Ejemplos con suplicio

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Pensó con cierto terror en el suplicio de las botas y el tormento del cuello de la camisa, después de su larga temporada de campestre libertad, pero quería salir de la isla lo mismo que había venido a ella.
Pablo Valls desbordaba su graciosa incoherencia, como un charlatán condenado largo tiempo al silencio y que sufre el suplicio de una verbosidad comprimida.
Y esta juventud ruidosa, alegre, exuberante en jugos, sufría un suplicio tantalesco al hablar de las muchachas más hermosas de la ciudad.
Esto era un domingo y otro domingo, y en este suplicio semanal y sin término morían los padres y se convertían en hombres los hijos, engendrando nuevos destinados al insulto público.
¡Quemarle ante un paisaje tan hermoso, tal vez una mañana como aquélla! ¡Meterse en la boca del lobo y dar la vida por si el Papa era bueno o malo, o los laicos debían comulgar con vino lo mismo que los sacerdotes! ¡Morir por tales simplezas cuando la vida es tan hermosa y el hereje hubiera podido amenizarla ricamente con cualquiera de las rubias pechugonas y caderudas, amigas de cardenales, que presenciaron su suplicio! ¡Infeliz apóstol! Febrer compadecía irónicamente la simpleza del mártir.
Es algo así como el suplicio de Tántalo.
Cuando un grito de angustia ha ascendido del fondo de vuestro corazón, no lo habéis sofocado antes de pasar por vuestros labios, con la austera y muda altivez del estoico en el suplicio, pero lo habéis terminado con una invocación al ideal , con una nota de esperanza mesiánica.
Muchos de los fugitivos agradecieron con una pronta obediencia esta decisión, que los libertaba del suplicio de caminar.
Pero Margarita adivinaba el suplicio interior de la pobre señora y su lucha para que no se revelase exteriormente en la humedad de sus ojos, en la nerviosidad de sus manos.
Completamente despierto, en pleno uso de razón, sufría un suplicio igual al que experimentaba en sueños viendo su nombre sin honra al pie de un documento incobrable.
Empezaba el suplicio de la humanidad bajo la cabalgada salvaje de sus cuatro enemigos.
La comida era para ella un tormento, y el desfile de los en el fumadero un suplicio tantalesco.
La castidad observada en los últimos tiempos a causa de sus dolorosas preocupaciones le atormentó ahora como un suplicio.
Su esposa salía de ellas como de un suplicio: resignada porque así lo exigía su deber, pero con un gesto de repulsión mal disimulado.
Recordaba aún los dos años que había pasado en su cátedra, como en una cámara de tormento, sufriendo el suplicio del latín.
Cogí de nuevo el anteojo, y en un momento me hallé otra vez en medio del teatro del suplicio.
Híceme cargo de todo lo que había pasado durante mi enfermedad, que más bien me parecía sueño, y vi la infidelidad de esa desgraciada, vi también que tenía una cría, y la claridad de aquella razón nueva y robusta que yo había echado, me hizo ver un caso de aplicación de la justicia, y consideré que era de mi deber contribuir a la extirpación del mal en la humanidad, matando a esa infeliz, con lo cual la redimía, porque yo he dicho siempre: ‘Bienaventurados los que van al patíbulo, porque ellos en su suplicio se arrepienten, y arrepintiéndose se salvan’.
Fortunata quiso sobreponerse a aquel suplicio, y sacudiendo la despeinada cabeza, como para alejar y espantar una convicción que quería penetrar en ella, le dijo: ¿Qué historias me vienes a contar ahí? Déjame en paz.
Lo que es por padecer no ha de quedar, porque toda mi vida ha sido un puro suplicio Pero ahora no te ocupes más de eso.
¡Qué tonto estuvo él en permitírselo! Volvió a tomar la dirección Norte, sintiendo en su alma el suplicio indecible que producía la conjunción de dos sentimientos tan opuestos como el anhelo de la verdad y el terror de ella.
Fortunata se levantó para acompañar a su marido, y no hay que decir que, sintiendo el motivo, se alegraba de abandonar la mesa, por verse libre de la etiqueta y de aquel suplicio de las miradas de tanta gente.
El calzado estrecho es gran suplicio, y la molestia física corta los vuelos de la mente.
Después pasaba al ojo derecho este suplicio, algo atenuado ya.
Estaba el pobre Juanito Santa Cruz sometido al horroroso suplicio de la idea fija.
Sacado al fin de aquel suplicio y bien envuelto en una sábana de baño, Jacinta le estrechó contra su seno diciéndole que ahora sí que estaba guapo.
Representaba una colina, el Calvario, y por el estrecho sendero que conducía al lugar del suplicio, iba subiendo lentamente Jesús, con la cruz a cuestas, y el rostro vuelto hacia un fraile que allá en lontananza se echaba otra cruz al hombro.
Parecia un reo en capilla, la noche que precede al suplicio.
—El padre ha hecho muy bien, dijo a esta sazon el corregidor, y podria ser fuese providencia del cielo esta para que el suplicio de Andres se dilate, porque en efecto él se ha de desposar con Preciosa, y han de preceder primero las amonestaciones, donde se dará tiempo al tiempo, que suele dar dulce salida a muchas amargas dificultades: y con todo esto querria saber de Andres, si la suerte encaminase sus sucesos de manera que sin estos sustos y sobresaltos se hallase esposo de Preciosa, ¿si se tendria por dichoso ya siendo Andres Caballero, o ya D.
Al que has de castigar con obras no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones.
Éstos, pues dijo el cura, fueron los que nos robaron, que Dios, por su misericordia, se lo perdone al que no los dejó llevar al debido suplicio.

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