Ejemplos con sosegada

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Detúvose al cabo el tren en Venta de Baños, y las luces de la estación mostraron su encendida pupila a través de la niebla leve de sosegada noche de otoño.
Y cuando el destino le ofrecía el goce de una existencia bella, sosegada, cómoda, cuando su talento reconocido y su grandeza de espíritu, le daban asiento firme entre los que ya podían echarse a descansar, formó con su vida una flor, y la puso a los pies de la patria.
Pero aquella vida sosegada y sin emociones, y el cuidado continuo de su hermano, alimentándolo casi a la fuerza a todas horas, como a un pájaro, había puesto un puntal a su salud ruinosa.
Lo sé, Butrón, lo sé, y por eso acudí a usted al puntodijo ella más sosegada.
Halléla sosegada, había tomado alimento y parecía dormitar.
No sería yo como el desatentado jugador, ni como el imbecil domador de bailarinas, ni tampoco como el sandio especulador, que pudiendo llevar una vida sosegada, lleva una vida de perros, con tal de doblar un capital que, después de doble, no puede retribuirle los afanes ni el tiempo que le ha costado doblarlo.
Hasta la madrugada estuvo la tía acompañándola, y viéndola relativamente sosegada, se fue a descabezar un sueño antes de bajar al mercado.
En el coche, Maximiliano, con voz sosegada y dolorida, expresó a su amigo estas ideas:.
Su tono y su mirar eran muy extraños, impropios del lugar y de la sosegada conversación que ambas sostenían.
Despertó luego, y con voz sosegada dijo a su amiga: ¿Estás aquí? ¡qué gusto me da verte! De todas las personas que veo aquí, la que me gusta más eres tú.
Mauricia parecía melancólica y sosegada.
Y la verdad era que con aquella vida tranquila y sosegada, eminentemente práctica, se iba poniendo tan lucida de carnes, tan guapa y hermosota que daba gloria verla.
Mucho se pasmaron él y Benigna de que Juan viera al pequeñuelo con sosegada indiferencia, sin hacer ninguna demostración de cariño paternal.
La conversación era sosegada, y a veces parecía que Juan se reía.
Jacinta daba sus excusas risueña y sosegada.
Al acabarse el repecho, volvió el jaco a la sosegada andadura habitual, y pudo el jinete enderezarse sobre el aparejo redondo, cuya anchura inconmensurable le había descoyuntado los huesos todos de la región sacro-ilíaca.
—La tempestad habia pasado, dejando en la ya sosegada fisonomía de aquel hombre de hierro profundas é indelebles señales.
, sin embargo de lo cual, no bien le advirtieron que habia regresado Antonio, recobró el imperio sobre sí misma y se le mostró sosegada, apacible y hasta sonriente.
Era la sala grande y espaciosa, y a dos pasos se quedó el acompañamiento, y se adelantó Isabela, y como quedó sola, pareció lo mismo que parece la estrella o exhalacion que por la region del fuego en serena y sosegada noche suele moverse, o bien ansí como rayos del sol que al salir el dia, por entre dos montañas se descubre: todo esto pareció, y aun cometa que pronosticó el incendio de mas de una alma de los que allí estaban, a quien amor abrasó con los rayos de los hermosos soles de Isabela.
Hiciéronlo así, y quedando solos los cinco, sin esperar que otro hablase, con sosegada voz, limpiándose los ojos, desta manera dijo Carrizales:.
Con esto se acostaron todos, y apénas estaba sosegada la gente, cuando sintió Lope que llamaban a la puerta de su aposento muy paso, y preguntando quién llama, fuéle respondido con voz baja:.
Diego, yo lo soy, la madre ya no vive, basta saber que fué tan principal, que pudiera yo ser su criado, y porque como se encubre su nombre, no se encubra su fama, ni se culpe lo que en ella parece manifiesto error y culpa conocida, se ha de saber que la madre desta prenda, siendo viuda de un gran caballero, se retiró a una aldea suya, y allí con recato y con honestidad grandísima pasaba con sus criados y vasallos una vida sosegada y quieta: ordenó la suerte que un dia, yendo yo a caza por el término de su lugar, quise visitarla, y era la hora de siesta: cuando llegué a su alcázar, que así se puede llamar su gran casa, dejé el caballo a un criado mio, subí sin topar a nadie hasta el mismo aposento donde ella estaba durmiendo la siesta sobre un estrado negro: era por estremo hermosa, y el silencio, la soledad, la ocasion, despertaron en mí un deseo mas atrevido que honesto, y sin ponerme a hacer discretos discursos, cerré tras mí la puerta, y llegándome a ella, la desperté, y teniéndola asida fuertemente, le dije: vuesa merced, señora mia, no grite, que las voces que diere serán pregoneras de su deshonra: nadie me ha visto entrar en este aposento, que mi suerte, porque la tengo bonísima en gozaros, ha llovido sueño en todos vuestros criados, y cuando ellos acudan a vuestras voces, no podrán mas que quitarme la vida: y esto ha de ser en vuestros mismos brazos, y no por mi muerte dejará de quedar en opinion vuestra fama.
Antonio a un escritorio, y sacó dél muchas conservas, y de algunas comió la desmayada, y bebió un vidrio de agua fria, con que volvió en sí, y algo sosegada, dijo:.
¡Ah cerrera, cerrera, Manchada, Manchada, y cómo andáis vos estos días de pie cojo! ¿Qué lobos os espantan, hija? ¿No me diréis qué es esto, hermosa? Mas ¡qué puede ser sino que sois hembra, y no podéis estar sosegada, que mal haya vuestra condición, y la de todas aquellas a quien imitáis! Volved, volved, amiga, que si no tan contenta, a lo menos, estaréis más segura en vuestro aprisco, o con vuestras compañeras, que si vos que las habéis de guardar y encaminar andáis tan sin guía y tan descaminada, ¿en qué podrán parar ellas?.
Y, diciendo esto, se levantó en pie y se empuñó en la espada, esperando qué resolución tomaría el Caballero del Bosque, el cual, con voz asimismo sosegada, respondió y dijo:.
Bien habríamos navegado treinta millas, cuando nos amaneció, como tres tiros de arcabuz desviados de tierra, toda la cual vimos desierta y sin nadie que nos descubriese, pero, con todo eso, nos fuimos a fuerza de brazos entrando un poco en la mar, que ya estaba algo más sosegada, y, habiendo entrado casi dos leguas, diose orden que se bogase a cuarteles en tanto que comíamos algo, que iba bien proveída la barca, puesto que los que bogaban dijeron que no era aquél tiempo de tomar reposo alguno, que les diesen de comer los que no bogaban, que ellos no querían soltar los remos de las manos en manera alguna.
Los primeros días, como todos los de boda suelen ser alegres, continuó Lotario, como solía, la casa de su amigo Anselmo, procurando honralle, festejalle y regocijalle con todo aquello que a él le fue posible, pero, acabadas las bodas y sosegada ya la frecuencia de las visitas y parabienes, comenzó Lotario a descuidarse con cuidado de las idas en casa de Anselmo, por parecerle a él como es razón que parezca a todos los que fueren discretos que no se han de visitar ni continuar las casas de los amigos casados de la misma manera que cuando eran solteros, porque, aunque la buena y verdadera amistad no puede ni debe de ser sospechosa en nada, con todo esto, es tan delicada la honra del casado, que parece que se puede ofender aun de los mesmos hermanos, cuanto más de los amigos.
Llegó el cuadrillero, y, como los halló hablando en tan sosegada conversación, quedó suspenso.
Y, como las cosas de la guerra y las a ellas tocantes y concernientes no se pueden poner en ejecución sino sudando, afanando y trabajando, síguese que aquellos que la profesan tienen, sin duda, mayor trabajo que aquellos que en sosegada paz y reposo están rogando a Dios favorezca a los que poco pueden.
Procuró levantarle del suelo, y no con poco trabajo le subió sobre su jumento, por parecer caballería más sosegada.

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