¿Lleva tilde requeriamos?

Hay una infinidad de palabras que se acentúan en Español, en concreto en nuestra base de datos tenemos 255.832 palabras que deben llevar tilde. Las reglas generales de acentuación son las siguientes:
  • Palabras agudas: son aquellas cuya última sílaba es tónica, deben llevar tilde aquellas que acaben en vocal, ene o ese.
  • Palabras llanas: son aquellas cuya sílaba tónica es la penúltima y llevan acento las que no terminan en vocal, ene o ese
  • Palabras esdrújulas: son aquellas cuya sílaba tónica es la antepenúltima, se acentúan siempre
Con las reglas anteriores puede parecer fácil saber cuando lleva tilde una palabra, no obstante en ocasiones saber separar una palabra en sílabas no es sencillo y pueden aparecer otros factores como los hiatos, las palabras compuestas o los acentos diacríticos que fácilmente inducen a equivocación. Por ello te ayudamos no sólo mostrandote cual es la forma correcta de escribir la palabra pero además te decimos por qué es así.

Requeriamos lleva tilde, se escribe Requeríamos.

Si la vocal tónica o fuerte de un diptongo es la vocal cerrada i/u estamos ante un hiato. Cuando esto ocurre la vocal cerrada i/u debe ser acentuada.

La separación en sílabas de REQUERÍAMOS queda así: re-que-rí-a-mos, debe llevar tilde para romper el diptongo. De esta manera Se produce hiato entre las vocales "í" y "a" de las sílabas y a porque la vocal i acentuada es tónica y la vocal a es abierta.

Puedes ver aquí la definición de requeríamos

Ejemplos con la palabra Requeríamos

La tarde se presentó calurosa, por lo que no andábamos muy aprisa, y requeríamos la sombra que las encinas y castaños proyectaban sobre el sendero a la falda del Padrón de Atienza.
El tema era gracioso, pero aunque intenté glosarlo con todo el ingenio de que yo podía disponer, no conseguí hacer reír a María Ignacia, ni sacarla de su tenebrosa melancolía. Como había comido poco y estaba necesitada de alimento y distracción, le propuse que fuésemos a dar un paseo por el camino de Riofrío, llevándonos una buena merienda. Aprobó mi madre este plan, y antes de las cuatro ya teníamos preparada una cesta con diversidad de fiambres y golosinas, la cual fue por delante, alternando en cargarla los chicos del confitero y Calixta, luego salimos mi mujer y yo con Tomasa y Rosarito Salado. La tarde se presentó calurosa, por lo que no andábamos muy aprisa, y requeríamos la sombra que las encinas y castaños proyectaban sobre el sendero a la falda del Padrón de Atienza. Media hora llevábamos de paseo, cuando advertí que de la parte de los altos de Barahona venía una nube parda con visos amarillos en sus rebordes desgreñados, avanzaba como fúnebre cortina que sólo cubría parte del cielo, pues hacia el Oeste brillaba el sol. La nube pareciome de las que traen mala intención, y esta sospecha fue confirmada por el sonar lejano de truenos hacia el Este. Felizmente llevábamos a prevención paraguas y sombrillas, y no faltaban por allí casitas en que guarecernos en caso de aguacero. «Me alegraré de que llueva», dijo María Ignacia, que de su mal humor se consolaba con las displicencias de la atmósfera, o en estas vio perfecta imagen del estado de su espíritu. Que la nube nos estropearía la tarde quitándonos el regocijo de la merienda, ya no podíamos dudarlo viendo los goterones que nos mandaba el cielo, y que caían estampando en el camino redondeles como piezas de dos cuartos. No tardó en deslumbrarnos un relámpago que de lo más próximo de la nube venía, y con el trueno que a poco retumbó, echonos el cielo una rociada de agua y viento que no nos dio tiempo a buscar abrigo. Ruidos en lo alto anunciaban estragos mayores, la lluvia era como un sin fin de látigos que nos azotaban. Rosarito se amparó tras una peña, guarecidos mi mujer y yo bajo una encina, vimos que empezaban a caer con las gotas confites de hielo, que tal parecía el granizo, primero del tamaño de cañamones, luego como garbanzos. Las exhalaciones, difundiendo en todo lo que alcanzaba la vista repentina claridad lívida, nos deslumbraban. «¿Tienes miedo?» pregunté a mi mujer, y ella me respondió: «Ninguno, que caigan las piedras como castañas es lo que deseo».
Ver ejemplos de oraciones con la palabra requeríamos

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