¿Lleva tilde doramos?

Hay una infinidad de palabras que se acentúan en Español, en concreto en nuestra base de datos tenemos 255.832 palabras que deben llevar tilde. Las reglas generales de acentuación son las siguientes:
  • Palabras agudas: son aquellas cuya última sílaba es tónica, deben llevar tilde aquellas que acaben en vocal, ene o ese.
  • Palabras llanas: son aquellas cuya sílaba tónica es la penúltima y llevan acento las que no terminan en vocal, ene o ese
  • Palabras esdrújulas: son aquellas cuya sílaba tónica es la antepenúltima, se acentúan siempre
Con las reglas anteriores puede parecer fácil saber cuando lleva tilde una palabra, no obstante en ocasiones saber separar una palabra en sílabas no es sencillo y pueden aparecer otros factores como los hiatos, las palabras compuestas o los acentos diacríticos que fácilmente inducen a equivocación. Por ello te ayudamos no sólo mostrandote cual es la forma correcta de escribir la palabra pero además te decimos por qué es así.

Doramos no lleva tilde

Han de llevar tilde las palabras llanas que no terminen en vocal, "n" o "s".

Llamamos palabras llanas a las palabras donde el golpe de voz o sílaba tónica recae en su penúltima sílaba.

La separación silábica de DORAMOS queda así: do-ra-mos, es llana y termina en "s" por lo tanto no se acentúa.

Ejemplos con la palabra Doramos

Lo que mayor placer y ornato produjo a Atenas, y más dio que admirar a todos los demás hombres, fue el aparato de las obras públicas, siendo éste sólo el que aún atestigua que la Grecia no usurpó la fama de su poder y opulencia antigua. Y, no obstante, esta disposición era, entre las de Pericles, la de que más murmuraban sus enemigos, y la que más calumniaban en las juntas públicas, gritando que el pueblo perdía su crédito y era difamado, porque se traía de Delos a Atenas los caudales públicos de los Griegos, y aun la excusa más decente que para esto podía oponerse a los que le reprenden, a saber: que, por miedo de los bárbaros, trasladaban de allí aquellos fondos para tenerlos en más segura custodia, aun ésta se la quitaba Pericles, y así parece, decían, que a la Grecia se hace un terrible agravio, y que se la esclaviza muy a las claras, cuando ve que con lo que se la obliga a contribuir para la guerra doramos y engalanamos nosotros nuestra ciudad con estatuas y templos costosos, como una mujer vana que se carga de piedras preciosas. Mas Pericles persuadía al pueblo que de aquellos caudales ninguna cuenta tenían que dar a los aliados, pues los Atenienses combatían en su favor y rechazaban a los bárbaros, sin que aquellos pusiesen ni un caballo, ni una nave, ni un soldado, sino solamente aquel dinero, que ya no era de los que lo daban, sino de los que lo recibían, una vez que cumplían con aquello por que se les entregaba, y puesto que la ciudad proveía abundantemente de lo necesario para la guerra, era muy justo que su opulencia se emplease en tales obras, que, después de hechas, le adquirieran una gloria eterna, y que dieran de comer a todos mientras se hacían, proporcionando toda especie de trabajo y una infinidad de ocupaciones, las cuales, despertando todas las artes, y poniendo en movimiento todas las manos, asalariaran, digámoslo así, toda la ciudad, que a un mismo tiempo se embellecería y se mantendría a sí misma, Porque los de buena edad y robustos tomaban en los ejércitos del público erario lo que para pasarlo bien habían menester, y, respecto de la demás muchedumbre ruda y jornalera, no queriendo que dejase de participar de aquellos fondos, ni que los percibiese descansada y ociosa, introdujo con ardor en el pueblo gran diferencia de trabajos y obras, que hubiesen de emplear muchas artes y consumir mucho tiempo, para que no menos que los que navegaban, o militaban, o estaban en guarnición, tuvieran motivo los que quedaban en casa de participar y recibir auxilio de los caudales públicos. Porque siendo la materia prima piedra, bronce, marfil, oro, ébano, ciprés, trabajaban en ella y le daban forma los arquitectos, vaciadores, latoneros, canteros, tintoreros, orfebres, pulimentadores de marfil, pintores, bordadores y torneros, además, en proveer de estas cosas y portearlas entendían los comerciantes y marineros en el mar, y en tierra, los carreteros, alquiladores, arrieros, cordeleros, lineros, tejedores, constructores de caminos y mineros, y como cada arte, a la manera que cada general su ejército, tenía de la plebe su propia muchedumbre subordinada, viniendo a ser como el instrumento y cuerpo de su peculiar ministerio, a toda edad y naturaleza, para decirlo así, repartían y distribuían las ocupaciones, el bienestar y la abundancia.
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