Ejemplos con tufo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Existen numerosos arroyos con aguas que bajan serpenteantes y saltarinas con un fuerte tufo a plena naturaleza, escoltadas por generosa y variada vegetación.
el travertino remplazará al tufo y será en época augustea cuando se generalice el uso del mármol de Carrara y se importe de Grecia.
se utilizó el tufo, en los cimientos de los templos.
Zona arqueológica de Sovana: situada al oeste de la localidad, a lo largo de la carretera que conduce a San Martino sul Fiora, la zona arqueológica está rodeada de las espectaculares Vie Cave que la unen a otras necrópolis de la zona, en el sugerente escenario del Parco archeologico del Tufo.
Desprendíase de toda la persona de aquella niña dormida aroma inexplicable de pureza y frescura, un tufo de honradez que trascendía a leguas.
A veces, contrastando con el tufo penetrante del carbón de piedra, venía una bocanada del agreste perfume de los encinares y las praderías, extendidas a uno y otro lado del tren.
La guardiana les precedía alumbrando con una lámpara de minero, aplastada y de hediondo tufo, Miranda llevaba otra, y un pilluelo que allí se apareció caído de las nubes, encargose de la última.
Las yucas alzaban su cabeza majestuosa, perpetuamente coronada, las hiedras exhalaban leve aroma campesino, siempre más grato que el tufo de la cera.
Sonaban los esquilones llamando a los fieles a misa y como atraídas por ellos pasaban mujeres viejas, vestidas de negro, con aspecto mixto de bruja y dueña, y ese tufo de ropa antigua, semejante al olor de la piedra mohosa de los templos.
Todos los que llegaban a la triste casa de Carrasco, en la calle de los Peligros, traían en sus caras algo del general contento exterior, por más que quisieran poner en ellas la aflicción de rúbrica, todos traían un reflejo de la espléndida y nunca vista iluminación, algunos quizás el olor del aceite que en millones de lucecillas se quemaba, o el tufo de la pólvora que restallaba en juguetona artillería.
¿Sería quizá en el cuarto vecino, o en el corredor de entrada, o tal vez en el bulevar, algún incendio formidable que hiciera penetrar a través de las maderas sus inflamados miasmas? El tío Frasquito corrió primero a la puerta de entrada, a la de comunicación luego, y a la ventana por último, sin encontrar rastro alguno de incendio, con las narices abiertas, olfateando siempre y percibiendo, mientras más se movía de una parte a otra, el alarmante tufo más marcado.
Cuantos tomos enormes, roídos por el corte y forrados con papel grasiento, rodaban por los mostradores de las tiendas del Mercado, eran atraídos por sus manos, como si éstas fuesen un imán, y devorados rápidamente, unas veces por la noche, después de cerrar las puertas y robando horas al descanso, otras por la tarde, aprovechando ausencias de don Eugenio, en el fondo del almacén, a la dudosa claridad que se cernía en aquel ambiente cálido, impregnado del vaho de los tejidos y el tufo de la tintura química.
Vio a muchas subir con el jarro de leche de almendras, que les dieran en el café de los Naranjeros, y de casi todas las cocinas salía tufo de fritangas y el campaneo de los almireces.
¡Y me harás creer tú a mí que no piensas en él! Cuando una está encerrada entre tanta cosa de religión, misa va y misa viene, sermón por arriba y sermón por abajo, mirando siempre a la custodia, respirando tufo de monjas, vengan luces y tira de incensario, que le salen a una todas las cosas malas o buenas que ha pasado en el mundo, como las hormigas salen del agujero cuando se pone el Sol, y la religión lo que hace es refrescarle a una la entendedera y ponerle el corazón más tierno.
De la nariz de la coja pasó el cuerpo del delito a la de Sor Natividad y de esta a otras narices próximas, resultando, de la apreciación del tufo, mayor severidad en el comentario del crimen.
La fatiga del paseo y de la escalera le duraba aún cuando vio entrar al más simpático de los doctores, Moreno Rubio, despidiendo tufo de alegría, como un preservativo contra las tristezas de la medicina.
Y si se deja pasar delante a la dama, ninguno de los nocturnos rondadores se detendrá en su carrera loca, aunque oiga el tiro que corta la vida de su rival, aunque tropiece en el camino su ensangrentado cadáver, aunque el tufo de la pólvora le diga: ¡Al final de tu idilio está la muerte!.
De la parte desta enramada, si no me engaño, sale un tufo y olor harto más de torreznos asados que de juncos y tomillos: bodas que por tales olores comienzan, para mi santiguada que deben de ser abundantes y generosas.
Pues ¡es verdad replicó don Quijote que no acompaña esa grandeza y la adorna con mil millones y gracias del alma! Pero no me negarás, Sancho, una cosa: cuando llegaste junto a ella, ¿no sentiste un olor sabeo, una fragancia aromática, y un no sé qué de bueno, que yo no acierto a dalle nombre? Digo, ¿un tuho o tufo como si estuvieras en la tienda de algún curioso guantero?.
Un candil de grasa de potro, hecho en un hoyo, ardía en el suelo, un tufo rojizo era toda la luz que despedía.
Al revés de la otra casa, el alcázar de la otra dinastía de Villavieja: la mansión de los Carreños, la menos vieja de todas las de la villa, con su poco de color en la fachada, vidrieras de a cuatro cristales, un jardinillo en la trasera, suelos firmes y a nivel y techos de cielorraso, la chimenea ahumando casi siempre, mucho ruido de sartén y mucho tufo de cocina, mucho barullo en todo, y para todo poco aseo, los muebles casi amontonados en la sala, los colores crudos y chillones, mucha jaula con pájaros de mucha voz y grande y sucio comedero, como el mirlo y el malvís entre otros, palomar en la buhardilla y mastín suelto en el portal, en fin, dinastía sin abolengo, plebeya, encumbrada por la fuerza del dinero y de la intriga en tiempos no lejanos.
Acompañado del propio Maravillas, que para eso y para dirigir y ''mejorar'' a su gusto la edición, había ido dos días antes a la ciudad, entraba en Villavieja el paquete de los quinientos ejemplares, húmedo todavía y exhalando el tufo que enloquece a los pipiolos y regocija a los veteranos en la esgrima de la péñola, al mismo tiempo que subía hacia Peleches don Alejandro Bermúdez.
me dio un tufo de kyries el cabello,.
Sí, la manteca de los guisos tiene en París un tufo delicioso.
Dorotea fue débil y aceptó, pero cada día se sentía más hastiada de su marido: nunca le había encontrado tan mal olor, y algunas noches el tufo del ajenjo y de la caña la obligó a desviar con asco el rostro.
La atmósfera, sin embargo, se cargaba, empezaba a sentirse un tufo a muerto, a sudor y a aliento de ajo.
-¡Mi Coronel -me dijo, echándome el tufo-, acuéstese, acuéstese pronto!.
Despedían un tufo incitante y no era cosa de dejar que se chamuscaran.
¿Quién creyera que en el otro mundo hubiera presunción de mocedad, y en una cecina como esta? Llegóse más cerca, y tenía los ojos haciendo aguas, y en el pico de la nariz columpiándose una moquita, por donde echaba un tufo de cimenterio.
Flotó en el aire un tufo de bencina, exasperado por el calor.

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