¿Lleva tilde desafección?

Hay una infinidad de palabras que se acentúan en Español, en concreto en nuestra base de datos tenemos 255.832 palabras que deben llevar tilde. Las reglas generales de acentuación son las siguientes:
  • Palabras agudas: son aquellas cuya última sílaba es tónica, deben llevar tilde aquellas que acaben en vocal, ene o ese.
  • Palabras llanas: son aquellas cuya sílaba tónica es la penúltima y llevan acento las que no terminan en vocal, ene o ese
  • Palabras esdrújulas: son aquellas cuya sílaba tónica es la antepenúltima, se acentúan siempre
Con las reglas anteriores puede parecer fácil saber cuando lleva tilde una palabra, no obstante en ocasiones saber separar una palabra en sílabas no es sencillo y pueden aparecer otros factores como los hiatos, las palabras compuestas o los acentos diacríticos que fácilmente inducen a equivocación. Por ello te ayudamos no sólo mostrandote cual es la forma correcta de escribir la palabra pero además te decimos por qué es así.

Desafección lleva tilde

Han de llevar tilde las palabras agudas que terminan en vocal, "n" o "s".

Llamamos palabras agudas a aquellas que tienen como sílaba tónica la última de sus sílabas, es decir que el golpe fuerte de voz recae en la sílaba final. Las palabras que tienen una sola sílaba se consideran también agudas, pero no suelen llevar tilde salvo en el caso de los acentos diacríticos, esto es que se acentúan para poder diferenciarlas como por ejemplo el caso del pronombre personal tú del determinante posesivo tu.

La separación silábica de DESAFECCIÓN queda así: de-sa-fec-ción, es aguda y terminada en "n" por lo tanto debe llevar tilde.

Ejemplos con la palabra Desafección

No fue raro que el gran caudillo de El Seibo se tomara a pecho esta desafección a su liderazgo y convirtiera el Este en el escenario de su lucha contra los restauradores.
A pesar de esto, debo confesar ingenuamente que si en la concurrida recepción o tertulia de Sartorius, a horas altas de la noche, aparecí asociado al general asombro y pena que ocasionan los graves sucesos de Italia, sentí en mi interior el hielo de la desafección a todo lo que no trajera ligamentos o enlace con mi propio bienestar.
Volví, por indicación del amable Ministro, a los cuatro días, pero nada de mi presunta paternidad política pudimos hablar, porque las graves noticias llegadas de Roma arrebataban la atención de los hombres más o menos arraigados, no dejando espacio para tratar de personales asuntillos. A pesar de esto, debo confesar ingenuamente que si en la concurrida recepción o tertulia de Sartorius, a horas altas de la noche, aparecí asociado al general asombro y pena que ocasionan los graves sucesos de Italia, sentí en mi interior el hielo de la desafección a todo lo que no trajera ligamentos o enlace con mi propio bienestar. En verdad digo que lo ocurrido en Roma me inspira un cuidado muy relativo, y no ha de quitarme porción ninguna del sosiego de mis días ni del sueño de mis noches. Pero, como todos me creen muy entendedor de cosas y personas romanas, no cesaron aquella noche de interrogarme acerca de los antecedentes y móviles de los aterradores acontecimientos, contesté conforme a mi conocimiento personal, y añadiendo a lo que ignoro alguna ingeniosa gala de mi fantasía, satisfice la curiosidad y escuchado fui como un oráculo.
Ver ejemplos de oraciones con la palabra desafección

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