Ejemplos con soltura

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La llanta de esta rueda era de carne animada: millones y millones de criaturas soldadas, amasadas, gesticulantes, con las extremidades libres, moviéndolas para convencerse de su soltura y su libertad, mientras sus cuerpos estaban pegados unos a otros.
Los niños eran tan extraordinarios como la madre: la hija iba vestida de muchacho, para correr por los campos con mayor soltura.
Los cabellos, antes empapados y pegados a la frente, comenzaban a revolar ligeros en torno de sus sienes, su ropa humeaba aún, pero ya el benéfico calorcillo, penetrándola, le restituía la acostumbrada soltura.
La soltura con que andaba por el buque y ciertas palabras técnicas empleadas contra su voluntad no permitieron a Ferragut más dudas sobre su verdadera profesión.
Pero, día por día, iba encontrando en él algo que modificaba sus primeras impresiones: la blancura femenil de Karl más allá de la cara y las manos tostadas por el sol, la creciente marcialidad de sus bigotes, la soltura con que montaba a caballo, su aire trovadoresco al entonar con una voz de tenor algo sorda romanzas voluptuosas con palabras que ella no podía entender.
Era inútil que intentase marchar con ligereza y soltura.
Vendíalo todo un israelita no mal parecido, ojinegro y cetrino mucho, con su fez árabe encarnado sucio, y sus pantalones bombachos, dulce, insinuante, levantino en todo, chapurreador de muchas lenguas y buen hablador de la castellana, que manejaba con soltura, incurriendo sólo en algún arcaísmo de vez en cuando.
Y de pronto, haciendo como que reparaba en Lucía, inclinose con soltura, descubriéndose, sin añadir otra palabra.
¡Economías yo! dijo Miranda, pronunciando con cierta soltura la frasecilla transpirenaica.
Pero así y todo, entre aquella colección de vulgares figuras de provincia, tenía la del novio no sé qué tufillo cortesano, cierto desenfado de hombre hecho a la vida ancha y fácil de los grandes centros, y la soltura de quien no conoce escrúpulos, ni se para en barras cuando el propio interés está en juego.
Además, el molde era estrecho para encerrar la bella estatua, que amenazaba romperlo a cada instante, no precisamente con el volumen, sino más bien con la libertad y soltura de sus juveniles movimientos.
No censuro yo la observación paciente, minuciosa, exacta, que distingue a la moderna escuela francesa: desapruebo como yerros artísticos, la elección sistemática preferente de asuntos repugnantes o desvergonzados, la prolijidad nimia, y a veces cansada, de las descripciones, y, más que todo, un defecto en que no sé si repararon los críticos: la perenne solemnidad y tristeza, el ceño siempre torvo, la carencia de notas festivas y de gracia y soltura en el estilo y en la idea.
Recogió su falda para marchar con más soltura, dejando al descubierto una parte de su adorable basamento.
Allá en Madrid la gente es de menos complicaciones Tenemos también unos cuantos muchachos bien trajeados, de vaga nacionalidad, que hablan con soltura diversos idiomas.
Mas en vez de las letras, comenzó a trazar con soltura la cabeza de una mujer.
El público elogiaba la soltura del bailador de Azpeitia.
Todos le encontraban rejuvenecido, veían en él algo nuevo é inexplicable, que animaba sus ojos con el brillo dulce de la adolescencia, que parecía dar más soltura a su cuerpo de hombre de lucha, y le hacía cuidar con mayor esmero del adorno de su persona.
Le gustaba el porte aseñorado , como ella decía, de aquel hombre, la soltura que le daba su antiguo trato con el mundo.
Comenzó entonces a hablar con gran soltura y elegancia, lamentando los estragos de la guerra, ensalzando la misión de la mujer, ponderando la virtud de la caridad con el fuego y el entusiasmo de Vicente de Paúl en persona.
Jaime Pimentel, al notar la soltura y naturalidad de sus distinguidos modales, y al oír su acento y las pocas y atinadas palabras que le dirigió, las cuales ni pecaron de frías y secas, ni se extremaron por lo galantes, sino que se encerraron dentro de los límites de la más respetuosa discreción.
Su vida de peregrino y de misionero, haciéndole vencer la debilidad de su constitución con la energía del alma, había prestado a su cuerpo extraordinaria agilidad y soltura.
Por eso estoy tranquilo, y no veo con malos ojos que se despabile, que conozca el mundo, que adquiera soltura de modales.
Poseía el arte de la buena educación en su forma más exquisita, y una soltura de modales que cautivaba.
Quería dar el golpe, y como tenía tanto dominio sobre sí y se expresaba con tanta soltura, juzgaba fácil darse mucho lustre en la visita.
No, si lo que menos falta hace a mi hijo es adquirir soltura, porque la tiene desde que era una criatura Si no es eso.
Iba la criatura saliendo de esa edad en que los niños parecen un lío de trapos, y sin perder la gracia y atractivo del ser indefenso y débil, tenía el encanto de la personalidad, de la soltura cada vez mayor de sus movimientos y conciencia de sus actos.
Mirábala su hermano, y aunque la soltura de su atrevimiento le incitaba a la venganza, las palabras tan tiernas y tan eficaces con que manifestaba su culpa le ablandaron de tal suerte las entrañas, que con rostro agradable y semblante pacífico la levantó del suelo, y la consoló lo mejor que pudo y supo, diciéndole entre otras razones, que por no hallar castigo igual a su locura, le suspendia por entónces, y así por esto, como por parecerle que aun no habia cerrado la fortuna de todo en todo las puertas a su remedio, queria ántes procurársele por todas las vias posibles, que no tomar venganza del agravio que de su mucha liviandad en él redundaba.
Todo esto se le renovó a don Quijote en la soltura de sus puntos, pero consolóse con ver que Sancho le había dejado unas botas de camino, que pensó ponerse otro día.
Pues que la soledad destas sierras no ha sido parte para encubrirme, ni la soltura de mis descompuestos cabellos no ha permitido que sea mentirosa mi lengua, en balde sería fingir yo de nuevo ahora lo que, si se me creyese, sería más por cortesía que por otra razón alguna.
Ayudó Sancho, por su parte, a la soltura de Ginés de Pasamonte, que fue el primero que saltó en la campaña libre y desembarazado, y, arremetiendo al comisario caído, le quitó la espada y la escopeta, con la cual, apuntando al uno y señalando al otro, sin disparalla jamás, no quedó guarda en todo el campo, porque se fueron huyendo, así de la escopeta de Pasamonte como de las muchas pedradas que los ya sueltos galeotes les tiraban.

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