Ejemplos con subyuga

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

pero es precisamente esa comodidad, esa normalidad la que la subyuga.
Hay otro hombre de cuyos labios estoy pendiente cuando habla, cuyo talento me asombra, cuya superioridad intelectual me subyuga, cuyas virtudes me llenan de maravilla y de entusiasmo, cuyo fondo de bondad altísima percibo claramente allá en las profundidades de su corazón, y ya sabes mi enojo, mi repugnancia a que se piense que ni un solo instante puedan confundirse con algo parecido al amor los sentimientos que ese hombre me inspira y que yo le inspiro sin duda.
Tenía algo, mucho, del amigo ingenuo que nos ha pintado a maravilla Edmundo de Amicis en uno de sus libros más hermosos, de ese cruel amigo que nos domina desde el primer día, que nos subyuga, que nos hace sus esclavos, sin que nos sea dable rebelarnos en contra de él, que con una frase nos parte medio a medio, y que, riendo, del modo más natural, en presencia de todos, sin discreción ni consideraciones de ninguna especie, nos dice lo que no queremos que nadie nos diga, o que a propósito de una debilidad o de un afecto que ocultamos con el mayor empeño, nos lanza un chiste que penetra en nuestro corazón como la hoja de un puñal, amigo contra el cual no podemos alzarnos indignados por duro que sea con nosotros, ya porque somos impotentes para replicarle de modo que nos asegure el triunfo, ya porque, a pesar de todo, le estimamos y le amamos por sus muchas cualidades.
Julián permanece allí, clavado, sin fuerzas, anonadado por una mezcla de asombro y gratitud a la Providencia, que no puede razonar, pero le subyuga.
pero Amaranta me subyuga, me fascina, me vuelve loco.
¡Triste mundo éste, donde no se adquiere un lugar sino conquistándolo, ni se conserva sino atrincherándolo! ¡Flaca y débil humanidad, que subyuga al que modesto cede, y ataca al que insolente se encima! Esto solo basta para probarnos nuestra inferioridad humana, y hacernos ansiar aquella justicia superior, para la que no hay brillo deslumbrador ni oscuridad impenetrable.
Quizás este pensamiento no se define: es un sentir obscuro y vago, una sorda opresión ante la fatalidad que nos subyuga a todos.
es explotando la bestialidad de los pueblos, que se les subyuga, pero, es.
Las grandes existencias, en que la voluntad subyuga y plasma el material de la naturaleza con sujeción a un modelo que resplandece mientras tanto en la mente, son reales obras de arte, dechados de una habilidad superior, a la cual la substancia humana se rinde, como la palabra en el metro, la piedra en la escultura, el color en la tela.
Sólo que en la misma esencia de la amorosa pasión está contenido, para límite de esa fatalidad, un principio liberador y espontáneo, de tal propiedad y energía que con frecuencia triunfa de lo inferior del objeto, y así, aun aplicado a objeto ruin, infinitas veces el amor persevera como potencia dignificadora y fecunda, no porque el amor deje entonces de adecuar la personalidad del enamorado a un modelo, ni porque este modelo sea otro que la imagen de su adoración, sino porque es virtud del alma enamorada propender a sublimar la idea del objeto, y lo que la subyuga y gobierna es, más que el objeto real, la idea que del objeto concibe y por la cual se depura y magnifica la baja realidad, y se ennoblece, correlativamente, el poder que, en manos de ésta, fuera torpe maleficio.
Frecuente es que ella obre, desde luego, como origen de falsas vocaciones, extraviando el concepto que de su propio contenido y virtualidad forma el espíritu, y estimulando una ilusión de aptitud, que es a la vocación verdadera lo que a la libre actividad del hombre despierto, el movimiento maquinal con que el hipnotizado realiza los mandatos de la voluntad que lo subyuga.
Siendo padre y maestro de cuantas pasiones puedan hallar cabida en el alma, el amor, por instrumento de ellas, sugiere todas las artes que pide la necesidad o el deseo a que da margen cada pasión que nos subyuga: las invenciones de que se vale la ambición de gloria o riqueza, los artificios e industrias con que se auxilia el propósito de parecer mejor, los ardides que calculan los celos, los expedientes a que recurre la simulación, las redes que urde la venganza, y de esta diligencia que imprime el sentimiento apasionado a la facultad inventiva, surge más de una vez el invento que dura, agregado para siempre a los recursos de la habilidad y la destreza humanas, aunque en su origen haya servido a un fin puramente individual.
El explorador asusta al desierto, el pioneer lo subyuga, el primero planta el hito, el otro abre las vías, aquel voltea la fiera, este la dorna, la amansa, la domestica.
–No, lo que me admira, lo que me arrebata, lo que me subyuga es la manera de haber resuelto este asunto, los dos solos, sin medianeros.
Resulta, pues, que al desempeñar el compromiso que contigo contraje, siento una comezón que me subyuga, un deseo invencible de meterme en el sendero de que te acabo de hablar, en el cual está, sin duda alguna, la fórmula a que debo ajustar el trabajo que me ocupa.
Es una especie de fatalidad la que subyuga las naciones que empiezan a las que las han precedido.

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