Ejemplos con vendiendo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El éxito fue inmediato vendiendo medio millón de copias y es uno de los más firmes candidatos a ser considerado el primer rock argentino.
En el episodio, Homer descubre que puede ganar dinero vendiendo grasa, pero finalmente deja su negocio luego de una pelea con el jardinero Willie y la Compañía de Grasa de Springfield.
Antes de la llegada de los primeros pobladores solo existía un chalet propiedad de un abogado madrileño llamado Don Ramiro dentro de los terrenos de su propiedad los cuales fue vendiendo.
Este primer disco tuvo un éxito aceptable vendiendo un millar de copias.
Jenny y Sally, dos hermanas gemelas, viajan por el Oeste acompañando a su abuelo, que se gana la vida vendiendo un elixir milagroso hecho de té con azúcar.
Necesitamos hacer una promoción muy fuerte, pues el disco se está vendiendo como pan caliente.
El dinero se consigue trabajando o vendiendo mercancías en el mercado.
Paulatinamente la iglesia va vendiendo sus propiedades, posiblemente para poder hacer frente a los gastos de mantenimiento, y no es sino después de la segunda década del siglo XX cuando se compra la Casa Parroquial.
Los muchos descendientes de este matrimonio fueron vendiendo sus tierras hasta que el paraje tomara la forma actual, urbana y con un centro comercial pujante, junto con varios barrios privados.
Trabaja en el centro comercial vendiendo limpia cosas pero todos dicen que vende cosas y ella vende limpia cosas.
Los predios se hallaban en manos de los acreedores, su casa era un desierto: se había defendido vendiendo los recuerdos del pasado.
Desde este nido de piratas eran el terror de Bizancio, tomando por asalto a Salónica y vendiendo como esclavos a los patricios y las damas más principales del Imperio.
Y vendiendo bienes para reunir fondos, Fernando se lanzó en los negocios con una ceguera que no admitía consejos.
¿Y me habré de echar por esas calles, despedazado y con náuseas de muerte, vendiendo con mis súplicas desesperadas nuestra hora de secreto, cuando usted con este gran favor, puede darme el medio de bastar a todo con holgura, y de cubrir con mi serenidad los movimientos?.
¡Largo de allí! ¿No tenían bastante con lo que robaban, vendiendo retratos y rosarios? Y él fué quien guió al médico, por un ancho corredor que conducía a un patio descubierto.
Los recaudadores de tributos, no encontrando qué cobrar en los pueblos, arrancaban las techumbres de las casas, vendiendo las maderas y las tejas.
¿Qué no recaudaría Currita vendiendo por media hora, aunque sólo fueran altramuces o garbanzos tostados?.
En dos horas escasas había recaudado madame Judic más de cinco mil francos vendiendo.
Paco, prometiendo empleos para cuando volviese al poder, que sería pronto, vendiendo protección, y conquistando voluntades.
¡Vaya si te pasará! Vendiendo el huerto para hacerte dueño de y casarte con esa chica, que, según tengo entendido, es buena persona, hubieras dado gusto a tu tío.
son como esos forasteros que van vendiendo por los cortijos filtros y brevajes que han de producir su efecto a los tres días.
¿A que no se atreve? Es un cobarde y un traidor, que vendiendo amistad, hiere por la espalda.
¿Pues qué cree usted, que a mí me costaría trabajo cuidar enfermos y dármelas de muy católica? Pues si a mano viene me pondré el mejor día a cuidar y limpiar y revolver los enfermos más podridos, y me vestiré una saya, y recogeré niños que no tengan padres, que de eso y de mucho más soy yo capaz ¡Vaya con la ! Ea no venga acá vendiendo mérito ¡Y ángel me soy! Pues para que lo sepa, también yo, si me da la gana de ser ángel, lo seré, y más que usted, mucho más.
En un pueblo de la Alcarria tenían los hermanos Rubín una tía materna, viuda, sin hijos y rica, mas como estaba vendiendo vidas, la herencia de esta señora no era más que una esperanza remota.
¿Cómo se ha pasado usted la vida? Vendiendo burros y caballos, después conspirando y armando barricadas.
El primer conde de Trujillo está casado con una de las hijas del famoso negociante Casarredonda, que hizo colosal fortuna vendiendo fardos de y para vestir a la tropa y a la Milicia Nacional.
La que no tiene flor se pone entre los pelos cualquier hoja verde y va por aquellas calles vendiendo vidas.
Yo, que tenia entónces el juicio no en la cabeza, sino en los carcañales, haciéndoseme el deleite en aquel punto mayor de lo que en la imaginacion le pintaba, y ofreciéndoseme tan a la vista la cantidad de hacienda, que ya la contemplaba en dineros convertida, sin hacer otros discursos de aquellos a que daba lugar el gusto que me tenia echados grillos al entendimiento, le dije que yo era el venturoso y bienafortunado en haberme dado el cielo casi por milagro tal compañera para hacerla señora de mi voluntad y de mi hacienda, que no era tan poca, que no valiese con aquella cadena que traia al cuello, y con otras joyuelas que tenia en casa, y con deshacerme de algunas galas de soldado, mas de dos mil ducados, que juntos con los dos mil y quinientos suyos, era suficiente cantidad para retirarnos a vivir a una aldea de donde yo era natural, y adonde tenia algunas raíces, hacienda tal, que sobrellevada con el dinero, vendiendo los frutos a su tiempo, nos podia dar una vida alegre y descansada: en resolucion, aquella vez se concertó nuestro desposorio, y se dió traza como los dos hiciésemos informacion de solteros, y en los tres dias de fiesta, que vinieron luego juntos en una pascua, se hicieron las amonestaciones, y al cuarto dia nos desposámos, hallándose presentes al desposorio dos amigos mios, y un mancebo que ella dijo ser primo suyo, a quien yo me ofrecí por pariente con palabras de mucho comedimiento, como lo habian sido todas las que hasta entónces a mi nueva esposa habia dado, con intencion tan torcida y traidora que la quiero callar, porque aunque estoy diciendo verdades, no son verdades de confesion, que no pueden dejar de decirse.
Otros cuarenta dias tardaron de venir los avisos de Paris, y a dos que llegaron el mercader frances entregó los diez mil escudos a Isabela, y ella a sus padres, y con ellos, y con algunos mas que hicieron vendiendo algunas de las muchas joyas de Isabela, volvió su padre a ejercitar su oficio de mercader, no sin admiracion de los que sabian sus grandes pérdidas.
Dio luego don Quijote orden en buscar dineros, y, vendiendo una cosa y empeñando otra, y malbaratándolas todas, llegó una razonable cantidad.

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