Ejemplos con supeditación

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

De ser un entusiasta seguidor de Zuinglio, pasó a radicalizarse y a exigir a los reformadores de Zürich una mayor consecuencia y una menor supeditación al concejo de la ciudad.
Finalmente no se llevó a cabo este enlace que, en la práctica, hubiese supuesto la supeditación de Aragón a Castilla, así como la eventual caida también de los condados barceloneses en la órbita de Castilla, que hubiesen sido eventualmente también absorbidos.
Supeditación de las multinacionales al control político democrático por parte de los ciudadanos.
El aumento de las privatizaciones, reducción del sector público y políticas de redistribución de la riqueza, la supeditación de toda actividad humana a la rentabilidad, son para los activistas razón de preocupación.
La sociedad y la familia cooperan para conseguir su sometimiento utilizando una serie de clichés históricos que tienden a reprimir su propia identidad y justifican su supeditación mediante razones de orden político, social y tradicional que partiendo de la divergencia sexual, determinan las funciones correspondientes a cada sexo.
Pero esta cordura de buena dueña de casa, esta supeditación de cónyuge a uso antiguo, ganosa de evitar toda molestia a su señor, no pudieron mantenerse mucho tiempo.
No sentía miedo a la muerte: lo único que le aterraba era la servidumbre militar, el uniforme, la obediencia mecánica a toque de trompeta, la supeditación ciega a los jefes.
Se notaba en él la supeditación a la disciplina, la eterna disciplina germánica, ciega y obediente, que gobierna hasta los partidos avanzados.
Fuera de la Iglesia no existía otro porvenir que ser aventurero en aquella América que de nada servía a la nación, pues la convertían en una caja de caudales del rey, o ser soldado de oficio en Europa, batiéndose por la reconstitución del Sacro Imperio Germánico, por la supeditación del Papa al Emperador y por la extinción de la Reforma religiosa, empresas que en nada interesaban a España, y eran, sin embargo, sangrías sueltas por las que se escapaba su vida.
La supeditación amorosa de doña Manuela le hacía ser dueño absoluto de la casa, y no tardó en hacer sentir su tiranía.
Y fué en aquellos días de lamentable supeditación al régimen suicida de la media tostada, en aquella época de chicharrones en el figón de la plaza del Progreso, de versos recitados a gritos en las calles solitarias, de proyectos absurdos dictados por el Hambre, que hacía funámbulas delirantes en nuestros caletres visionarios, fué entonces cuando el editor Pueyo llegó a encargar a Barriobero que escribiese una novela.

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