Ejemplos con tizona

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Tras jugar algunos partidos con Utah pasó enseguida a la CBA y posteriormente desembarcó en España en el Cacaolat Granollers para jugar también en el Tizona Burgos y Pamesa Valencia.
En otra salida de la morisma, el choque era tan furioso, que cejaban los italianos, seguían su ejemplo los alemanes, y el Emperador, rojo de cólera al ver en fuga a sus soldados favoritos, desenvainaba la tizona, pedía su estandarte, metía espuelas al trotón y gritaba al brillante séquito de caballeros que le seguía: ¡Arriba, señores! Si me veis caer con el estandarte, levantad a éste antes que a mí.
Al sentirse fatigado de aventuras y glorias, desceñíase la tizona, abandonaba el corselete y se cubría con el hábito de fraile.
Y mientras toda una generación soñaba con los ojos puestos en el libro y una mano en la cruz de la tizona, íbase agrandando el radio de los argonautas al otro lado del Océano.
No me dieron a mí lugar respondió Sancho a que mirase en tanto, porque, apenas puse mano a mi tizona, cuando me santiguaron los hombros con sus pinos, de manera que me quitaron la vista de los ojos y la fuerza de los pies, dando conmigo adonde ahora yago, y adonde no me da pena alguna el pensar si fue afrenta o no lo de los estacazos, como me la da el dolor de los golpes, que me han de quedar tan impresos en la memoria como en las espaldas.
Mal año para la tizona del Cid y para la.
Aquí no hay Melisendras, ni Gaiferos, ni moros, ni fortalezas, pero hay mucho pájaro de cuenta que puede dar tanto juego como los autómatas reducidos a polvo por la tizona del heroico manchego.
Chispezuelas de fuego brotaban de la punta de la tizona, y la superficie del piso apareció como carbonizada allí donde se inscribió el cerco mágico, alrededor del osado que se atrevía a practicar el rito de brujería, ya olvidado casi.
En esta impetuosa carrera estuvo a punto de aplastar a varios pacíficos transeúntes, y fue una felicidad que no encontrara un «refinado» en su camino, porque con la rabia que le poseía hubiera asido cualquier ocasión por los cabellos para desnudar su tizona.
-¡No, vive Dios! exclamó a su vez el cuadrillero, con un grito, no menos terrible y poniendo mano a su tizona.
Y tras ceñirse la tizona, calose el chambergo, embozose en la capa de paño de San Fernando y echose a la calle en busca del vizconde.
La respuesta del portugués, que era casado, fue sacar a lucir la tizona.
De seguro que ellos no habrían puesto fin al desbarajuste sin el apoyo de un joven y bizarro oficial que cruzó de pronto por en medio de la turba, desnudó la tizona, que era de fina hoja de Toledo, y arremetió a cintarazos con los alborotadores, dando tajos a roso y velloso, a este quiero, a este no quiero, ora de punta, ora de revés.
Vestía Diego de Salazar almilla de velarte con calzón de lo mismo, listadas calzas y botín de piel, completando su arreo el enorme sombrero, el escudo y la tizona fiera.
Es cierto que los otros tres habían tratado de matar al joven con las sillas, los taburetes y las vasijas, pero dos o tres rasguños hechos por la tizona del gascón les habían asustado.

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