Ejemplos con vulgaridades

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En los alrededores del predio de eran muchos los mozos que tenían la cara de don Horacio, pero su esposa la mejicana, alma poética, vivía muy por encima de estas vulgaridades, mientras con el arpa en las rodillas y los ojos entornados recitaba las poesías de Ossián.
Ahora, a enseñarle el idioma más vulgar posible , se dijo Belarmino, no sin cierto desconsuelo y perplejidad, porque no se le ocurrían vulgaridades ni le tentaba ingeniarse en inventarlas.
Su influencia descendió de las cimas de la intelectualidad para intervenir en las vulgaridades de la vida material.
Por eso prefiero exhibirme en un teatro y justificar la generosidad del público con dos horas de aburrimiento y vulgaridades.
¡Espectáculo admirable, sublime, que nos consuela de las vulgaridades y miserias de la política!.
Más adelante volvió a soltar otro período majestuoso y grandilocuente, que a nuestro joven le agradó sobremanera, pero luego se despeñó en un fárrago de vulgaridades y chocarrerías, de las que no menos quedó asombrado, ¡Vaya un hombre original! dijo para sí.
Óyense en tales sitios vulgaridades groseras, y también conceptos ingeniosos, discretos y oportunos.
Después de oír, acerca de su salud, todas las vulgaridades hipocráticas con que el sano trastea al enfermo, como aquello de , Feijoo abordó la cuestión, y por zancas y barrancas, soltando lo primero que se le ocurría, llegó a decir que él se había propuesto, por pura caridad, negociar la reconciliación.
A todo esto había principiado a amanecer, visto lo cual, nos trasladamos al andén de la Estación, prefiriendo helarnos al aire libre viendo los rosicleres de la aurora, a los aires colados y a las crecientes vulgaridades del cafetín.
empiezo a sudar, póneseme un picorcillo en la garganta, toso, escupo, en fin, Salvador de mi alma, que no digo más que vulgaridades.
-Que mis discursos no son como los de Romero Alpuente, un fárrago de vulgaridades ramplonas para trastornar a la muchedumbre.
No se concibe cómo un sistema semejante puede tener cabida en tan elevado entendimiento, cuando se leen las elocuentes páginas en que está desenvuelto, se siente una pena inexplicable al ver empleados rasgos tan brillantes en repetir todas las vulgaridades de los escépticos, para venir a parar a la paradoja mas insigne y al sistema menos filosófico que se pueda imaginar.
Hablaba, sin ser elocuente, con agradable corrección, y sabía bastante de muchas cosas, y todo lo necesario para pasar por docto, sin esforzarse, entre las vulgaridades de su trato, y por discreto y sesudo entre los que sabían tanto como él.
Jamás había incurrido en estas vulgaridades de tendero rico el señor marqués, ni su familia le había visto tan polilla ni tan desmañado.
Te la expondré en forma de máxima, como hacemos siempre los sabios para acreditar vulgaridades: «si quieres conservar el amor que sientas por un hombre, con todo lo que de este amor se sigue y se desprende, no te cases con él».
Y en efecto, con tal calor y elocuencia exponía «las razones que, desde el punto de vista mundano, aconsejaban el derramamiento de sangre» que después, cuando recordaba que tenía que defender el partido contrario, el de caridad, perdón y amor al prójimo, olvido de los agravios y conformidad con la cruz, cansado ya por los esfuerzos anteriores era otro el Magistral, se volvía premioso, decía con frialdad vulgaridades de sermón de aldea.
Volverán a ser para usted las que ya parecían vulgaridades de villancicos, grandes poemas, manantial de ternura, y llorará pensando en el Niño Dios.
Hay que ser beata, es decir, no hay que contentarse con llamarse religiosa, cristiana, y vivir como un pagano, creyendo esas vulgaridades de que lo esencial es el fondo, que las menudencias del culto y de la disciplina quedan para los espíritus pequeños y comineros, no, hija mía, no, lo esencial es todo, la forma es fondo: y parece natural que Dios diga a una mujer que pretende amarle: «Hija, pues para acordarte de mí no debes necesitar que a Zorrilla se le haya ocurrido pintar los amores de una monja y un libertino, ven a mi templo, y allí encontrarán los sentidos incentivo del alma para la oración, para la meditación y para esos actos de fe, esperanza y caridad que son todo mi culto en resumen.
Desde aquella tarde ningún momento había dejado de pensar lo mismo, que era absurdo que la vida pasase como una muerte, que el amor era un derecho de la juventud, que Vetusta era un lodazal de vulgaridades, que su marido era una especie de tutor muy respetable, a quien ella sólo debía la honra del cuerpo, no el fondo de su espíritu que era una especie de subsuelo, que él no sospechaba siquiera que existiese, de aquello que don Víctor llamaba los nervios, asesorado por el doctor don Robustiano Somoza, y que era el fondo de su ser, lo más suyo, lo que ella era, en suma, de aquello no tenía que darle cuenta.
El señor Somoza expuso latamente varias vulgaridades relativas a la renovación del aire, a la calefacción, aeroterapia y demás asuntos de folletín semicientífico.
Y ya, receloso el autor de no ser entendido, suponiendo muy cortos alcances en el vulgo, no dice en sus versos sino enfáticas vulgaridades.
El Mayor distaba mucho de ser un héroe o una figura verdaderamente interesante: no pasaba de ser una de tantas vulgaridades que nacen porque nacen y viven porque viven.
A nadie concede competencia para nada, al paso que él, confesándose el último de los hombres, se porta como si la tuviera para todo, no halla en la pluma ni en los labios de su vecino una cuestión que le parezca bastante digna de ocupar la atención pública, y al día siguiente pretende él absorberla entera sacando a plaza pequeñeces y vulgaridades de portería.
También hace copias, pero buenas, no de esas vulgaridades que escriben todos los jóvenes entre tontos e inocentes.
Diréisme que en la memoria debo tenerle, pero recordad los expuestos motivos de mi consulta, y comprenderéis por qué necesito que ese resumen pintoresco de vulgaridades aceptadas como razones serias contra.
-Y vendremos a repetir lo que, en fuerza de haberse repetido tanto, pasa en el mundo por catálogo de vulgaridades.
La verdad es que no hallé en mi repertorio de frases hechas y aceptadas en la«buena sociedad» para «cumplir» en lances tales, un par de ellas que entonaran debidamente con aquel modelo de hidalga cortesía, y que me despaché de mala manera con cuatro vulgaridades ramplonas, mal hilvanadas y entre dientes.
hacerlas triunfar, gracias a lo que ella inventaba, o el caso de Paganini, explicado por Goethe, que hacía oír melodías profundas de verdaderas vulgaridades, o el caso de una deliciosa muchacha del Puerto de Santa María, a quien yo le vi cantar y bailar el horroroso cuplé italiano O Mari!, con unos ritmos, unos silencios y una intención que hacían de la pacotilla italiana una aura serpiente de oro levantado.
vulgaridades, los dos médicos, a cobrar su charla el uno, su.
desinfectarme de todas las vulgaridades oídas en estas dos.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba