Ejemplos con tropillas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Campamos cerca de unos chañarcitos, se acomodaron bien las tropillas, organizando la ronda, no fueran a darnos un malón, se buscó leña y no tardó en alegrar el cuadro un hermosísimo fogón.
Se oían sonar los cencerros de las tropillas, la luna despedía ya alguna claridad.
Las tropillas se habían agrupado, daban las ancas al viento y permanecían inmóviles.
Sonaban los cencerros de las tropillas, cada cual se preparaba para subir a caballo, habiendo olvidado sus penas alrededor del fogón:.
Se manearon las madrinas de las tropillas, cesó el ruido de los cencerros, único que interrumpía el silencio sepuleral de aquellas soledades, y nos echamos sobre la blanda hierba.
Mandé asegurar bien las tropillas y me acosté, no exclamando como el poeta:.
Me trajeron el parte de que en las tropillas no había novedad.
El indio vio desensillar los caballos, sacar las tropillas a cierta distancia para que comieran mejor, y cuando pareció no quedarle duda de que de allí no me movería, se despidió recomendándome unas cuantas veces el mayor cuidado con los caballos, y se fue, a Dios gracias, dejándome en paz, pero no sin que quedaran por ahí, dispersos, a manera de espías, unos cuantos de los mismos que yo había visto llegar con él, hacía un rato, a Aillancó.
-¡Cuidado con las tropillas! -le grité, y haciendo alto las rodeamos, porque la masa de guanacos podía arrebatarlas.
Le anticipé un chasqui, de acuerdo con Mariano Rosas, y a las dos de la tarde mandé arrimar las tropillas.
Entregadas las armas, hice arrimar las tropillas y las mulas, formé cuatro pelotones de la gente, dile a cada uno una tropilla, dejando otra de reserva, mandé ensillar y aparejar, y a la media hora, cuando el sol del último día de marzo se perdía radiante en el lejano horizonte, puse pie en el estribo.
En cuanto quiso aclarar puse a todo el mundo en movimiento, hice dar vueltas las tropillas para que los animales entraran en calor, hasta que llegara la hora conveniente de bajarlos a la laguna, que es cuando el sol pica un poco, mandé agrandar el fogón, se calentó agua, se pusieron unos churrascos, tomamos mate y nos desayunamos.
Una mula espantadiza se asustó del ruido de un calderón medio quemado, que se vino al suelo por arrancar un gajo para hacer fuego y calentar agua, disparó e hizo disparar las tropillas.
Arrimaron las tropillas y ensillamos.
Mientras arrimaban las tropillas, descansaba y pensaba en el extraño concilio a que acababa de asistir, estaba completamente abstraído cuando se me presentó mi compadre Baigorrita.
Me trajeron el parte de que en las tropillas no había novedad y le hice prevenir a Camilo Arias que las tuviera prontas para cuando cayera el sol.
A la hora estuve de vuelta, mi gente estaba pronta, no faltaba sino que arrimaran las tropillas y ensillar.
Las tropillas se movían circularmente, de un lado a otro, y el metálico cencerro mezclaba sus vibraciones con las armonías del viento.
El agua caía a torrentes, nos veíamos unos a otros al fulgor de los relámpagos, las tropillas estaban quietas, no faltaba nadie.
Como la noche estaba tan hermosa, y no teníamos ningún monte que atravesar, mandé echar las tropillas por delante para que los animales montados marcharan más ganosos.

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