Ejemplos con valía

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Para todos hubo: para el que debía, para el que deseaba y para el que valía, y a cada cual se le hablaba en el tono conveniente.
Su palabra valía tanto como la de don Antolín.
Los menestrales desaparecían, tragados por los ejércitos, y las ciudades se llenaban de inválidos y veteranos arrastrando la roñosa tizona, única prueba de la valía personal.
Su dinastía valía casi tanto como la de los reyes, y en más de una ocasión habían salvado a éstos con sus consejos y su energía.
Lo que le valía el continuo acarreo de pellejos hinchados de vino o de aceite perdíase en manos de chalanes y constructores de carros, hasta que llegó el momento en que, viendo próxima su ruina, abandonó el oficio.
Los admiradores de le hacían repetir el procedimiento de que se valía todos los años para no pagar a la dueña de sus tierras, y lo celebraban con grandes risotadas, con estremecimientos de maligna alegría, como esclavos que se regocijan con las desgracias de su señor.
Entonces pude admirar en Gabriela no sólo la sencillez de su alma, sino lo que en ella valía más, la nobleza de su corazón.
Para tales comisiones se valía de doña Clara, que tenía amigos entre los prestamistas, y hacía las operaciones diciendo que los objetos eran de una señora distinguida cuyo nombre no podía revelar.
Oirían la primera misa en la capilla de los Desamparados, porque a doña Manuela, como buena valenciana, le parecía que ninguna misa del resto del año valía tanto como aquélla y después tomarían chocolate en un huerto de fresas, bajo un toldo de plantas trepadoras, recreándose el olfato con el olor de los campos de flores y el humillo del espeso soconusco.
Su Juanito, el paria de la casa, era el que valía algo, y ahora estaba allí, agitando su pecho para escapar del brazo de la muerte, cansado de sufrir desdenes y olvidos.
Aparisi, propietario y concejal de oficio, era un hombre que se preciaba de , pero con el marqués de Casa-Muñoz no le valía su suficiencia, porque este no toleraba imposiciones y era capaz de poner puntos sobre las haches.
Si la Providencia no tenía en cuenta estas circunstancias, ¿de qué le valía a uno portarse bien y ser un modelo de orden y buena fe? Esto es claro como el agua.
¡Sí, pues buena se pondría doña Lupe si él le contara su aventura y el empleo que daba a sus ahorros! Valía más callar, y adelante.
Cada uno por su estilo, aquella pareja valía un imperio.

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