Ejemplos con vituperan

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Como es habitual en este tipo de obras, tanto se alaban como se vituperan, con lo que se nos muestra el anverso y el reverso de los dos estamentos.
Dos partidos que se aborrecen cordialmente, que sin cesar se vituperan, se calumnian, tirándose al degüello, minan el suelo del flamante Estado absolutista, y el mejor día vendrá el terremoto que todo lo convierta en ruinas.
la vituperan por la campaña desastrosa de la Vendée.
-Además -prosiguió Sarmiento-, yo sé que los que hoy me condenan, me admirarán mañana, si viven, y los que me vituperan hoy, luego me pondrán en el mismo cuerno de la luna.
los que a sí mismos se quieren mucho todos los vituperan, y como por baldón, les.
Con este regreso de los sacerdotes resolvieron, por lo pronto, defender con gran fuerza los muros de la ciudad y lanzarse del mismo modo sobre los enemigos, poniendo principalmente su esperanza en el tiempo y en los caprichos de la fortuna, mas desengañáronse luego de que ningún salvamento les quedaba, por más que hiciesen, la turbación, el desaliento y las ideas más desconsoladas se apoderaron ya de la ciudad, hasta que tuvo lugar un suceso muy parecido a aquellos de que frecuentemente habla Homero, aunque no satisfaga a la mayor parte: porque diciéndose éste y exclamando en las grandes y extraordinarias ocasiones La garza Palas púsole en las mientes y también: Cambióle un inmortal el pensamiento, el que en un solo acalorado pecho del pueblo puso la gloriosa suerte, y en otra parte: O por sí lo pensó, o es que algún numen le sugirió la provechosa idea, le vituperan como que con cosas imposibles y con increíbles patrañas trata de quitar al juicio de cada uno el mérito de la determinación propia, cuando Homero no hace semejante cosa, sino que los sucesos ordinarios y comunes que se gobiernan con razón los pone a cuenta de lo que está en nuestro poder, así que dice muchas veces: Yo lo determiné con grande aliento, y asimismo: Apenas dijo, congojóse Aquiles y revolvió tan inquietante pena una vez y otra en su alentado pecho y en otra parte: Mas mover no logró a Belerefonte, guerrero cauto que con grande acierto los más prudentes medios discurría, y en las ocasiones imprevistas y arriesgadas que piden cierto ímpetu y entusiasmo no pinta al numen como que nos arrebata, sino como que mueve y dirige nuestra determinación, ni como que produce por sí los conatos y esfuerzos sino ciertas apariencias ocasionales de ellos, con las cuales no hace la acción involuntaria, sino que da un principio a lo voluntario con infundir aliento y esperanza, pues tina de dos: o hemos de desechar enteramente el auxilio divino de todas las acciones que llamamos y son nuestras, o si no ¿de qué otro modo auxiliarán los dioses a los hombres y cooperarán con ellos? No ciertamente amoldando nuestro cuerpo, ni aplicando ellos mismos nuestras manos y nuestros pies, sino despertando con ciertos principios, con ciertas apariencias e inspiraciones la parte activa y electiva de nuestra alma, o, al contrario, desviándola o conteniéndola.
Me vituperan por triunfos populares, y yo, sin pronunciar sentencia sobre esto, tan sólo digo que derribé la Bastilla, que destruí al vencedor de Europa no lejos de estos sitios por donde vamos, que también aquí salvé al mundo cristiano de las huestes de Mahoma.

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