Ejemplos con solideo
Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.
La isla, risueña e indolente en mitad de la encrucijada de los grandes caminos que llevan a África y América, parecían contemplar impasible este movimiento de la navegación mundial, mientras proporcionaba por unas horas el alimento negro del carbón a los organismos humeantes, que llegaban y partían sin conocerla, festoneada en su costa por una áspera flota de chumberas y pitas, guardando tras las volcánicas montañas de su litoral el secreto de sus ocultos valles tropicales, escalando el cielo con una sucesión de cumbres sobre las cuales flotaban las blancas vedijas de las nubes, y ostentando sobre esta masa de vellones el pico del Teide, un casquete cónico estriado de nieves, que era como la borla o botón de este inmenso solideo de tierra emergido del Océano.
Añadió el Coronel que Prim era la clave de la libertad y del porvenir de España, y que si aquel hombre faltase, volveríamos tarde o temprano al reino de las camarillas, bajando de tumbo en tumbo hasta ponernos otra vez debajo de las tocas de Sor Patrocinio y del solideo del Padre Claret.
Sobre un sillón rojo, bajo un ropaje rojo, con un cortinaje rojo, bajo un solideo rojo, una figura roja, la figura de un pobre bobalicón, de un galopo, y haced con eso un cuadro que no se puede olvidar , y añade que, comparadas con él hasta las mejores pinturas que hay de su mano en Madrid, aún las más espléndidas y sinceras parecen muertas o académicas.
El tío Frasquito, que con gran falta de delicadeza, hija de su deseo vehementísimo de seguir las peripecias del drama, se había constituido en testigo de la conferencia, metió entonces su cucharada, asegurando que aquello estaba muy bien pensado, que su sobrino el padre Cifuentes tenía razón hasta por encima del solideo, y que lo más derecho para su sobrino Jacobo era dirigirse desde luego a su sobrina Villasis, porque lo que esta no alcanzase de su sobrina Sabadell nadie en el mundo, fuera o no sobrino suyo, podría alcanzarlo.
La campana del santuario de Loyola había tocado ya el último toque de misa y el hermano portero luchaba a brazo partido, en la misma puerta, con una de esas beatas pegajosas, ávidas siempre de santa curiosidad, propaladoras incansables de nuevas místicas, que creen asegurar el triunfo de la Iglesia y la extirpación de las herejías propagando entre fieles e infieles que el padre estornudó dos veces seguidas, o que al padre se le descosió la borlita del solideo.
-Se ha levantado, se arregla el solideo, echa atrás la capa.
Después de proveerse de un traje completo de obispo, vistieron con él a Ramoncito, y dos de ellos se plantaron sotana, solideo y sombrero de clérigo.
Hallábase el cura, envuelto en un raído balandrán y cubierta la cabeza con el solideo, acomodado en el sillón de roble.
Entonces vestía don Fermín un cómodo, flamante y bien cortado balandrán, y en un rincón de la alcoba se escondían las zapatillas de orillo y el gorro con mugre, el zapato que admiraba Bismarck, el delantero, y el solideo que brillaba como un sol negro, ocupaban los respectivos extremos del importante personaje.
Todos los que al acto aquel tan triste asistían, miraron tan llenos de asombro aquella riqueza destinada a los gusanos, que algunos se olvidaron de descubrirse cuando don Leovigildo, ceñida a su cuello la estola y en la mano el solideo, dio principio a rezar la última oración con que la Religión acaricia por última vez al creyente.
Era un hombre como de setenta años de edad, unas cuantas madejas de cabellos blancos y sedosos pendían a uno y otro lado de su cabeza, cuyo centro calvo y lustroso como una esfera de porcelana estaba cubierto por el solideo morado correspondiente a su dignidad.
El sombrero les cae de tal modo sobre una ceja, y es, por lo regular, tan chico para su cabeza, que más bien que sombrero parece solideo, la faja le envuelve el talle como una sábana, mientras la chaquetilla laboreada se le queda en medio de las espaldas, como a un muchacho que, habiendo crecido, lleva un traje que no creció con él.