¿Lleva tilde exactores?

Hay una infinidad de palabras que se acentúan en Español, en concreto en nuestra base de datos tenemos 255.832 palabras que deben llevar tilde. Las reglas generales de acentuación son las siguientes:
  • Palabras agudas: son aquellas cuya última sílaba es tónica, deben llevar tilde aquellas que acaben en vocal, ene o ese.
  • Palabras llanas: son aquellas cuya sílaba tónica es la penúltima y llevan acento las que no terminan en vocal, ene o ese
  • Palabras esdrújulas: son aquellas cuya sílaba tónica es la antepenúltima, se acentúan siempre
Con las reglas anteriores puede parecer fácil saber cuando lleva tilde una palabra, no obstante en ocasiones saber separar una palabra en sílabas no es sencillo y pueden aparecer otros factores como los hiatos, las palabras compuestas o los acentos diacríticos que fácilmente inducen a equivocación. Por ello te ayudamos no sólo mostrandote cual es la forma correcta de escribir la palabra pero además te decimos por qué es así.

Exactores no lleva tilde

Han de llevar tilde las palabras llanas que no terminen en vocal, "n" o "s".

Llamamos palabras llanas a las palabras donde el golpe de voz o sílaba tónica recae en su penúltima sílaba.

La separación silábica de EXACTORES queda así: e-xac-to-res, es llana y termina en "s" por lo tanto no se acentúa.

Ejemplos con la palabra Exactores

Marco concedió la libertad a algunas ciudades y a otras la exención de tributos, anunciándoles que lo ejecutaba en obsequio de Sertorio, de manera que el Asia, molestada otra vez por los exactores, y agobiada con las extorsiones e insolencias de los alojados, se levantó a nuevas esperanzas y empezó a desear la mudanza de gobierno que ya se entreveía.
Mitridates, a la manera de los sofistas, al principio ostentoso y hueco, se había presentado contra los Romanos con unas tropas endebles en sí, aunque brillantes y de gran pompa a la vista, pero, después de vencido y escarnecido con este escarmiento, cuando hubo de volver a la lid, ya ordenó y dispuso su ejército de manera que pudiera obrar y le fuese útil, porque, removiendo de él la muchedumbre indisciplinada de gentes, aquellas amenazas de los bárbaros hechas en diferentes lenguas, y el aparato de armas doradas y guarnecidas con piedras, más propias para ser despojo del enemigo que para fortalecer al que las lleva, adoptó la espada romana, entretejió escudos espesos y fuertes, cuidó más de que los caballos estuvieran ejercitados que de presentarlos galanos, y de este modo formó en falange romana ciento veinte mil infantes y diez y seis mil caballos, sin contar los cuatro de cada carro falcado, siendo éstos en número de ciento, con lo cual, y con hacer que las naves no estuvieran adornadas de pabellones de oro y de baños y cámaras deliciosas para mujeres, sino pertrechadas más bien de armas, de dardos y de toda especie de municiones, vino sobre la Bitinia, recibiéndole otra vez con gozo las ciudades, y no sólo éstas, sino el Asia toda, que había vuelto a experimentar los males pasados, por haberla tratado de un modo intolerable los exactores y alcabaleros romanos, a los cuales Luculo echó de allí más adelante como arpías que devoraban los mantenimientos, contentándose por entonces con procurar hacerlos más moderados a fuerza de amonestaciones, al mismo tiempo que sosegaba las inquietudes de los pueblos, pues, para decirlo así, no había uno que no anduviese agitado y revuelto.
Murió teniendo sitiado a Cicio, de enfermedad, según los más, aunque algunos dicen que fue de una herida que recibió combatiendo con los bárbaros. Al morir, encargó a sus subalternos que al punto volvieran a la patria, ocultando su fallecimiento, así sucedió que, no habiéndolo sabido ni los enemigos ni los aliados, hicieron con seguridad su regreso, acaudillados, como dice Fanodemo, por Cimón, que hacía treinta días estaba muerto. Después que él falleció, ya nada de entidad se hizo contra los bárbaros por ninguno de los capitanes griegos, sino que, armados unos contra otros, por las instigaciones de los demagogos y de los fomentadores de discordias, sin que nadie se pusiera de por medio para contener sus manos, se despedazaron con guerras intestinas, dando respiración al rey en sus negocios y causando una indecible ruina en el poder de los Griegos. Ya más tarde, Agesilao, llevando sus armas al Asia, dio algún paso en la guerra contra los generales del rey, pero sin haber hecho nada grande o de importancia. Llamado otra vez, por disensiones y disturbios de los Griegos, que de nuevo sobrevinieron, se retiró, dejando a los exactores persas de los tributos en medio de las ciudades confederadas y amigas, cuando no se había visto que ni un mal correo ni un caballo se acercara a aquel mar ni a cuatrocientos estadios durante el mando de Cimón. Haber sido sus despojos traídos al Ática lo atestiguan los sepulcros que aún hoy se llaman Cimóneos. También los Cicienses honran un sepulcro de Cimón, por haberles encargado el Dios en cierta hambre y esterilidad, según el orador Nausícrates, que no se olvidaran de Cimón, sino que le dieran culto y lo veneraran como un ser supremo. Tal fue el general griego.
Ver ejemplos de oraciones con la palabra exactores

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