Mas con todo: ¡«aires rubios!» -tesonero barbecha-,
y bien que el medro esquivo no es una vaca gorda,
a dios gracias la era patrimonial desborda...
Cuanto para ir capeando la estación contrahecha.

Y mientras el probable rendimiento calcula,
con un pan de la víspera entretiene su gula...
Sabe un gusto a consorte en la masa harto linda,

por lo cual en domésticas bendiciones se arroba...
Y con ojos de humilde lázaro, el terranova
atisba las migajas que a intervalos le brinda.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 37

-- de Francisco de Quevedo --

Dejad que a voces diga el bien que pierdo,
si con mi llanto a lástima os provoco;
y permitidme hacer cosas de loco:
que parezco muy mal amante y cuerdo.
La red que rompo y la prisión que muerdo
y el tirano rigor que adoro y toco,
para mostrar mi pena son muy poco,
si por mi mal de lo que fui me acuerdo.
Óiganme todos: consentid siquiera
que, harto de esperar y de quejarme,
pues sin previo viví, sin juicio muera.
De gritar solamente quiero hartarme.
Sepa de mí, a lo menos, esta fiera
que he podido morir, y no mudarme.



Francisco de Quevedo

parnaso español 39

-- de Francisco de Quevedo --

Descansa, mal perdido en alta cumbre,
donde a tantas alturas te prefieres;
si no es que acocear las nubes quieres,
y en la región del fuego beber lumbre.
Ya te padece, grave pesadumbre,
tu ambición propia; peso y carga eres
de la fortuna, en que viviendo mueres:
¡y esperas que podrá mudar costumbre!
el vuelo de las águilas que miras
debajo de las alas con que vuelas,
en tu caída cebarán tus iras.
Harto crédito has dado a las cautelas.
¿Cómo puedes lograr a lo que aspiras,
si, al tiempo de expirar, soberbio anhelas?



Carolina Coronado

se ha deshecho el alma mía

-- de Carolina Coronado --

Brillaba el sol aquel día
con luz clara, pura, hermosa;
yo no sé qué presentía,
pero estaba el alma mía
agitada y recelosa.
Antes de ver la tormenta
el alción la pronostica:
así una emoción violenta
que se siente y no se explica
a veces nos amedrenta.
¡Tempestad!... Y recia que era
la que aguardaba a mi vida,
cuando por la vez primera
tu mirada placentera
vino a anunciar su venida.
«Alma noble, dije al verte,
corazón osado y fuerte
en amor y odio extremado,
has de ser muy estimado
de la que llegue a quererte».
Harto bien lo presagiaba,
¡mas, por dios, no sospechaba
aquélla que lo decía
que la idólatra sería
del corazón que juzgaba!
¿por qué tu mirada era
tan dulce? ¿por qué tu ruego
quisiste una vez que oyera?...
Con una chispa de fuego
se enciende una inmensa hoguera.
Dice alguno en su porfía
que es mi alma dura roca;
mas, por la virgen maría,
que a un acento de tu boca
se ha deshecho el alma mía.



Clemente Althaus

Ayuda a Chile

-- de Clemente Althaus --

No ausencia de entusiasta simpatía
de un pueblo hermano por la causa santa
enmudece la voz en la garganta
de Musa que el peligro desafía
y la verdad y la justicia canta.
Entusiasmo y amor al pecho sobra
para que el labio a ardientes himnos abra;
mas ya el tiempo pasó de la PALABRA,
el tiempo es ya llegado de la OBRA
contra quien yugo a nuestros cuellos labra.
Harto ya resonó la lira airada;
no más la lengua en gritos se desate:
hablen los hechos; y, soldado el vate,
la lira abandonando por la espada,
vuele con planta intrépida al combate.
Sitiada así por el empeño loco
del vencido en Maipú y en Ayacucho,
no hablar con vana lengua a Chile escucho:
esa nación intrépida HABLA POCO;
esa nación intrépida HARÁ MUCHO.
¿Y será que mi patria en dar vacile
la noble ayuda que su hermana diola?
Si provocó la cólera española,
por venir a su voz, la heroica Chile,
¿Dejarla puede abandonada y sola?
¡Ah! si no por amor, por su decoro
y por lavar la afrenta que lo enloda,
hoy que la asedia la venganza goda,
darle el Perú sus naves, su tesoro
debe, y sus hijos y su sangre toda!



Cristóbal de Castillejo

A una dama llamada Ana

-- de Cristóbal de Castillejo --

A NAdie mirais, Señora,
Que, si no le falta el seso,
No quede luego á la hora
De vuestros amores preso;
Que os hizo Dios soberano
Tan hermosa y escogida,
Que es partido muy mas sano
La muerte de vuestra mano
Que de otra mano la vida.

Y con tal conocimiento,
Despues que yo triste os ví,
Sin placer vivo contento,
Pues que por vos lo perdí;
Y tengo por buena andanza
El dolor que se me ordena;
Que aunque me falte esperanza,
Harto es bienaventuranza
Ser vos causa de mi pena.



Roque Dalton García

yo estudiaba en el extranjero en el 1953

-- de Roque Dalton García --

Era la época en que yo juraba
que la coca cola uruguaya era mejor que la coca cola chilena
y que la nacionalidad era una cólera llameante
como cuando una tipa de la calle bandera
no me quiso vender otra cerveza
porque dijo que estaba demasiado borracho
y que la prueba era que yo hablaba harto raro
haciéndome el extranjero
cuando evidentemente era más chileno que los porotos.



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Ariiba