Ejemplos con vate

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Aunque no tiene la suerte de encontrar al famoso vate, sí llega a conocer a su mujer, de la cuál Iommi cae perdidamente enamorado.
De ahí, El Vate se proyectó como inspirado poeta cuya obra habría de recorrer el mundo entero envuelta en la música de los mejores compositores de la época y cantadas por los más afamados intérpretes del momento.
Por ella, otro renombrado poeta yucateco, Antonio Mediz Bolio, otorga la dignidad de El Vate a López Méndez aduciendo que nadie había captado con más intensidad y cercanía el maravilloso misterio de la patria mexicana.
No hemos de hacer aquí la crítica del vate extremeño, ya conocido suficientemente en la república de las letras.
Esta amistad se prolongo por muchos años, hasta que el creador de la Guaranda, José Asunción Flores, conoció a otro gran poeta nacional, Manuel Ortiz Guerrero, con quien inicio una relación de amistad basada fundamentalmente en la admiración que el compositor sentía por el gran vate guaireño, a quien le interesó profundamente su obra, a tal punto de haber influido en forma determinante en la creación suprema del maestro, la guarania, un movimiento nuevo que Flores aportaba al historial musical nativo y cuyo nombre precisamente fue una genial inventiva del poeta y amigo, de acuerdo a la versión que figura en el libro de Juan Max Boettner Música y Músicos del Paraguay.
De cuando Pepe Monagas le destupió el vate colose a un inglés en lunes de Carnaval, señaladamente.
Clementito Ocampos fue además golfista, recitador y autor de cuentos y leyendas Guaraníes, fue uno de los grandes animadores de las noches de música, canto y poesía del Restaurante LA CURVA, donde se pasaban momentos inolvidables con la presencia de notables y consagrados números artísticos que realizaban su actuación con la producción de este inolvidable vate campesino que tanto sabia deleitar y divertir a sus conciudadanos con la ocurrencias que le brotaban de su fecunda imaginación.
El adjetivo justo, la ruptura de las normas clásicas de puntuación y el mensaje explícito de los versos, nos golpea con rotundidad el intelecto para guiarnos hacia la poesía de Miguel Labordeta, un mito más que un vate, una leyenda más que un escritor de carne y hueso.
La sonrisa con que el anciano vate acompañó estas palabras hirió a Tristán como un latigazo.
El anciano vate le miró fijamente a los ojos durante unos momentos, luego alzando los hombros replicó suavemente:.
Era que se iba a celebrar la fiesta de la literatura lemosina, en la que desempeñaba siempre un primer papel: vate premiado, discurseante, o simple ídolo, al que tributaban sus elogios otros poetas, clérigos dados a la rima, encarnadores de imágenes religiosas, tejedores de seda que sentían perturbada la vulgaridad de su existencia por el cosquilleo de la inspiración, toda una cofradía de vates populares, ingenuos y de estro casero, que recordaban a los Maestros Cantores de las viejas ciudades alemanas.
El infierno imaginado por el vate florentino resultaba un juego de chicuelos.
Gracias a que era un vate aplaudido en la Juventud Católica y tenía ideas muy cristianas, que si no, a la vista de tamaña traición hubiera sido capaz de ahogar su dolor cometiendo la más atroz barrabasada, por ejemplo, dando un adiós patético a la ingrata, y arrojándose después de cabeza en aquel caldero de aceite hirviendo donde volteaban los buñuelos.
Era Espronceda el vate político, y bajo su influjo la religión liberal de Ibero se iba convirtiendo en un culto secreto de dioses lejanos.
y a quien colmó de regalos, sin que el vate famélico y.
Me he determinado a publicarla porque al mismo tiempo que doy a conocer un trabajo completamente desconocido, digno por su singular rareza que exalta la extraordinaria facilidad para versificar del fecundo vate_ demuestro lo rico que es el idioma castellano.
Asuntos más pobres y menos interesantes he visto cantados en estos últimos tiempos por la lira de trovadores cuyos nombres no pasarán a remotos siglos, pero que son poetas, según el diccionario de la lengua, en una de sus varias acepciones que en este momento se me ocurre: Cualquier titulado vate, bardo, trovador sin méritos para ello, cualquiera que versifica siquiera lo haga contra la voluntad de Dios y falseando las leyes del Parnaso.
A media noche se le aparece un trasgo, una ninfa, o cualquiera otro personaje alegórico, con gran concurso de geniezuelos alrededor, y este tal personaje reprende al vate su modorra y su pigricia, le manda que se levante inmediatamente y que escriba esto y aquello y lo de más allá, y de este modo le informa de cuanto hay que saber en el caso, de suerte que desaparecer la fantasma, despedirse el poeta del lector pío, y acabarse el poema, todo es a un tiempo.
Encontrábase en la calle, por ejemplo, con Trifón Cármenes, el poeta de más alientos de Vetusta, el eterno vencedor en las justas incruentas, de la gaya ciencia, le llamaba con un dedo, acercaba su corva nariz a la ancha oreja del vate y decíale:.
corona con que el vate por premio a sus cantares.
Aguardaba al extranjero vate cuyos versos conservaba grabados más hondamente en la memoria que en la corteza de las palmas, y el extranjero tardaba en llegar, y el pecho de ella comenzaba a temer, a inquietarse, a llenarse de angustia, pues la mañana se pasaba y era urgente hablar con él e imponerle de que al día siguiente ella y toda su familia debían ausentarse del Palora lo menos por medio mes.
Si la urraca, que remeda lo que oye, y toma de acá y de acullá retazos y desechadas antiguallas, no tiende el vuelo ni clava la vista como el águila de Júpiter, tampoco el pobre humanista, que sueña con ser vate, dice con razón:.
No siempre habita el vate en el santuario,.
que ser gran vate piensas, que consista.
'''DON FILIBERTO:''' ¡Juventud! ¡Noble apasionamiento! ¡Divino tesoro, como dijo el vate de Nicaragua! ¡Juventud, divino tesoro! Yo también leo, y algunas veces admiro a los genios del modernismo.
Cuando el poeta Herrera nos asombraba con la majestad de su estilo, hasta los más ignorantes soldados, al marchar por la Rúa, puesta la mano izquierda en el pomo de la espada, iban marcando en su espaciado marchar la rima del vate sevillano.
¡Oh, cuánto diera, vate de tiernos sentimientos,.
¡Oh! en tan inmensa postración, el vate.
Pero sí creo que deben lavarse una vez al día, o más si estuvieren en peligro de subir al «colchón del matrimonio», como ha dicho pintorescamente un vate americano.
En la primera, pasman la facilidad y el brío de estilo con que hace resaltar el mérito del vate de Venusa, poniéndole como en compendio ante los ojos de nuestro espíritu, y como destilando su esencia.

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