Ejemplos con simplicidad

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Su vida y su muerte tienen una simplicidad heroica, tanto más grande cuanto menos buscadora del efecto y menos sabedora de sí misma.
Unicamente debo dejar consignado que Julieta estaba hecha una real moza, y que no se separó de ella un solo instante el consabido diplomático de , que doña Juana no cabía en la casa, de satisfecha, soplada y bullidora, que don Simón se desvivía por obsequiar a todo el mundo, a pesar de hallarse algo contrariado por la circunstancia de que un inesperado Consejo de Ministros había impedido a alguno de éstos honrar la casa con su presencia, y, por último, que la concurrencia, deseando corresponder de un modo digno a tantos obsequios, bailó de firme, registró toda la casa, murmuró en cada rincón de la simplicidad del dueño y de la estrepitosa de su señora, desafinó el piano, desgajó, con parte de los tabiques, dos cortinones, se chupó o se embolsó medio millar de ricos habanos, y dejó el ambigú como si sobre él hubiera pasado un huracán.
El inglés es un pequeño museo de figuras de cera, un número del , un breve repertorio de caricaturas, ya que los britanos, casi sin excepción, condúcense socialmente con fría y cómica simplicidad y rehuyen efusiones e intimidades.
La obligación de obedecer a la doctora, de seducir a los hombres para arrancarles sus secretos, me hizo odiarlos con una agresividad mortal Pero llegaste tú, ¡tú, que eres bueno y generoso, que me buscaste con una simplicidad entusiasta, lo mismo que un adolescente, haciéndome retroceder en mi existencia, como si aún estuviese en los diez y ocho años y me viera cortejada por primera vez! Además, tú no eres egoísta.
Muchas veces vi a mi madre llorando, y su simplicidad me dió lástima.
Además, la simplicidad franca de la leonesa le brindaba campo virgen e inculto donde plantar todas las flores exóticas de la moda, todas las plantas ponzoñosas de la maledicencia elegante.
Pero el pueblo era, sin darse cuenta de ello, el vengador del pasado, Aresti, que vivía en contacto con la masa, apreciaba la simplicidad de sus ideas, el instinto paladinesco que la impulsaba a ser la ejecutora de una revancha histórica.
Había brindado con todas las bebidas del mundo, incluso con las fermentaciones diabólicas de los negros, se había rozado con hembras de todos los colores, pardas, bronceadas, verdes y rojas, y, sin embargo, después de una vida de aventuras, notábase en él la honrada simplicidad de esos marinos, ascetas de los horizontes inmensos que, al abordar los puertos cosmopolitas, sienten el contacto de todas las podredumbres, sin llegar a contaminarse con ellas, sacudiéndolas apenas vuelven al desierto del océano.
Gabriel sonrió con dulzura, como admirando la simplicidad de su hermano.
Gabriel contestaba a las preguntas de aquellos hombres, reveladoras muchas veces de la simplicidad de su pensamiento.
Gabriel se reía de la simplicidad de sus compañeros.
Y ante las abnegaciones y los rendimientos de los acendrados cariños, no podrán ser en su pristina simplicidad, el joven y el amante.
Volvía Julián preocupado a la casa solariega, acusándose de excesiva simplicidad, por no haber reparado cosas de tanto bulto.
Contéle todo el cuento, y cuando llegué a decir que me habia casado con Doña Estefanía, y la dote que trujo, y la simplicidad que habia hecho en dejar su casa y hacienda a Doña Clementa, aunque fuese con tan sana intencion, como era alcanzar tan principal marido como D.
Leonora andaba a lo igual con sus criadas, y se entretenia en lo mismo que ellas, y aun dió con su simplicidad en hacer muñecas, y en otras niñerías que mostraban la llaneza de su condicion y la terneza de sus años: todo lo cual era de grandísima satisfaccion para el celoso marido, pareciéndole que habia acertado a escoger la vida mejor que se la supo imaginar, y que por ninguna via la industria ni la malicia humana podia perturbar su sosiego, y así solo se desvelaba en traer regalos a su esposa, y en acordarle le pidiese todos cuantos le viniesen al pensamiento, que de todos seria servida.
Estas y otras honestas razones pasó Ricaredo con Isabela y con las damas, entre las cuales habia una doncella de pequeña edad, la cual no hizo sino mirar a Ricaredo miéntras allí estuvo, alzábale las escarcelas, por ver qué traia debajo dellas, tentábale la espada, y con simplicidad de niña queria que las armas le sirviesen de espejo, llegándose a mirar de muy cerca en ellas, y cuando se hubo ido, volviéndose a las damas, dijo:.
Pero, ¿dónde me divierto? ¡Ay de mí, desdichada! ¿Qué locura o qué desatino me lleva a contar las ajenas faltas, teniendo tanto que decir de las mías? ¡Ay de mí, otra vez, sin ventura!, que no me rindieron los versos, sino mi simplicidad, no me ablandaron las músicas, sino mi liviandad: mi mucha ignorancia y mi poco advertimiento abrieron el camino y desembarazaron la senda a los pasos de don Clavijo, que éste es el nombre del referido caballero, y así, siendo yo la medianera, él se halló una y muy muchas veces en la estancia de la por mí, y no por él, engañada Antonomasia, debajo del título de verdadero esposo, que, aunque pecadora, no consintiera que sin ser su marido la llegara a la vira de la suela de sus zapatillas.
Responder quisiera don Quijote, pero estorbáronlo el duque y la duquesa, que entraron a verle, entre los cuales pasaron una larga y dulce plática, en la cual dijo Sancho tantos donaires y tantas malicias, que dejaron de nuevo admirados a los duques, así con su simplicidad como con su agudeza.
En fin, dio cuenta de la burla que Sancho había hecho a su amo, dándole a entender que Dulcinea estaba encantada y transformada en labradora, y cómo la duquesa su mujer había dado a entender a Sancho que él era el que se engañaba, porque verdaderamente estaba encantada Dulcinea, de que no poco se rió y admiró el bachiller, considerando la agudeza y simplicidad de Sancho, como del estremo de la locura de don Quijote.
Causó risa al licenciado la simplicidad del ama, y mandó al barbero que le fuese dando de aquellos libros uno a uno, para ver de qué trataban, pues podía ser hallar algunos que no mereciesen castigo de fuego.
No pudo la duquesa tener la risa, oyendo la simplicidad de su dueña, ni dejó de admirarse en oír las razones y refranes de Sancho, a quien dijo:.
No soy santo respondió el hidalgo, sino gran pecador, vos sí, hermano, que debéis de ser bueno, como vuestra simplicidad lo muestra.
Rióse don Quijote de las afectadas razones de Sancho, y parecióle ser verdad lo que decía de su emienda, porque de cuando en cuando hablaba de manera que le admiraba, puesto que todas o las más veces que Sancho quería hablar de oposición y a lo cortesano, acababa su razón con despeñarse del monte de su simplicidad al profundo de su ignorancia, y en lo que él se mostraba más elegante y memorioso era en traer refranes, viniesen o no viniesen a pelo de lo que trataba, como se habrá visto y se habrá notado en el discurso desta historia.
No pongo yo duda en eso respondió el barbero, pero no me maravillo tanto de la locura del caballero como de la simplicidad del escudero, que tan creído tiene aquello de la ínsula, que creo que no se lo sacarán del casco cuantos desengaños pueden imaginarse.
Entró Sancho, y el cura y el barbero se despidieron de don Quijote, de cuya salud desesperaron, viendo cuán puesto estaba en sus desvariados pensamientos, y cuán embebido en la simplicidad de sus malandantes caballerías, y así, dijo el cura al barbero:.
¡Dios te tenga de su mano, pobre don Quijote: que me parece que te despeñas de la alta cumbre de tu locura hasta el profundo abismo de tu simplicidad!.
Y este mesmo término y modo me convendrá usar contigo, porque el deseo que en ti ha nacido va tan descaminado y tan fuera de todo aquello que tenga sombra de razonable, que me parece que ha de ser tiempo gastado el que ocupare en darte a entender tu simplicidad, que por ahora no le quiero dar otro nombre, y aun estoy por dejarte en tu desatino, en pena de tu mal deseo, mas no me deja usar deste rigor la amistad que te tengo, la cual no consiente que te deje puesto en tan manifiesto peligro de perderte.
¿Quién no había de reír de los circustantes, viendo la locura del amo y la simplicidad del criado? En efecto, Dorotea se las dio, y le prometió de hacerle gran señor en su reino, cuando el cielo le hiciese tanto bien que se lo dejase cobrar y gozar.
Con lo que quedó tan contento Sancho cuanto el cura admirado de su simplicidad, y de ver cuán encajados tenía en la fantasía los mesmos disparates que su amo, pues sin alguna duda se daba a entender que había de venir a ser emperador.
No se dejó de reír don Quijote de la simplicidad de su escudero, y así, le declaró que podía muy bien quejarse, como y cuando quisiese, sin gana o con ella, que hasta entonces no había leído cosa en contrario en la orden de caballería.

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