Ejemplos con ábrego

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Detrás de la Noticia Guadalajara con los periodistas Oscar Ábrego de León y Agustín Ramírez Góngora.
En otras ocasiones solanazo del este, regañón del noroeste, ábrego del suroeste y siroco del sureste.
El ábrego ha saltado brioso al amanecer, y ha despojado a los árboles de sus últimas galas, ya mustias.
Había caído la tarde en una serenidad dulcísima, algún caliente suspiro del ábrego removía en el jardín las hojas secas, llevando hasta la ilustre casa de la Torre y Roldán, clara y distinta la voz solemne del , eterno arrullador de la vega.
El interés, cualquiera que él sea, de las domésticas disensiones entre el irascible don Juán de Prezanes y su vecino, pesa e importa poco ante el alarde de fuerza muscular de los nuevos Entellos y Dares, ante el empuje del ábrego desatado, o ante la nube de polvo que levantan novillos y terneras.
y por labrarla de la peor suerte, con trabajo propio en tierras ajenas, salta en cada momento la cuestión de las cuestiones, aquella que ya trae revueltos a los hombres desde que los hijos de Adán, o sus nietos y biznietos, dieron en sembrar la primera semilla: la cuestión del tuyo y mío, o del averiguar si siendo mío el sudor, mía, verbigracia, la idea, y míos los miedos del ábrego y del pedrisco, han de ser tuyos los terrones abiertos y la planta y el fruto.
-A la otra noche -continuó éste-, ná, porque arreció el ábrego.
Cuando en la Montaña amanece entre estos fenómenos de la naturaleza, todo montañés sabe qué viento va a reinar aquel día, y entonces se llama al espacio brillante rodeado de nubarrones, el agujero del ábrego.
Y ¡ay! por poco que se haya vivido, ¿qué ojos humanos podrán permanecer enjutos en presencia de la renovación anual de las campiñas y de los bosques? ¿Quién no echará de menos flores de su alma y frutos de su vida, que huyeron en alas del ábrego para nunca más volver? ¿Quién dejará de llorar, -no ciertamente el continuo descaecer de su existencia, no ciertamente este providencial envejecer de cada instante, que nos deja el consuelo de vislumbrar, más allá del sepulcro, otra primavera eterna, en cambio de los ensueños e ilusiones terrenales que nos arrebató la edad, -pero sí su amargo destino de sobrevivir un año y otro, como el despojado tronco herido por el rayo, a la muerte de aquellas flores y aquellos frutos, y a la perpetua emigración de las inocentes avecillas que nacieron y anidaban en sus ramas?.
Un aire sano, por el que las estaciones casi se confunden, sin que haya sensibles mudanzas, es el que reina en aquellas islas, pues los cierzos y solanos que soplan de la parte de tierra, difundiéndose por la distancia de donde vienen en un vasto espacio van decayendo y pierden su fuerza, y los del mar, el ábrego y el céfiro, siendo portadores de lluvias suaves y escasas, por lo común, con una serenidad humectante es con la que refrigeran y con la que mantienen las plantas, de manera que hasta entre aquellos bárbaros es opinión, que corre muy válida, haber estado allí los Campos Elisios, aquella mansión de los bienaventurados que tanto celebró Homero.
Era este viaje largo, y además de serle inseparables otras muchas incomodidades ofrecía dos peligros: el uno, de la falta de agua en un terreno desierto de muchas jornadas, y el otro, de que estando de camino soplara un recio ábrego en unos arenales profundos e interminables, como se dice haber sucedido antes con el ejército de Cambises, pues levantando un gran montón de arena, y formando remolinos, fueron envueltos y perecieron cincuenta mil hombres.
Habiendo sido visto y perseguido de los enemigos, pudo libertarse de este peligro porque un recio vendaval agitó impetuosamente el mar y combatió con furiosas olas las galeras de éstos, pero arrebatado al mismo tiempo con sus naves hacia rocas escarpadas y simas profundas, había perdido toda esperanza de salud, cuando repentinamente sopló del golfo un viento ábrego que repelió las olas de la tierra al mar, y apartándose él de ella, y navegando a todo su placer, vio la orilla llena de despojos de naufragio.
Propuso, desde luego, el piloto a Dion que desembarcaran cuanto antes, pues si se apartaban de tierra y voluntariamente se alejaban del promontorio, habían de tener que andar muchos días y muchas noches errantes por el mar, esperando en el fin del verano que se levantara el viento ábrego, pero Dion, temiendo el desembarco cerca de los enemigos, y prefiriendo el acometer por lo más retirado, mandó pasar adelante del Paquino.
que a un leve soplo el ábrego deshoja?.
y por labrarla de la peor suerte, con trabajo propio en tierras ajenas, salta en cada momento la cuestión de las cuestiones, aquella que ya trae revueltos a los hombres desde que los hijos de Adán, o sus nietos y biznietos, dieron en sembrar la primera semilla: la cuestión del tuyo y mío, o del averiguar si siendo mío el sudor, mía, verbigracia, la idea, y míos los miedos del ábrego y del pedrisco, han de ser tuyos los terrones abiertos y la planta y el fruto.
Hoy rueda como rama que el ábrego arrebata,.

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